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El grito de guerra de Marta Minujín: “El arte es una oportunidad para todos”

“¡Más fuerte! ¡Más fuerte!”, gritaba Marta Minujín frente al grupo de “Martitas”, vestidas con pelucas rubias, anteojos negros y overoles blancos, hoy a la tarde en la explanada del Palacio Libertad. “¡Arte! ¡Arte! ¡Arte! ¡Es un grito de guerra!”, le respondían sus dobles a la artista más popular de la Argentina, que presentó así su Golosina emocional. Una escultura inflable de colores fluorescentes y doce metros de largo, que invita a recorrer su laberíntico interior mientras se escucha una grabación con cantos de pájaros. De noche se ilumina, y protagoniza una escena inusual en el oscuro microcentro porteño.

Pensó que Lady Gaga había comprado uno de sus cuadros, pero luego descubrió la estafa

“¡Te amo! ¡Sos una genia! ¡Soy tu admiradora!”, exclamaban decenas de personas que la recibieron como una estrella de rock. Con los celulares en alto, la filmaron mientras bailaba vestida con una versión de su clásico overol realizado con tela peruana, un chaleco bordado en Guatemala, zapatillas deportivas, los infaltables Ray-Ban Aviator y los labios pintados de rojo. “¡Marta dame una foto!”, pedía una y otra vez Amador Pérez Torres, de dos años, probablemente su fan más joven. “En el jardín yo hago obras de Marta”, aseguró Amelia, de cuatro, que también buscaba hablar con ella.

Marta Minujín dentro de la escultura

“Marta, ¿te puedo pedir una selfie?”, le rogó un artista que la invitó a conocer su taller. Un par de mujeres de mediana edad le regalaron un libro y un disco con una canción que Irupé Tarragó Ross hizo inspirada en ella. Y una señora que parecía tener su misma edad murmuraba elogios mientras observaba cada movimiento a distancia de la multitud. La rodeaban Leonardo Cifelli, secretario de Cultura de la Nación; sus hijos y nietos; los coleccionistas Esteban Tedesco y Magdalena Cordero; el artista Marino Santa María, la diseñadora Min Agostini y el galerista Mauro Herlitzka.

Minujín recorrió la obra con sus dobles

Muchos de ellos estuvieron presentes también el sábado pasado en el Hotel de Inmigrantes. Allí presentó en el marco de Bienalsur Implosión!, otra obra inmersiva inspirada en las instalaciones con colchones pintados que le valieron en 1964 el Premio del Instituto Torcuato Di Tella. Mientras que entonces invitaba al público porteño a “revolcarse y vivir”, ahora propone jugar en cualquier ciudad del planeta, ya que estas piezas son muy fáciles de transportar.

El público le acercó regalos

“Los inflables son muy livianos, pesan 120 kilos, lo mismo que una escultura chica. Por eso los llamo antiesculturas”, explicó. Y agregó que Golosina emocional, estrenada en marzo último en el Design District de Miami, se exhibirá el año próximo en Madrid, en el marco de una muestra que le dedicará el Museo Reina Sofía. Otra parecida se instalará en Riad, una de las sedes de Bienalsur, y otra itinerará por cinco museos de Alemania. “Ya hice cuatro o cinco diferentes, y pienso seguir –anticipó-. Golosina emocional tiene que ver con el hecho de masticar un chicle globo: hasta lograr el globo, implica un cambio de pensamiento”.

Minujín supervisó la coreografía de

“¿Por qué el arte como grito de guerra?”, quiso saber LA NACION. “Porque considero que el arte está por encima de todo: sobre la religión, sobre la política –opinó-. Porque el arte tiene la propiedad de rescatar tu propia grandeza oculta, como decía Octavio Paz. Es un grito de guerra porque considero que el mundo sería mucho más pacífico y mejor si el arte dominara, en lugar de los próceres contemporáneos. El arte es una oportunidad para todos: la intención es que la gente se engrandezca. Hubo algunos artistas que hicieron arte violento, con obras en las que se lastimaban a sí mismos, pero no es lo mío”.

El público formó largas filas para entrar

Autora de muchas obras participativas e incluso comestibles, Minujín ofrece esta experiencia gratuita que se enmarca en la programación de las vacaciones de invierno. Así lo hizo también el año pasado con la Escultura de los deseos, que había instalado en el corazón de Times Square. Allí estuvieron, también “Las Martitas”, que esta vez activarán la obra los sábados y domingos desde el sábado próximo hasta el 3 de agosto.

Minujín con sus dobles

“La energía creativa reemplaza las tradicionales preocupaciones del arte”, es una de las frases que deben repetir cinco veces según el guion de la artista, que también supervisó los pasos de su coreografía. Les indicó además repetir palabras sueltas como “impresionismo”, surrealismo”, “Platón” y “Aristóteles”. Varias veces, porque “tiene más energía”. “Sigan, sigan que yo me voy”, agregó al retirarse para hablar con la prensa.

“La gente no viene a ver una escultura, sino a transitarla. Está viviendo una situación

“La gente no viene a ver una escultura, sino a transitarla –señaló-. Está viviendo una situación. Recibe las emociones de los pájaros, los escucha como si estuviera en la selva. Por eso llega a públicos de todas las edades: porque se divierten. A los chicos les encantaría jugar unas escondidas ahí adentro”. Consultada sobre el consejo que le daría a los artistas jóvenes, respondió sin dudar: “Que crea en sí mismo. El que es artista, en general no mira mucho lo que hacen los demás. Hace lo que tiene adentro”.

Minujín con el secretario de Cultura, Leonardo Cifelli

Para agendar:

Golosina emocional en la explanada del Palacio Libertad (Sarmiento 151), con entrada gratis hasta el domingo 3 de agosto, de 14 a 20. Con activaciones performáticas de “Las Martitas” los sábados y domingos, desde el 19 de julio.

“¡Más fuerte! ¡Más fuerte!”, gritaba Marta Minujín frente al grupo de “Martitas”, vestidas con pelucas rubias, anteojos negros y overoles blancos, hoy a la tarde en la explanada del Palacio Libertad. “¡Arte! ¡Arte! ¡Arte! ¡Es un grito de guerra!”, le respondían sus dobles a la artista más popular de la Argentina, que presentó así su Golosina emocional. Una escultura inflable de colores fluorescentes y doce metros de largo, que invita a recorrer su laberíntico interior mientras se escucha una grabación con cantos de pájaros. De noche se ilumina, y protagoniza una escena inusual en el oscuro microcentro porteño.

Pensó que Lady Gaga había comprado uno de sus cuadros, pero luego descubrió la estafa

“¡Te amo! ¡Sos una genia! ¡Soy tu admiradora!”, exclamaban decenas de personas que la recibieron como una estrella de rock. Con los celulares en alto, la filmaron mientras bailaba vestida con una versión de su clásico overol realizado con tela peruana, un chaleco bordado en Guatemala, zapatillas deportivas, los infaltables Ray-Ban Aviator y los labios pintados de rojo. “¡Marta dame una foto!”, pedía una y otra vez Amador Pérez Torres, de dos años, probablemente su fan más joven. “En el jardín yo hago obras de Marta”, aseguró Amelia, de cuatro, que también buscaba hablar con ella.

Marta Minujín dentro de la escultura

“Marta, ¿te puedo pedir una selfie?”, le rogó un artista que la invitó a conocer su taller. Un par de mujeres de mediana edad le regalaron un libro y un disco con una canción que Irupé Tarragó Ross hizo inspirada en ella. Y una señora que parecía tener su misma edad murmuraba elogios mientras observaba cada movimiento a distancia de la multitud. La rodeaban Leonardo Cifelli, secretario de Cultura de la Nación; sus hijos y nietos; los coleccionistas Esteban Tedesco y Magdalena Cordero; el artista Marino Santa María, la diseñadora Min Agostini y el galerista Mauro Herlitzka.

Minujín recorrió la obra con sus dobles

Muchos de ellos estuvieron presentes también el sábado pasado en el Hotel de Inmigrantes. Allí presentó en el marco de Bienalsur Implosión!, otra obra inmersiva inspirada en las instalaciones con colchones pintados que le valieron en 1964 el Premio del Instituto Torcuato Di Tella. Mientras que entonces invitaba al público porteño a “revolcarse y vivir”, ahora propone jugar en cualquier ciudad del planeta, ya que estas piezas son muy fáciles de transportar.

El público le acercó regalos

“Los inflables son muy livianos, pesan 120 kilos, lo mismo que una escultura chica. Por eso los llamo antiesculturas”, explicó. Y agregó que Golosina emocional, estrenada en marzo último en el Design District de Miami, se exhibirá el año próximo en Madrid, en el marco de una muestra que le dedicará el Museo Reina Sofía. Otra parecida se instalará en Riad, una de las sedes de Bienalsur, y otra itinerará por cinco museos de Alemania. “Ya hice cuatro o cinco diferentes, y pienso seguir –anticipó-. Golosina emocional tiene que ver con el hecho de masticar un chicle globo: hasta lograr el globo, implica un cambio de pensamiento”.

Minujín supervisó la coreografía de

“¿Por qué el arte como grito de guerra?”, quiso saber LA NACION. “Porque considero que el arte está por encima de todo: sobre la religión, sobre la política –opinó-. Porque el arte tiene la propiedad de rescatar tu propia grandeza oculta, como decía Octavio Paz. Es un grito de guerra porque considero que el mundo sería mucho más pacífico y mejor si el arte dominara, en lugar de los próceres contemporáneos. El arte es una oportunidad para todos: la intención es que la gente se engrandezca. Hubo algunos artistas que hicieron arte violento, con obras en las que se lastimaban a sí mismos, pero no es lo mío”.

El público formó largas filas para entrar

Autora de muchas obras participativas e incluso comestibles, Minujín ofrece esta experiencia gratuita que se enmarca en la programación de las vacaciones de invierno. Así lo hizo también el año pasado con la Escultura de los deseos, que había instalado en el corazón de Times Square. Allí estuvieron, también “Las Martitas”, que esta vez activarán la obra los sábados y domingos desde el sábado próximo hasta el 3 de agosto.

Minujín con sus dobles

“La energía creativa reemplaza las tradicionales preocupaciones del arte”, es una de las frases que deben repetir cinco veces según el guion de la artista, que también supervisó los pasos de su coreografía. Les indicó además repetir palabras sueltas como “impresionismo”, surrealismo”, “Platón” y “Aristóteles”. Varias veces, porque “tiene más energía”. “Sigan, sigan que yo me voy”, agregó al retirarse para hablar con la prensa.

“La gente no viene a ver una escultura, sino a transitarla. Está viviendo una situación

“La gente no viene a ver una escultura, sino a transitarla –señaló-. Está viviendo una situación. Recibe las emociones de los pájaros, los escucha como si estuviera en la selva. Por eso llega a públicos de todas las edades: porque se divierten. A los chicos les encantaría jugar unas escondidas ahí adentro”. Consultada sobre el consejo que le daría a los artistas jóvenes, respondió sin dudar: “Que crea en sí mismo. El que es artista, en general no mira mucho lo que hacen los demás. Hace lo que tiene adentro”.

Minujín con el secretario de Cultura, Leonardo Cifelli

Para agendar:

Golosina emocional en la explanada del Palacio Libertad (Sarmiento 151), con entrada gratis hasta el domingo 3 de agosto, de 14 a 20. Con activaciones performáticas de “Las Martitas” los sábados y domingos, desde el 19 de julio.

 La artista presentó “Golosina emocional”, una escultura inflable en la explanada del Palacio Libertad; será activada por sus dobles los fines de semana y podrá visitarse durante las vacaciones  LA NACION

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