Lo abandonaron en un descampado; tenía heridas en el cráneo y había perdido un ojo: “Los golpes que recibió fueron demasiados”

Su estado dejó a todos sin habla. Abandonado en un descampado con el cráneo supurando y gusanos que caían de sus miembros, el estado de desnutrición de ese animal quedó grabada en la memoria de los voluntarios que esa tarde asistieron a su rescate. Era apenas un potrillo de un año de vida que ya había conocido el horror que es capaz de generar el ser humano.
Como habían hecho incontable cantidad de veces, un equipo de Caballos de Quilmes -que hace más de diez años rescata animales heridos, exhaustos, golpeados y, muchas veces, al borde de la muerte en la provincia de Buenos Aires- activó un protocolo de urgencia. Luego de acomodar al animal en un espacio seguro para su traslado, lo llevaron de inmediato al hospital que la ONG posee en el predio en el que viven 82 caballos rescatados y donde funciona también el centro veterinario equino, el único del país con quirófano y atención de alta complejidad para animales judicializados.
«Los golpes que recibió en la cabeza fueron demasiados. De un lado directamente le habían sacado un ojo y llegó con los nervios expuestos. Del otro tenía una fístula con gran cantidad de pus. La secreción que evidentemente sufrió por días de ese ojo, había quemado, además, gran parte de su piel“, detalla Karina Dotto, al frente de la organización que, a pulmón, se propuso darle una segunda oportunidad a los animales víctimas de la tracción a sangre.
Son muchas las laceraciones que Hummus, como bautizaron al joven caballo, tenía por todo el cuerpo. “Contrarrestar el infierno que le hicieron pasar y aplacar su dolor, no iba a ser fácil. Cada día intentábamos devolverle todo lo que le habían arrebatado. Le ofrecimos contención y cuidados diarios en un espacio tranquilo, limpio y cerca de otros caballos. Dentro del hospital y refugio, desde el primer día Hummus fue monitoreado por los veterinarios que sigue de cerca su terapia, un programa de alimentación especial y una batería de estudios con el fin de poder asistirlo de forma adecuada”.
Los golpes que le dieron a Hummus le deformaron el cráneo. Su estado de desnutrición era tan severo que su debilidad era preocupante. Cuando llegó al refugio, pesaba tan solo 142 kg. Eso no era todo. Tenía lesiones en el esfínter anal y base de la cola y heridas en grandes partes del cuerpo compatibles con el uso de sogas. “No sabemos si lo levantaban así o si lo colgaban. El pene estaba cortado parcialmente y evidenciaba una miasis de varios días. Esto le impedía poder retraerlo e incluso orinar correctamente”.
La radiografía contrastada confirmó que la fístula de la cabeza de Hummus estaba comunicada con la articulación temporomandibular. Para ello, se le realizó una infiltración eco-guiada con antibióticos. Luego de 67 días de internación y cuidados exhaustivos, aumentó 75 kg, las heridas y quemaduras de su piel cicatrizaron y las lesiones en su pene, pasaron de una posible amputación a una regeneración total. Tras seis meses de tratamiento intensivo, Hummus alcanzó los 326 kg.
Sin embargo, pese al enorme esfuerzo que hacen a diario todos los que trabajan en Caballos de Quilmes, el predio -cuyo equipo fijo de trabajo está integrado por entre ocho y diez personas, sumado a estudiantes de veterinaria que hacen rotaciones de guardia las 24 horas, los 7 días de la semana-está en riesgo. “El hospital nació en pandemia por la necesidad de seguir salvando caballos que llegaban pendiendo de un hilo y una cirugía era la única solución. Lo hicimos todo para ellos, los caballos del conurbano, los olvidados, los que son descartados de los carros para morir”, detalla Dotto.
El campo donde funciona Caballos de Quilmes fue prestado, de palabra, por su dueño original. Pero, luego de la muerte de aquel alma noble, sus herederos legales -aunque respetaron la voluntad del fallecido- hoy tomaron otra decisión: vender el campo. El valor fijado es de 2.160 millones de pesos. “Para una ONG es inalcanzable poder juntar semejante cantidad de dinero”, confiesa Karina Dotto.
El hospital tiene quirófano, área de internación, espacio neonatal y funciona como hospital escuela, con convenios con las facultades de Veterinaria de la UBA y de la Universidad Nacional de La Plata.
Por eso, con ayuda de activistas y referentes (entre los que se encuentra Liz Solari), lanzaron una colecta pública. Si 216 mil personas donan 10 mil pesos cada una, llegarán al monto necesario. En este link se puede colaborar con la causa. Como para Hummus al momento de su rescate, el hospital hizo la diferencia entre su vida y su muerte. Si el hospital cierra, caballos como él quedarían en las calles, sin la atención médica que les permita recibir todo lo necesario que intente salvarlos, aún cuando sus vidas pendan de un hilo.
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Si tenés una historia de adopción, rescate, rehabilitación o ayudaste a algún animal en situación de riesgo y querés contar su historia, escribinos a bestiariolanacion@gmail.com
Su estado dejó a todos sin habla. Abandonado en un descampado con el cráneo supurando y gusanos que caían de sus miembros, el estado de desnutrición de ese animal quedó grabada en la memoria de los voluntarios que esa tarde asistieron a su rescate. Era apenas un potrillo de un año de vida que ya había conocido el horror que es capaz de generar el ser humano.
Como habían hecho incontable cantidad de veces, un equipo de Caballos de Quilmes -que hace más de diez años rescata animales heridos, exhaustos, golpeados y, muchas veces, al borde de la muerte en la provincia de Buenos Aires- activó un protocolo de urgencia. Luego de acomodar al animal en un espacio seguro para su traslado, lo llevaron de inmediato al hospital que la ONG posee en el predio en el que viven 82 caballos rescatados y donde funciona también el centro veterinario equino, el único del país con quirófano y atención de alta complejidad para animales judicializados.
«Los golpes que recibió en la cabeza fueron demasiados. De un lado directamente le habían sacado un ojo y llegó con los nervios expuestos. Del otro tenía una fístula con gran cantidad de pus. La secreción que evidentemente sufrió por días de ese ojo, había quemado, además, gran parte de su piel“, detalla Karina Dotto, al frente de la organización que, a pulmón, se propuso darle una segunda oportunidad a los animales víctimas de la tracción a sangre.
Son muchas las laceraciones que Hummus, como bautizaron al joven caballo, tenía por todo el cuerpo. “Contrarrestar el infierno que le hicieron pasar y aplacar su dolor, no iba a ser fácil. Cada día intentábamos devolverle todo lo que le habían arrebatado. Le ofrecimos contención y cuidados diarios en un espacio tranquilo, limpio y cerca de otros caballos. Dentro del hospital y refugio, desde el primer día Hummus fue monitoreado por los veterinarios que sigue de cerca su terapia, un programa de alimentación especial y una batería de estudios con el fin de poder asistirlo de forma adecuada”.
Los golpes que le dieron a Hummus le deformaron el cráneo. Su estado de desnutrición era tan severo que su debilidad era preocupante. Cuando llegó al refugio, pesaba tan solo 142 kg. Eso no era todo. Tenía lesiones en el esfínter anal y base de la cola y heridas en grandes partes del cuerpo compatibles con el uso de sogas. “No sabemos si lo levantaban así o si lo colgaban. El pene estaba cortado parcialmente y evidenciaba una miasis de varios días. Esto le impedía poder retraerlo e incluso orinar correctamente”.
La radiografía contrastada confirmó que la fístula de la cabeza de Hummus estaba comunicada con la articulación temporomandibular. Para ello, se le realizó una infiltración eco-guiada con antibióticos. Luego de 67 días de internación y cuidados exhaustivos, aumentó 75 kg, las heridas y quemaduras de su piel cicatrizaron y las lesiones en su pene, pasaron de una posible amputación a una regeneración total. Tras seis meses de tratamiento intensivo, Hummus alcanzó los 326 kg.
Sin embargo, pese al enorme esfuerzo que hacen a diario todos los que trabajan en Caballos de Quilmes, el predio -cuyo equipo fijo de trabajo está integrado por entre ocho y diez personas, sumado a estudiantes de veterinaria que hacen rotaciones de guardia las 24 horas, los 7 días de la semana-está en riesgo. “El hospital nació en pandemia por la necesidad de seguir salvando caballos que llegaban pendiendo de un hilo y una cirugía era la única solución. Lo hicimos todo para ellos, los caballos del conurbano, los olvidados, los que son descartados de los carros para morir”, detalla Dotto.
El campo donde funciona Caballos de Quilmes fue prestado, de palabra, por su dueño original. Pero, luego de la muerte de aquel alma noble, sus herederos legales -aunque respetaron la voluntad del fallecido- hoy tomaron otra decisión: vender el campo. El valor fijado es de 2.160 millones de pesos. “Para una ONG es inalcanzable poder juntar semejante cantidad de dinero”, confiesa Karina Dotto.
El hospital tiene quirófano, área de internación, espacio neonatal y funciona como hospital escuela, con convenios con las facultades de Veterinaria de la UBA y de la Universidad Nacional de La Plata.
Por eso, con ayuda de activistas y referentes (entre los que se encuentra Liz Solari), lanzaron una colecta pública. Si 216 mil personas donan 10 mil pesos cada una, llegarán al monto necesario. En este link se puede colaborar con la causa. Como para Hummus al momento de su rescate, el hospital hizo la diferencia entre su vida y su muerte. Si el hospital cierra, caballos como él quedarían en las calles, sin la atención médica que les permita recibir todo lo necesario que intente salvarlos, aún cuando sus vidas pendan de un hilo.
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Si tenés una historia de adopción, rescate, rehabilitación o ayudaste a algún animal en situación de riesgo y querés contar su historia, escribinos a bestiariolanacion@gmail.com
Su estado dejó a todos sin habla. Abandonado en un descampado con el cráneo supurando y gusanos que caían de sus miembros, el estado de desnutrición de ese animal quedó grabada en la memoria de los voluntarios que esa tarde asistieron a su rescate. Era apenas un potrillo de un año de vida que ya había conocido el horror que es capaz de generar el ser humano.Como habían hecho incontable cantidad de veces, un equipo de Caballos de Quilmes -que hace más de diez años rescata animales heridos, exhaustos, golpeados y, muchas veces, al borde de la muerte en la provincia de Buenos Aires- activó un protocolo de urgencia. Luego de acomodar al animal en un espacio seguro para su traslado, lo llevaron de inmediato al hospital que la ONG posee en el predio en el que viven 82 caballos rescatados y donde funciona también el centro veterinario equino, el único del país con quirófano y atención de alta complejidad para animales judicializados. Estaba enferma, no podía caminar y, aunque tenía hogar, la abandonaron a su suerte: “Podría haber muerto ahogada”»Los golpes que recibió en la cabeza fueron demasiados. De un lado directamente le habían sacado un ojo y llegó con los nervios expuestos. Del otro tenía una fístula con gran cantidad de pus. La secreción que evidentemente sufrió por días de ese ojo, había quemado, además, gran parte de su piel“, detalla Karina Dotto, al frente de la organización que, a pulmón, se propuso darle una segunda oportunidad a los animales víctimas de la tracción a sangre. Son muchas las laceraciones que Hummus, como bautizaron al joven caballo, tenía por todo el cuerpo. “Contrarrestar el infierno que le hicieron pasar y aplacar su dolor, no iba a ser fácil. Cada día intentábamos devolverle todo lo que le habían arrebatado. Le ofrecimos contención y cuidados diarios en un espacio tranquilo, limpio y cerca de otros caballos. Dentro del hospital y refugio, desde el primer día Hummus fue monitoreado por los veterinarios que sigue de cerca su terapia, un programa de alimentación especial y una batería de estudios con el fin de poder asistirlo de forma adecuada”. Los golpes que le dieron a Hummus le deformaron el cráneo. Su estado de desnutrición era tan severo que su debilidad era preocupante. Cuando llegó al refugio, pesaba tan solo 142 kg. Eso no era todo. Tenía lesiones en el esfínter anal y base de la cola y heridas en grandes partes del cuerpo compatibles con el uso de sogas. “No sabemos si lo levantaban así o si lo colgaban. El pene estaba cortado parcialmente y evidenciaba una miasis de varios días. Esto le impedía poder retraerlo e incluso orinar correctamente”. La radiografía contrastada confirmó que la fístula de la cabeza de Hummus estaba comunicada con la articulación temporomandibular. Para ello, se le realizó una infiltración eco-guiada con antibióticos. Luego de 67 días de internación y cuidados exhaustivos, aumentó 75 kg, las heridas y quemaduras de su piel cicatrizaron y las lesiones en su pene, pasaron de una posible amputación a una regeneración total. Tras seis meses de tratamiento intensivo, Hummus alcanzó los 326 kg. Sin embargo, pese al enorme esfuerzo que hacen a diario todos los que trabajan en Caballos de Quilmes, el predio -cuyo equipo fijo de trabajo está integrado por entre ocho y diez personas, sumado a estudiantes de veterinaria que hacen rotaciones de guardia las 24 horas, los 7 días de la semana-está en riesgo. “El hospital nació en pandemia por la necesidad de seguir salvando caballos que llegaban pendiendo de un hilo y una cirugía era la única solución. Lo hicimos todo para ellos, los caballos del conurbano, los olvidados, los que son descartados de los carros para morir”, detalla Dotto. El campo donde funciona Caballos de Quilmes fue prestado, de palabra, por su dueño original. Pero, luego de la muerte de aquel alma noble, sus herederos legales -aunque respetaron la voluntad del fallecido- hoy tomaron otra decisión: vender el campo. El valor fijado es de 2.160 millones de pesos. “Para una ONG es inalcanzable poder juntar semejante cantidad de dinero”, confiesa Karina Dotto. El hospital tiene quirófano, área de internación, espacio neonatal y funciona como hospital escuela, con convenios con las facultades de Veterinaria de la UBA y de la Universidad Nacional de La Plata.Por eso, con ayuda de activistas y referentes (entre los que se encuentra Liz Solari), lanzaron una colecta pública. Si 216 mil personas donan 10 mil pesos cada una, llegarán al monto necesario. En este link se puede colaborar con la causa. Como para Hummus al momento de su rescate, el hospital hizo la diferencia entre su vida y su muerte. Si el hospital cierra, caballos como él quedarían en las calles, sin la atención médica que les permita recibir todo lo necesario que intente salvarlos, aún cuando sus vidas pendan de un hilo.Compartí una historiaSi tenés una historia de adopción, rescate, rehabilitación o ayudaste a algún animal en situación de riesgo y querés contar su historia, escribinos a bestiariolanacion@gmail.com LA NACION