La economía, explicada en un lenguaje sencillo y sin ecuaciones

“¿Estás preocupado por el déficit de cuenta corriente?”, me preguntó un desconocido en la calle la semana pasada. Reemplazó a la pregunta más usual que recibo en la calle o en los asados de los fines de semana, que es “¿qué va a pasar con el dólar?” o “¿qué va a pasar con la brecha?”. Es que los argentinos, para poder sobrevivir, hemos sido forzados a ser economistas.
Todos somos economistas, pero casi ninguno lo es. El estudio de la economía resulta muy distante para la mayoría de los mortales. Ecuaciones que parecen extraídas de un manual de física cuántica, gráficos inentendibles y razonamientos muy abstractos pululan por los manuales de economía, alejando así a la mayoría de la población de la disciplina. Otro problema es que a veces la economía se enseña mal, de manera sesgada. Una mirada a la manera en que se adoctrina… perdón, se enseña, la economía en las escuelas secundarias de la provincia de Buenos Aires nos podría sorprender, o no tanto. Mejor no enseñar nada así. Pero mucho mejor aún sería poder recurrir a un texto comprensible y balanceado.
El libro Economía conversada, de Alberto Ades, viene a llenar este vacío. Se lee muy amenamente porque está escrito a través de diálogos imaginarios con filósofos como Sócrates y con reconocidos economistas, y está lleno de ejemplos de la vida diaria. ¿Es posible aprender economía sin matemáticas, sin ecuaciones, sin gráficos o sin tablas repletas de números? Sí, lo es. De hecho, obras como la Teoría General, de Keynes, o los textos del Premio Nobel Friedrich Hayek, incluyendo uno de los para mí más reveladores de la disciplina, El uso del conocimiento en la sociedad, no tienen matemática alguna.
Para facilitar aún más la lectura, el libro está dividido en tres tomos, pero prefiero llamarlos “partes” o secciones, porque “tomos” suena a algo muy largo y difícil de leer, que es lo contrario al caso del libro de Ades. En la primera parte se aborda lo que los economistas llamamos la microeconomía. Puesto en forma simple, se trata de cómo tomamos decisiones, que pueden ser de compra o de ahorro y muchas otras más. Esto se aborda primero desde lo que llamamos rational choice, es decir, qué conclusiones se pueden sacar cuando las decisiones se toman como si las hiciese una computadora con todas las preferencias y las restricciones conocidas. Luego se considera cómo estas elecciones pueden cambiar cuando se agregan al proceso decisorio esas “trampitas” que nos juega nuestra psicología y que estudia la economía conductual, incluyendo sesgos como el de confirmación. También permite entender la muchas veces mal explicada “mano invisible” de Adam Smith, esa idea de que el mercado permite que, buscando nuestro beneficio, terminemos beneficiando al resto, y también cuando falla, como por ejemplo a causa de “externalidades”, como la polución, o cuando hay monopolios artificiales.
¿Qué es un bien público, como la defensa? ¿Qué soluciones existen ante las externalidades, o para tener bienes públicos? Es decir, el libro permite desentrañar un gran número de fenómenos difíciles de entender de nuestra vida diaria. Hay un antes y un después cuando uno ha entendido conceptos como la restricción presupuestaria, el costo hundido y otros conceptos económicos.
La segunda parte del libro se dedica a lo que los economistas llamamos macroeconomía. Permite entender de manera simple fenómenos como el crecimiento, las recesiones y la inflación, entre muchos otros. ¿Qué determina las tasas de interés y para qué sirven? ¿Cómo se mide la desigualdad y por qué importa? ¿Cuándo la deuda pública es muy elevada y cuándo no? ¿Qué pasa si el gobierno expande el gasto público?
La tercera parte del libro aborda lo que los economistas llamamos economía internacional, es decir, todo lo que hace al comercio internacional, los tipos de cambio, los flujos de capital, la cuenta corriente y las crisis de balanza de pagos. ¿Cuáles son los beneficios del comercio internacional? ¿A quién se protege cuando se cierra la economía? ¿Por qué el capital fluye de un país a otro y cómo se mide? ¿Qué determina el tipo de cambio y qué implica cada sistema cambiario para nuestra vida diaria? Pros y contras del tipo de cambio fijo en un diálogo imaginario con Domingo Cavallo y pros y contras de un tipo de cambio flotante con dos Premio Nobel como Milton Friedman y Robert Mundell.
Luego de leer Economía conversada, además de haberse entretenido y haber aprendido mucho, los lectores podrán, en sus próximos asados de fin de semana, encarar sin miedo preguntas como ¿es bueno el déficit de cuenta corriente? o ¿va a subir el tipo de cambio?, y responder con la misma confianza y precisión con la que respondemos los especialistas: “¡Depende!”
“¿Estás preocupado por el déficit de cuenta corriente?”, me preguntó un desconocido en la calle la semana pasada. Reemplazó a la pregunta más usual que recibo en la calle o en los asados de los fines de semana, que es “¿qué va a pasar con el dólar?” o “¿qué va a pasar con la brecha?”. Es que los argentinos, para poder sobrevivir, hemos sido forzados a ser economistas.
Todos somos economistas, pero casi ninguno lo es. El estudio de la economía resulta muy distante para la mayoría de los mortales. Ecuaciones que parecen extraídas de un manual de física cuántica, gráficos inentendibles y razonamientos muy abstractos pululan por los manuales de economía, alejando así a la mayoría de la población de la disciplina. Otro problema es que a veces la economía se enseña mal, de manera sesgada. Una mirada a la manera en que se adoctrina… perdón, se enseña, la economía en las escuelas secundarias de la provincia de Buenos Aires nos podría sorprender, o no tanto. Mejor no enseñar nada así. Pero mucho mejor aún sería poder recurrir a un texto comprensible y balanceado.
El libro Economía conversada, de Alberto Ades, viene a llenar este vacío. Se lee muy amenamente porque está escrito a través de diálogos imaginarios con filósofos como Sócrates y con reconocidos economistas, y está lleno de ejemplos de la vida diaria. ¿Es posible aprender economía sin matemáticas, sin ecuaciones, sin gráficos o sin tablas repletas de números? Sí, lo es. De hecho, obras como la Teoría General, de Keynes, o los textos del Premio Nobel Friedrich Hayek, incluyendo uno de los para mí más reveladores de la disciplina, El uso del conocimiento en la sociedad, no tienen matemática alguna.
Para facilitar aún más la lectura, el libro está dividido en tres tomos, pero prefiero llamarlos “partes” o secciones, porque “tomos” suena a algo muy largo y difícil de leer, que es lo contrario al caso del libro de Ades. En la primera parte se aborda lo que los economistas llamamos la microeconomía. Puesto en forma simple, se trata de cómo tomamos decisiones, que pueden ser de compra o de ahorro y muchas otras más. Esto se aborda primero desde lo que llamamos rational choice, es decir, qué conclusiones se pueden sacar cuando las decisiones se toman como si las hiciese una computadora con todas las preferencias y las restricciones conocidas. Luego se considera cómo estas elecciones pueden cambiar cuando se agregan al proceso decisorio esas “trampitas” que nos juega nuestra psicología y que estudia la economía conductual, incluyendo sesgos como el de confirmación. También permite entender la muchas veces mal explicada “mano invisible” de Adam Smith, esa idea de que el mercado permite que, buscando nuestro beneficio, terminemos beneficiando al resto, y también cuando falla, como por ejemplo a causa de “externalidades”, como la polución, o cuando hay monopolios artificiales.
¿Qué es un bien público, como la defensa? ¿Qué soluciones existen ante las externalidades, o para tener bienes públicos? Es decir, el libro permite desentrañar un gran número de fenómenos difíciles de entender de nuestra vida diaria. Hay un antes y un después cuando uno ha entendido conceptos como la restricción presupuestaria, el costo hundido y otros conceptos económicos.
La segunda parte del libro se dedica a lo que los economistas llamamos macroeconomía. Permite entender de manera simple fenómenos como el crecimiento, las recesiones y la inflación, entre muchos otros. ¿Qué determina las tasas de interés y para qué sirven? ¿Cómo se mide la desigualdad y por qué importa? ¿Cuándo la deuda pública es muy elevada y cuándo no? ¿Qué pasa si el gobierno expande el gasto público?
La tercera parte del libro aborda lo que los economistas llamamos economía internacional, es decir, todo lo que hace al comercio internacional, los tipos de cambio, los flujos de capital, la cuenta corriente y las crisis de balanza de pagos. ¿Cuáles son los beneficios del comercio internacional? ¿A quién se protege cuando se cierra la economía? ¿Por qué el capital fluye de un país a otro y cómo se mide? ¿Qué determina el tipo de cambio y qué implica cada sistema cambiario para nuestra vida diaria? Pros y contras del tipo de cambio fijo en un diálogo imaginario con Domingo Cavallo y pros y contras de un tipo de cambio flotante con dos Premio Nobel como Milton Friedman y Robert Mundell.
Luego de leer Economía conversada, además de haberse entretenido y haber aprendido mucho, los lectores podrán, en sus próximos asados de fin de semana, encarar sin miedo preguntas como ¿es bueno el déficit de cuenta corriente? o ¿va a subir el tipo de cambio?, y responder con la misma confianza y precisión con la que respondemos los especialistas: “¡Depende!”
Un libro de Alberto Ades apunta a volver accesible una disciplina de iniciados LA NACION