Diez consejos para reducir el cansancio y mejorar el bienestar físico y mental durante la semana

En un contexto de hiperconectividad constante y demandas crecientes, el cansancio ha dejado de ser una excepción para convertirse en un estado habitual. Dormir ya no alcanza: el agotamiento actual no es solo físico, sino también mental, emocional y estructural.
Según diversos estudios internacionales, una parte significativa de la población se siente agotada varias veces por semana, pese a dormir un número adecuado de horas. La sensación de fatiga se ha extendido a todas las edades y estilos de vida, afectando tanto a adultos como a adolescentes y niños.
Los expertos coinciden en que el cansancio del siglo XXI es consecuencia de múltiples factores que van más allá de la simple falta de descanso nocturno. Entre ellos, se destacan la pérdida de límites entre la vida personal y laboral, la presión por mantener altos niveles de productividad, la exposición prolongada a pantallas, la falta de desconexión digital y los malos hábitos alimenticios.
A esto se suma una cultura que premia la actividad permanente y penaliza la pausa, transformando el descanso en un lujo en lugar de un derecho.
Adriana Martínez, psicóloga de la Fundación Aiglé, explica que no hay una única causa: “Vivimos en una sociedad que nos demanda estar disponibles, actualizados, productivos y emocionalmente estables todo el tiempo. La frontera entre el trabajo y el descanso se volvió difusa”.
Frente a esta realidad, neurocientíficos, psicólogos y médicos especializados en sueño y bienestar han comenzado a desarrollar nuevas pautas para abordar el cansancio crónico.
Estas recomendaciones apuntan a resignificar el descanso, entendiendo que dormir no siempre equivale a recuperar energía, y que el bienestar depende también de la calidad del reposo, de la sincronización con los ritmos biológicos, y de la capacidad de incorporar pausas reparadoras durante el día.
A continuación, se presentan diez estrategias respaldadas por la evidencia científica para reducir el agotamiento físico y mental, y promover un mayor bienestar a lo largo de la semana.
1. Respetar una rutina de sueño estable
Matthew Walker, neurobiólogo de la Universidad de California, subraya que la regularidad del sueño es tan importante como su duración. Mantener horarios consistentes, incluso durante los fines de semana, ayuda a estabilizar los ritmos circadianos.
2. Dormir según el reloj biológico
Satchin Panda, del Salk Institute, recomienda adaptar los horarios de descanso al cronotipo personal. Dormir en horarios desalineados con el reloj interno puede generar más fatiga que dormir pocas horas.
3. Incorporar pausas sin estímulos visuales
Andrew Huberman, neurocientífico de Stanford, resalta la importancia de los estados de reposo no dormido, sin pantallas ni tareas. Estos momentos favorecen la plasticidad cerebral y reducen la saturación cognitiva.
4. Tomar siestas breves
Sara Mednick, investigadora del sueño en la Universidad de California, propone siestas de 10 a 20 minutos como reinicios mentales que mejoran la atención y el control emocional, sin necesidad de entrar en sueño profundo.
5. Evitar el multitasking
El neurólogo Conrado Estol advierte que realizar múltiples tareas a la vez fragmenta la atención y genera un agotamiento cognitivo sin sensación de logro. En su lugar, sugiere enfocarse en una actividad por vez.
6. Escuchar las señales del cuerpo
Para Adriana Martínez, psicóloga de la Fundación Aiglé, el cansancio es una señal legítima que debe ser atendida y no minimizada. Identificarlo a tiempo permite realizar ajustes antes de alcanzar el agotamiento extremo.
7. Valorar los momentos de inactividad
Rocío Ramos Paul, psicóloga, destaca que no llenar cada momento libre con actividades puede ser beneficioso. El aburrimiento ocasional permite la regeneración mental y la reconexión con uno mismo.
8. Cuidar la salud intestinal
El gastroenterólogo Facundo Pereyra señala que una microbiota desequilibrada puede provocar una fatiga persistente. Recomienda evitar el consumo excesivo de alimentos ultraprocesados y priorizar una alimentación antiinflamatoria.
9. Reducir el uso de pantallas antes de dormir
Eve Van Cauter, investigadora en medicina del sueño de la Universidad de Chicago, sugiere limitar la exposición a luz azul al menos una hora antes de dormir. Esta medida favorece la producción de melatonina y mejora la calidad del sueño.
10. Revalorizar el descanso como necesidad fisiológica
Aric Prather, psicólogo de la Universidad de California en San Francisco (UCSF), insiste en que descansar no es una pérdida de tiempo, sino una acción esencial para el rendimiento y la salud integral. “La pausa también es productiva”, resume.
Estas recomendaciones se inscriben en un cambio de paradigma: dejar de ver el descanso como un obstáculo para la eficiencia y comenzar a reconocerlo como una herramienta fundamental de cuidado personal. En una época marcada por la sobre exigencia y la conectividad ininterrumpida, aprender a detenerse se vuelve una necesidad.
Por Elim Johana Alonso Dorado
En un contexto de hiperconectividad constante y demandas crecientes, el cansancio ha dejado de ser una excepción para convertirse en un estado habitual. Dormir ya no alcanza: el agotamiento actual no es solo físico, sino también mental, emocional y estructural.
Según diversos estudios internacionales, una parte significativa de la población se siente agotada varias veces por semana, pese a dormir un número adecuado de horas. La sensación de fatiga se ha extendido a todas las edades y estilos de vida, afectando tanto a adultos como a adolescentes y niños.
Los expertos coinciden en que el cansancio del siglo XXI es consecuencia de múltiples factores que van más allá de la simple falta de descanso nocturno. Entre ellos, se destacan la pérdida de límites entre la vida personal y laboral, la presión por mantener altos niveles de productividad, la exposición prolongada a pantallas, la falta de desconexión digital y los malos hábitos alimenticios.
A esto se suma una cultura que premia la actividad permanente y penaliza la pausa, transformando el descanso en un lujo en lugar de un derecho.
Adriana Martínez, psicóloga de la Fundación Aiglé, explica que no hay una única causa: “Vivimos en una sociedad que nos demanda estar disponibles, actualizados, productivos y emocionalmente estables todo el tiempo. La frontera entre el trabajo y el descanso se volvió difusa”.
Frente a esta realidad, neurocientíficos, psicólogos y médicos especializados en sueño y bienestar han comenzado a desarrollar nuevas pautas para abordar el cansancio crónico.
Estas recomendaciones apuntan a resignificar el descanso, entendiendo que dormir no siempre equivale a recuperar energía, y que el bienestar depende también de la calidad del reposo, de la sincronización con los ritmos biológicos, y de la capacidad de incorporar pausas reparadoras durante el día.
A continuación, se presentan diez estrategias respaldadas por la evidencia científica para reducir el agotamiento físico y mental, y promover un mayor bienestar a lo largo de la semana.
1. Respetar una rutina de sueño estable
Matthew Walker, neurobiólogo de la Universidad de California, subraya que la regularidad del sueño es tan importante como su duración. Mantener horarios consistentes, incluso durante los fines de semana, ayuda a estabilizar los ritmos circadianos.
2. Dormir según el reloj biológico
Satchin Panda, del Salk Institute, recomienda adaptar los horarios de descanso al cronotipo personal. Dormir en horarios desalineados con el reloj interno puede generar más fatiga que dormir pocas horas.
3. Incorporar pausas sin estímulos visuales
Andrew Huberman, neurocientífico de Stanford, resalta la importancia de los estados de reposo no dormido, sin pantallas ni tareas. Estos momentos favorecen la plasticidad cerebral y reducen la saturación cognitiva.
4. Tomar siestas breves
Sara Mednick, investigadora del sueño en la Universidad de California, propone siestas de 10 a 20 minutos como reinicios mentales que mejoran la atención y el control emocional, sin necesidad de entrar en sueño profundo.
5. Evitar el multitasking
El neurólogo Conrado Estol advierte que realizar múltiples tareas a la vez fragmenta la atención y genera un agotamiento cognitivo sin sensación de logro. En su lugar, sugiere enfocarse en una actividad por vez.
6. Escuchar las señales del cuerpo
Para Adriana Martínez, psicóloga de la Fundación Aiglé, el cansancio es una señal legítima que debe ser atendida y no minimizada. Identificarlo a tiempo permite realizar ajustes antes de alcanzar el agotamiento extremo.
7. Valorar los momentos de inactividad
Rocío Ramos Paul, psicóloga, destaca que no llenar cada momento libre con actividades puede ser beneficioso. El aburrimiento ocasional permite la regeneración mental y la reconexión con uno mismo.
8. Cuidar la salud intestinal
El gastroenterólogo Facundo Pereyra señala que una microbiota desequilibrada puede provocar una fatiga persistente. Recomienda evitar el consumo excesivo de alimentos ultraprocesados y priorizar una alimentación antiinflamatoria.
9. Reducir el uso de pantallas antes de dormir
Eve Van Cauter, investigadora en medicina del sueño de la Universidad de Chicago, sugiere limitar la exposición a luz azul al menos una hora antes de dormir. Esta medida favorece la producción de melatonina y mejora la calidad del sueño.
10. Revalorizar el descanso como necesidad fisiológica
Aric Prather, psicólogo de la Universidad de California en San Francisco (UCSF), insiste en que descansar no es una pérdida de tiempo, sino una acción esencial para el rendimiento y la salud integral. “La pausa también es productiva”, resume.
Estas recomendaciones se inscriben en un cambio de paradigma: dejar de ver el descanso como un obstáculo para la eficiencia y comenzar a reconocerlo como una herramienta fundamental de cuidado personal. En una época marcada por la sobre exigencia y la conectividad ininterrumpida, aprender a detenerse se vuelve una necesidad.
Por Elim Johana Alonso Dorado
El descanso ya no se limita al sueño: la fatiga moderna es cognitiva, emocional y estructural… y exige nuevas estrategias para afrontarla LA NACION