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LA PANDEMIA NOS HIZO ENTENDER QUE NADIE SE SALVA SOLO», DIJO FRANCISCO EN IRAK

En el segundo día de su histórica visita a Irak, el papa Francisco se reunió este sábado 6 de marzo con el gran ayatollah Ali al-Sistani, máxima autoridad del islam chiita, con quien resaltó la importancia del diálogo interreligioso para la unidad nacional, y donde ambos consideraron que el extremismo y la violencia «son traiciones a la religión».
Después de reunirse en modo estrictamente privado con el ayatollah Al Sistani, figura clave en Irak, en la ciudad santa de Najaf, se subió por segunda vez a un avión para peregrinar Ur de los Caldeos, una de las ciudades más antiguas e importantes habitada entre el 2025 y el 1735 a.C., donde Francisco recordó que «la ofensa más blasfema es profanar el nombre de Dios odiando al hermano». En un encuentro interreligioso en la ciudad cuna de Abraham, el Sumo pontífice hizo un fuerte llamado a “remar juntos” frente a las guerras, el terrorismo y la pandemia. “No se puede callar cuando el terrorismo abusa de la religión”, enfatizó.
Desde allí, hizo un fuerte llamado a “remar juntos” la única vía para la paz no solo en Irak, país conflictuado por guerras y terrorismo, sino también para una humanidad que enfrente la pandemia por el Covid-19.

Este lugar bendito nos remite a los orígenes, a las fuentes de la obra de Dios, al nacimiento de nuestras religiones. Aquí donde vivió nuestro padre Abraham, nos parece que volvemos a casa. Él escuchó aquí la llamada de Dios, desde aquí partió para un viaje que iba a cambiar la historia», expresó el Sumo Pontífice. En esa línea, Francisco añadió: «El Altísimo que está por encima de nosotros nos invita a no separarnos nunca del hermano que está junto a nosotros” y que también nos hace «mantener la fraternidad».
Además, en relación a los conflictos bélicos del país de medio oriente, recordó que “el terrorismo, cuando invadió el norte de este querido país, destruyó de manera brutal parte de su maravilloso patrimonio religioso, incluyendo iglesias, monasterios y lugares de culto de diversas comunidades». “Nos necesitamos unos a otros” aseveró Bergoglio, quien además resaltó que la pandemia nos hizo comprender que «nadie se salva solo».
Posteriormente, en medio de una oración, le pidió a Dios para que cada persona “sea testigo del cuidado amoroso hacia todos, en particular hacia los refugiados y desplazados. Que Dios nos haga instrumentos de reconciliación y paz, al mismo tiempo que seamos capaces de cuidar el planeta”.

Rodeado de representantes suníes, chiíes, zoroastrianos y yazidíes, el Papa recordó la persecución étnica y religiosa que sufrieron muchas comunidades durante la invasión en 2014 de los terroristas del Estado Islámico. Sobre este punto, pidió rezar por “todos los que han padecido semejantes sufrimientos y por los que todavía se encuentran desaparecidos y secuestrados, para que pronto regresen a sus hogares”.
Por último, tuvo presente en particular a la comunidad yazidí “que ha llorado la muerte de muchos hombres y ha visto a miles de mujeres, jóvenes y niños raptados, vendidos como esclavos y sometidos a violencias físicas y a conversiones forzadas”. Más de 2.800 yazidíes continúan desparecidos, en su mayoría mujeres y niños, según los últimos datos oficiales.

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