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La desgarradora carta que Alfonso Basterra le envió al creador de El caso Asunta, la docuserie furor de Netflix

El catálogo de Netflix incluyó una ficción basada en un caso real de España que cautivó a los espectadores. Se trata de El caso Asunta, una miniserie de seis episodios de menos de una hora que retrata la Operación Nenúfar llevada a cabo por las autoridades y que aterrizó en el gigante de streaming el 26 de abril, para posicionarse entre lo más visto de la plataforma en la Argentina. Pero, el caso fue más allá: el creador de la producción recibió una carta de uno de los condenados.

El Caso Asunta Tráiler Oficial – Netflix España

Asunta tenía tan solo un año cuando fue adoptada desde China por sus padres, oriundos de Galicia, Rosario Porto y Alfonso Basterra, una abogada y un periodista que no podían tener hijos biológicos. El 21 de septiembre de 2013, cuando la pequeña está a punto de cumplir 13 años, la pareja denunció su desaparición. Horas más tarde, fue encontrada sin vida en una carretera junto al bosque de Santiago de Compostela. La autopsia determinó que falleció por asfixia y que presentaba altos niveles de lorazepam, un potente tranquilizante y ansiolítico.

Los principales sospechosos fueron sus padres adoptivos, quienes fueron condenados posteriormente en un juicio. La Operación Nenúfar fue llevada a la pequeña pantalla por Ramón Campos, Jon de la Cuesta, Gema R. Neira y David Orea. Porto, quien se quitó la vida en su celda en 2020, fue interpretada por Candela Peña, mientras que Tristán Ulloa dio vida a Basterra.

Aun en la cárcel, Alfonso Basterra decidió enviar una carta al creador de la miniserie de Netflix, quien también estuvo detrás de Lo que la verdad esconde, una acción que realizó previamente en otras ocasiones y otras producciones, pero en las que utilizó un tono diferente. Estas líneas las escribió en 2017, cuando se estrenó el documental.

Qué dice la carta que Alfons Basterra envió a los creadores de El caso Asunta

“Estimado señor Campos:

En cartas anteriores, le he transmitido la rabia y la ira que lleva destrozándome y devorándome desde hace tres años. Rabia e ira hacia el juez instructor, hacia el fiscal, los abogados de la acusación particular, los medios de comunicación y, muy particularmente, hacia la persona que acabó con la vida de mi niña.

Pero estos sentimientos me llevarían indefectiblemente hacia la locura y la autodestrucción, y eso es algo que no puedo ni debo tolerar, porque abandonaría la esencia de mi yo, del que algo aún queda y acabaría derrotado por fuerzas ajenas a mí. De modo que, tras mucho pensar, he entendido que el perdón es mi camino. La única forma posible de mantenerme en mi camino y sortear este gran reto que el destino me ha puesto.

Puede que no se lo crea, pero después de muchas horas de meditación, considero que este nuevo rumbo es, además del acertado, el definitivo. No puedo volver a caer en episodios de cólera como los que he vivido. Es más, he llegado a la convicción de que todos ellos actuaron bajo un signo profesional del que estaban convencidos y con arreglo a la más pura de las éticas. Equivocados totalmente, pero sin saltarse la ley y sin ánimo alguno de condenar por condenar.

Se sorprenderá, pero cuando dentro de seis años, como mínimo, tenga el tercer grado en lugar de asesinar a los citados, como en tantas ocasiones imaginé, lo que realmente deseo es sentarme en una cafetería con ellos y debatir, si lo desean, lo que fue aquel juicio.

Pero lo que nunca haré será exigirles perdón, todo lo contrario, seré yo quien les ofrezca mis disculpas por tan terribles pensamientos surgidos de una locura inimaginable que no deseo a nadie. Y por la misma razón, haré lo propio con el asesino o asesina de mi niña, porque ahora sí, estoy convencido de que su acción fue fruto de esa locura, ya que nadie en pleno uso de sus facultades mentales cometería una monstruosidad como esa.

Para terminar le haré una confesión: cuando recupere mi libertad, tengo el firme propósito de desaparecer, nadie volverá a saber de mí, ni tan siquiera Rosario Porto.

Solo tengo una razón para seguir con vida, que no es otra que volver a ser un hombre libre y reunirme con mi niña, nunca antes. De hecho ya tengo pensado el cómo y el dónde, tan solo me falta el cuándo, pero todo llega.

Mi verdadera condena no es la prisión, señor Campos, sino no haberla podido socorrer cuando más me necesitó. Eso es algo que nunca me podré perdonar. Así que, cuando conozcan mi fallecimiento, le ruego que descorche una botella de cava y brinde con los suyos. Solo en ese momento comprenderá que he recuperado mi felicidad. Mi niña me necesita y yo a ella”.

El catálogo de Netflix incluyó una ficción basada en un caso real de España que cautivó a los espectadores. Se trata de El caso Asunta, una miniserie de seis episodios de menos de una hora que retrata la Operación Nenúfar llevada a cabo por las autoridades y que aterrizó en el gigante de streaming el 26 de abril, para posicionarse entre lo más visto de la plataforma en la Argentina. Pero, el caso fue más allá: el creador de la producción recibió una carta de uno de los condenados.

El Caso Asunta Tráiler Oficial – Netflix España

Asunta tenía tan solo un año cuando fue adoptada desde China por sus padres, oriundos de Galicia, Rosario Porto y Alfonso Basterra, una abogada y un periodista que no podían tener hijos biológicos. El 21 de septiembre de 2013, cuando la pequeña está a punto de cumplir 13 años, la pareja denunció su desaparición. Horas más tarde, fue encontrada sin vida en una carretera junto al bosque de Santiago de Compostela. La autopsia determinó que falleció por asfixia y que presentaba altos niveles de lorazepam, un potente tranquilizante y ansiolítico.

Los principales sospechosos fueron sus padres adoptivos, quienes fueron condenados posteriormente en un juicio. La Operación Nenúfar fue llevada a la pequeña pantalla por Ramón Campos, Jon de la Cuesta, Gema R. Neira y David Orea. Porto, quien se quitó la vida en su celda en 2020, fue interpretada por Candela Peña, mientras que Tristán Ulloa dio vida a Basterra.

Aun en la cárcel, Alfonso Basterra decidió enviar una carta al creador de la miniserie de Netflix, quien también estuvo detrás de Lo que la verdad esconde, una acción que realizó previamente en otras ocasiones y otras producciones, pero en las que utilizó un tono diferente. Estas líneas las escribió en 2017, cuando se estrenó el documental.

Qué dice la carta que Alfons Basterra envió a los creadores de El caso Asunta

“Estimado señor Campos:

En cartas anteriores, le he transmitido la rabia y la ira que lleva destrozándome y devorándome desde hace tres años. Rabia e ira hacia el juez instructor, hacia el fiscal, los abogados de la acusación particular, los medios de comunicación y, muy particularmente, hacia la persona que acabó con la vida de mi niña.

Pero estos sentimientos me llevarían indefectiblemente hacia la locura y la autodestrucción, y eso es algo que no puedo ni debo tolerar, porque abandonaría la esencia de mi yo, del que algo aún queda y acabaría derrotado por fuerzas ajenas a mí. De modo que, tras mucho pensar, he entendido que el perdón es mi camino. La única forma posible de mantenerme en mi camino y sortear este gran reto que el destino me ha puesto.

Puede que no se lo crea, pero después de muchas horas de meditación, considero que este nuevo rumbo es, además del acertado, el definitivo. No puedo volver a caer en episodios de cólera como los que he vivido. Es más, he llegado a la convicción de que todos ellos actuaron bajo un signo profesional del que estaban convencidos y con arreglo a la más pura de las éticas. Equivocados totalmente, pero sin saltarse la ley y sin ánimo alguno de condenar por condenar.

Se sorprenderá, pero cuando dentro de seis años, como mínimo, tenga el tercer grado en lugar de asesinar a los citados, como en tantas ocasiones imaginé, lo que realmente deseo es sentarme en una cafetería con ellos y debatir, si lo desean, lo que fue aquel juicio.

Pero lo que nunca haré será exigirles perdón, todo lo contrario, seré yo quien les ofrezca mis disculpas por tan terribles pensamientos surgidos de una locura inimaginable que no deseo a nadie. Y por la misma razón, haré lo propio con el asesino o asesina de mi niña, porque ahora sí, estoy convencido de que su acción fue fruto de esa locura, ya que nadie en pleno uso de sus facultades mentales cometería una monstruosidad como esa.

Para terminar le haré una confesión: cuando recupere mi libertad, tengo el firme propósito de desaparecer, nadie volverá a saber de mí, ni tan siquiera Rosario Porto.

Solo tengo una razón para seguir con vida, que no es otra que volver a ser un hombre libre y reunirme con mi niña, nunca antes. De hecho ya tengo pensado el cómo y el dónde, tan solo me falta el cuándo, pero todo llega.

Mi verdadera condena no es la prisión, señor Campos, sino no haberla podido socorrer cuando más me necesitó. Eso es algo que nunca me podré perdonar. Así que, cuando conozcan mi fallecimiento, le ruego que descorche una botella de cava y brinde con los suyos. Solo en ese momento comprenderá que he recuperado mi felicidad. Mi niña me necesita y yo a ella”.

 La niña fue encontrada muerta el 22 de septiembre de 2013 y los acusados fueron sus padres adoptivos; el hombre escribió las líneas desde la cárcel e hizo un pedido especial  LA NACION

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