Talleres pegó dos veces en los momentos justos y le cortó a Independiente un invicto de 26 partidos como local

Talleres se dio el gran gusto. Se recuperó de la derrota en la fecha inicial y sorprendió a Independiente en Avellaneda. En un encuentro entretenido de principio a fin, con dos equipos que propusieron jugar y pensaron siempre en los arcos de enfrente, el 2 a 1 tal vez fue exagerado, si se miden merecimientos, dominio y desarrollo de juego, aunque resultó leal con aquel que hizo valer con más eficacia lo que quiso hacer sobre el césped.
Regresó Carlos Tevez a Avellaneda luego de una etapa que tuvo de todo. Un arranque prometedor, una meseta prolongada, una disparidad de criterios con la directiva tras un polémico partido en cancha de Barracas Central, y un adiós prematuro. Lo recibió con aplausos la gente del Rojo, que no olvida el gesto de hacerse cargo del equipo cuando sobrevolaba la amenaza del descenso; y lo llenaron de abrazos varios de sus dirigidos de entonces.
FINAL MUY PICADO EN AVELLANEDA: los jugadores de Independiente y los de Talleres se agarraron luego del triunfo 2-1 de la T al Rojo. ¡HUBO ROJA A NAVARRO Y A FERNÁNDEZ CEDRÉS! pic.twitter.com/px3I2KIadS
— SportsCenter (@SC_ESPN) July 21, 2025
Quizás justamente por conocer el paño, el Apache volcó sobre el césped un planteo de desgaste, conocedor de que, si podía conseguir frenar el ímpetu inicial del local, con el paso de los minutos iba a encontrar espacios en la defensa del Rojo. Sus hombres le respondieron a la perfección.
Independiente no demoró ni cinco minutos en llevar las acciones al campo visitante. La presión bien arriba y agresiva, incluso sobre el pase inicial de Guido Herrera, taponaba los intentos de salida de Talleres y le daba al equipo de Julio Vaccari la posesión de la pelota casi en exclusiva. Su problema fue que se topó con la firmeza del conjunto cordobés desde mitad de cancha hacia su arco, agrupándose con orden, apretando a lanzadores y receptores, y de esa manera, evitándole sustos a Herrera.
Pero además, avisando que podía lastimar en las pocas situaciones que lograba reunir un puñado de pases, básicamente porque el balón corría más fácil entre los pies de sus volantes que entre los del Rojo. Un primer disparo de Federico Girotti que desvió apenas Kevin Lomónaco y otro demasiado alto de Ulises Ortegoza anticiparon lo que ocurriría a los 26: arranque limpio desde el fondo, gambeta de Rick Lima a Leonardo Godoy, remate violento que rechaza Rodrigo Rey, centro pasado de Miguel Navarro, toque exquisito de Raúl Botta y definición perfecta de Agustín Schott.
Con la ventaja en el bolsillo, Talleres redobló su apuesta y hasta logró quitarle el control del juego a su rival, más allá de que antes del descanso, en la continuidad de una jugada de Walter Mazzantti en la que se pidió penal (no lo era), el travesaño devolviera un cabezazo de Felipe Loyola.
Tal como sucedió en la jornada inaugural en Junín, la vuelta de los vestuarios devolvió un Independiente más enérgico y decidido (comenzar los partidos con el mismo entusiasmo es, tal vez, uno de los puntos que debe revisar el Rojo para próximos desafíos). Aumentó su actividad Cabral, recuperó protagonismo Loyola y el desarrollo recuperó la sintonía del arranque del partido. La diferencia estuvo en la profundidad del local. Antes y después del preciso cabezazo de Nicolás Freire que restableció la igualdad a los 10, Herrera vivió de revolcón en revolcón. A los 3 minutos vio pasar muy cerca un derechazo de Godoy, y a los 23 les ahogó sucesivamente el grito a Ávalos y Montiel.
Pero aun sometido durante un buen rato, Talleres nunca perdió de vista la chance de lastimar. El acierto de Tevez en los cambios terminó de volcar el resultado, fundamentalmente con los ingresos de Bebelo Reynoso y Valentín Depietri. Porque el primero supo asociarse con Ortegoza para manejar las siempre peligrosas contras de los cordobeses, y porque la velocidad del segundo fue un estilete amenazante primero y el factor que sentenció el destino del encuentro después. A media hora del final el omnipresente Ortegoza le robó el balón a Pablo Galdames en el círculo central, abrió para Luis Angulo que cambió de frente, se coló Depietri entre Loyola y Lomónaco y su latigazo al primer palo fue inatajable para Rey.
Talleres se llevó para Córdoba un triunfo de los que valen doble. Por el adversario, por la cancha, porque supo sufrir, porque tuvo a los jugadores con mejor rendimiento y porque nunca renunció a buscarlo con las armas que ideó en el pizarrón.
Independiente se quedó esta vez con las manos vacías y renunció a un largo invicto de 26 partidos como local, pero tiene poco para reprocharse. Se brindó entero por ganar y se encontró con un rival que supo aguantarlo con coraje y lastimarlo en los momentos exactos. Su comienzo de campeonato está por debajo de lo esperado, su juego anima a suponer que le queda tiempo para remontar la cuesta.
Talleres se dio el gran gusto. Se recuperó de la derrota en la fecha inicial y sorprendió a Independiente en Avellaneda. En un encuentro entretenido de principio a fin, con dos equipos que propusieron jugar y pensaron siempre en los arcos de enfrente, el 2 a 1 tal vez fue exagerado, si se miden merecimientos, dominio y desarrollo de juego, aunque resultó leal con aquel que hizo valer con más eficacia lo que quiso hacer sobre el césped.
Regresó Carlos Tevez a Avellaneda luego de una etapa que tuvo de todo. Un arranque prometedor, una meseta prolongada, una disparidad de criterios con la directiva tras un polémico partido en cancha de Barracas Central, y un adiós prematuro. Lo recibió con aplausos la gente del Rojo, que no olvida el gesto de hacerse cargo del equipo cuando sobrevolaba la amenaza del descenso; y lo llenaron de abrazos varios de sus dirigidos de entonces.
FINAL MUY PICADO EN AVELLANEDA: los jugadores de Independiente y los de Talleres se agarraron luego del triunfo 2-1 de la T al Rojo. ¡HUBO ROJA A NAVARRO Y A FERNÁNDEZ CEDRÉS! pic.twitter.com/px3I2KIadS
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Quizás justamente por conocer el paño, el Apache volcó sobre el césped un planteo de desgaste, conocedor de que, si podía conseguir frenar el ímpetu inicial del local, con el paso de los minutos iba a encontrar espacios en la defensa del Rojo. Sus hombres le respondieron a la perfección.
Independiente no demoró ni cinco minutos en llevar las acciones al campo visitante. La presión bien arriba y agresiva, incluso sobre el pase inicial de Guido Herrera, taponaba los intentos de salida de Talleres y le daba al equipo de Julio Vaccari la posesión de la pelota casi en exclusiva. Su problema fue que se topó con la firmeza del conjunto cordobés desde mitad de cancha hacia su arco, agrupándose con orden, apretando a lanzadores y receptores, y de esa manera, evitándole sustos a Herrera.
Pero además, avisando que podía lastimar en las pocas situaciones que lograba reunir un puñado de pases, básicamente porque el balón corría más fácil entre los pies de sus volantes que entre los del Rojo. Un primer disparo de Federico Girotti que desvió apenas Kevin Lomónaco y otro demasiado alto de Ulises Ortegoza anticiparon lo que ocurriría a los 26: arranque limpio desde el fondo, gambeta de Rick Lima a Leonardo Godoy, remate violento que rechaza Rodrigo Rey, centro pasado de Miguel Navarro, toque exquisito de Raúl Botta y definición perfecta de Agustín Schott.
Con la ventaja en el bolsillo, Talleres redobló su apuesta y hasta logró quitarle el control del juego a su rival, más allá de que antes del descanso, en la continuidad de una jugada de Walter Mazzantti en la que se pidió penal (no lo era), el travesaño devolviera un cabezazo de Felipe Loyola.
Tal como sucedió en la jornada inaugural en Junín, la vuelta de los vestuarios devolvió un Independiente más enérgico y decidido (comenzar los partidos con el mismo entusiasmo es, tal vez, uno de los puntos que debe revisar el Rojo para próximos desafíos). Aumentó su actividad Cabral, recuperó protagonismo Loyola y el desarrollo recuperó la sintonía del arranque del partido. La diferencia estuvo en la profundidad del local. Antes y después del preciso cabezazo de Nicolás Freire que restableció la igualdad a los 10, Herrera vivió de revolcón en revolcón. A los 3 minutos vio pasar muy cerca un derechazo de Godoy, y a los 23 les ahogó sucesivamente el grito a Ávalos y Montiel.
Pero aun sometido durante un buen rato, Talleres nunca perdió de vista la chance de lastimar. El acierto de Tevez en los cambios terminó de volcar el resultado, fundamentalmente con los ingresos de Bebelo Reynoso y Valentín Depietri. Porque el primero supo asociarse con Ortegoza para manejar las siempre peligrosas contras de los cordobeses, y porque la velocidad del segundo fue un estilete amenazante primero y el factor que sentenció el destino del encuentro después. A media hora del final el omnipresente Ortegoza le robó el balón a Pablo Galdames en el círculo central, abrió para Luis Angulo que cambió de frente, se coló Depietri entre Loyola y Lomónaco y su latigazo al primer palo fue inatajable para Rey.
Talleres se llevó para Córdoba un triunfo de los que valen doble. Por el adversario, por la cancha, porque supo sufrir, porque tuvo a los jugadores con mejor rendimiento y porque nunca renunció a buscarlo con las armas que ideó en el pizarrón.
Independiente se quedó esta vez con las manos vacías y renunció a un largo invicto de 26 partidos como local, pero tiene poco para reprocharse. Se brindó entero por ganar y se encontró con un rival que supo aguantarlo con coraje y lastimarlo en los momentos exactos. Su comienzo de campeonato está por debajo de lo esperado, su juego anima a suponer que le queda tiempo para remontar la cuesta.
La última derrota del equipo de Vaccari como local había sido el 11 de mayo de 2024, justo ante la “T” LA NACION