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Un candidato argentino para presidir la ONU

La posibilidad de que el diplomático Rafael Grossi se convierta en el próximo secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) debería ser bien recibida por la comunidad internacional y ser respaldada por el gobierno de Javier Milei. No simplemente porque se trate de un argentino, sino también por su capacidad y vasta experiencia, reconocida mundialmente, al frente del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), que ha dirigido desde 2019 hasta hoy.

Detrás de las convulsionadas relaciones internacionales, conmovidas hoy por la prolongada guerra en Ucrania, tras la invasión rusa, y por el conflicto bélico en Medio Oriente, subsiste una inquietud aún mayor, derivada de la posibilidad de una catástrofe nuclear.

Por cierto, tanto las tensiones geopolíticas como la virtual parálisis del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y la próxima expiración del Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (Start III), en febrero de 2026, amenazan la estabilidad del orden nuclear. Esta situación aumenta la incertidumbre y los riesgos de una nueva y descontrolada proliferación nuclear.

De ahí que la experiencia cosechada por Grossi pueda ser relevante para afrontar esos desafíos desde una hipotética secretaría general de la ONU, cuando se cumpla el mandato de su actual titular, el portugués António Guterres.

Grossi es licenciado en Ciencias Políticas de la Universidad Católica Argentina; realizó una Maestría en Relaciones Internacionales y un doctorado en Historia y Política Internacional en la Universidad de Ginebra. Egresó del Instituto del Servicio Exterior de la Nación en 1985. Como experto en temas de seguridad, desarme y no proliferación nuclear, representó a la Argentina en distintos foros vinculados a esa problemática. Entre 1997 y 2000, presidió el Grupo de Expertos Gubernamentales de las Naciones Unidas sobre el Registro Internacional de Armas y, posteriormente, fue asesor del subsecretario general de la ONU en materia de desarme. Entre 2002 y 2007 fue jefe de gabinete del OIEA y de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas.

Tras su paso por la embajada argentina en Austria, en 2019 accedió al cargo de director general del OIEA, convirtiéndose en el primer latinoamericano en dirigir ese organismo, donde fue reelegido hasta 2027. Visitó las instalaciones nucleares de Corea del Norte y participó en encuentros con representantes de Irán para lograr un acuerdo que congelara su programa nuclear. Asimismo, mantuvo reuniones con los presidentes de Rusia, Vladimir Putin, y de Ucrania, Volodimir Zelensky, con el propósito de evitar una escalada nuclear.

El OIEA fue creado en 1957 para promover el uso pacífico y seguro de la energía nuclear, y evitar la proliferación de armamentos de este tipo. La mayoría de los países miembros aceptan los controles por parte de personal de este organismo, que presentó informes críticos sobre los desarrollos iraníes y también sobre la falta de información proporcionada por la República Islámica de Irán. Esta situación desencadenó en los últimos días injustas acusaciones contra Grossi por parte de un asesor de ayatollah Ali Khamenei, el guía supremo Ali Larijani. Este subrayó que Teherán hará que el diplomático argentino “pague” después de la escalada bélica, sin dar mayores detalles de las consecuencias que enfrentaría.

Antes de que se intensificara el conflicto, Grossi había señalado que “Irán no estaba cooperando con la agencia como debía hacerlo” y que estaba enriqueciendo uranio hasta un 60% y restringiendo el acceso a sus centros nucleares. Explicó que “siempre hay una intención de utilizar al OIEA para validar posiciones, de un lado o del otro” y aclaró: “Nosotros somos la voz independiente en este momento”.

Aunque aún no hay una lista oficial de candidatos a la secretaría general de la ONU, además del titular del OIEA, se ha mencionado a la expresidenta de Chile Michelle Bachelet; a la primera ministra de Barbados, Mia Mottley; a la ex primera ministra de Ecuador María Fernanda Espinoza, y al expresidente colombiano Juan Manuel Santos.

La capacidad de Grossi para granjearse la confianza de importantes actores internacionales y evitar una crisis nuclear lo ha convertido en uno de los diplomáticos más reconocidos en el orden internacional, posibilitando que su nombre suene como potencial secretario general de la ONU, un cargo que, desde su creación, fue ocupado solo por un latinoamericano: el peruano Javier Pérez de Cuéllar. Una frase, expresada en una reciente entrevista concedida a LA NACION, habla de este diplomático argentino: “La imparcialidad es un acto de valentía también”.

La posibilidad de que el diplomático Rafael Grossi se convierta en el próximo secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) debería ser bien recibida por la comunidad internacional y ser respaldada por el gobierno de Javier Milei. No simplemente porque se trate de un argentino, sino también por su capacidad y vasta experiencia, reconocida mundialmente, al frente del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), que ha dirigido desde 2019 hasta hoy.

Detrás de las convulsionadas relaciones internacionales, conmovidas hoy por la prolongada guerra en Ucrania, tras la invasión rusa, y por el conflicto bélico en Medio Oriente, subsiste una inquietud aún mayor, derivada de la posibilidad de una catástrofe nuclear.

Por cierto, tanto las tensiones geopolíticas como la virtual parálisis del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y la próxima expiración del Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (Start III), en febrero de 2026, amenazan la estabilidad del orden nuclear. Esta situación aumenta la incertidumbre y los riesgos de una nueva y descontrolada proliferación nuclear.

De ahí que la experiencia cosechada por Grossi pueda ser relevante para afrontar esos desafíos desde una hipotética secretaría general de la ONU, cuando se cumpla el mandato de su actual titular, el portugués António Guterres.

Grossi es licenciado en Ciencias Políticas de la Universidad Católica Argentina; realizó una Maestría en Relaciones Internacionales y un doctorado en Historia y Política Internacional en la Universidad de Ginebra. Egresó del Instituto del Servicio Exterior de la Nación en 1985. Como experto en temas de seguridad, desarme y no proliferación nuclear, representó a la Argentina en distintos foros vinculados a esa problemática. Entre 1997 y 2000, presidió el Grupo de Expertos Gubernamentales de las Naciones Unidas sobre el Registro Internacional de Armas y, posteriormente, fue asesor del subsecretario general de la ONU en materia de desarme. Entre 2002 y 2007 fue jefe de gabinete del OIEA y de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas.

Tras su paso por la embajada argentina en Austria, en 2019 accedió al cargo de director general del OIEA, convirtiéndose en el primer latinoamericano en dirigir ese organismo, donde fue reelegido hasta 2027. Visitó las instalaciones nucleares de Corea del Norte y participó en encuentros con representantes de Irán para lograr un acuerdo que congelara su programa nuclear. Asimismo, mantuvo reuniones con los presidentes de Rusia, Vladimir Putin, y de Ucrania, Volodimir Zelensky, con el propósito de evitar una escalada nuclear.

El OIEA fue creado en 1957 para promover el uso pacífico y seguro de la energía nuclear, y evitar la proliferación de armamentos de este tipo. La mayoría de los países miembros aceptan los controles por parte de personal de este organismo, que presentó informes críticos sobre los desarrollos iraníes y también sobre la falta de información proporcionada por la República Islámica de Irán. Esta situación desencadenó en los últimos días injustas acusaciones contra Grossi por parte de un asesor de ayatollah Ali Khamenei, el guía supremo Ali Larijani. Este subrayó que Teherán hará que el diplomático argentino “pague” después de la escalada bélica, sin dar mayores detalles de las consecuencias que enfrentaría.

Antes de que se intensificara el conflicto, Grossi había señalado que “Irán no estaba cooperando con la agencia como debía hacerlo” y que estaba enriqueciendo uranio hasta un 60% y restringiendo el acceso a sus centros nucleares. Explicó que “siempre hay una intención de utilizar al OIEA para validar posiciones, de un lado o del otro” y aclaró: “Nosotros somos la voz independiente en este momento”.

Aunque aún no hay una lista oficial de candidatos a la secretaría general de la ONU, además del titular del OIEA, se ha mencionado a la expresidenta de Chile Michelle Bachelet; a la primera ministra de Barbados, Mia Mottley; a la ex primera ministra de Ecuador María Fernanda Espinoza, y al expresidente colombiano Juan Manuel Santos.

La capacidad de Grossi para granjearse la confianza de importantes actores internacionales y evitar una crisis nuclear lo ha convertido en uno de los diplomáticos más reconocidos en el orden internacional, posibilitando que su nombre suene como potencial secretario general de la ONU, un cargo que, desde su creación, fue ocupado solo por un latinoamericano: el peruano Javier Pérez de Cuéllar. Una frase, expresada en una reciente entrevista concedida a LA NACION, habla de este diplomático argentino: “La imparcialidad es un acto de valentía también”.

 La experiencia de Rafael Grossi para promover la no proliferación nuclear debería ser valorada por la comunidad internacional y por el gobierno nacional  LA NACION

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