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Eleonora Cassano posa por primera vez con su hija Julieta, que eligió un camino alejado de la danza: “Me gustaría ser modelo”

Se destacó como una de las grandes bailarinas argentinas de todos los tiempos, fue la socia perfecta de Julio Bocca (57), brilló en los escenarios más importantes del mundo y llevó el Ballet Argentino a cada rincón del planeta, pero también rompió los límites y mostró su talento y maestría en géneros como el folclore y el tango, descolló en el teatro Maipo, sorprendió con su participación en el ciclo Bailando por un sueño y hasta fue modelo de Playboy en la era anterior al Photoshop. Y así, tras una carrera impresionante, Eleonora Cassano (59) cerró su etapa de bailarina clásica en 2012 con un último tour, “¡Châpeau!”, en el que su público la despidió como a una reina. Pero cuando se le pregunta a ella por su obra más memorable, siempre dice que es mejor mamá que bailarina y que los reconocimientos más valiosos que puede recibir son las sonrisas de Tomás (27) y Julieta (21), los dos hijos que tuvo con el productor Sergio Albertoni (63), con quien lleva 38 años de matrimonio. Ahora, espléndida en su madurez, de la que disfruta dando clases a adolescentes en etapa de formación, se hizo el tiempo para posar por primera vez con su hija Julieta y tener una charla de madre e hija con ¡HOLA! Argentina.

–¿Fuiste una mamá exigente?

–No, no fui ni soy exigente con sus ocupaciones y sus responsabilidades. Es que no fue necesario, porque tanto Juli como Tomy tienen algo natural, que está en ellos, de ser muy responsables. Para Sergio, mi marido, y para mí la prioridad siempre fueron nuestros hijos: que hagan lo que les gusta, que se sientan libres, que sean felices.

–¿Estimularon a Juli para que haga actividades ligadas al arte?

–No, y me arrepiento. Porque a ella le encantaba bailar, tenía esa cosa de bailar siempre. Era chiquita, se ponía su tutú rosa y bailaba y bailaba todo el tiempo. Tiene una capacidad física maravillosa para bailar y yo, por no condicionarla, no la mandé a estudiar danza. Sí hizo gimnasia rítmica, un poquito de danza en un instituto que no terminó de gustarle y danza contemporánea, pero no la mandé de chiquita a estudiar clásico. Cuando lo pienso ahora, creo que hubiera actuado distinto.

–Ahora que es más grande, ¿le das consejos sobre cómo manejarse en el mundo de los adultos?

–Sí, le doy consejos todo el tiempo. A veces se me va un poco la mano y ella me frena. Y está bien. Tengo el defecto de ser demasiado sobreprotectora, de estarle todo el tiempo encima. Obvio que ella ya tiene una edad en la que si siente que me tiene que poner un freno, me lo pone, pero igual yo estoy pendiente y el padre, igual.

–¿En qué tipo de cosas estás pendiente?

–Y… si bien tiene 21 años y está de novia hace tres años, con Bruno, yo la acompaño a la esquina a tomar la combi cuando se va a la facultad por una cuestión de seguridad, por ejemplo.

–Julieta, ¿tu mamá es un modelo para vos?

–Sí claro, yo la veo como un modelo, mi familia es un modelo para mí. Es una mujer perseverante, paciente y yo también, y eso lo aprendí de ella. Eso de buscar las cosas que uno quiere sabiendo que a veces no se dan y que hay que seguir intentando, que hay que buscar otros caminos. Gracias a mi mamá toda la vida tuve presente lo que es la disciplina y la importancia de seguir intentando.

–Tomás tiene 27, Julieta 21, ¿tenés ganas de ser abuela, Eleonora?

–Sí, me encantaría. Amo a los chicos y, además, se me pegan: tengo mucho feeling con los chicos. Tomy está de novio hace tres años, vive con la novia, Pilar, y tienen planes de casarse, así que seguramente no falte tanto tiempo para convertirme en abuela. Y Juli, aunque es más chica, también tiene el plan de ser mamá algún día. Los dos lo tienen pensado, los dos quieren tener hijos.

–¿Te ves en ese rol?

–¡Re! Pienso malcriar mucho a mis nietos. Igual, me van a tener que echar. [Risas]. Mucha gente me ha dicho que es algo hermoso y tan distinto a ser madre que me muero de ganas de experimentarlo. Ojo, también soy una mamá malcriadora. Me la paso cocinándoles a los dos, que son vegetarianos. Tomy cocina, pero me encanta que cuando viene a casa se lleve la comida que le preparé. Es una forma de mimarlos.

–Julieta, ahora que quedaste de hija única en la casa familiar, ¿le sacás provecho a esa situación?

–No cambió mucho la cosa cotidiana desde que Tomy se fue a vivir solo, la verdad. Yo hago la misma vida.

Eleonora: Tal vez se pelean menos. [Risas]. Sí le copamos la habitación con la camilla de pilates y la máquina de coser.

–¿Cuál fue el momento más duro que te tocó vivir como mamá?

–Sin duda, la operación de cadera de Juli. Fue el momento más duro de mi vida. Tenía 18 años y que a esa edad pasara por una experiencia tan dolorosa y traumática resultó horrible. Le cortaron el hueso de la cadera, se lo reacomodaron, le pusieron clavos…

–Pero ahora estás bien, ¿no?

Julieta: Sí, estoy re bien. Me tengo que operar de la otra cadera en algún momento, pero lo estoy ignorando. Pero sí, ya me recuperé del todo. Para ellos fue especialmente duro el postoperatorio: estuve dos meses y medio con andador y el primer mes, apenas podía moverme. Si quería subirme a la cama, por ejemplo, necesitaba que me levantaran las piernas.

–¿Cómo sos como suegra? ¿Cómo te vinculás?

Eleonora: Juli, ¿cómo soy?

Julieta: A mi novio lo quiere un montón. Lo cuida, le hace comida, lo atiende, es una buena suegra.

Eleneora: Bruno ahora está en España.

Julieta: Va y viene. Se fue a jugar al fútbol, está probando. Está por venir dos meses.

–¿Pasan mucho tiempo separados?

Julieta: Y sí, con esto sí. Estuve allá en febrero varias semanas y desde entonces no nos vimos. Obvio que lo extraño un montón, porque cuando él estaba acá éramos muy pegotes. Estábamos acostumbrados a eso, pero esta distancia también nos hizo crecer como pareja. Es una oportunidad y había que aprovecharla.

–¿Tenés planes de irte a vivir sola o con tu novio, de independizarte?

–Sí, no sé cuándo, porque ahora no tengo los recursos, pero sí. Igual no me veo yéndome a vivir sola, sino más bien con mi novio.

–¿Te tienta la idea de largarte a modelar?

–Me gustaría arrancar. Cada vez que me saco fotos para la facu [estudia Diseño de Indumentaria] me divierto, así que me gustaría, es un deseo bastante fuerte en mí.

–¿Qué tipo de actividades comparten?

Eleonora: Un montón de cosas, nos gusta pasar tiempo juntas.

Julieta: Sí, hacemos compras, vamos al cine y al teatro. También somos mucho de mirar series y películas juntas.

–¿Discuten en algún momento?

Eleonora: A ella le hincha los cocos que yo le insista con las cosas.

Julieta: Eso y también que me digas lo que tengo que hacer.

Eleonora: Pero siempre es en torno a cosas cotidianas, nunca es grave. Sí es cierto que soy insistente y que cuando veo cosas que no me gustan, no me callo. El otro día, por ejemplo, se puso una camisa del padre, que ya se la había puesto dos veces antes, creo que se la voy a esconder. [Risas]. Bueno, es una camisa del padre que la cortó por acá y la usa para ir a la facultad. Y le queda horrible, pero ella se la sigue poniendo.

Julieta: A mí me gusta.

Eleonora: Bueno, hacele un dobladillo por lo menos. [Risas].

–Después de una situación de tensión, ¿se amigan rápido?

Julieta: Sí, total, no hay enojo ni rencor. Siempre son cosas chiquitas.

Eleonora: También es lógico que ellos quieran empezar a generar sus espacios, sus modalidades, y que a medida que crecen les cueste adaptarse a las modalidades de los padres. Creo que uno de los errores que cometimos como padres es no permitirles que se lleven la pared por delante, ahí nos equivocamos. Siempre por el bien de ellos, por cuidarlos y protegerlos, pero ahora uno se da cuenta de que a veces te tenés que llevar la pared por delante para crecer.

Producción: Paola Reyes. Maquillaje y peinado: Rocío Somoza y Elizabeth Flecha para Sebastián Correa Estudio. Agradecimientos: Claudia Arce Alta Costura, Las Pepas, La Chica de los Stilettos, Luna Garzón y Hotel Casa Lucía.

Se destacó como una de las grandes bailarinas argentinas de todos los tiempos, fue la socia perfecta de Julio Bocca (57), brilló en los escenarios más importantes del mundo y llevó el Ballet Argentino a cada rincón del planeta, pero también rompió los límites y mostró su talento y maestría en géneros como el folclore y el tango, descolló en el teatro Maipo, sorprendió con su participación en el ciclo Bailando por un sueño y hasta fue modelo de Playboy en la era anterior al Photoshop. Y así, tras una carrera impresionante, Eleonora Cassano (59) cerró su etapa de bailarina clásica en 2012 con un último tour, “¡Châpeau!”, en el que su público la despidió como a una reina. Pero cuando se le pregunta a ella por su obra más memorable, siempre dice que es mejor mamá que bailarina y que los reconocimientos más valiosos que puede recibir son las sonrisas de Tomás (27) y Julieta (21), los dos hijos que tuvo con el productor Sergio Albertoni (63), con quien lleva 38 años de matrimonio. Ahora, espléndida en su madurez, de la que disfruta dando clases a adolescentes en etapa de formación, se hizo el tiempo para posar por primera vez con su hija Julieta y tener una charla de madre e hija con ¡HOLA! Argentina.

–¿Fuiste una mamá exigente?

–No, no fui ni soy exigente con sus ocupaciones y sus responsabilidades. Es que no fue necesario, porque tanto Juli como Tomy tienen algo natural, que está en ellos, de ser muy responsables. Para Sergio, mi marido, y para mí la prioridad siempre fueron nuestros hijos: que hagan lo que les gusta, que se sientan libres, que sean felices.

–¿Estimularon a Juli para que haga actividades ligadas al arte?

–No, y me arrepiento. Porque a ella le encantaba bailar, tenía esa cosa de bailar siempre. Era chiquita, se ponía su tutú rosa y bailaba y bailaba todo el tiempo. Tiene una capacidad física maravillosa para bailar y yo, por no condicionarla, no la mandé a estudiar danza. Sí hizo gimnasia rítmica, un poquito de danza en un instituto que no terminó de gustarle y danza contemporánea, pero no la mandé de chiquita a estudiar clásico. Cuando lo pienso ahora, creo que hubiera actuado distinto.

–Ahora que es más grande, ¿le das consejos sobre cómo manejarse en el mundo de los adultos?

–Sí, le doy consejos todo el tiempo. A veces se me va un poco la mano y ella me frena. Y está bien. Tengo el defecto de ser demasiado sobreprotectora, de estarle todo el tiempo encima. Obvio que ella ya tiene una edad en la que si siente que me tiene que poner un freno, me lo pone, pero igual yo estoy pendiente y el padre, igual.

–¿En qué tipo de cosas estás pendiente?

–Y… si bien tiene 21 años y está de novia hace tres años, con Bruno, yo la acompaño a la esquina a tomar la combi cuando se va a la facultad por una cuestión de seguridad, por ejemplo.

–Julieta, ¿tu mamá es un modelo para vos?

–Sí claro, yo la veo como un modelo, mi familia es un modelo para mí. Es una mujer perseverante, paciente y yo también, y eso lo aprendí de ella. Eso de buscar las cosas que uno quiere sabiendo que a veces no se dan y que hay que seguir intentando, que hay que buscar otros caminos. Gracias a mi mamá toda la vida tuve presente lo que es la disciplina y la importancia de seguir intentando.

–Tomás tiene 27, Julieta 21, ¿tenés ganas de ser abuela, Eleonora?

–Sí, me encantaría. Amo a los chicos y, además, se me pegan: tengo mucho feeling con los chicos. Tomy está de novio hace tres años, vive con la novia, Pilar, y tienen planes de casarse, así que seguramente no falte tanto tiempo para convertirme en abuela. Y Juli, aunque es más chica, también tiene el plan de ser mamá algún día. Los dos lo tienen pensado, los dos quieren tener hijos.

–¿Te ves en ese rol?

–¡Re! Pienso malcriar mucho a mis nietos. Igual, me van a tener que echar. [Risas]. Mucha gente me ha dicho que es algo hermoso y tan distinto a ser madre que me muero de ganas de experimentarlo. Ojo, también soy una mamá malcriadora. Me la paso cocinándoles a los dos, que son vegetarianos. Tomy cocina, pero me encanta que cuando viene a casa se lleve la comida que le preparé. Es una forma de mimarlos.

–Julieta, ahora que quedaste de hija única en la casa familiar, ¿le sacás provecho a esa situación?

–No cambió mucho la cosa cotidiana desde que Tomy se fue a vivir solo, la verdad. Yo hago la misma vida.

Eleonora: Tal vez se pelean menos. [Risas]. Sí le copamos la habitación con la camilla de pilates y la máquina de coser.

–¿Cuál fue el momento más duro que te tocó vivir como mamá?

–Sin duda, la operación de cadera de Juli. Fue el momento más duro de mi vida. Tenía 18 años y que a esa edad pasara por una experiencia tan dolorosa y traumática resultó horrible. Le cortaron el hueso de la cadera, se lo reacomodaron, le pusieron clavos…

–Pero ahora estás bien, ¿no?

Julieta: Sí, estoy re bien. Me tengo que operar de la otra cadera en algún momento, pero lo estoy ignorando. Pero sí, ya me recuperé del todo. Para ellos fue especialmente duro el postoperatorio: estuve dos meses y medio con andador y el primer mes, apenas podía moverme. Si quería subirme a la cama, por ejemplo, necesitaba que me levantaran las piernas.

–¿Cómo sos como suegra? ¿Cómo te vinculás?

Eleonora: Juli, ¿cómo soy?

Julieta: A mi novio lo quiere un montón. Lo cuida, le hace comida, lo atiende, es una buena suegra.

Eleneora: Bruno ahora está en España.

Julieta: Va y viene. Se fue a jugar al fútbol, está probando. Está por venir dos meses.

–¿Pasan mucho tiempo separados?

Julieta: Y sí, con esto sí. Estuve allá en febrero varias semanas y desde entonces no nos vimos. Obvio que lo extraño un montón, porque cuando él estaba acá éramos muy pegotes. Estábamos acostumbrados a eso, pero esta distancia también nos hizo crecer como pareja. Es una oportunidad y había que aprovecharla.

–¿Tenés planes de irte a vivir sola o con tu novio, de independizarte?

–Sí, no sé cuándo, porque ahora no tengo los recursos, pero sí. Igual no me veo yéndome a vivir sola, sino más bien con mi novio.

–¿Te tienta la idea de largarte a modelar?

–Me gustaría arrancar. Cada vez que me saco fotos para la facu [estudia Diseño de Indumentaria] me divierto, así que me gustaría, es un deseo bastante fuerte en mí.

–¿Qué tipo de actividades comparten?

Eleonora: Un montón de cosas, nos gusta pasar tiempo juntas.

Julieta: Sí, hacemos compras, vamos al cine y al teatro. También somos mucho de mirar series y películas juntas.

–¿Discuten en algún momento?

Eleonora: A ella le hincha los cocos que yo le insista con las cosas.

Julieta: Eso y también que me digas lo que tengo que hacer.

Eleonora: Pero siempre es en torno a cosas cotidianas, nunca es grave. Sí es cierto que soy insistente y que cuando veo cosas que no me gustan, no me callo. El otro día, por ejemplo, se puso una camisa del padre, que ya se la había puesto dos veces antes, creo que se la voy a esconder. [Risas]. Bueno, es una camisa del padre que la cortó por acá y la usa para ir a la facultad. Y le queda horrible, pero ella se la sigue poniendo.

Julieta: A mí me gusta.

Eleonora: Bueno, hacele un dobladillo por lo menos. [Risas].

–Después de una situación de tensión, ¿se amigan rápido?

Julieta: Sí, total, no hay enojo ni rencor. Siempre son cosas chiquitas.

Eleonora: También es lógico que ellos quieran empezar a generar sus espacios, sus modalidades, y que a medida que crecen les cueste adaptarse a las modalidades de los padres. Creo que uno de los errores que cometimos como padres es no permitirles que se lleven la pared por delante, ahí nos equivocamos. Siempre por el bien de ellos, por cuidarlos y protegerlos, pero ahora uno se da cuenta de que a veces te tenés que llevar la pared por delante para crecer.

Producción: Paola Reyes. Maquillaje y peinado: Rocío Somoza y Elizabeth Flecha para Sebastián Correa Estudio. Agradecimientos: Claudia Arce Alta Costura, Las Pepas, La Chica de los Stilettos, Luna Garzón y Hotel Casa Lucía.

 Orgullosa –también es mamá de Tomás–, la bailarina se animó a hacer una producción de fotos con su heredera, que es una apasionada por la moda  LA NACION

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