Murió Ramón Arosa, el almirante elegido por Raúl Alfonsín para cambiar la Armada tras la dictadura militar

La misión de garantizar el compromiso de la Armada con las leyes de la democracia, desde el primero hasta el último día del gobierno constitucional de Raúl Alfonsín (1983-1989), fue la tarea más compleja del almirante Ramón Antonio Arosa, fallecido este viernes, a los 94 años. Fue comandante de la Armada en una Argentina atravesada por la herencia de la dictadura militar y la derrota de la guerra de Malvinas.
Arosa tomó el timón que unos años antes había conducido con mano férrea y al borde de la ilegalidad el almirante Emilio Eduardo Massera. Su apego a la vigencia de la democracia lo llevó a enfrentar fuertes desafíos, en un tiempo marcado por el Juicio a las Juntas, a raíz del terrorismo de Estado, que condenó a los antiguos comandantes de las Fuerzas Armadas; las repetidas asonadas carapintadas y las tensiones por las leyes de punto final y de obediencia debida, en los primeros años de la transición a la democracia.
Arosa había nacido en Buenos Aires en la fecha patria del 25 de mayo de 1931 y, luego de estudiar en el Colegio Ward, de Ramos Mejía, ingresó en la Escuela Naval Militar, de la que se graduó en 1952 con el mejor promedio de su promoción.
Entre otros destinos, se desempeñó en el Crucero General Belgrano, en el destructor ARA Santa Cruz y en el buque escuela ARA Bahía Thetis, como oficial instructor. Entre 1962 y 1965 prestó servicios en el portaaviones ARA Independencia y luego fue jefe del año preparatorio en la Escuela Naval Militar. Más allá del adiestramiento y el saber técnico, sabía transmitir valores culturales y cultivaba el acercamiento a la literatura. Ocupó el primer puesto en los cursos de Comando y de Estado Mayor de la Escuela de Guerra Naval, formación que le permitió acceder a sucesivos ascensos.
El incidente Shackleton
Como comandante del destructor ARA Almirante Storni, siendo capitán de fragata, tuvo una actuación valerosa en defensa de la soberanía marítima argentina en febrero de 1976, durante el gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón y seis años antes de la guerra de Malvinas. En la Armada recuerdan que hizo valer los derechos argentinos en el mar ante el buque de investigación británico Shackleton, de la Marina Real, que realizaba “presuntos estudios oceanográficos en aguas nacionales y en la plataforma continental argentina”. El episodio es conocido como “el incidente Shackleton” y tuvo impacto en las relaciones bilaterales entre la Argentina y el Reino Unido.
El capitán Arosa ordenó la detención del buque oceanográfico británico, que realizaba operaciones en una zona de jurisdicción marítima argentina, pero recibió una respuesta negativa del RRS Shackleton, por lo que el ARA Almirante Storni realizó disparos de advertencia y comenzó una persecución. La tensión se intensificó y un avión de exploración SP-2H Neptune respaldó las acciones del buque argentino. El Shackleton se refugió en las islas Malvinas y el conflicto escaló más tarde en las Naciones Unidas.
Promovido a contralmirante, antes de la guerra de Malvinas fue comandante de la División Corbetas de la Flota de Mar y cumplió funciones en la Subsecretaría General Naval. Tras el conflicto bélico y el último tramo del gobierno de facto fue jefe de la Casa Militar de la Presidencia de la Nación. Tras un exhaustivo análisis de sus antecedentes y de los perfiles que se barajaban para la conducción de la fuerza, el presidente Alfonsín lo eligió para conducir la Armada en el período democrático.
En el gobierno radical de Alfonsín eran conscientes de que compartían con Arosa “importantes responsabilidades en los primeros años de la transición democrática”, recuerdan hoy cerca del exministro de Defensa Horacio Jaunarena. Reconocían, así, su lealtad y su convencimiento de que era en democracia el sistema dentro del cual debía vivir el país.
Con esa mirada, a más de 40 años de distancia de aquellos momentos de tensión, hay conciencia de que “las Fuerzas Armadas se encuentran entre los pilares fundamentales que sostienen a la República y a la democracia en la Argentina”, estiman cerca del exministro Jaunarena. Arosa concluyó su gestión como jefe del Estado Mayor General de la Armada el último día del gobierno de Alfonsín, tras la asunción de Carlos Menem en la presidencia de la Nación.
Ya retirado, el almirante Arosa tuvo una destacada actuación como presidente de la Liga Naval Argentina, entre 1996 y 2003. Allí dejó el recuerdo de su “profesionalismo naval” y su capacidad para imprimirle vigor y presencia a la institución.
Publicó, además, libros en los que presenta anécdotas y reflexiones sobre la vida naval. Sus títulos son “Pinceladas marineras” (2000), “De Constitución a Retiro” (2008) y “Burbujas marineras” (2008).
La misión de garantizar el compromiso de la Armada con las leyes de la democracia, desde el primero hasta el último día del gobierno constitucional de Raúl Alfonsín (1983-1989), fue la tarea más compleja del almirante Ramón Antonio Arosa, fallecido este viernes, a los 94 años. Fue comandante de la Armada en una Argentina atravesada por la herencia de la dictadura militar y la derrota de la guerra de Malvinas.
Arosa tomó el timón que unos años antes había conducido con mano férrea y al borde de la ilegalidad el almirante Emilio Eduardo Massera. Su apego a la vigencia de la democracia lo llevó a enfrentar fuertes desafíos, en un tiempo marcado por el Juicio a las Juntas, a raíz del terrorismo de Estado, que condenó a los antiguos comandantes de las Fuerzas Armadas; las repetidas asonadas carapintadas y las tensiones por las leyes de punto final y de obediencia debida, en los primeros años de la transición a la democracia.
Arosa había nacido en Buenos Aires en la fecha patria del 25 de mayo de 1931 y, luego de estudiar en el Colegio Ward, de Ramos Mejía, ingresó en la Escuela Naval Militar, de la que se graduó en 1952 con el mejor promedio de su promoción.
Entre otros destinos, se desempeñó en el Crucero General Belgrano, en el destructor ARA Santa Cruz y en el buque escuela ARA Bahía Thetis, como oficial instructor. Entre 1962 y 1965 prestó servicios en el portaaviones ARA Independencia y luego fue jefe del año preparatorio en la Escuela Naval Militar. Más allá del adiestramiento y el saber técnico, sabía transmitir valores culturales y cultivaba el acercamiento a la literatura. Ocupó el primer puesto en los cursos de Comando y de Estado Mayor de la Escuela de Guerra Naval, formación que le permitió acceder a sucesivos ascensos.
El incidente Shackleton
Como comandante del destructor ARA Almirante Storni, siendo capitán de fragata, tuvo una actuación valerosa en defensa de la soberanía marítima argentina en febrero de 1976, durante el gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón y seis años antes de la guerra de Malvinas. En la Armada recuerdan que hizo valer los derechos argentinos en el mar ante el buque de investigación británico Shackleton, de la Marina Real, que realizaba “presuntos estudios oceanográficos en aguas nacionales y en la plataforma continental argentina”. El episodio es conocido como “el incidente Shackleton” y tuvo impacto en las relaciones bilaterales entre la Argentina y el Reino Unido.
El capitán Arosa ordenó la detención del buque oceanográfico británico, que realizaba operaciones en una zona de jurisdicción marítima argentina, pero recibió una respuesta negativa del RRS Shackleton, por lo que el ARA Almirante Storni realizó disparos de advertencia y comenzó una persecución. La tensión se intensificó y un avión de exploración SP-2H Neptune respaldó las acciones del buque argentino. El Shackleton se refugió en las islas Malvinas y el conflicto escaló más tarde en las Naciones Unidas.
Promovido a contralmirante, antes de la guerra de Malvinas fue comandante de la División Corbetas de la Flota de Mar y cumplió funciones en la Subsecretaría General Naval. Tras el conflicto bélico y el último tramo del gobierno de facto fue jefe de la Casa Militar de la Presidencia de la Nación. Tras un exhaustivo análisis de sus antecedentes y de los perfiles que se barajaban para la conducción de la fuerza, el presidente Alfonsín lo eligió para conducir la Armada en el período democrático.
En el gobierno radical de Alfonsín eran conscientes de que compartían con Arosa “importantes responsabilidades en los primeros años de la transición democrática”, recuerdan hoy cerca del exministro de Defensa Horacio Jaunarena. Reconocían, así, su lealtad y su convencimiento de que era en democracia el sistema dentro del cual debía vivir el país.
Con esa mirada, a más de 40 años de distancia de aquellos momentos de tensión, hay conciencia de que “las Fuerzas Armadas se encuentran entre los pilares fundamentales que sostienen a la República y a la democracia en la Argentina”, estiman cerca del exministro Jaunarena. Arosa concluyó su gestión como jefe del Estado Mayor General de la Armada el último día del gobierno de Alfonsín, tras la asunción de Carlos Menem en la presidencia de la Nación.
Ya retirado, el almirante Arosa tuvo una destacada actuación como presidente de la Liga Naval Argentina, entre 1996 y 2003. Allí dejó el recuerdo de su “profesionalismo naval” y su capacidad para imprimirle vigor y presencia a la institución.
Publicó, además, libros en los que presenta anécdotas y reflexiones sobre la vida naval. Sus títulos son “Pinceladas marineras” (2000), “De Constitución a Retiro” (2008) y “Burbujas marineras” (2008).
Fue comandante de la fuerza entre 1983 y 1989, en tiempos de tensión por el Juicio a las Juntas, las rebeliones carapintadas y las leyes de punto final y de obediencia debida LA NACION