Hielo y fuego

Hielo y fuego. Mucho antes de que George R. R. Martin popularizara la expresión con sus novelas y hechizara al planeta con historias de dragones, muros cuasieternos y anuncios de que “el invierno está llegando”, la tierra milenaria, congelada e ígnea siempre fue –lo sigue siendo– Islandia. Basta ver esta imagen aérea, tomada tras una reciente erupción en la península de Reykjanes. Hielo y fuego; fascinación y terror. Desde que los sistemas geológicos de la región se activaran en 2021, se vienen sucediendo este tipo de fenómenos: fisuras abiertas por la presión del magma –como si alguien hundiera un cuchillo ardiente en la tierra–, y flujos de lava que emergen y se expanden a lo largo de infinidad de metros. Islandia, territorio mítico, bascula entre bocanadas ardientes, macizos helados y magnéticas auroras boreales. Sus habitantes se saben hijos de ese paradójico privilegio.
Hielo y fuego. Mucho antes de que George R. R. Martin popularizara la expresión con sus novelas y hechizara al planeta con historias de dragones, muros cuasieternos y anuncios de que “el invierno está llegando”, la tierra milenaria, congelada e ígnea siempre fue –lo sigue siendo– Islandia. Basta ver esta imagen aérea, tomada tras una reciente erupción en la península de Reykjanes. Hielo y fuego; fascinación y terror. Desde que los sistemas geológicos de la región se activaran en 2021, se vienen sucediendo este tipo de fenómenos: fisuras abiertas por la presión del magma –como si alguien hundiera un cuchillo ardiente en la tierra–, y flujos de lava que emergen y se expanden a lo largo de infinidad de metros. Islandia, territorio mítico, bascula entre bocanadas ardientes, macizos helados y magnéticas auroras boreales. Sus habitantes se saben hijos de ese paradójico privilegio.
Hielo y fuego. Mucho antes de que George R. R. Martin popularizara la expresión con sus novelas y hechizara al planeta con historias de dragones, muros cuasieternos y anuncios de que “el invierno está llegando”, la tierra milenaria, congelada e ígnea siempre fue –lo sigue siendo– Islandia. Basta ver esta imagen aérea, tomada tras una reciente erupción en la península de Reykjanes. Hielo y fuego; fascinación y terror. Desde que los sistemas geológicos de la región se activaran en 2021, se vienen sucediendo este tipo de fenómenos: fisuras abiertas por la presión del magma –como si alguien hundiera un cuchillo ardiente en la tierra–, y flujos de lava que emergen y se expanden a lo largo de infinidad de metros. Islandia, territorio mítico, bascula entre bocanadas ardientes, macizos helados y magnéticas auroras boreales. Sus habitantes se saben hijos de ese paradójico privilegio. LA NACION