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La historia de Juan, el mono astronauta que se convirtió en el primer habitante argentino en visitar el espacio

El 23 de diciembre de 1969, pocos meses después de la llegada del hombre a la Luna, Argentina protagonizó un hecho histórico para la ciencia regional. En el marco del proyecto Experiencia BIO, el país lanzó al espacio a Juan, un mono caí misionero, a bordo del cohete sonda Canopus II. El vuelo, impulsado por la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE), convirtió al animal en el primer “astronauta argentino” y posicionó al país entre las pocas naciones del mundo que experimentaban con seres vivos en el espacio.

El lanzamiento se realizó desde la base de Chamical, en la provincia de La Rioja, a las 6.30 de la mañana. Juan, quien pesaba 1,4 kilogramos y media tan solo 30 centímetros, viajó sedado en una cápsula hecha a su medida y ubicada en la punta del cohete. Durante ocho minutos, alcanzó una altitud de casi 90 kilómetros, rozando la línea de Kármán, que se trata del límite entre la atmósfera y el espacio exterior.

Así era introducido Juan a la nave espacial

Aunque en términos técnicos, el vuelo fue considerado “suborbital”, la misión fue un éxito, ya que volvió sano y salvo a la Argentina. “La cápsula fue introducida en el taller de verificación final, y las manos rápidas, casi nerviosas, del doctor Hugo Crespin, director científico del proyecto, extrajeron al todavía somnoliento Juan. ‘¡Vivo, está vivo!’, exclamaron todos eufóricos“, con esta frase describió LA NACIÓN, en su edición del 24 de diciembre de 1969, el brillante procedimiento de los científicos locales.

Tras su retorno, Juan fue trasladado al zoológico de la ciudad de Córdoba, donde vivió dos años más y se convirtió en una de las principales atracciones del lugar. Miles de personas se acercaron para conocer al pequeño mono que había cruzado la atmósfera en una cápsula espacial. Su figura quedó en la memoria de quienes vivieron la época, aunque con los años su historia fue quedando en el olvido.

El mono Juan tenía un asiento especial en la punta del cohete, donde viajó sedado y cumplió exitosamente su misión

Sin embargo, la gran hazaña de Juan fue recuperada años más tarde por el director de cine Diego Julio Ludueña en la película Juan, el primer astronauta argentino. Esta producción nacional repasó su increíble viaje desde la selva misionera hasta las alturas del espacio y contó con grabaciones de la época en la que se veía cómo el mono era estudiado por los científicos y luego colocado en su pequeña nave. Además, sus principales protagonistas analizaron el cambio de paradigma que generó este avance en nuestro país.

¿Cuáles fueron las pruebas previas al lanzamiento de Juan?

La historia de Juan, el primer astronauta argentino en visitar el espacio

Dos años antes del vuelo de Juan, en abril de 1967, Argentina había lanzado al espacio a la rata Belisario, en una prueba experimental que alcanzó una altitud de tres kilómetros. Aunque no logró traspasar la atmósfera, fue suficiente para que el país se convirtiera en el cuarto en el mundo en realizar este tipo de ensayos con seres vivos, detrás de Estados Unidos, la Unión Soviética y Francia.

Ambos experimentos fueron fundamentales en la historia aeroespacial argentina y reflejaron el nivel de desarrollo científico alcanzado por La Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE) en plena Guerra Fría.

El 23 de diciembre de 1969, pocos meses después de la llegada del hombre a la Luna, Argentina protagonizó un hecho histórico para la ciencia regional. En el marco del proyecto Experiencia BIO, el país lanzó al espacio a Juan, un mono caí misionero, a bordo del cohete sonda Canopus II. El vuelo, impulsado por la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE), convirtió al animal en el primer “astronauta argentino” y posicionó al país entre las pocas naciones del mundo que experimentaban con seres vivos en el espacio.

El lanzamiento se realizó desde la base de Chamical, en la provincia de La Rioja, a las 6.30 de la mañana. Juan, quien pesaba 1,4 kilogramos y media tan solo 30 centímetros, viajó sedado en una cápsula hecha a su medida y ubicada en la punta del cohete. Durante ocho minutos, alcanzó una altitud de casi 90 kilómetros, rozando la línea de Kármán, que se trata del límite entre la atmósfera y el espacio exterior.

Así era introducido Juan a la nave espacial

Aunque en términos técnicos, el vuelo fue considerado “suborbital”, la misión fue un éxito, ya que volvió sano y salvo a la Argentina. “La cápsula fue introducida en el taller de verificación final, y las manos rápidas, casi nerviosas, del doctor Hugo Crespin, director científico del proyecto, extrajeron al todavía somnoliento Juan. ‘¡Vivo, está vivo!’, exclamaron todos eufóricos“, con esta frase describió LA NACIÓN, en su edición del 24 de diciembre de 1969, el brillante procedimiento de los científicos locales.

Tras su retorno, Juan fue trasladado al zoológico de la ciudad de Córdoba, donde vivió dos años más y se convirtió en una de las principales atracciones del lugar. Miles de personas se acercaron para conocer al pequeño mono que había cruzado la atmósfera en una cápsula espacial. Su figura quedó en la memoria de quienes vivieron la época, aunque con los años su historia fue quedando en el olvido.

El mono Juan tenía un asiento especial en la punta del cohete, donde viajó sedado y cumplió exitosamente su misión

Sin embargo, la gran hazaña de Juan fue recuperada años más tarde por el director de cine Diego Julio Ludueña en la película Juan, el primer astronauta argentino. Esta producción nacional repasó su increíble viaje desde la selva misionera hasta las alturas del espacio y contó con grabaciones de la época en la que se veía cómo el mono era estudiado por los científicos y luego colocado en su pequeña nave. Además, sus principales protagonistas analizaron el cambio de paradigma que generó este avance en nuestro país.

¿Cuáles fueron las pruebas previas al lanzamiento de Juan?

La historia de Juan, el primer astronauta argentino en visitar el espacio

Dos años antes del vuelo de Juan, en abril de 1967, Argentina había lanzado al espacio a la rata Belisario, en una prueba experimental que alcanzó una altitud de tres kilómetros. Aunque no logró traspasar la atmósfera, fue suficiente para que el país se convirtiera en el cuarto en el mundo en realizar este tipo de ensayos con seres vivos, detrás de Estados Unidos, la Unión Soviética y Francia.

Ambos experimentos fueron fundamentales en la historia aeroespacial argentina y reflejaron el nivel de desarrollo científico alcanzado por La Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE) en plena Guerra Fría.

 En 1969, pocos meses después de la llegada del hombre a la Luna, un mono de nombre Juan se convirtió en el primer ser vivo argentino en cruzar la atmósfera a bordo de un cohete  LA NACION

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