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Tenía miedo del ICE y se autodeportó tras 40 años en Estados Unidos: “Es desquiciado y estresante”

Después de cuatro décadas en Estados Unidos, Matthew Morrison —un migrante irlandés— tomó una decisión drástica. El miedo a ser detenido por agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) y expulsado a un lugar remoto fue tan fuerte que dejó atrás la vida que había construido en suelo estadounidense, donde quedaron sus dos hijos y sus nietos, y se autodeportó.

Un pasado violento que lo persiguió toda la vida

Matthew Morrison nació en Irlanda del Norte y creció en Derry, una ciudad atravesada por tensiones religiosas y políticas. Provenía de una familia católica, y desde joven sintió el peso de la discriminación. Según contó a The Marshall Project, en su casa no tenían servicios básicos -como agua caliente y un baño interior- y vivían bajo constantes redadas de soldados británicos.

ARCHIVO - Un mural en apoyo al Ejército Republicano Irlandés, visto en el área católica de Belfast, Irlanda del Norte, en noviembre de 1985 (AP Foto/Peter Kemp, File)

Durante su adolescencia, participó en marchas por los derechos civiles. Una de ellas terminó en tragedia: el Domingo Sangriento, cuando el ejército británico mató a 14 manifestantes desarmados. Tenía solo 16 años.

Ese episodio marcó su decisión de unirse al Ejército Republicano Irlandés (IRA, por sus siglas en inglés). En 1975, mientras Morrison estudiaba en la universidad, lo detuvieron por intentar asesinar a un policía. Fue condenado y pasó una década en prisión.

Tras su liberación, en 1985, emigró a San Luis, Estados Unidos. Allí se casó con Francie Broderick, una amiga que lo había apoyado durante su detención. Tuvieron dos hijos y construyeron una familia.

Morrison nunca pudo regularizar su situación por haber omitido sus antecedentes en la solicitud de visa

La vida en Estados Unidos y la lucha por regularizar su estatus

Morrison nunca pudo regularizar su situación migratoria en EE.UU. Se había quedado más tiempo del que permitía su visa de turista y le iniciaron un proceso de deportación, que fue suspendido en el año 2000 por la administración de Bill Clinton.

Pese a que trabajó durante más de 20 años como enfermero en hospitales y centros de salud, las condenas de su juventud, que omitió al solicitar la visa, le impidieron obtener la residencia permanente o la ciudadanía. “No importa lo que hice, Inmigración no me dio ningún crédito por ello”, lamentó.

Con los años, su salud se deterioró. Morrison tuvo varios derrames cerebrales y comenzó a usar bastón. Las demoras en las renovaciones de permisos laborales lo dejaron sin trabajo durante meses. A eso se le sumó el temor constante a ser arrestado.

Por miedo a ser arrestado por el ICE, Morrison regresó a Irlanda

El miedo al ICE y la decisión de abandonar EE.UU.

En junio, Morrison tuvo una cita de rutina con el ICE en San Luis. La experiencia lo angustió profundamente. Su hijo Matt, de 37 años, explicó que temían que lo detuvieran allí mismo. “Vivía con miedo a que alguien llame a la puerta y lo saque de casa, igual que hicieron en Derry cuando era pequeño”, relató.

Ese temor, sumado a la experiencia reciente de otros conocidos —que recibieron cartas del Departamento de Seguridad Nacional con el mensaje: “Es hora de que abandones Estados Unidos”—, lo empujó a tomar una decisión. Autodeportarse a Irlanda. “Llegué aquí como inmigrante y me voy como inmigrante”, dijo poco antes de partir. “Es una situación desquiciada y estresante”, señaló,

Así, el 21 de julio Morrison y su esposa volaron desde Cleveland hasta Dublin, Irlanda. Para su familia, la separación fue un golpe difícil de asumir. “Tiene hermanos y hermanas allá, pero estamos todos aquí y también sus nietos”, explicó Matt. Su hermana Katie, de 34 años, reveló que la despedida fue como un funeral. “Aunque todavía está vivo, siento un profundo dolor”, explicó.

Después de cuatro décadas en Estados Unidos, Matthew Morrison —un migrante irlandés— tomó una decisión drástica. El miedo a ser detenido por agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) y expulsado a un lugar remoto fue tan fuerte que dejó atrás la vida que había construido en suelo estadounidense, donde quedaron sus dos hijos y sus nietos, y se autodeportó.

Un pasado violento que lo persiguió toda la vida

Matthew Morrison nació en Irlanda del Norte y creció en Derry, una ciudad atravesada por tensiones religiosas y políticas. Provenía de una familia católica, y desde joven sintió el peso de la discriminación. Según contó a The Marshall Project, en su casa no tenían servicios básicos -como agua caliente y un baño interior- y vivían bajo constantes redadas de soldados británicos.

ARCHIVO - Un mural en apoyo al Ejército Republicano Irlandés, visto en el área católica de Belfast, Irlanda del Norte, en noviembre de 1985 (AP Foto/Peter Kemp, File)

Durante su adolescencia, participó en marchas por los derechos civiles. Una de ellas terminó en tragedia: el Domingo Sangriento, cuando el ejército británico mató a 14 manifestantes desarmados. Tenía solo 16 años.

Ese episodio marcó su decisión de unirse al Ejército Republicano Irlandés (IRA, por sus siglas en inglés). En 1975, mientras Morrison estudiaba en la universidad, lo detuvieron por intentar asesinar a un policía. Fue condenado y pasó una década en prisión.

Tras su liberación, en 1985, emigró a San Luis, Estados Unidos. Allí se casó con Francie Broderick, una amiga que lo había apoyado durante su detención. Tuvieron dos hijos y construyeron una familia.

Morrison nunca pudo regularizar su situación por haber omitido sus antecedentes en la solicitud de visa

La vida en Estados Unidos y la lucha por regularizar su estatus

Morrison nunca pudo regularizar su situación migratoria en EE.UU. Se había quedado más tiempo del que permitía su visa de turista y le iniciaron un proceso de deportación, que fue suspendido en el año 2000 por la administración de Bill Clinton.

Pese a que trabajó durante más de 20 años como enfermero en hospitales y centros de salud, las condenas de su juventud, que omitió al solicitar la visa, le impidieron obtener la residencia permanente o la ciudadanía. “No importa lo que hice, Inmigración no me dio ningún crédito por ello”, lamentó.

Con los años, su salud se deterioró. Morrison tuvo varios derrames cerebrales y comenzó a usar bastón. Las demoras en las renovaciones de permisos laborales lo dejaron sin trabajo durante meses. A eso se le sumó el temor constante a ser arrestado.

Por miedo a ser arrestado por el ICE, Morrison regresó a Irlanda

El miedo al ICE y la decisión de abandonar EE.UU.

En junio, Morrison tuvo una cita de rutina con el ICE en San Luis. La experiencia lo angustió profundamente. Su hijo Matt, de 37 años, explicó que temían que lo detuvieran allí mismo. “Vivía con miedo a que alguien llame a la puerta y lo saque de casa, igual que hicieron en Derry cuando era pequeño”, relató.

Ese temor, sumado a la experiencia reciente de otros conocidos —que recibieron cartas del Departamento de Seguridad Nacional con el mensaje: “Es hora de que abandones Estados Unidos”—, lo empujó a tomar una decisión. Autodeportarse a Irlanda. “Llegué aquí como inmigrante y me voy como inmigrante”, dijo poco antes de partir. “Es una situación desquiciada y estresante”, señaló,

Así, el 21 de julio Morrison y su esposa volaron desde Cleveland hasta Dublin, Irlanda. Para su familia, la separación fue un golpe difícil de asumir. “Tiene hermanos y hermanas allá, pero estamos todos aquí y también sus nietos”, explicó Matt. Su hermana Katie, de 34 años, reveló que la despedida fue como un funeral. “Aunque todavía está vivo, siento un profundo dolor”, explicó.

 Tras 40 años en EE.UU., esta persona se autodeportó para evitar la detención por ICE y la expulsión a un lugar remoto. Desde Irlanda, comparte por qué nunca logró regularizar su estatus migratorio y cómo vivió el estrés constante de la incertidumbre.  LA NACION

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