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Quiénes son los barraravas que siguen a Boca hasta que quede eliminado del Mundial de Clubes

MIAMI (de un enviado especial).- Como el sol de la península de Florida, los barrabravas siempre están. Forman parte de la escena del fútbol argentino, y de su lado más oscuro, incluso fuera del país. Siempre dan el presente, aun cuando todos los ojos están puestos en ellos. En esta ciudad, en medio del Mundial de Clubes, apareció La 12. Sin Rafael Di Zeo, sin Mauro Martín, sin Marcelo Aravena. Aunque con menos ruido, con la misma marca.

Con banderas, tatuajes, musculatura y códigos. Estuvieron detrás del arco en el debut, frente a Benfica, y volverán a estar este viernes en el Hard Rock Stadium, para el partido contra Bayern. El destino cambia, pero la estructura se mantiene.

No precisan subirse a un paraavalanchas para resaltar. Cuerpos fornidos, cabezas rapadas, camisetas sin mangas, cadenas al cuello. Se hacen notar incluso cuando intentan pasar inadvertidos. El lunes último protagonizaron un cruce con los encargados de la seguridad del estadio por el sector en el que podían ubicar sus banderas. Estaban en el centro de la tribuna, pero abajo de todo, bien visibles, sosteniendo con sus manos el “trapo” de “Jugador N° 12”.

Aunque todos los que viajaron a Miami están “limpios” judicialmente y no afrontan pedidos de aplicación del derecho de admisión contra ellos, su sola presencia genera alerta. La organización los identifica, los monitorea y los sigue.

Entre 15 y 20 barrabravas de La 12 estuvieron el lunes ante Benfica y estarán el viernes en el Hard Rock frente a Bayern; luego se irán a Nashville, para el encuentro con Auckland City.

Rafael Di Zeo, histórico jefe de la barra, no pudo viajar. Tiene vigente una aplicación del derecho de admisión ordenada por el Ministerio de Seguridad de la Nación. La medida está relacionada con una causa por presunta tenencia compartida de arma de fuego, ocurrida en abril de este año, cuando algunos ómnibus de La 12 se dirigían al estadio Mario Alberto Kempes, de Córdoba, para la semifinal de la Copa de la Liga frente a Estudiantes de La Plata, la noche en que el conjunto dirigido por Diego Martínez quedó eliminado por penales.

La policía detuvo aquel día a 59 de los 60 barras que viajaban. El restante fue Di Zeo, que habría intentado fugarse y terminó implicado. Por ese motivo, su nombre volvió a una lista negra.

Tampoco viajaron a Miami Mauro Martín ni Marcelo Aravena, los otros dos jefes de la barra brava. A Martín, de extenso prontuario delictivo, le negaron la visa hace algunos años, cuando intentó ingresar a Estados Unidos en familia para conocer los parques de Disney. Aquella vez terminó en el Caribe. En ésta ni siquiera lo intentó. Aravena, “El Manco”, es referente de la facción de Lomas de Zamora. Pasó casi dos décadas preso por el homicidio a un hincha de River cometido en 1994, y volvió a caer por una causa vinculada con la feria de La Salada, acusado de integrar una asociación ilícita que cobraba coimas a los puesteros callejeros.

La barra se ubicó en el sector bajo de una de las cabeceras en el primer partido, con su conocida bandera

A diferencia de Di Zeo, Martín y Aravena no tienen solicitudes de aplicación del derecho de admisión en contra ni fueron notificados por el gobierno argentino como personas “no gratas” ante la embajada de Estados Unidos. Pero sin visa, prefirieron seguir sus negocios en Buenos Aires y mirar a Boca por televisión.

Entre los integrantes de la segunda línea que tampoco volaron a Miami figuran Fernando Alfredo Catica, alias “Lana”, y Carlos Sebastián Maciel, apodado “Skeletor”. Contra ambos rigen pedidos de derecho de admisión y quedaron fuera del viaje. Forman parte del grupo que usualmente acompaña a Di Zeo y tienen un rol clave en el manejo de la tribuna. En Estados Unidos, esa responsabilidad quedó en manos de otros dos miembros de la segunda línea: Gabriel Martín y Mariano “Manija” Mantarro.

Gabriel es hermano de Mauro y exprofesor de boxeo de Di Zeo. Es el hombre corpulento que apareció en una imagen viral ante Benfica con camiseta de básquetbol de Boca, parado a la izquierda del núcleo más duro de la barra. Mantarro, en tanto, es un histórico del entorno de los hermanos Di Zeo. Vinculado también con el boxeo, tiene conexión directa con la productora de Marcos “Chino” Maidana. En su momento fue hombre de confianza de Fernando, hermano de Rafael, y tras la muerte de éste, sucedida en 2019, pasó a ser custodio del propio Rafa. Varias veces se solicitó derecho de admisión contra él, pero ya no figura en la lista.

Gabriel Martín en las gradas, con la camiseta de Boca de básquetbol; su hermano, Mauro, no viajó a Estados Unidos, como tampoco los otros dos cabecillas de la barra, Rafael Di Zeo y Marcelo Aravena.

Junto a ellos aparece otro viejo conocido: Pablo Fernando Salatino, alias “Pikachu”, de gorra hacia atrás y siempre cercano a la cúpula. En total, arribaron a Miami entre 15 y 20 barrabravas del sector más poderoso.

Son ellos quienes organizaron la entrada y la salida del bloque de hinchas que se ubicaron detrás del arco en el primer partido en el Hard Rock y repetirían este viernes en el mismo estadio, cuando Boca se enfrente con Bayern.

Aunque se alojaron en Miami Beach, lejos de la cancha y del hotel de concentración, que está en Fort Lauderdale, los barras se dejaron ver cerca de la playa. Sin la presencia de sus líderes, no generaron mucha atención entre los hinchas. Sin embargo, durante el partido dejaron claro quién manda: marcaron su territorio y se hicieron sentir, aunque con un comportamiento más contenido. Ese mismo grupo seguirá al equipo en su excursión por Nashville para el enfrentamiento con Auckland City, del próximo martes, y permanecerá en Estados Unidos hasta que Boca quede eliminado.

Los años pasan, los jugadores cambian, pero ellos, los barrabravas, siempre mantienen su lugar.

MIAMI (de un enviado especial).- Como el sol de la península de Florida, los barrabravas siempre están. Forman parte de la escena del fútbol argentino, y de su lado más oscuro, incluso fuera del país. Siempre dan el presente, aun cuando todos los ojos están puestos en ellos. En esta ciudad, en medio del Mundial de Clubes, apareció La 12. Sin Rafael Di Zeo, sin Mauro Martín, sin Marcelo Aravena. Aunque con menos ruido, con la misma marca.

Con banderas, tatuajes, musculatura y códigos. Estuvieron detrás del arco en el debut, frente a Benfica, y volverán a estar este viernes en el Hard Rock Stadium, para el partido contra Bayern. El destino cambia, pero la estructura se mantiene.

No precisan subirse a un paraavalanchas para resaltar. Cuerpos fornidos, cabezas rapadas, camisetas sin mangas, cadenas al cuello. Se hacen notar incluso cuando intentan pasar inadvertidos. El lunes último protagonizaron un cruce con los encargados de la seguridad del estadio por el sector en el que podían ubicar sus banderas. Estaban en el centro de la tribuna, pero abajo de todo, bien visibles, sosteniendo con sus manos el “trapo” de “Jugador N° 12”.

Aunque todos los que viajaron a Miami están “limpios” judicialmente y no afrontan pedidos de aplicación del derecho de admisión contra ellos, su sola presencia genera alerta. La organización los identifica, los monitorea y los sigue.

Entre 15 y 20 barrabravas de La 12 estuvieron el lunes ante Benfica y estarán el viernes en el Hard Rock frente a Bayern; luego se irán a Nashville, para el encuentro con Auckland City.

Rafael Di Zeo, histórico jefe de la barra, no pudo viajar. Tiene vigente una aplicación del derecho de admisión ordenada por el Ministerio de Seguridad de la Nación. La medida está relacionada con una causa por presunta tenencia compartida de arma de fuego, ocurrida en abril de este año, cuando algunos ómnibus de La 12 se dirigían al estadio Mario Alberto Kempes, de Córdoba, para la semifinal de la Copa de la Liga frente a Estudiantes de La Plata, la noche en que el conjunto dirigido por Diego Martínez quedó eliminado por penales.

La policía detuvo aquel día a 59 de los 60 barras que viajaban. El restante fue Di Zeo, que habría intentado fugarse y terminó implicado. Por ese motivo, su nombre volvió a una lista negra.

Tampoco viajaron a Miami Mauro Martín ni Marcelo Aravena, los otros dos jefes de la barra brava. A Martín, de extenso prontuario delictivo, le negaron la visa hace algunos años, cuando intentó ingresar a Estados Unidos en familia para conocer los parques de Disney. Aquella vez terminó en el Caribe. En ésta ni siquiera lo intentó. Aravena, “El Manco”, es referente de la facción de Lomas de Zamora. Pasó casi dos décadas preso por el homicidio a un hincha de River cometido en 1994, y volvió a caer por una causa vinculada con la feria de La Salada, acusado de integrar una asociación ilícita que cobraba coimas a los puesteros callejeros.

La barra se ubicó en el sector bajo de una de las cabeceras en el primer partido, con su conocida bandera

A diferencia de Di Zeo, Martín y Aravena no tienen solicitudes de aplicación del derecho de admisión en contra ni fueron notificados por el gobierno argentino como personas “no gratas” ante la embajada de Estados Unidos. Pero sin visa, prefirieron seguir sus negocios en Buenos Aires y mirar a Boca por televisión.

Entre los integrantes de la segunda línea que tampoco volaron a Miami figuran Fernando Alfredo Catica, alias “Lana”, y Carlos Sebastián Maciel, apodado “Skeletor”. Contra ambos rigen pedidos de derecho de admisión y quedaron fuera del viaje. Forman parte del grupo que usualmente acompaña a Di Zeo y tienen un rol clave en el manejo de la tribuna. En Estados Unidos, esa responsabilidad quedó en manos de otros dos miembros de la segunda línea: Gabriel Martín y Mariano “Manija” Mantarro.

Gabriel es hermano de Mauro y exprofesor de boxeo de Di Zeo. Es el hombre corpulento que apareció en una imagen viral ante Benfica con camiseta de básquetbol de Boca, parado a la izquierda del núcleo más duro de la barra. Mantarro, en tanto, es un histórico del entorno de los hermanos Di Zeo. Vinculado también con el boxeo, tiene conexión directa con la productora de Marcos “Chino” Maidana. En su momento fue hombre de confianza de Fernando, hermano de Rafael, y tras la muerte de éste, sucedida en 2019, pasó a ser custodio del propio Rafa. Varias veces se solicitó derecho de admisión contra él, pero ya no figura en la lista.

Gabriel Martín en las gradas, con la camiseta de Boca de básquetbol; su hermano, Mauro, no viajó a Estados Unidos, como tampoco los otros dos cabecillas de la barra, Rafael Di Zeo y Marcelo Aravena.

Junto a ellos aparece otro viejo conocido: Pablo Fernando Salatino, alias “Pikachu”, de gorra hacia atrás y siempre cercano a la cúpula. En total, arribaron a Miami entre 15 y 20 barrabravas del sector más poderoso.

Son ellos quienes organizaron la entrada y la salida del bloque de hinchas que se ubicaron detrás del arco en el primer partido en el Hard Rock y repetirían este viernes en el mismo estadio, cuando Boca se enfrente con Bayern.

Aunque se alojaron en Miami Beach, lejos de la cancha y del hotel de concentración, que está en Fort Lauderdale, los barras se dejaron ver cerca de la playa. Sin la presencia de sus líderes, no generaron mucha atención entre los hinchas. Sin embargo, durante el partido dejaron claro quién manda: marcaron su territorio y se hicieron sentir, aunque con un comportamiento más contenido. Ese mismo grupo seguirá al equipo en su excursión por Nashville para el enfrentamiento con Auckland City, del próximo martes, y permanecerá en Estados Unidos hasta que Boca quede eliminado.

Los años pasan, los jugadores cambian, pero ellos, los barrabravas, siempre mantienen su lugar.

 No están los tres jefes principales, pero hay entre 15 y 20 miembros del sector más pesado; tuvieron un cruce con seguridad del estadio  LA NACION

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