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Sin dormir, pero con fe: Boca hace cuentas, sueña con la clasificación y lamenta la posible baja de Ayrton Costa

MIAMI (Enviado especial).- El rugido de más de 50.000 hinchas todavía vibraba en el aire cuando el micro de Boca partió del Hard Rock Stadium pasada la medianoche del sábado. Pero adentro, reinaba una mezcla de desazón, dolor y una cuota de esperanza; las luces apagadas, las cortinas corridas, y un aire pesado y silencioso. Nadie hablaba. Nadie levantaba la vista. Solo el zumbido del motor y la oscuridad acompañaban a un plantel que cargaba la bronca por el partido que se escapó en el final -el tanto de Olise que selló el 2-1 para Bayern Munich en el minuto 84– y la preocupación por las cuentas pendientes: goles, resultados y chances de avanzar.

Al llegar a la concentración en Fort Lauderdale, la música de los locales nocturnos del siempre bullicioso Las Olas Boulevard se colaba por las ventanas. Sin embargo, los jugadores llevaban puestos sus auriculares, sumergidos en sus propias playlists, intentando despejar la mente tras un desgaste físico y emocional tan intenso. Bajaron en fila india y se refugiaron en sus habitaciones. A muchos les costó conciliar el sueño; otros, tablet en mano, revivieron el partido una y otra vez. Cada uno, a su manera, calculó goles necesarios y repasó las chances reales de pasar a octavos.

El golazo de Merentiel no alcanzó y Boca quedó muy complicado para obtener el pasaje a octavos

A medida que avanzaban las horas, el pesimismo inicial fue dejando lugar a una tenue esperanza. La posibilidad de clasificar no es sencilla, pero tampoco tan remota como parecía en un principio. La fe es lo último que se pierde. Y Boca, si algo mostró en este Mundial de Clubes, es que nunca se da por vencido. Aunque ya no depende solamente de sí mismo, el equipo confía en que la combinación de resultados que necesita es posible y sigue aferrado a esa ilusión.

La esperanza tiene su sustento en la manera en que Boca compitió ante Bayern Munich, especialmente en el segundo tiempo, cuando el equipo mostró una actitud que ilusionó a todos. Estuvo a punto de firmar una noche épica, de empatarle al conjunto alemán y quedar bien posicionado de cara a la definición del grupo. Un empate le permitía soñar con la clasificación: llegaba a la última fecha con la obligación de ganar y la esperanza de que Benfica no venciera al conjunto alemán. Pero, como ya había ocurrido frente a los portugueses, un gol sobre el cierre volvió a condenarlo. Y esta vez fue más duro: lo dejó con un pie y medio fuera del torneo, obligado a esperar otros resultados para mantener viva la ilusión.

Boca luchó el partido en el complemento y estuvo muy cerca de sostener el empate

Según la matemática, hay un 11,1% de chances de que se dé lo que Boca necesita: una victoria propia y una derrota de Benfica. En ese escenario también entrará en juego la diferencia de gol, que por ahora favorece a los portugueses: +6 contra -1. Jugadores y cuerpo técnico hicieron números durante el viaje de regreso al hotel y coincidieron en que la última palabra aún no está dicha. La posibilidad de que Boca golee a Auckland en Nashville no parece tan lejana, teniendo en cuenta que Benfica le anotó seis y que Bayern Munich le hizo diez. El problema es que los bávaros ya aseguraron el primer puesto del grupo y podrían preservar a algunas figuras pensando en lo que viene.

Está claro que Boca mejoró mucho desde el primer semestre. Miguel Ángel Russo llegó y, en poco tiempo, le imprimió su sello al equipo. Cambió el aire del plantel, marcó un camino firme para que el equipo salga a jugar cada partido con otra actitud, con otra presencia, sin sentirse menos que nadie. Los resultados terminaron siendo los esperados: un empate con Benfica y una derrota ajustada frente al Bayern Munich. Pero la historia pudo ser otra. Boca estuvo muy cerca de estar en la misma situación que los portugueses: con una victoria y un empate, cómodo de cara a la última fecha. Pero en los dos partidos, el cierre lo dejó sin nada.

Ayrton Costa sintió

Mientras los jugadores descansaban en sus habitaciones, parte del cuerpo técnico se quedó repasando el partido ante el Bayern. Volvieron a ver la grabación, sacaron conclusiones y tomaron nota de lo que hay que corregir. Este sábado por la tarde, el plantel volverá a entrenarse en la Universidad de Barry, con la mirada puesta en el cierre del grupo.

El encuentro con los alemanes dejó, además, una preocupación extra. Ayrton Costa, que ya había llegado entre algodones, sintió un pinchazo en el segundo tiempo y será evaluado por el cuerpo médico. Todo indica que no llegará al duelo con Auckland. Y como Nicolás Figal sigue suspendido -Boca apeló la sanción de cuatro fechas, pero es poco probable que se la reduzcan a una sola-, Russo deberá rearmar la defensa. La dupla central, salvo imprevistos, estará compuesta por Lautaro Di Lollo y Marcos Rojo. Ambos fueron amonestados frente a los alemanes y una nueva amarilla los dejaría fuera de un posible cruce de octavos.

Los hinchas también dejaron el Hard Rock con sensaciones encontradas. Por un lado, el orgullo de ver a un equipo que representa su manera de sentir. Por el otro, la bronca de no haber rescatado ni siquiera un punto cuando, tras el sofocón del primer tiempo, el equipo se plantó de igual a igual en el segundo y estuvo a seis minutos de quedarse con el empate. Este sábado, un grupo numeroso de hinchas partirá desde Miami en caravana rumbo a Nashville, donde Boca se jugará el pase a la siguiente ronda, otra vez seguido por miles de fanáticos. El equipo transmite, la gente responde. Después de mucho tiempo, Boca y su gente vuelven a tirar para el mismo lado. Y ahora, cada uno desde su lugar, van por la heroica: con la mística de siempre y la convicción de que soñar no cuesta nada. Aunque a veces, dormir resulte imposible.

MIAMI (Enviado especial).- El rugido de más de 50.000 hinchas todavía vibraba en el aire cuando el micro de Boca partió del Hard Rock Stadium pasada la medianoche del sábado. Pero adentro, reinaba una mezcla de desazón, dolor y una cuota de esperanza; las luces apagadas, las cortinas corridas, y un aire pesado y silencioso. Nadie hablaba. Nadie levantaba la vista. Solo el zumbido del motor y la oscuridad acompañaban a un plantel que cargaba la bronca por el partido que se escapó en el final -el tanto de Olise que selló el 2-1 para Bayern Munich en el minuto 84– y la preocupación por las cuentas pendientes: goles, resultados y chances de avanzar.

Al llegar a la concentración en Fort Lauderdale, la música de los locales nocturnos del siempre bullicioso Las Olas Boulevard se colaba por las ventanas. Sin embargo, los jugadores llevaban puestos sus auriculares, sumergidos en sus propias playlists, intentando despejar la mente tras un desgaste físico y emocional tan intenso. Bajaron en fila india y se refugiaron en sus habitaciones. A muchos les costó conciliar el sueño; otros, tablet en mano, revivieron el partido una y otra vez. Cada uno, a su manera, calculó goles necesarios y repasó las chances reales de pasar a octavos.

El golazo de Merentiel no alcanzó y Boca quedó muy complicado para obtener el pasaje a octavos

A medida que avanzaban las horas, el pesimismo inicial fue dejando lugar a una tenue esperanza. La posibilidad de clasificar no es sencilla, pero tampoco tan remota como parecía en un principio. La fe es lo último que se pierde. Y Boca, si algo mostró en este Mundial de Clubes, es que nunca se da por vencido. Aunque ya no depende solamente de sí mismo, el equipo confía en que la combinación de resultados que necesita es posible y sigue aferrado a esa ilusión.

La esperanza tiene su sustento en la manera en que Boca compitió ante Bayern Munich, especialmente en el segundo tiempo, cuando el equipo mostró una actitud que ilusionó a todos. Estuvo a punto de firmar una noche épica, de empatarle al conjunto alemán y quedar bien posicionado de cara a la definición del grupo. Un empate le permitía soñar con la clasificación: llegaba a la última fecha con la obligación de ganar y la esperanza de que Benfica no venciera al conjunto alemán. Pero, como ya había ocurrido frente a los portugueses, un gol sobre el cierre volvió a condenarlo. Y esta vez fue más duro: lo dejó con un pie y medio fuera del torneo, obligado a esperar otros resultados para mantener viva la ilusión.

Boca luchó el partido en el complemento y estuvo muy cerca de sostener el empate

Según la matemática, hay un 11,1% de chances de que se dé lo que Boca necesita: una victoria propia y una derrota de Benfica. En ese escenario también entrará en juego la diferencia de gol, que por ahora favorece a los portugueses: +6 contra -1. Jugadores y cuerpo técnico hicieron números durante el viaje de regreso al hotel y coincidieron en que la última palabra aún no está dicha. La posibilidad de que Boca golee a Auckland en Nashville no parece tan lejana, teniendo en cuenta que Benfica le anotó seis y que Bayern Munich le hizo diez. El problema es que los bávaros ya aseguraron el primer puesto del grupo y podrían preservar a algunas figuras pensando en lo que viene.

Está claro que Boca mejoró mucho desde el primer semestre. Miguel Ángel Russo llegó y, en poco tiempo, le imprimió su sello al equipo. Cambió el aire del plantel, marcó un camino firme para que el equipo salga a jugar cada partido con otra actitud, con otra presencia, sin sentirse menos que nadie. Los resultados terminaron siendo los esperados: un empate con Benfica y una derrota ajustada frente al Bayern Munich. Pero la historia pudo ser otra. Boca estuvo muy cerca de estar en la misma situación que los portugueses: con una victoria y un empate, cómodo de cara a la última fecha. Pero en los dos partidos, el cierre lo dejó sin nada.

Ayrton Costa sintió

Mientras los jugadores descansaban en sus habitaciones, parte del cuerpo técnico se quedó repasando el partido ante el Bayern. Volvieron a ver la grabación, sacaron conclusiones y tomaron nota de lo que hay que corregir. Este sábado por la tarde, el plantel volverá a entrenarse en la Universidad de Barry, con la mirada puesta en el cierre del grupo.

El encuentro con los alemanes dejó, además, una preocupación extra. Ayrton Costa, que ya había llegado entre algodones, sintió un pinchazo en el segundo tiempo y será evaluado por el cuerpo médico. Todo indica que no llegará al duelo con Auckland. Y como Nicolás Figal sigue suspendido -Boca apeló la sanción de cuatro fechas, pero es poco probable que se la reduzcan a una sola-, Russo deberá rearmar la defensa. La dupla central, salvo imprevistos, estará compuesta por Lautaro Di Lollo y Marcos Rojo. Ambos fueron amonestados frente a los alemanes y una nueva amarilla los dejaría fuera de un posible cruce de octavos.

Los hinchas también dejaron el Hard Rock con sensaciones encontradas. Por un lado, el orgullo de ver a un equipo que representa su manera de sentir. Por el otro, la bronca de no haber rescatado ni siquiera un punto cuando, tras el sofocón del primer tiempo, el equipo se plantó de igual a igual en el segundo y estuvo a seis minutos de quedarse con el empate. Este sábado, un grupo numeroso de hinchas partirá desde Miami en caravana rumbo a Nashville, donde Boca se jugará el pase a la siguiente ronda, otra vez seguido por miles de fanáticos. El equipo transmite, la gente responde. Después de mucho tiempo, Boca y su gente vuelven a tirar para el mismo lado. Y ahora, cada uno desde su lugar, van por la heroica: con la mística de siempre y la convicción de que soñar no cuesta nada. Aunque a veces, dormir resulte imposible.

 El plantel y el cuerpo técnico confían en lograr la clasificación  LA NACION

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