Un compositor, una madre y un visitador médico: se conocieron los nombres de otras tres víctimas del fentanilo contaminado

En medio del dolor que rodeó ayer la primera marcha de familiares de víctimas mortales del fentanilo contaminado, que se desarrolló con la consigna “Porque nuestros seres queridos no son estadísticas” frente al Hospital Italiano de La Plata, fueron reveladas tres historias que todavía no habían tomado trascendencia pública: las de Daniel Oviedo, Celia Hernández y Santiago Castillo.
En ese centro de salud privado de la capital bonaerense fallecieron 18 de las más de 50 muertes que investiga la Justicia Federal, como parte de un brote asociado con ampollas de fentanilo contaminado, producidas por Laboratorios Ramallo para HLB Pharma Group SA.
Un paciente de larga data que encontró la muerte
Daniel Oviedo tenía 44 años y realizaba diálisis trisemanal desde hacía más de 16 años en el Hospital Italiano de La Plata. El 25 de febrero, durante la madrugada, comenzó a sentirse mal. Su familia notó que estaba reteniendo más líquido de lo habitual y que sufría un cuadro de ansiedad. “Estaba medio con un ataque de pánico”, recordó su padre, que también se llama Daniel. Lo trasladaron al establecimiento médico del que era paciente, pero –según relata– no recibió atención inmediata.
“Llegamos a las 3 de la mañana y no le dieron mucha bolilla. Lo dejaron sin atención”, dijo en diálogo con LA NACION. Recién a las 18.30 –más de 15 horas después– fue atendido por una médica, sedado y trasladado a terapia intensiva. Para entonces, su estado clínico ya era crítico.
“Del personal de terapia no tengo nada que decir, lo trataron muy bien. Pero la guardia fue un desastre”, agregó. Daniel falleció días más tarde.
Cuando comenzaron a circular las noticias sobre el fentanilo contaminado, su familia empezó a sospechar. Leyeron en los medios sobre la causa judicial y decidieron consultar en el Juzgado Federal de La Plata si su hijo estaba entre los pacientes afectados. Les respondieron que debían ir al hospital, donde fueron atendidos por el director general.
Allí accedieron a la historia clínica, que incluía más de 600 páginas. Según el registro médico, Daniel presentó una infección bacteriana a partir del 28 de febrero. “No nos dieron más información porque la causa está bajo secreto de sumario”, explicó su padre. “Pero ya nos confirmaron que a mi hijo le aplicaron fentanilo contaminado. Desde el momento en que lo sedaron, le administraron una ampolla que pertenece al lote investigado. Queremos justicia y respuestas. Mi hijo era compositor, amaba la música. Le arrebataron la vida”, agregó.
La mujer que recaía con cada cambio de catéter
Celia Noemí Hernández tenía 74 años. Ingresó al Hospital Italiano el 3 de abril con un fuerte dolor en el pecho. La derivaron a la unidad coronaria, donde permaneció dos días bajo estudio por sospecha de infarto. Los médicos descartaron el cuadro cardíaco y diagnosticaron una neumonía. Fue trasladada a terapia intensiva, donde permaneció 23 días.
Su hermano, Dionisio Antonio Hernández, seguía de cerca cada parte médico. Hablaba todos los días con los profesionales que la atendían. “La infectóloga del hospital, María Luisa, una mujer muy atenta, fue la que descubrió el tema del fentanilo contaminado. Yo hablaba con ella todo el tiempo”, contó a LA NACION.
Durante su internación, Celia tuvo una evolución fluctuante. “Estaba bien, después mal, después mejor. Cada vez que mejoraba, le cambiaban el catéter y volvía a empeorar. Siempre decían que el problema podía estar en el catéter, que lo investigaban”, recordó Dionisio.
Pese a los esfuerzos médicos, ella falleció. Su hermano no señala directamente al hospital, pero cuestiona cómo se manejó la comunicación con las familias. “Si el hospital sabía que hubo fentanilo contaminado, ¿por qué no llama a cada familia y le dice ´Miren, esto pasó’? ¿Por qué tenemos que enterarnos por los diarios y pelear por información que deberían darnos ellos?”, se preguntó.
Hasta ahora, la familia sigue esperando respuestas. “Queremos saber la verdad. Nada más. Ya perdimos a mi hermana, pero no queremos que esto le pase a otra persona”, dijo Dionisio. Celia dejó una hija, que atraviesa el duelo en soledad mientras cría a un bebé. “No solo nos quedamos sin ella –añadió–, también quedó una familia rota, con una nieta que va a crecer sin su abuela”.
El vendedor de fármacos que terminó siendo víctima
Santiago Castillo tenía 46 años, era padre de Benjamín, de 7, y hermano de tres mujeres que hoy lo recuerdan como el sostén de la familia. Era también hincha de Gimnasia y Esgrima de La Plata, con un ritual inalterable: cada vez que el “Lobo” jugaba de local, preparaba ravioles o asado, y caminaba hasta el estadio para ver el partido. Esa costumbre marcaba sus domingos.
Desde hacía más de quince años trabajaba como visitador médico. Conocía de cerca el circuito de la industria farmacéutica: había promocionado productos de varios laboratorios, entre ellos los que hoy están bajo investigación por los lotes contaminados de fentanilo. Su muerte, entonces, tiene una carga simbólica particular.
El 22 de abril comenzó a sentir un dolor abdominal muy intenso. Fue con su madre al Hospital Italiano, un centro donde ya había sido atendido otras veces. Allí lo revisaron en la guardia, le administraron un analgésico potente y le dieron el alta con un diagnóstico de desgarro abdominal. Pero el cuadro no mejoró. Con el correr de los días su estado clínico empeoró rápidamente. Los médicos no lograban establecer la causa. Falleció el 8 de mayo.
“La elección del Italiano fue por cercanía, como otras veces. Pero esta vez terminó siendo el principio del fin”, dijo su hermana Anabela a LA NACION. “No entendíamos qué había pasado. Todo fue muy rápido. Después nos enteramos de que ese día en la guardia le aplicaron fentanilo. Era del lote contaminado. Fue solo una dosis. Y con eso alcanzó”, comentó.
La confirmación llegó semanas después, cuando la familia logró acceder a la información tras varios pedidos. Las hermanas de Santiago –Anabela, Soledad y Malena– comenzaron a reconstruir paso a paso lo ocurrido. “Fue un golpe durísimo. Era el único varón, siempre estaba para nosotras. Amaba a su hijo, su trabajo, su vida. Lo querían todos”, recordó Anabela.
Hoy su nombre está incluido en la causa judicial a cargo del juez federal Ernesto Kreplak. Su historia salió a la luz ayer en la marcha frente al hospital. La familia insiste en que no puede quedar impune.
Las historias de Daniel, Celia y Santiago se suman a una lista que ya supera los 54 casos en el expediente judicial, si bien en el último informe del Boletín Epidemiológico Nacional se reportan 48. Cada testimonio, cada nombre y cada rostro que aparece recuerda lo mismo: que detrás de las estadísticas hay personas.
El origen del caso
El caso se remonta a marzo pasado, cuando médicos del Hospital Italiano de La Plata detectaron varios cuadros de neumonía grave con evolución rápida en pacientes internados. Todos ellos habían recibido fentanilo proveniente de un mismo lote. A partir de ese hallazgo, el hospital elevó una denuncia y el 13 de mayo la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) emitió una alerta nacional que confirmó la contaminación del producto. Según indicó el organismo, las ampollas presentaban bacterias como Klebsiella pneumoniae productora de metalobetalactamasa (MBL) y Ralstonia pickettii. Ambas fueron detectadas también en pacientes internados en Rosario, en Santa Fe y en otras jurisdicciones del país. Las plantas fueron clausuradas por fallas en la manufactura.
La Anmat intervino formalmente el 11 de mayo mediante la Disposición 3156/2025, que suspendió en todo el país el uso, la distribución y la comercialización del lote de fentanilo contaminado, el N°31202, elaborado en diciembre de 2024. Se trata de una presentación de 5 ml (envase de 100 ampollas), con una concentración de 0,05 mg/ml, identificada con el certificado N° 53.100 y fecha de vencimiento en septiembre de 2026.
Durante la instrucción de la causa, el organismo reconoció haber emitido más de 100 observaciones técnicas previas sobre el proceso productivo del laboratorio Ramallo. Parte de esa documentación no fue entregada con los primeros requerimientos judiciales y, según consta en el expediente, debió ordenarse una presentación compulsiva con allanamiento para acceder a archivos adicionales. En lo que va del año, tanto HLB Pharma como Laboratorios Ramallo recibieron múltiples alertas y prohibiciones vinculadas a incumplimientos en la producción y trazabilidad de medicamentos como dopamina, propofol, diclofenac, morfina y fentanilo.
La alerta más grave fue emitida el 8 de mayo, cuando Anmat prohibió el uso del producto “Fentanilo HLB/Citrato de Fentanilo 0,05 mg/ml, solución inyectable, frasco ampolla por 5 ml” por desvío de calidad, lo que motivó el inicio de la investigación judicial.
La distribución del lote contaminado alcanzó al menos a 16 provincias. Los mayores volúmenes se localizaron en Santa Fe (17.678 ampollas detectadas), Buenos Aires (15.637), Córdoba (1.582 en seis instituciones), Formosa (14.065 unidades) y Jujuy (500). En CABA, se identificaron 68 ampollas en una clínica privada (CIAREC). En Santa Fe, el medicamento fue adquirido por 23 centros de salud.
En total, el Ministerio de Salud de la Nación informó que se identificaron 540.000 ampollas de fentanilo de la empresa HLB Pharma distribuidas en 16 provincias, sumando tanto las contaminadas como otras partidas en revisión. Las provincias con mayor adquisición fueron Santa Fe (302.000 unidades), Córdoba (251.000) y Buenos Aires (126.000).
La investigación no tiene hasta el momento personas imputadas ni detenidas. El juez Kreplak dispuso la inhibición de bienes de Ariel Fernando García, titular de HLB Pharma y del laboratorio Ramallo, de sus hermanos Damián Roberto y Diego García, y de su madre, Nilda Furfaro.
Horas antes de la movilización de ayer, LA NACION se presentó en el Hospital Italiano para conocer la postura de la institución. Desde la Dirección Médica informaron: “Nosotros no vamos a dar ninguna declaración ante los medios, solo lo vamos a hacer ante la Justicia. Nuestra opinión es la misma que se dio desde el primer momento”.
También recordaron que su postura ya había sido expresada a través del comunicado oficial difundido al conocerse el caso. “El reconocimiento como querellantes [en la causa] nos permitirá colaborar activamente en la investigación judicial, exigir justicia por lo ocurrido y reafirmar nuestro compromiso social con la salud, la seguridad del paciente y la confianza de toda la comunidad”, expresaron entonces. En ese mismo mensaje institucional, agregaron: “Lamentamos profundamente cada una de las pérdidas humanas y renovamos nuestro acompañamiento y compromiso por el pedido de justicia de todos los pacientes y familias afectadas”.
En medio del dolor que rodeó ayer la primera marcha de familiares de víctimas mortales del fentanilo contaminado, que se desarrolló con la consigna “Porque nuestros seres queridos no son estadísticas” frente al Hospital Italiano de La Plata, fueron reveladas tres historias que todavía no habían tomado trascendencia pública: las de Daniel Oviedo, Celia Hernández y Santiago Castillo.
En ese centro de salud privado de la capital bonaerense fallecieron 18 de las más de 50 muertes que investiga la Justicia Federal, como parte de un brote asociado con ampollas de fentanilo contaminado, producidas por Laboratorios Ramallo para HLB Pharma Group SA.
Un paciente de larga data que encontró la muerte
Daniel Oviedo tenía 44 años y realizaba diálisis trisemanal desde hacía más de 16 años en el Hospital Italiano de La Plata. El 25 de febrero, durante la madrugada, comenzó a sentirse mal. Su familia notó que estaba reteniendo más líquido de lo habitual y que sufría un cuadro de ansiedad. “Estaba medio con un ataque de pánico”, recordó su padre, que también se llama Daniel. Lo trasladaron al establecimiento médico del que era paciente, pero –según relata– no recibió atención inmediata.
“Llegamos a las 3 de la mañana y no le dieron mucha bolilla. Lo dejaron sin atención”, dijo en diálogo con LA NACION. Recién a las 18.30 –más de 15 horas después– fue atendido por una médica, sedado y trasladado a terapia intensiva. Para entonces, su estado clínico ya era crítico.
“Del personal de terapia no tengo nada que decir, lo trataron muy bien. Pero la guardia fue un desastre”, agregó. Daniel falleció días más tarde.
Cuando comenzaron a circular las noticias sobre el fentanilo contaminado, su familia empezó a sospechar. Leyeron en los medios sobre la causa judicial y decidieron consultar en el Juzgado Federal de La Plata si su hijo estaba entre los pacientes afectados. Les respondieron que debían ir al hospital, donde fueron atendidos por el director general.
Allí accedieron a la historia clínica, que incluía más de 600 páginas. Según el registro médico, Daniel presentó una infección bacteriana a partir del 28 de febrero. “No nos dieron más información porque la causa está bajo secreto de sumario”, explicó su padre. “Pero ya nos confirmaron que a mi hijo le aplicaron fentanilo contaminado. Desde el momento en que lo sedaron, le administraron una ampolla que pertenece al lote investigado. Queremos justicia y respuestas. Mi hijo era compositor, amaba la música. Le arrebataron la vida”, agregó.
La mujer que recaía con cada cambio de catéter
Celia Noemí Hernández tenía 74 años. Ingresó al Hospital Italiano el 3 de abril con un fuerte dolor en el pecho. La derivaron a la unidad coronaria, donde permaneció dos días bajo estudio por sospecha de infarto. Los médicos descartaron el cuadro cardíaco y diagnosticaron una neumonía. Fue trasladada a terapia intensiva, donde permaneció 23 días.
Su hermano, Dionisio Antonio Hernández, seguía de cerca cada parte médico. Hablaba todos los días con los profesionales que la atendían. “La infectóloga del hospital, María Luisa, una mujer muy atenta, fue la que descubrió el tema del fentanilo contaminado. Yo hablaba con ella todo el tiempo”, contó a LA NACION.
Durante su internación, Celia tuvo una evolución fluctuante. “Estaba bien, después mal, después mejor. Cada vez que mejoraba, le cambiaban el catéter y volvía a empeorar. Siempre decían que el problema podía estar en el catéter, que lo investigaban”, recordó Dionisio.
Pese a los esfuerzos médicos, ella falleció. Su hermano no señala directamente al hospital, pero cuestiona cómo se manejó la comunicación con las familias. “Si el hospital sabía que hubo fentanilo contaminado, ¿por qué no llama a cada familia y le dice ´Miren, esto pasó’? ¿Por qué tenemos que enterarnos por los diarios y pelear por información que deberían darnos ellos?”, se preguntó.
Hasta ahora, la familia sigue esperando respuestas. “Queremos saber la verdad. Nada más. Ya perdimos a mi hermana, pero no queremos que esto le pase a otra persona”, dijo Dionisio. Celia dejó una hija, que atraviesa el duelo en soledad mientras cría a un bebé. “No solo nos quedamos sin ella –añadió–, también quedó una familia rota, con una nieta que va a crecer sin su abuela”.
El vendedor de fármacos que terminó siendo víctima
Santiago Castillo tenía 46 años, era padre de Benjamín, de 7, y hermano de tres mujeres que hoy lo recuerdan como el sostén de la familia. Era también hincha de Gimnasia y Esgrima de La Plata, con un ritual inalterable: cada vez que el “Lobo” jugaba de local, preparaba ravioles o asado, y caminaba hasta el estadio para ver el partido. Esa costumbre marcaba sus domingos.
Desde hacía más de quince años trabajaba como visitador médico. Conocía de cerca el circuito de la industria farmacéutica: había promocionado productos de varios laboratorios, entre ellos los que hoy están bajo investigación por los lotes contaminados de fentanilo. Su muerte, entonces, tiene una carga simbólica particular.
El 22 de abril comenzó a sentir un dolor abdominal muy intenso. Fue con su madre al Hospital Italiano, un centro donde ya había sido atendido otras veces. Allí lo revisaron en la guardia, le administraron un analgésico potente y le dieron el alta con un diagnóstico de desgarro abdominal. Pero el cuadro no mejoró. Con el correr de los días su estado clínico empeoró rápidamente. Los médicos no lograban establecer la causa. Falleció el 8 de mayo.
“La elección del Italiano fue por cercanía, como otras veces. Pero esta vez terminó siendo el principio del fin”, dijo su hermana Anabela a LA NACION. “No entendíamos qué había pasado. Todo fue muy rápido. Después nos enteramos de que ese día en la guardia le aplicaron fentanilo. Era del lote contaminado. Fue solo una dosis. Y con eso alcanzó”, comentó.
La confirmación llegó semanas después, cuando la familia logró acceder a la información tras varios pedidos. Las hermanas de Santiago –Anabela, Soledad y Malena– comenzaron a reconstruir paso a paso lo ocurrido. “Fue un golpe durísimo. Era el único varón, siempre estaba para nosotras. Amaba a su hijo, su trabajo, su vida. Lo querían todos”, recordó Anabela.
Hoy su nombre está incluido en la causa judicial a cargo del juez federal Ernesto Kreplak. Su historia salió a la luz ayer en la marcha frente al hospital. La familia insiste en que no puede quedar impune.
Las historias de Daniel, Celia y Santiago se suman a una lista que ya supera los 54 casos en el expediente judicial, si bien en el último informe del Boletín Epidemiológico Nacional se reportan 48. Cada testimonio, cada nombre y cada rostro que aparece recuerda lo mismo: que detrás de las estadísticas hay personas.
El origen del caso
El caso se remonta a marzo pasado, cuando médicos del Hospital Italiano de La Plata detectaron varios cuadros de neumonía grave con evolución rápida en pacientes internados. Todos ellos habían recibido fentanilo proveniente de un mismo lote. A partir de ese hallazgo, el hospital elevó una denuncia y el 13 de mayo la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) emitió una alerta nacional que confirmó la contaminación del producto. Según indicó el organismo, las ampollas presentaban bacterias como Klebsiella pneumoniae productora de metalobetalactamasa (MBL) y Ralstonia pickettii. Ambas fueron detectadas también en pacientes internados en Rosario, en Santa Fe y en otras jurisdicciones del país. Las plantas fueron clausuradas por fallas en la manufactura.
La Anmat intervino formalmente el 11 de mayo mediante la Disposición 3156/2025, que suspendió en todo el país el uso, la distribución y la comercialización del lote de fentanilo contaminado, el N°31202, elaborado en diciembre de 2024. Se trata de una presentación de 5 ml (envase de 100 ampollas), con una concentración de 0,05 mg/ml, identificada con el certificado N° 53.100 y fecha de vencimiento en septiembre de 2026.
Durante la instrucción de la causa, el organismo reconoció haber emitido más de 100 observaciones técnicas previas sobre el proceso productivo del laboratorio Ramallo. Parte de esa documentación no fue entregada con los primeros requerimientos judiciales y, según consta en el expediente, debió ordenarse una presentación compulsiva con allanamiento para acceder a archivos adicionales. En lo que va del año, tanto HLB Pharma como Laboratorios Ramallo recibieron múltiples alertas y prohibiciones vinculadas a incumplimientos en la producción y trazabilidad de medicamentos como dopamina, propofol, diclofenac, morfina y fentanilo.
La alerta más grave fue emitida el 8 de mayo, cuando Anmat prohibió el uso del producto “Fentanilo HLB/Citrato de Fentanilo 0,05 mg/ml, solución inyectable, frasco ampolla por 5 ml” por desvío de calidad, lo que motivó el inicio de la investigación judicial.
La distribución del lote contaminado alcanzó al menos a 16 provincias. Los mayores volúmenes se localizaron en Santa Fe (17.678 ampollas detectadas), Buenos Aires (15.637), Córdoba (1.582 en seis instituciones), Formosa (14.065 unidades) y Jujuy (500). En CABA, se identificaron 68 ampollas en una clínica privada (CIAREC). En Santa Fe, el medicamento fue adquirido por 23 centros de salud.
En total, el Ministerio de Salud de la Nación informó que se identificaron 540.000 ampollas de fentanilo de la empresa HLB Pharma distribuidas en 16 provincias, sumando tanto las contaminadas como otras partidas en revisión. Las provincias con mayor adquisición fueron Santa Fe (302.000 unidades), Córdoba (251.000) y Buenos Aires (126.000).
La investigación no tiene hasta el momento personas imputadas ni detenidas. El juez Kreplak dispuso la inhibición de bienes de Ariel Fernando García, titular de HLB Pharma y del laboratorio Ramallo, de sus hermanos Damián Roberto y Diego García, y de su madre, Nilda Furfaro.
Horas antes de la movilización de ayer, LA NACION se presentó en el Hospital Italiano para conocer la postura de la institución. Desde la Dirección Médica informaron: “Nosotros no vamos a dar ninguna declaración ante los medios, solo lo vamos a hacer ante la Justicia. Nuestra opinión es la misma que se dio desde el primer momento”.
También recordaron que su postura ya había sido expresada a través del comunicado oficial difundido al conocerse el caso. “El reconocimiento como querellantes [en la causa] nos permitirá colaborar activamente en la investigación judicial, exigir justicia por lo ocurrido y reafirmar nuestro compromiso social con la salud, la seguridad del paciente y la confianza de toda la comunidad”, expresaron entonces. En ese mismo mensaje institucional, agregaron: “Lamentamos profundamente cada una de las pérdidas humanas y renovamos nuestro acompañamiento y compromiso por el pedido de justicia de todos los pacientes y familias afectadas”.
Ayer, sus familias contaron el calvario que traviesan durante una marcha en el Hospital Italiano de La Plata, donde murieron LA NACION