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Charlie y la fábrica de chocolate desembarcará en el Gran Rex en el invierno de 2026

Todo comenzó con la puesta de Matilda durante la temporada de invierno 2023 y la de verano del año siguiente. También durante 2024, entre junio y julio, fue el turno de School of rock. En la actualidad, y siempre en el teatro Gran Rex porteño, la sala más grande de Sudamérica, se ofrece La Sirenita, un suceso de público que está batiendo récords de venta de tickets.

Aún cuando restan varias funciones para la finalización del ciclo del musical basado en la princesa marina, de notable despliegue y puesta en escena, sus productores –Carlos y Tomás Rottemberg y Mariano Pagani– anticipan a LA NACION que, a partir de junio de 2026, la trilogía se convertirá en tetralogía, cuando se levante el telón de Charlie y la fábrica de chocolate, la nueva y ambiciosa apuesta que buscará repetir el buen destino de las propuestas anteriores.

“Vamos a continuar con un título que se ajusta a nuestra premisa original, que se trate de una obra a la que nosotros llevaríamos a ver a nuestros hijos”, explica Carlos Rottemberg, “el señor de los teatros”, acomodado en su amplia oficina en el piso superior del Multiteatro, en el exacto lugar donde alguna vez pernoctó la notable actriz Blanca Podestá.

A su lado, Tomás Rottemberg, responsable de la producción de varios títulos en cartelera sobre la Calle Corrientes, reconoce: “Buscamos, una vez más, que la obra contenga un mensaje que supere el mero entretenimiento”.

Tomás y Carlos Rottemberg en el Gran Rex durante la temporada anterior

Desde el frenético verano madrileño, y a través del teléfono en altavoz, se suma Mariano Pagani, especialista experimentado en estas ambiciosas producciones: “Montar una comedia musical por año es un trabajo muy exhaustivo. En Europa, una producción de la envergadura de las que hacemos en el Gran Rex, salvo que resulte un fracaso, permanece años en cartel”.

La producción responsable está integrada por “Los Rottemberg” (ya una marca), MP (Mariano Pagani y Magalí Altman) y Ozono, la compañía de Pablo Kohlhuber y Fernando Moya.

En pocas semanas se lanzará la convocatoria para elegir, a través de un casting, los nombres para el nuevo título a estrenar.

La pieza está basada en la historia del niño Charlie, de familia humilde, al que un concurso, una fábrica de chocolate y su esmero personal le permiten, tanto a él como a su familia, cambiar el curso del previsible destino de su vida, tal lo que propone el cuento original rubricado por Roald Dahl.

Un clásico del cine, que también subió a los grandes escenarios del mundo, llegará el año que viene a Buenos Aires

La versión musical teatral, que se estrenó en junio de 2013 en el West End londinense cuenta con libro de David Greig, música compuesta por Marc Shaiman y letras escritas por el propio Shaiman y Scott Wittman.

Detrás de todo eso hay otro camino posible para leer este derrotero que se viene proponiendo montar en escena recordados e impuestos tanques que cuentan con versiones cinematográficas que dieron la vuelta al mundo y montajes teatrales en las principales capitales del espectáculo internacional.

Ese otro camino amerita una lectura que está sostenida en causalidades sumamente sugestivas. Historias que vinculan lo personal, el entramado familiar y la determinación de ser permeables y escuchar algunas señales por demás sorprendentes, al menos, para los protagonistas de esta historia que se esconde detrás de las mencionadas ficciones conocidas por todos.

Más allá de Buckingham

¿Qué vincula a Carlos Rottemberg y Karina Pérez Moretto, su esposa, con la ciudad de Londres? A veces, las territorialidades conllevan resonancias emocionales. Cronotopos que establecen una línea de tiempo en torno a diversos sucesos en un mismo lugar. Ellos lo saben.

“En 2013, con Karina vimos Matilda en el teatro Cambridge”, rememora el titular de los espacios porteños Multiteatro, Metropolitan, Multitabris y Liceo. El cuento, reflejado en su momento por LA NACION, se completa con el deseo de la esposa del productor de, en caso de convertirse en madre de una niña, asignarle el nombre de la obra. Así fue. Años después nació Matilda Rottemberg, la menor de la familia.

“En 2015 volvimos a Londres y decidimos ver Charlie y la fábrica de chocolate como último espectáculo antes de regresar a Buenos Aires, confiados en el buen producto, ya que se trataba de un musical escrito por Roald Dahl, el mismo autor de Matilda”. Dahl rubricó Charlie y la fábrica de chocolate en 1964, convirtiéndose en un clásico literario para grandes y chicos.

Faltaban menos de veinticuatro horas para que el matrimonio Rottemberg-Pérez Moretto regresara a Buenos Aires. Aquella tarde del 20 de octubre de 2015 -previo a la función de las 19.30 del musical dirigido por Sir Samuel Alexander Mendes- Carlos y Karina decidieron comer algo en Balthazar, el famoso bistró ubicado en el corazón de Covent Garden, que contaba con una filial pequeña pegada al Theatre Royal Drury Lane, donde se estrenó la obra.

“Corridos por el apuro, nos dirigimos a la barra para comer unos sandwiches y, con no poca sorpresa, descubrimos que los únicos que estaban allí ubicados eran Mariano Pagani y Mimí, su mujer”, recuerda Rottemberg, aún sorprendido por la casualidad que algún devoto de los movimientos cósmicos en torno al destino definirá como “causa-efecto”. Algo de eso hay.

“Aquello fue una señal rara”, reconoce Carlos y su hijo Tomás -cuya madre es la actriz Linda Peretz- no duda en remarcar que “ya pasaron diez años de ese encuentro, era evidente que se había gestado algo muy fuerte”.

El productor Mariano Pagani, un experimentado hombre de teatro

Luego del brunch, los matrimonios se ubicaron en la platea de la sala a varios metros de distancia y no le dieron mayor connotación al encuentro más que la felicidad del cruce en un lugar no habitual (o no tanto).

“Luego de ver la función, Charlie… nos quedó en el imaginario”, reconoce Mariano Pagani, aunque, esa noche, no volvió a cruzarse con Rottemberg y aún faltaban algunos años para que comenzaran a trabajar juntos.

Rottemberg y su esposa desandaron a pie el camino de quince cuadras que los separaba de Piccadilly Circus. Un trayecto que resultó un punto de inflexión en la búsqueda fecunda de un hijo. “Habíamos decidido no concretar más tratamientos de fertilización, pero, en ese trayecto, Karina me dijo: ‘Quiero hacer el séptimo intento´”.

Desde la calle, por celular, se comunicaron con el médico Ramiro Quintana, experto en fertilidad, para anunciarle que lo volverían a intentar. Volaron a Buenos Aires, se sometieron a la ciencia y sucedió lo esperado: “El embrión pegó y el 21 de julio de 2016 nació Nico”, explica Rottemberg. Nicolás es el segundo hijo del productor y el primero de su actual esposa. “Son muchas señales que nos llevaron a elegir la obra, no podía ser otra”, reconoce el empresario. Efectivamente, Charlie y la fábrica de chocolate fue la última pieza que vio el matrimonio antes de la confirmación de su primer embarazo.

Los Rottemberg y Karina Pérez Moretto, una familia que respira teatro

Cuenta la leyenda familiar que, luego de las razones obvias por las que se estrenó Matilda, en honor a la niña más chica de Rottemberg y Pérez Moretto, Nico Rottemberg “eligió” School of rock, “su obra”, según dice el niño que ya se pasea por los teatros con total naturalidad. Este año, La Sirenita unió deseos compartidos entre Nicolás y Matilda. ¿Será Charlie y la fábrica de chocolate la excusa para concretar la llegada de un nuevo descendiente?

Coherencia

“Hacer Charlie y la fábrica de chocolate es el resultado de las otras tres obras previas, que nos permiten seguir apostando por esta línea de proyectos, con el target bien visualizado. Cada espectáculo apunta a un público muy puntal y nos viene saliendo bien. Nunca se sabe cómo te va a ir, pero lo que jamás dejamos de lado es el talento y la producción que se va a mostrar arriba del escenario. Eso es lo que está a nuestro alcance, porque el resto lo hace el gusto del público”, reflexiona con gran sentido común Tomás Rottemberg.

“Elegimos Charlie y la fábrica de chocolate para continuar con los contenidos pedagógicos que le estamos imponiendo cada invierno a la sala del Gran Rex, gracias al apoyo de su máximo responsable, Andrés Cordero”, reconoce Carlos Rottemberg, motivado no sólo por el resultado comercial de las propuestas exhibidas, sino también por el tono de las temáticas narradas por las mismas.

Con Charlie… se repiten algunos tópicos. Sumado al mensaje altruista, se trata de otro texto original de Dahl, con quien comenzó la saga a partir de Matilda y, dada su envergadura, el show es disfrutado tanto por los niños como por el público adulto.

La Sirenita en el Gran Rex, un suceso sin precedentes

“Son obras cuyos títulos atraen a los chicos y los adultos disfrutan mucho por tratarse de una producción diferente, es un diferencial para la Calle Corrientes. Además, a los que estamos en torno a los cuarenta años, estas historias nos atravesaron, así que es renovar aquello que nos sucedió cuando conocimos estos cuentos”, dice Tomás Rottemberg, poniendo en blanco sobre negro una de las claves del éxito de las propuestas de los últimos tres años y confiado en el mismo destino para la nueva pieza a estrenar en 2026.

En este sentido, Mariano Pagani entiende que “se ha fidelizado un público que sabe que entre junio y julio algo nuevo, donde nada está librado al azar”.

Los chicos, al escenario

En Matilda y School of rock, parte del elenco estaba conformado por niños, lo mismo sucederá con Charlie y la fábrica de chocolate. “Eso implica tener varios elencos rotativos, porque, por legislación, los niños no pueden superar determinadas horas de actividad”, explica Tomás Rottemberg.

A esos equipos hay que sumarles los niños reemplazantes en caso que algunos de los titulares deban ausentarse por razones de fuerza mayor. “Si ves nueve chicos en escena, quiere decir que hay treinta y seis formando parte del proyecto”, marca Rottemberg, un amante de las estadísticas.

Los chicos de School of Rock

“El trabajo con niños, que puede ser leído como una dificultad, en realidad, nos devolvió mucho, tanto en el escenario como en camarines. Llevan al teatro algo muy fresco y natural. En School of rock, los padres nos decían que sus hijos, luego de ver la obra, querían aprender a tocar instrumentos”, argumenta el productor Pagani.

Negociaciones

“Estoy convencido de que las personas que integran los equipos de producción, marketing y ticketing de MP y Ozono son las mejores de la industria del teatro musical nacional”, dice Carlos Rottemberg y su hijo Tomás remarca: “No lo decimos solo nosotros, nos lo dicen los talentos arriba del escenario, hablan de la contención, el apoyo y el profesionalismo que se brinda en cada proyecto”.

Mariano Pagani es quien lleva adelante las negociaciones con las agencias que preservan los derechos de las obras: “Es un trabajo de seis meses, ese es el tiempo que nos lleva tener el contrato terminado en la mano y listo para la firma”. En las deliberaciones, se debate desde el tono de la adaptación hasta la duración final del espectáculo. “Les enviamos el libro adaptado y traducido nuevamente al inglés y esa es la versión fiel con la que vamos a trabajar”.

Matilda, el musical

Un mérito no menor es que los tres títulos anteriores de esta saga de producciones no están sostenidos en productos que “bajan” de las plataformas audiovisuales, con el apoyo publicitario y la masividad per sé que eso implica. “Cuando hacés un espectáculo basado en un programa de televisión con muchos puntos de rating, hay un camino allanado; nosotros hacemos un camino más complejo, sin la red que sostiene una marca con 140 capítulos detrás”, explica Mariano Pagani.

Con Matilda, School of Rock y La Sirenita se volvieron a instalar títulos que, de una u otra forma, viven en el inconsciente colectivo, pero, en definitiva, se trata de volver a instalar marcas. “Se construye una realidad”, afirma Pagani. La Sirenita es un suceso de tal magnitud que ya ha realizado tres funciones en un solo día, agregando a los tradicionales horarios vespertinos, una presentación en horas de la mañana.

Carlos Rottemberg se enorgullece ante la proeza: “La Sirenita, ya con ciento cuarenta mil entradas vendidas a solo cuarenta días del estreno, es el fenómeno más grande que se hizo sin estar apoyado por un producto de la televisión”.

Otro aspecto a resaltar es que, en un país con una economía inestable, varios meses antes se adelanta el valor que tendrán los tickets. “A pesar de eso, se convierte en un buen negocio”, coinciden.

La versión musical teatral de Charlie y la fábrica de chocolate se hizo, además de Londres, en Nueva York, Madrid y Brasil, entre otras ciudades. Dada la buena repercusión y la factura final de La Sirenita es posible que pronto se inicie un derrotero inverso: “Un objetivo paralelo es que nuestra adaptación y puesta de La Sirenita se pueda ver en diversos mercados del mundo. Buscaremos hacerla en otras plazas”, anticipa Pagani.

La Sirenita

Carlos Rottemberg, siempre con una anécdota a mano, recuerda que cuando Santiago Moncada, autor de la obra Entre mujeres, en la cual se basó la comedia dramática Brujas, vio una función de la versión nacional estrenada hace 34 años, quedó maravillado: “Nos dijo: ‘Quiero hacer esta versión´, porque le interesó más que la original escrita por él”. Algo de eso posiblemente suceda con la versión argentina de La Sirenita.

Antes de la despedida, tanto Carlos y Tomás Rottemberg como Mariano Pagani remarcan con no poca satisfacción: “Somos una empresa argentina”. Es Carlos quien tiene a su cargo la conclusión final, reparando en un recuento no menor: “No estamos pendientes de la coyuntura del momento; de hecho, el año que viene jugaremos con la más difícil, el mundial de fútbol, así que vamos a tratar de mover bien la pelota”.

¿Ya tendrán el título para 2027? Se sonríen cómplices, ante la curiosidad. Todo hace pensar que sí. También es un secreto bajo llaves la historia personal que se esconderá detrás de la nueva propuesta. Por lo pronto, durante la temporada invernal del año próximo será el turno de Charlie y la fábrica de chocolate. Por cierto, el aroma del cacao ya huele a nuevo suceso.

Todo comenzó con la puesta de Matilda durante la temporada de invierno 2023 y la de verano del año siguiente. También durante 2024, entre junio y julio, fue el turno de School of rock. En la actualidad, y siempre en el teatro Gran Rex porteño, la sala más grande de Sudamérica, se ofrece La Sirenita, un suceso de público que está batiendo récords de venta de tickets.

Aún cuando restan varias funciones para la finalización del ciclo del musical basado en la princesa marina, de notable despliegue y puesta en escena, sus productores –Carlos y Tomás Rottemberg y Mariano Pagani– anticipan a LA NACION que, a partir de junio de 2026, la trilogía se convertirá en tetralogía, cuando se levante el telón de Charlie y la fábrica de chocolate, la nueva y ambiciosa apuesta que buscará repetir el buen destino de las propuestas anteriores.

“Vamos a continuar con un título que se ajusta a nuestra premisa original, que se trate de una obra a la que nosotros llevaríamos a ver a nuestros hijos”, explica Carlos Rottemberg, “el señor de los teatros”, acomodado en su amplia oficina en el piso superior del Multiteatro, en el exacto lugar donde alguna vez pernoctó la notable actriz Blanca Podestá.

A su lado, Tomás Rottemberg, responsable de la producción de varios títulos en cartelera sobre la Calle Corrientes, reconoce: “Buscamos, una vez más, que la obra contenga un mensaje que supere el mero entretenimiento”.

Tomás y Carlos Rottemberg en el Gran Rex durante la temporada anterior

Desde el frenético verano madrileño, y a través del teléfono en altavoz, se suma Mariano Pagani, especialista experimentado en estas ambiciosas producciones: “Montar una comedia musical por año es un trabajo muy exhaustivo. En Europa, una producción de la envergadura de las que hacemos en el Gran Rex, salvo que resulte un fracaso, permanece años en cartel”.

La producción responsable está integrada por “Los Rottemberg” (ya una marca), MP (Mariano Pagani y Magalí Altman) y Ozono, la compañía de Pablo Kohlhuber y Fernando Moya.

En pocas semanas se lanzará la convocatoria para elegir, a través de un casting, los nombres para el nuevo título a estrenar.

La pieza está basada en la historia del niño Charlie, de familia humilde, al que un concurso, una fábrica de chocolate y su esmero personal le permiten, tanto a él como a su familia, cambiar el curso del previsible destino de su vida, tal lo que propone el cuento original rubricado por Roald Dahl.

Un clásico del cine, que también subió a los grandes escenarios del mundo, llegará el año que viene a Buenos Aires

La versión musical teatral, que se estrenó en junio de 2013 en el West End londinense cuenta con libro de David Greig, música compuesta por Marc Shaiman y letras escritas por el propio Shaiman y Scott Wittman.

Detrás de todo eso hay otro camino posible para leer este derrotero que se viene proponiendo montar en escena recordados e impuestos tanques que cuentan con versiones cinematográficas que dieron la vuelta al mundo y montajes teatrales en las principales capitales del espectáculo internacional.

Ese otro camino amerita una lectura que está sostenida en causalidades sumamente sugestivas. Historias que vinculan lo personal, el entramado familiar y la determinación de ser permeables y escuchar algunas señales por demás sorprendentes, al menos, para los protagonistas de esta historia que se esconde detrás de las mencionadas ficciones conocidas por todos.

Más allá de Buckingham

¿Qué vincula a Carlos Rottemberg y Karina Pérez Moretto, su esposa, con la ciudad de Londres? A veces, las territorialidades conllevan resonancias emocionales. Cronotopos que establecen una línea de tiempo en torno a diversos sucesos en un mismo lugar. Ellos lo saben.

“En 2013, con Karina vimos Matilda en el teatro Cambridge”, rememora el titular de los espacios porteños Multiteatro, Metropolitan, Multitabris y Liceo. El cuento, reflejado en su momento por LA NACION, se completa con el deseo de la esposa del productor de, en caso de convertirse en madre de una niña, asignarle el nombre de la obra. Así fue. Años después nació Matilda Rottemberg, la menor de la familia.

“En 2015 volvimos a Londres y decidimos ver Charlie y la fábrica de chocolate como último espectáculo antes de regresar a Buenos Aires, confiados en el buen producto, ya que se trataba de un musical escrito por Roald Dahl, el mismo autor de Matilda”. Dahl rubricó Charlie y la fábrica de chocolate en 1964, convirtiéndose en un clásico literario para grandes y chicos.

Faltaban menos de veinticuatro horas para que el matrimonio Rottemberg-Pérez Moretto regresara a Buenos Aires. Aquella tarde del 20 de octubre de 2015 -previo a la función de las 19.30 del musical dirigido por Sir Samuel Alexander Mendes- Carlos y Karina decidieron comer algo en Balthazar, el famoso bistró ubicado en el corazón de Covent Garden, que contaba con una filial pequeña pegada al Theatre Royal Drury Lane, donde se estrenó la obra.

“Corridos por el apuro, nos dirigimos a la barra para comer unos sandwiches y, con no poca sorpresa, descubrimos que los únicos que estaban allí ubicados eran Mariano Pagani y Mimí, su mujer”, recuerda Rottemberg, aún sorprendido por la casualidad que algún devoto de los movimientos cósmicos en torno al destino definirá como “causa-efecto”. Algo de eso hay.

“Aquello fue una señal rara”, reconoce Carlos y su hijo Tomás -cuya madre es la actriz Linda Peretz- no duda en remarcar que “ya pasaron diez años de ese encuentro, era evidente que se había gestado algo muy fuerte”.

El productor Mariano Pagani, un experimentado hombre de teatro

Luego del brunch, los matrimonios se ubicaron en la platea de la sala a varios metros de distancia y no le dieron mayor connotación al encuentro más que la felicidad del cruce en un lugar no habitual (o no tanto).

“Luego de ver la función, Charlie… nos quedó en el imaginario”, reconoce Mariano Pagani, aunque, esa noche, no volvió a cruzarse con Rottemberg y aún faltaban algunos años para que comenzaran a trabajar juntos.

Rottemberg y su esposa desandaron a pie el camino de quince cuadras que los separaba de Piccadilly Circus. Un trayecto que resultó un punto de inflexión en la búsqueda fecunda de un hijo. “Habíamos decidido no concretar más tratamientos de fertilización, pero, en ese trayecto, Karina me dijo: ‘Quiero hacer el séptimo intento´”.

Desde la calle, por celular, se comunicaron con el médico Ramiro Quintana, experto en fertilidad, para anunciarle que lo volverían a intentar. Volaron a Buenos Aires, se sometieron a la ciencia y sucedió lo esperado: “El embrión pegó y el 21 de julio de 2016 nació Nico”, explica Rottemberg. Nicolás es el segundo hijo del productor y el primero de su actual esposa. “Son muchas señales que nos llevaron a elegir la obra, no podía ser otra”, reconoce el empresario. Efectivamente, Charlie y la fábrica de chocolate fue la última pieza que vio el matrimonio antes de la confirmación de su primer embarazo.

Los Rottemberg y Karina Pérez Moretto, una familia que respira teatro

Cuenta la leyenda familiar que, luego de las razones obvias por las que se estrenó Matilda, en honor a la niña más chica de Rottemberg y Pérez Moretto, Nico Rottemberg “eligió” School of rock, “su obra”, según dice el niño que ya se pasea por los teatros con total naturalidad. Este año, La Sirenita unió deseos compartidos entre Nicolás y Matilda. ¿Será Charlie y la fábrica de chocolate la excusa para concretar la llegada de un nuevo descendiente?

Coherencia

“Hacer Charlie y la fábrica de chocolate es el resultado de las otras tres obras previas, que nos permiten seguir apostando por esta línea de proyectos, con el target bien visualizado. Cada espectáculo apunta a un público muy puntal y nos viene saliendo bien. Nunca se sabe cómo te va a ir, pero lo que jamás dejamos de lado es el talento y la producción que se va a mostrar arriba del escenario. Eso es lo que está a nuestro alcance, porque el resto lo hace el gusto del público”, reflexiona con gran sentido común Tomás Rottemberg.

“Elegimos Charlie y la fábrica de chocolate para continuar con los contenidos pedagógicos que le estamos imponiendo cada invierno a la sala del Gran Rex, gracias al apoyo de su máximo responsable, Andrés Cordero”, reconoce Carlos Rottemberg, motivado no sólo por el resultado comercial de las propuestas exhibidas, sino también por el tono de las temáticas narradas por las mismas.

Con Charlie… se repiten algunos tópicos. Sumado al mensaje altruista, se trata de otro texto original de Dahl, con quien comenzó la saga a partir de Matilda y, dada su envergadura, el show es disfrutado tanto por los niños como por el público adulto.

La Sirenita en el Gran Rex, un suceso sin precedentes

“Son obras cuyos títulos atraen a los chicos y los adultos disfrutan mucho por tratarse de una producción diferente, es un diferencial para la Calle Corrientes. Además, a los que estamos en torno a los cuarenta años, estas historias nos atravesaron, así que es renovar aquello que nos sucedió cuando conocimos estos cuentos”, dice Tomás Rottemberg, poniendo en blanco sobre negro una de las claves del éxito de las propuestas de los últimos tres años y confiado en el mismo destino para la nueva pieza a estrenar en 2026.

En este sentido, Mariano Pagani entiende que “se ha fidelizado un público que sabe que entre junio y julio algo nuevo, donde nada está librado al azar”.

Los chicos, al escenario

En Matilda y School of rock, parte del elenco estaba conformado por niños, lo mismo sucederá con Charlie y la fábrica de chocolate. “Eso implica tener varios elencos rotativos, porque, por legislación, los niños no pueden superar determinadas horas de actividad”, explica Tomás Rottemberg.

A esos equipos hay que sumarles los niños reemplazantes en caso que algunos de los titulares deban ausentarse por razones de fuerza mayor. “Si ves nueve chicos en escena, quiere decir que hay treinta y seis formando parte del proyecto”, marca Rottemberg, un amante de las estadísticas.

Los chicos de School of Rock

“El trabajo con niños, que puede ser leído como una dificultad, en realidad, nos devolvió mucho, tanto en el escenario como en camarines. Llevan al teatro algo muy fresco y natural. En School of rock, los padres nos decían que sus hijos, luego de ver la obra, querían aprender a tocar instrumentos”, argumenta el productor Pagani.

Negociaciones

“Estoy convencido de que las personas que integran los equipos de producción, marketing y ticketing de MP y Ozono son las mejores de la industria del teatro musical nacional”, dice Carlos Rottemberg y su hijo Tomás remarca: “No lo decimos solo nosotros, nos lo dicen los talentos arriba del escenario, hablan de la contención, el apoyo y el profesionalismo que se brinda en cada proyecto”.

Mariano Pagani es quien lleva adelante las negociaciones con las agencias que preservan los derechos de las obras: “Es un trabajo de seis meses, ese es el tiempo que nos lleva tener el contrato terminado en la mano y listo para la firma”. En las deliberaciones, se debate desde el tono de la adaptación hasta la duración final del espectáculo. “Les enviamos el libro adaptado y traducido nuevamente al inglés y esa es la versión fiel con la que vamos a trabajar”.

Matilda, el musical

Un mérito no menor es que los tres títulos anteriores de esta saga de producciones no están sostenidos en productos que “bajan” de las plataformas audiovisuales, con el apoyo publicitario y la masividad per sé que eso implica. “Cuando hacés un espectáculo basado en un programa de televisión con muchos puntos de rating, hay un camino allanado; nosotros hacemos un camino más complejo, sin la red que sostiene una marca con 140 capítulos detrás”, explica Mariano Pagani.

Con Matilda, School of Rock y La Sirenita se volvieron a instalar títulos que, de una u otra forma, viven en el inconsciente colectivo, pero, en definitiva, se trata de volver a instalar marcas. “Se construye una realidad”, afirma Pagani. La Sirenita es un suceso de tal magnitud que ya ha realizado tres funciones en un solo día, agregando a los tradicionales horarios vespertinos, una presentación en horas de la mañana.

Carlos Rottemberg se enorgullece ante la proeza: “La Sirenita, ya con ciento cuarenta mil entradas vendidas a solo cuarenta días del estreno, es el fenómeno más grande que se hizo sin estar apoyado por un producto de la televisión”.

Otro aspecto a resaltar es que, en un país con una economía inestable, varios meses antes se adelanta el valor que tendrán los tickets. “A pesar de eso, se convierte en un buen negocio”, coinciden.

La versión musical teatral de Charlie y la fábrica de chocolate se hizo, además de Londres, en Nueva York, Madrid y Brasil, entre otras ciudades. Dada la buena repercusión y la factura final de La Sirenita es posible que pronto se inicie un derrotero inverso: “Un objetivo paralelo es que nuestra adaptación y puesta de La Sirenita se pueda ver en diversos mercados del mundo. Buscaremos hacerla en otras plazas”, anticipa Pagani.

La Sirenita

Carlos Rottemberg, siempre con una anécdota a mano, recuerda que cuando Santiago Moncada, autor de la obra Entre mujeres, en la cual se basó la comedia dramática Brujas, vio una función de la versión nacional estrenada hace 34 años, quedó maravillado: “Nos dijo: ‘Quiero hacer esta versión´, porque le interesó más que la original escrita por él”. Algo de eso posiblemente suceda con la versión argentina de La Sirenita.

Antes de la despedida, tanto Carlos y Tomás Rottemberg como Mariano Pagani remarcan con no poca satisfacción: “Somos una empresa argentina”. Es Carlos quien tiene a su cargo la conclusión final, reparando en un recuento no menor: “No estamos pendientes de la coyuntura del momento; de hecho, el año que viene jugaremos con la más difícil, el mundial de fútbol, así que vamos a tratar de mover bien la pelota”.

¿Ya tendrán el título para 2027? Se sonríen cómplices, ante la curiosidad. Todo hace pensar que sí. También es un secreto bajo llaves la historia personal que se esconderá detrás de la nueva propuesta. Por lo pronto, durante la temporada invernal del año próximo será el turno de Charlie y la fábrica de chocolate. Por cierto, el aroma del cacao ya huele a nuevo suceso.

 Luego de los sucesos de Matilda, School of Rock y La Sirenita, actualmente en cartel, se acaba de firmar el contrato para la realización de un nuevo gran musical con el mismo equipo de productores  LA NACION

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