Lautaro Martínez, aquel gol a River y volver a enfrentarlo tras siete años: “Es especial”

LOS ÁNGELES (Enviado especial).- El historial de Lautaro Martínez contra River es superior al que tiene Inter ante los millonarios. Los dos equipos que el próximo miércoles se enfrentarán en busca de los octavos de final del Mundial de Clubes registran un solo antecedente, un amistoso disputado en 1961, en San Siro, con una asistencia de 75.000 personas. Terminó 1-1, con gol de Mario Corso para los italianos y del brasileño Moacyr para River. Tiempos del entrenador Helenio Herrera, cultor del catenaccio y estratega con el que Inter obtuvo en la década del 60 sus dos primeras Copas de Europa.
El Toro Martínez, en su época de Racing, cruzó en dos ocasiones su camino con River, al que le hizo un gol en un 3-2 en el Monumental en 2017, con Marcos Acuña, actual lateral de River, autor del tercero. En su tanto, el Toro bloqueó un despeje de Lucas Martínez Quarta. Protagonistas que se volverán a reencontrar. Al año siguiente cayó 2-0 en el Cilindro de Avellaneda (goles de Rafael Borré y Exequiel Palacios), formando pareja ofensiva con Lisandro López.
El gol en el Monumental en 2017
Instalado el plantel de Inter en Fort Lauderdale, desde donde se trasladará hasta Seattle, Lautaro, autor del gol del empate frente a Rayados de Monterrey y del primero en el 2-1 sobre Urawa Red, ya empezó a palpitar el próximo encuentro: “Para mí será especial enfrentar a River. Primero, porque es un equipo argentino, y segundo, porque es el club del que es hincha mi mamá. Seguramente será un gran partido, nosotros ya estamos enfocados, tenemos que seguir mejorando”.
El bahiense hizo referencia a los gustos futbolísticos de su madre, que serían opuestos a los que él tenía de niño. Las especulaciones apuntan a una simpatía con Boca, donde paradójicamente se llevó su primera desilusión cuando cultivaba el sueño de ser futbolista. “A los 15 años estuve una semana a prueba en Boca. No me aceptaron porque decían que no tenía velocidad ni potencia”, contó hace un tiempo en una entrevista con Corriere della Sera. Por esa época, con 15 años ya había debutado con un gol a Comercial en la primera división de Liniers, por la Liga del Sur.
En San Lorenzo tampoco lo tomaron y estuvo a punto de desistir de seguir intentando en el fútbol de Buenos Aires de no surgir la oportunidad de Racing. El resto es historia. La venta más cara de la Academia (25 millones de euros en 2018), máximo goleador argentino en Inter (153 tantos en 333 cotejos), además de ocupar el quinto lugar en el ranking general, dos scudettos, capitán y la espina de las dos finales perdidas de la Champions League. La herida reciente duele el doble por el 5-0 que le propinó Paris Saint Germain.
Su liderazgo en el plantel cobra más protagonismo ahora ante la llegada de un nuevo entrenador, Christian Chivu, que si bien cuenta con una amplia experiencia como jugador neroazzurro y pasó por la dirección técnica de las categorías inferiores, su recorrido como entrenador de primera división es corto, menos de un semestre en Parma. “Cuando llega un nuevo entrenador siempre hay un aire de renovación. Lo importante es escucharlo y convencernos de su idea. Hasta ahora Chivu me causó una buena impresión”, fue la bienvenida de Lautaro.
Autor del empate contra Monterrey, Lautaro se encargó de sacar a su equipo de un verdadero apuro frente a Urawa, que ganaba 1-0 hasta los 33 minutos del segundo tiempo. El delantero de la selección argentina, con una heterodoxa chilena para conectar un centro, marcó el 1-1. “¿Mi gol? No sé cómo explicarlo. Esperaba que me llegara la pelota, pensé ‘esta es mi oportunidad’. Cuando visualizas esas cosas y realmente las deseas, se vuelven más factibles”.
Después llegó el 2-1 de Valentín Carboni, que integró el plantel argentino campeón de la última Copa América. De regreso tras un préstamo en Olympique de Marsella, reaparecía tras haber sufrido la rotura de ligamentos cruzados de una rodilla a principios de octubre. “Me alegro muchísimo por Carboni. Es un gran chico, lo conozco desde pequeño. Trabaja muchísimo y tiene ganas de mejorar. Se fue a Francia y sufrió una lesión grave, pero con 20 años sigue teniendo un gran futuro”, expresó Martínez.
En los dos partidos por el Mundial, el Toro integró una pareja ofensiva infrecuente, con Sebastiano Espósito. Solo en la última media hora contra Monterrey se encontró con su socio habitual, Marcus Thuram, que no estuvo entre los convocados contra Urawa, mientras el iraní Taremi no pudo viajar desde su país por el conflicto armado con Israel.
Lautaro fue enfático sobre los objetivos: “Vinimos a ganar el torneo”. Y conoce los riesgos, entre los que incluye a River: “Ya vimos cómo juegan los equipos sudamericanos en el Mundial, con mucho corazón”.
LOS ÁNGELES (Enviado especial).- El historial de Lautaro Martínez contra River es superior al que tiene Inter ante los millonarios. Los dos equipos que el próximo miércoles se enfrentarán en busca de los octavos de final del Mundial de Clubes registran un solo antecedente, un amistoso disputado en 1961, en San Siro, con una asistencia de 75.000 personas. Terminó 1-1, con gol de Mario Corso para los italianos y del brasileño Moacyr para River. Tiempos del entrenador Helenio Herrera, cultor del catenaccio y estratega con el que Inter obtuvo en la década del 60 sus dos primeras Copas de Europa.
El Toro Martínez, en su época de Racing, cruzó en dos ocasiones su camino con River, al que le hizo un gol en un 3-2 en el Monumental en 2017, con Marcos Acuña, actual lateral de River, autor del tercero. En su tanto, el Toro bloqueó un despeje de Lucas Martínez Quarta. Protagonistas que se volverán a reencontrar. Al año siguiente cayó 2-0 en el Cilindro de Avellaneda (goles de Rafael Borré y Exequiel Palacios), formando pareja ofensiva con Lisandro López.
El gol en el Monumental en 2017
Instalado el plantel de Inter en Fort Lauderdale, desde donde se trasladará hasta Seattle, Lautaro, autor del gol del empate frente a Rayados de Monterrey y del primero en el 2-1 sobre Urawa Red, ya empezó a palpitar el próximo encuentro: “Para mí será especial enfrentar a River. Primero, porque es un equipo argentino, y segundo, porque es el club del que es hincha mi mamá. Seguramente será un gran partido, nosotros ya estamos enfocados, tenemos que seguir mejorando”.
El bahiense hizo referencia a los gustos futbolísticos de su madre, que serían opuestos a los que él tenía de niño. Las especulaciones apuntan a una simpatía con Boca, donde paradójicamente se llevó su primera desilusión cuando cultivaba el sueño de ser futbolista. “A los 15 años estuve una semana a prueba en Boca. No me aceptaron porque decían que no tenía velocidad ni potencia”, contó hace un tiempo en una entrevista con Corriere della Sera. Por esa época, con 15 años ya había debutado con un gol a Comercial en la primera división de Liniers, por la Liga del Sur.
En San Lorenzo tampoco lo tomaron y estuvo a punto de desistir de seguir intentando en el fútbol de Buenos Aires de no surgir la oportunidad de Racing. El resto es historia. La venta más cara de la Academia (25 millones de euros en 2018), máximo goleador argentino en Inter (153 tantos en 333 cotejos), además de ocupar el quinto lugar en el ranking general, dos scudettos, capitán y la espina de las dos finales perdidas de la Champions League. La herida reciente duele el doble por el 5-0 que le propinó Paris Saint Germain.
Su liderazgo en el plantel cobra más protagonismo ahora ante la llegada de un nuevo entrenador, Christian Chivu, que si bien cuenta con una amplia experiencia como jugador neroazzurro y pasó por la dirección técnica de las categorías inferiores, su recorrido como entrenador de primera división es corto, menos de un semestre en Parma. “Cuando llega un nuevo entrenador siempre hay un aire de renovación. Lo importante es escucharlo y convencernos de su idea. Hasta ahora Chivu me causó una buena impresión”, fue la bienvenida de Lautaro.
Autor del empate contra Monterrey, Lautaro se encargó de sacar a su equipo de un verdadero apuro frente a Urawa, que ganaba 1-0 hasta los 33 minutos del segundo tiempo. El delantero de la selección argentina, con una heterodoxa chilena para conectar un centro, marcó el 1-1. “¿Mi gol? No sé cómo explicarlo. Esperaba que me llegara la pelota, pensé ‘esta es mi oportunidad’. Cuando visualizas esas cosas y realmente las deseas, se vuelven más factibles”.
Después llegó el 2-1 de Valentín Carboni, que integró el plantel argentino campeón de la última Copa América. De regreso tras un préstamo en Olympique de Marsella, reaparecía tras haber sufrido la rotura de ligamentos cruzados de una rodilla a principios de octubre. “Me alegro muchísimo por Carboni. Es un gran chico, lo conozco desde pequeño. Trabaja muchísimo y tiene ganas de mejorar. Se fue a Francia y sufrió una lesión grave, pero con 20 años sigue teniendo un gran futuro”, expresó Martínez.
En los dos partidos por el Mundial, el Toro integró una pareja ofensiva infrecuente, con Sebastiano Espósito. Solo en la última media hora contra Monterrey se encontró con su socio habitual, Marcus Thuram, que no estuvo entre los convocados contra Urawa, mientras el iraní Taremi no pudo viajar desde su país por el conflicto armado con Israel.
Lautaro fue enfático sobre los objetivos: “Vinimos a ganar el torneo”. Y conoce los riesgos, entre los que incluye a River: “Ya vimos cómo juegan los equipos sudamericanos en el Mundial, con mucho corazón”.
El Toro llega entonado al partido del próximo miércoles; marcó contra Monterrey y Urawa Red Diamonds LA NACION