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Esta es la única construcción humana que se ve desde el espacio: las fotos y el gran problema detrás

Una nueva foto tomada desde el espacio alcanzó a mostrar la única construcción humana que se ve desde esta distancia: el llamado “mar de plástico”, conformado por la enorme red de invernaderos ubicado en la provincia española de Almería.

La fotografía, subida por la cuenta @MAstronomers con el texto “la vista por la ventanilla más loca”, muestra una toma del sur de España, abarcando el istmo de Gibraltar —bajo soberanía británica pero con un reclamo del país ibérico— y su famoso estrecho que limita con Marruecos. En la costa europea del Mar de Alborán alcanza a divisarse una especie de “mancha” de color blanco, que los usuarios no tardaron en identificar: es el “mar de plástico” de Almería, la única construcción humana que puede distinguirse a simple vista desde el espacio exterior.

Son más de 40.000 hectáreas de invernaderos, los cuales reflejan la luz del sol por la blancura de sus techos y alcanzan a ser divisables desde el espacio, algo que no se consigue sin ayuda de instrumentos específicos en ningún otro caso. Ya en mayo de 2022, el Generador operacional de imágenes de tierra 2 (OLI-2, por sus siglas en inglés) a bordo del satélite Landsat 9 de la NASA (Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio) logró imágenes en color natural de este paisaje industrial alrededor del pueblo almeriense de El Ejido.

La localidad se encuentra en una pequeña llanura lindante al Mar de Alborán llamada Campo de Dalías, parte de la comarca del Poniente Almeriense ubicada en la costa occidental de esta provincia, que tiene una de las concentraciones más altas de invernaderos en el mundo, según el organismo científico estadounidense.

Qué es el “mar de plástico” de Almería

La misma fuente recuerda que el desarrollo del “mar de plástico” comenzó entre las décadas de 1950 y 1960, cuando los productores rurales de la región comenzaron a experimentar la agricultura intensiva con invernaderos sobre una tierra que “estaba cubierta en su mayor parte por vegetación de matorral, pastos y algunas pequeñas parcelas de cultivos de temporada que crecían al aire libre”, en lo que es una de las zonas con “las condiciones más secas de Europa”.

“Con acceso a aguas subterráneas y abundancia de sol”, así como la proliferación de estas estructuras de plástico que administran la temperatura y retienen la humedad del suelo, la región logró un desempeño que hoy la lleva a producir “entre 2,5 y 3,5 millones de toneladas de frutas y verduras al año”, con lo que abastece a Europa de productos vegetales como tomates, pepinos, melones y pimientos sin importar la temporada.

El desarrollo fue total, y llevó al pueblo de El Ejido, que tiene la mayor cantidad de parcelas lindantes, a pasar de “ser una pequeña aldea dedicada a la agricultura de subsistencia, a principios de 1960, a tener en 2015 más de 85.000 habitantes”, según cuenta un estudio de la Universidad Nacional de La Plata.

Pero las extensas instalaciones también plantean un problema medioambiental severo, al producirse 33.500 toneladas de plásticos agrícolas al año, según la Junta de Andalucía, que subraya que se recicla un 85%, lo que deja un excedente de 5000 toneladas que quedan sin tratar y acaban en vertederos y luego, arrastrados por la lluvia, en el mar, como reportó el medio español El País.

Este traspaso del plástico a los suelos y el océano puede extender nanopartículas de este material (los comúnmente llamados microplásticos) a alimentos como frutas, verduras y pescados, que ingieren este tipo de materiales en zonas afectadas por estos desechos de la agricultura industrial. El País recavó también una investigación científica del Centro de Estudios Avanzados de Blanes, perteneciente al CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) español, que analizó los sedimentos bajo la vegetación marina de posidonia en la localidad almeriense de Roquetas del Mar: encontraron hasta 30 veces más nanopartículas de plástico de menos de cinco milímetros en el sedimento de esta región contra el de la isla de Cabrera, en el archipiélago de las Baleares, donde no se practica la agricultura intensiva con invernaderos.

Una nueva foto tomada desde el espacio alcanzó a mostrar la única construcción humana que se ve desde esta distancia: el llamado “mar de plástico”, conformado por la enorme red de invernaderos ubicado en la provincia española de Almería.

La fotografía, subida por la cuenta @MAstronomers con el texto “la vista por la ventanilla más loca”, muestra una toma del sur de España, abarcando el istmo de Gibraltar —bajo soberanía británica pero con un reclamo del país ibérico— y su famoso estrecho que limita con Marruecos. En la costa europea del Mar de Alborán alcanza a divisarse una especie de “mancha” de color blanco, que los usuarios no tardaron en identificar: es el “mar de plástico” de Almería, la única construcción humana que puede distinguirse a simple vista desde el espacio exterior.

Son más de 40.000 hectáreas de invernaderos, los cuales reflejan la luz del sol por la blancura de sus techos y alcanzan a ser divisables desde el espacio, algo que no se consigue sin ayuda de instrumentos específicos en ningún otro caso. Ya en mayo de 2022, el Generador operacional de imágenes de tierra 2 (OLI-2, por sus siglas en inglés) a bordo del satélite Landsat 9 de la NASA (Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio) logró imágenes en color natural de este paisaje industrial alrededor del pueblo almeriense de El Ejido.

La localidad se encuentra en una pequeña llanura lindante al Mar de Alborán llamada Campo de Dalías, parte de la comarca del Poniente Almeriense ubicada en la costa occidental de esta provincia, que tiene una de las concentraciones más altas de invernaderos en el mundo, según el organismo científico estadounidense.

Qué es el “mar de plástico” de Almería

La misma fuente recuerda que el desarrollo del “mar de plástico” comenzó entre las décadas de 1950 y 1960, cuando los productores rurales de la región comenzaron a experimentar la agricultura intensiva con invernaderos sobre una tierra que “estaba cubierta en su mayor parte por vegetación de matorral, pastos y algunas pequeñas parcelas de cultivos de temporada que crecían al aire libre”, en lo que es una de las zonas con “las condiciones más secas de Europa”.

“Con acceso a aguas subterráneas y abundancia de sol”, así como la proliferación de estas estructuras de plástico que administran la temperatura y retienen la humedad del suelo, la región logró un desempeño que hoy la lleva a producir “entre 2,5 y 3,5 millones de toneladas de frutas y verduras al año”, con lo que abastece a Europa de productos vegetales como tomates, pepinos, melones y pimientos sin importar la temporada.

El desarrollo fue total, y llevó al pueblo de El Ejido, que tiene la mayor cantidad de parcelas lindantes, a pasar de “ser una pequeña aldea dedicada a la agricultura de subsistencia, a principios de 1960, a tener en 2015 más de 85.000 habitantes”, según cuenta un estudio de la Universidad Nacional de La Plata.

Pero las extensas instalaciones también plantean un problema medioambiental severo, al producirse 33.500 toneladas de plásticos agrícolas al año, según la Junta de Andalucía, que subraya que se recicla un 85%, lo que deja un excedente de 5000 toneladas que quedan sin tratar y acaban en vertederos y luego, arrastrados por la lluvia, en el mar, como reportó el medio español El País.

Este traspaso del plástico a los suelos y el océano puede extender nanopartículas de este material (los comúnmente llamados microplásticos) a alimentos como frutas, verduras y pescados, que ingieren este tipo de materiales en zonas afectadas por estos desechos de la agricultura industrial. El País recavó también una investigación científica del Centro de Estudios Avanzados de Blanes, perteneciente al CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) español, que analizó los sedimentos bajo la vegetación marina de posidonia en la localidad almeriense de Roquetas del Mar: encontraron hasta 30 veces más nanopartículas de plástico de menos de cinco milímetros en el sedimento de esta región contra el de la isla de Cabrera, en el archipiélago de las Baleares, donde no se practica la agricultura intensiva con invernaderos.

 Se trata del “mar de plástico” de Almería, la red de invernaderos de 40.000 hectáreas que constituye tanto una fuente de desarrollo agrario como un dolor de cabeza  LA NACION

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