El Barbero de Sevilla, en versión infantil: “Los niños tienen que apropiarse de la lírica”

¡Ay no, por Dios, una ópera! —dirá el personaje de Don Bartolo— ¿Un drama serio, como de costumbre melancólico, poético y aburrido? Todo lo contrario. Una ópera que es pura comedia y diversión para los más chicos y los no tan chicos que se acerquen al género, porque empiezan las vacaciones de invierno y llega al Teatro Astros “el Factótum de la ciudad”, el peluquero más famoso y querido de la historia: El Barbero de Sevilla.
Y lo hace para dar vida a la segunda temporada de la organización operística que es la rama educativa de su entidad madre, Juventus Lyrica. Fígaro fue creada a partir de los preestrenos de las puestas en el Teatro Avenida con el propósito de despertar en los más jóvenes y en los niños de edad escolar la avidez por un género que ofrece diversas perspectivas. Temas sociales, románticos, históricos, políticos, religiosos y mitológicos, todo se encuentra en las tramas deslumbrantes del teatro musical.
“La lírica es un patrimonio que los chicos tienen no solo el derecho, sino el deber de conocer porque es aquí, en este lugar del mundo donde han nacido, y esta es una expresión del arte que les pertenece. Es una cultura de la que tienen que apropiarse” afirma María Jaunarena, directora artística y general de la rama joven y directora ejecutiva de la organización principal.
“Estamos viviendo una época, como diría Gilles Lipovetsky, de la seducción del consumo. Y yo creo que esa tendencia de nuestro tiempo no se combate con propuestas adoctrinadoras, sino con las mismas herramientas, haciendo que la cultura también resulte seductora para los chicos” plantea Jaunarena, explicando el sentido de muchos de los guiños con que se dirige al público, “quiebres” en la trama original para empatizar con la platea o pequeñas licencias para crear un vínculo con algo conocido, para volver cercano algo que estaba lejos, es decir, y sin spoilear los trucos: comentarios, gestos, coreografías y melodías de la actualidad juvenil.
Propuestas que compitan
No solo el consumo, también la tecnología ha signado nuestro tiempo más que ninguna otra conquista. ¿De qué manera ha influido en la actividad teatral y cómo ofrecer propuestas que compitan con esa presencia invariable?
“Todo va cambiando y se torna más complejo —opina la directora—. La tecnología nos ha ayudado muchísimo, por ejemplo, en las puestas en escena, pero no debajo del foso donde está la orquesta, porque incorporar tecnología sería traicionar el producto artístico en su esencia. Pero sí con las proyecciones, con las que podemos hacer muchas cosas nuevas, aunque no necesariamente ahorran recursos ya que el mundo audiovisual es infinitamente costoso. O sea que es una apuesta más estética que eficiente. Eso en cuanto a la producción. Ahora bien, en cuanto al espectador, la tecnología nos ha vuelto muy ansiosos y dependientes. ¡Yo diría que adictos! Eso también tratamos de trabajar con los chicos, suspendiendo la actividad en los teléfonos. Pero asumiendo que estamos en este siglo, con el bombardeo tecnológico de redes y contenidos digeridos. De pronto, una propuesta como esta obliga a una participación activa, en la que el espectador debe completar la información de lo que sucede en el escenario. Hay aspectos buenos y malos de esta evolución. Lo importante es aprender a convivir con ellos.
La comedia perfecta
¿Y cuáles son las fortalezas del espectáculo para, siguiendo la cita del pensador francés, seducir al espectador infantil? “La fuerza de ese tractor original que es el Barbero de Rossini, que fue la primera ópera que se dio en la Argentina, hace 200 años. Esa fuerza descomunal que es la partitura escrita por Rossini en una amalgama perfecta con la comedia de Beaumarchais, en la cual parecen haber sido destinados el uno para el otro”.
Además de la música y de una historia brillante, la duración está pensada para divertir sin perder concentración: “Nuestra propuesta dura una hora y cuarto. Más extenso sería contraproducente, porque la audiencia infantil empieza a inquietarse después del umbral de la hora. Es un espectáculo brillante como la ópera en sí. Nosotros lo acompañamos desde la creación escénica con una paleta de colores vibrantes y con un vestuario atractivo, que desafíe la atención de los niños. Por último, hay una fortaleza irresistible: la comedia de enredos que es muy divertida y que tiene una de las músicas más queridas por el público argentino. La recomiendo enfáticamente porque aún para aquellos que creen no conocerla, verán que ya tienen en el oído muchas de sus melodías, y en ese sentido es la mejor puerta de entrada al género. En este Barbero encontrarán todos los condimentos de una gran obra: amor, desencuentros y aventuras.
Entre los momentos sobresalientes, hay una pieza icónica en la obra de Rossini, una escena que sin dudas integra la lista del non-plus-ultra de la lírica: la afeitada del Barbero. “Uno de esos momentos que se convierten en un homenaje a todos los directores clásicos que hubo antes de nosotros ¡Y no le temo a los clásicos!“, advierte Jaunarena con la convicción con que aborda (junto con su madre Ana D’Anna, directora artística de Juventus Lyrica), un proyecto a largo plazo que atraviesa generaciones. “Me parece que los clásicos son la clave de un aprendizaje sobre nosotros mismos, porque por más que estemos en este siglo lleno de ansiedades y consumos, siempre es bueno volver la mirada hacia atrás y aprender de lo más valioso que no deja el pasado.”
Para agendar
El barbero de Sevilla, ópera. Versión infantil en castellano con música original Gioacchino Rossini. Funciones: Domingos 20 y 27 de julio, 3 de agosto a las 11. Sala: Teatro Astros (Avenida Corrientes 746).
¡Ay no, por Dios, una ópera! —dirá el personaje de Don Bartolo— ¿Un drama serio, como de costumbre melancólico, poético y aburrido? Todo lo contrario. Una ópera que es pura comedia y diversión para los más chicos y los no tan chicos que se acerquen al género, porque empiezan las vacaciones de invierno y llega al Teatro Astros “el Factótum de la ciudad”, el peluquero más famoso y querido de la historia: El Barbero de Sevilla.
Y lo hace para dar vida a la segunda temporada de la organización operística que es la rama educativa de su entidad madre, Juventus Lyrica. Fígaro fue creada a partir de los preestrenos de las puestas en el Teatro Avenida con el propósito de despertar en los más jóvenes y en los niños de edad escolar la avidez por un género que ofrece diversas perspectivas. Temas sociales, románticos, históricos, políticos, religiosos y mitológicos, todo se encuentra en las tramas deslumbrantes del teatro musical.
“La lírica es un patrimonio que los chicos tienen no solo el derecho, sino el deber de conocer porque es aquí, en este lugar del mundo donde han nacido, y esta es una expresión del arte que les pertenece. Es una cultura de la que tienen que apropiarse” afirma María Jaunarena, directora artística y general de la rama joven y directora ejecutiva de la organización principal.
“Estamos viviendo una época, como diría Gilles Lipovetsky, de la seducción del consumo. Y yo creo que esa tendencia de nuestro tiempo no se combate con propuestas adoctrinadoras, sino con las mismas herramientas, haciendo que la cultura también resulte seductora para los chicos” plantea Jaunarena, explicando el sentido de muchos de los guiños con que se dirige al público, “quiebres” en la trama original para empatizar con la platea o pequeñas licencias para crear un vínculo con algo conocido, para volver cercano algo que estaba lejos, es decir, y sin spoilear los trucos: comentarios, gestos, coreografías y melodías de la actualidad juvenil.
Propuestas que compitan
No solo el consumo, también la tecnología ha signado nuestro tiempo más que ninguna otra conquista. ¿De qué manera ha influido en la actividad teatral y cómo ofrecer propuestas que compitan con esa presencia invariable?
“Todo va cambiando y se torna más complejo —opina la directora—. La tecnología nos ha ayudado muchísimo, por ejemplo, en las puestas en escena, pero no debajo del foso donde está la orquesta, porque incorporar tecnología sería traicionar el producto artístico en su esencia. Pero sí con las proyecciones, con las que podemos hacer muchas cosas nuevas, aunque no necesariamente ahorran recursos ya que el mundo audiovisual es infinitamente costoso. O sea que es una apuesta más estética que eficiente. Eso en cuanto a la producción. Ahora bien, en cuanto al espectador, la tecnología nos ha vuelto muy ansiosos y dependientes. ¡Yo diría que adictos! Eso también tratamos de trabajar con los chicos, suspendiendo la actividad en los teléfonos. Pero asumiendo que estamos en este siglo, con el bombardeo tecnológico de redes y contenidos digeridos. De pronto, una propuesta como esta obliga a una participación activa, en la que el espectador debe completar la información de lo que sucede en el escenario. Hay aspectos buenos y malos de esta evolución. Lo importante es aprender a convivir con ellos.
La comedia perfecta
¿Y cuáles son las fortalezas del espectáculo para, siguiendo la cita del pensador francés, seducir al espectador infantil? “La fuerza de ese tractor original que es el Barbero de Rossini, que fue la primera ópera que se dio en la Argentina, hace 200 años. Esa fuerza descomunal que es la partitura escrita por Rossini en una amalgama perfecta con la comedia de Beaumarchais, en la cual parecen haber sido destinados el uno para el otro”.
Además de la música y de una historia brillante, la duración está pensada para divertir sin perder concentración: “Nuestra propuesta dura una hora y cuarto. Más extenso sería contraproducente, porque la audiencia infantil empieza a inquietarse después del umbral de la hora. Es un espectáculo brillante como la ópera en sí. Nosotros lo acompañamos desde la creación escénica con una paleta de colores vibrantes y con un vestuario atractivo, que desafíe la atención de los niños. Por último, hay una fortaleza irresistible: la comedia de enredos que es muy divertida y que tiene una de las músicas más queridas por el público argentino. La recomiendo enfáticamente porque aún para aquellos que creen no conocerla, verán que ya tienen en el oído muchas de sus melodías, y en ese sentido es la mejor puerta de entrada al género. En este Barbero encontrarán todos los condimentos de una gran obra: amor, desencuentros y aventuras.
Entre los momentos sobresalientes, hay una pieza icónica en la obra de Rossini, una escena que sin dudas integra la lista del non-plus-ultra de la lírica: la afeitada del Barbero. “Uno de esos momentos que se convierten en un homenaje a todos los directores clásicos que hubo antes de nosotros ¡Y no le temo a los clásicos!“, advierte Jaunarena con la convicción con que aborda (junto con su madre Ana D’Anna, directora artística de Juventus Lyrica), un proyecto a largo plazo que atraviesa generaciones. “Me parece que los clásicos son la clave de un aprendizaje sobre nosotros mismos, porque por más que estemos en este siglo lleno de ansiedades y consumos, siempre es bueno volver la mirada hacia atrás y aprender de lo más valioso que no deja el pasado.”
Para agendar
El barbero de Sevilla, ópera. Versión infantil en castellano con música original Gioacchino Rossini. Funciones: Domingos 20 y 27 de julio, 3 de agosto a las 11. Sala: Teatro Astros (Avenida Corrientes 746).
La asociación Fígaro presenta el clásico pensado especialmente para niños, abreviado y en castellano, durante las vacaciones de invierno LA NACION