¿Los músculos se vuelven grasa cuando dejamos de estimularlos con el ejercicio?

La creencia de que los músculos se transforman en grasa cuando una persona deja de hacer ejercicio es una de las ideas erróneas más difundidas en el ámbito del acondicionamiento físico.
Según diversas fuentes especializadas, entre ellas Trinity Health System, ‘Fit&Well’ y ‘Abbott’, el músculo y la grasa son tejidos completamente distintos, y uno no puede convertirse en el otro.
¿Qué ocurre realmente cuando dejamos de ejercitarnos?
Cuando una persona interrumpe su rutina de entrenamiento, los músculos comienzan a experimentar un proceso llamado atrofia. Esto significa que, al no ser estimulados, los músculos se reducen de tamaño y fuerza.
‘Fit&Well’ explica que este fenómeno ocurre porque el cuerpo ya no necesita mantener un tejido muscular que no se utiliza, lo que lleva a su deterioro progresivo.
A la vez, la disminución de la actividad física implica un menor gasto energético diario. Si la ingesta calórica permanece igual, es decir, si se sigue comiendo como cuando se entrenaba regularmente, el exceso de energía tiende a almacenarse en forma de grasa corporal.
Esta combinación de pérdida muscular y aumento de grasa puede dar la impresión de que el músculo se ha transformado en grasa, aunque no sea así desde el punto de vista biológico.
Trinity Health System aclara que esta percepción errónea se debe a los cambios físicos visibles: “Esto es más sobre transformaciones en tu cuerpo que sobre una conversión directa de un tejido en otro”, señala la entidad médica.
Efectos a corto y largo plazo de la inactividad física
Dejar de ejercitarse puede producir cambios en el cuerpo en cuestión de días. Según ‘Abbott’, en la primera semana sin actividad se pueden observar aumentos en la frecuencia cardíaca en reposo y pérdida de resistencia.
A partir de ese momento, los músculos comienzan a reducir su tamaño y se incrementa el riesgo de aumento de peso. En el largo plazo, el sedentarismo puede contribuir al desarrollo de enfermedades como diabetes tipo 2, afecciones cardiovasculares y hasta una menor esperanza de vida.
‘Fit&Well’ respalda esta perspectiva con datos de estudios como el publicado en el International Journal of Obesity, que confirma la relación directa entre menor gasto energético y aumento del tejido adiposo.
¿Cómo mantener los resultados y prevenir el deterioro muscular?
Aun si se deja de asistir al gimnasio, existen formas de mantener la masa muscular mediante ejercicios con el propio peso corporal, como flexiones, sentadillas o dominadas. También es fundamental ajustar la alimentación al nuevo nivel de actividad para evitar un exceso calórico.
Para quienes llevan una vida sedentaria, ‘Abbott’ recomienda incorporar al menos 30 minutos de actividad física moderada cinco veces por semana. Incluso caminatas rápidas o ejercicios de movilidad pueden ser beneficiosos.
La evidencia indica que los efectos negativos del sedentarismo pueden revertirse con la adopción sostenida de una rutina activa.
Los músculos no se convierten en grasa
El mito de que los músculos se convierten en grasa al dejar de hacer ejercicio no tiene sustento científico. Lo que realmente ocurre es una disminución del tejido muscular por falta de uso y un aumento de grasa corporal si no se ajusta la dieta a la menor demanda energética.
Para mantener una composición corporal saludable, lo esencial es conservar la actividad física de forma regular y adaptar los hábitos alimenticios al nivel de ejercicio.
La creencia de que los músculos se transforman en grasa cuando una persona deja de hacer ejercicio es una de las ideas erróneas más difundidas en el ámbito del acondicionamiento físico.
Según diversas fuentes especializadas, entre ellas Trinity Health System, ‘Fit&Well’ y ‘Abbott’, el músculo y la grasa son tejidos completamente distintos, y uno no puede convertirse en el otro.
¿Qué ocurre realmente cuando dejamos de ejercitarnos?
Cuando una persona interrumpe su rutina de entrenamiento, los músculos comienzan a experimentar un proceso llamado atrofia. Esto significa que, al no ser estimulados, los músculos se reducen de tamaño y fuerza.
‘Fit&Well’ explica que este fenómeno ocurre porque el cuerpo ya no necesita mantener un tejido muscular que no se utiliza, lo que lleva a su deterioro progresivo.
A la vez, la disminución de la actividad física implica un menor gasto energético diario. Si la ingesta calórica permanece igual, es decir, si se sigue comiendo como cuando se entrenaba regularmente, el exceso de energía tiende a almacenarse en forma de grasa corporal.
Esta combinación de pérdida muscular y aumento de grasa puede dar la impresión de que el músculo se ha transformado en grasa, aunque no sea así desde el punto de vista biológico.
Trinity Health System aclara que esta percepción errónea se debe a los cambios físicos visibles: “Esto es más sobre transformaciones en tu cuerpo que sobre una conversión directa de un tejido en otro”, señala la entidad médica.
Efectos a corto y largo plazo de la inactividad física
Dejar de ejercitarse puede producir cambios en el cuerpo en cuestión de días. Según ‘Abbott’, en la primera semana sin actividad se pueden observar aumentos en la frecuencia cardíaca en reposo y pérdida de resistencia.
A partir de ese momento, los músculos comienzan a reducir su tamaño y se incrementa el riesgo de aumento de peso. En el largo plazo, el sedentarismo puede contribuir al desarrollo de enfermedades como diabetes tipo 2, afecciones cardiovasculares y hasta una menor esperanza de vida.
‘Fit&Well’ respalda esta perspectiva con datos de estudios como el publicado en el International Journal of Obesity, que confirma la relación directa entre menor gasto energético y aumento del tejido adiposo.
¿Cómo mantener los resultados y prevenir el deterioro muscular?
Aun si se deja de asistir al gimnasio, existen formas de mantener la masa muscular mediante ejercicios con el propio peso corporal, como flexiones, sentadillas o dominadas. También es fundamental ajustar la alimentación al nuevo nivel de actividad para evitar un exceso calórico.
Para quienes llevan una vida sedentaria, ‘Abbott’ recomienda incorporar al menos 30 minutos de actividad física moderada cinco veces por semana. Incluso caminatas rápidas o ejercicios de movilidad pueden ser beneficiosos.
La evidencia indica que los efectos negativos del sedentarismo pueden revertirse con la adopción sostenida de una rutina activa.
Los músculos no se convierten en grasa
El mito de que los músculos se convierten en grasa al dejar de hacer ejercicio no tiene sustento científico. Lo que realmente ocurre es una disminución del tejido muscular por falta de uso y un aumento de grasa corporal si no se ajusta la dieta a la menor demanda energética.
Para mantener una composición corporal saludable, lo esencial es conservar la actividad física de forma regular y adaptar los hábitos alimenticios al nivel de ejercicio.
Lo responde los expertos y alertan sobre la inactividad LA NACION