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Compró una casa para demoler en Villa Crespo y la convirtió en un oasis blanco y moderno donde lo superfluo no tiene lugar

“Vi un aviso que no tenía ni una foto de la casa: la publicaban como para demoler y usar el terreno, pero, de todos modos, fui a visitarla. Efectivamente, estaba inhabitable. ¿Lo bueno? Era muy grande y estaba a buen precio”, nos cuenta Alejandro sobre el hallazgo que hizo durante la pandemia y al que le vio suficiente futuro como para dejar su departamento en Retiro. Acto seguido, llamó al arquitecto Jorge Mazzinghi, de Mazzinghi-Sánchez Arquitectos, para validar el plan que había concebido y trazar el proyecto de reforma.

La particularidad del proyecto (y también lo más divertido) era que había que transformar una casa de barrio muy deteriorada en una vivienda blanca de estilo net. No eran dos posiciones a acercar: había que ir de un polo al opuesto.

Arq. Jorge Mazzinghi, del estudio Mazzinghi-Sánchez Arquitectos, a cargo del proyecto y la dirección de obra

“El foco se puso en generar espacios abiertos para tener buena ventilación y sol, porque la casa, además de estar en muy malas condiciones, miraba al sur”, explica Mazzinghi. El plan empezó con la demolición de la parte delantera (garage, cocina y living, casi la mitad de la vivienda anterior) para crear un jardín que diera esa necesaria bocanada de aire fresco. Del resto solo conservaron las paredes portantes y las losas.

En contra de lo superfluo

En los interiores reina la austeridad: tiene lugar solo lo que se usa en el día a día. “Diseñé los espacios en base a mi experiencia de vida”, fue la sensata definición de Alejandro cuando le preguntamos por lo depojado del interiorismo. “No me gusta acumular, ni ver cosas que no se usan: ese es el leitmotiv de la casa. Solo tengo los muebles necesarios, y no hay adornos, cuadros ni libros a la vista. Tampoco me gustan los colores: por eso es todo blanco y madera”.

Siguiendo ese pensamiento, Alejandro pensó seriamente en eliminar la pileta existente, ya que iba contra su búsqueda de uso total, pero su hijo lo convenció de conservarla. “Si bien es cierto que da trabajo y se utiliza pocos días al año en su función primaria, es lindo ver ese espejo de agua cada día”, admite, y confiesa: “Sigo pensando qué sumarle para aprovechar mejor el sector. ¡Quizás unas plantas acuáticas!”.

Pura

Como parte de la reforma, hicieron a nuevo todas las conexiones de servicios para armar la cocina en lo que antes era un dormitorio. Al ser enteramente blanca y dar al jardín delantero, resulta muy luminosa.

Para concentrarse

El estudio donde Alejandro trabaja da hacia el jardín trasero, el segundo pulmón de la casa. En este sector, con largo escritorio realizado por el Estudio, la ventana es protagonista. Persiguiendo un estilo oriental, se optó por hacerla circular.

Las rejas al estilo Tetris se mandaron a hacer a medida; el diseño se repite en el ingreso y, en formato rectangular, en el cuarto de su hijo, en planta alta.

Intimidad

En la planta alta ubicaron los dos dormitorios, un baño y una pequeña sala en la que el dueño de casa medita y practica yoga. Todos los cuartos dan a un pulmón y, además, a la terraza con deck. “La casa era mucho más grande antes, pero no necesito espacios enormes ni estridencias. Con esto es suficiente, me siento a gusto”, resume Alejandro.

“El proyecto buscó lograr ambientes íntimos, un oasis de tranquilidad y silencio en medio de la ciudad”, detalla el arquitecto, que celebra el objetivo cumplido: “Contribuye a ese fin que, hoy, la casa tiene luz todo el día, todo el año”.

“Vi un aviso que no tenía ni una foto de la casa: la publicaban como para demoler y usar el terreno, pero, de todos modos, fui a visitarla. Efectivamente, estaba inhabitable. ¿Lo bueno? Era muy grande y estaba a buen precio”, nos cuenta Alejandro sobre el hallazgo que hizo durante la pandemia y al que le vio suficiente futuro como para dejar su departamento en Retiro. Acto seguido, llamó al arquitecto Jorge Mazzinghi, de Mazzinghi-Sánchez Arquitectos, para validar el plan que había concebido y trazar el proyecto de reforma.

La particularidad del proyecto (y también lo más divertido) era que había que transformar una casa de barrio muy deteriorada en una vivienda blanca de estilo net. No eran dos posiciones a acercar: había que ir de un polo al opuesto.

Arq. Jorge Mazzinghi, del estudio Mazzinghi-Sánchez Arquitectos, a cargo del proyecto y la dirección de obra

“El foco se puso en generar espacios abiertos para tener buena ventilación y sol, porque la casa, además de estar en muy malas condiciones, miraba al sur”, explica Mazzinghi. El plan empezó con la demolición de la parte delantera (garage, cocina y living, casi la mitad de la vivienda anterior) para crear un jardín que diera esa necesaria bocanada de aire fresco. Del resto solo conservaron las paredes portantes y las losas.

En contra de lo superfluo

En los interiores reina la austeridad: tiene lugar solo lo que se usa en el día a día. “Diseñé los espacios en base a mi experiencia de vida”, fue la sensata definición de Alejandro cuando le preguntamos por lo depojado del interiorismo. “No me gusta acumular, ni ver cosas que no se usan: ese es el leitmotiv de la casa. Solo tengo los muebles necesarios, y no hay adornos, cuadros ni libros a la vista. Tampoco me gustan los colores: por eso es todo blanco y madera”.

Siguiendo ese pensamiento, Alejandro pensó seriamente en eliminar la pileta existente, ya que iba contra su búsqueda de uso total, pero su hijo lo convenció de conservarla. “Si bien es cierto que da trabajo y se utiliza pocos días al año en su función primaria, es lindo ver ese espejo de agua cada día”, admite, y confiesa: “Sigo pensando qué sumarle para aprovechar mejor el sector. ¡Quizás unas plantas acuáticas!”.

Pura

Como parte de la reforma, hicieron a nuevo todas las conexiones de servicios para armar la cocina en lo que antes era un dormitorio. Al ser enteramente blanca y dar al jardín delantero, resulta muy luminosa.

Para concentrarse

El estudio donde Alejandro trabaja da hacia el jardín trasero, el segundo pulmón de la casa. En este sector, con largo escritorio realizado por el Estudio, la ventana es protagonista. Persiguiendo un estilo oriental, se optó por hacerla circular.

Las rejas al estilo Tetris se mandaron a hacer a medida; el diseño se repite en el ingreso y, en formato rectangular, en el cuarto de su hijo, en planta alta.

Intimidad

En la planta alta ubicaron los dos dormitorios, un baño y una pequeña sala en la que el dueño de casa medita y practica yoga. Todos los cuartos dan a un pulmón y, además, a la terraza con deck. “La casa era mucho más grande antes, pero no necesito espacios enormes ni estridencias. Con esto es suficiente, me siento a gusto”, resume Alejandro.

“El proyecto buscó lograr ambientes íntimos, un oasis de tranquilidad y silencio en medio de la ciudad”, detalla el arquitecto, que celebra el objetivo cumplido: “Contribuye a ese fin que, hoy, la casa tiene luz todo el día, todo el año”.

 El estudio Mazzinghi Sánchez Arquitectos se hizo cargo de replantear la vivienda y proyectarla a medida del dueño de casa.  LA NACION

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