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Murió Arturo Rodríguez Jurado, una gloria del rugby argentino y con el impulso de un padre campeón olímpico

Se fue el Trompa: Arturo Rodríguez Jurado. Con su pinta y su estampa. Uno de los mejores jugadores de rugby de todos los tiempos y con aptitudes para destacarse en cuanto deporte practicara. Hijo de otro gran atleta de la primera parte del siglo XX: el Mono, campeón olímpico de boxeo en los peso pesados en los Juegos de Ámsterdam 1928 e internacional con la pelota ovalada. Y nieto de Benigno Rodríguez Jurado, abogado, político, dos veces diputado nacional y gobernador de San Juan, en los albores de la anterior centuria.

Un zanjero de ley. “Salvo mi padre, ningún Rodríguez Jurado jugó al rugby en el CASI. Jamás”, afirmó con énfasis hace unos años, en una charla con el también integrante de los Pumas, Perica Courreges. “En el CASI he jugado a las bochas sobre pasto, al fútbol, pero al rugby, nunca”, amplió con una sonrisa en aquella ocasión, marcando bien las diferencias con “los bosteros”. Y en la cara se le dibujaba una mueca socarrona a Arturo.

Arturo Rodríguez Jurado jugando por los Pumas en la cancha de Ferro a punto de recibir la pelota

Se le estiraba el fino bigote, se le alargaban los ojos rasgados y la semejanza con el legendario Charles Bronson causaba impresión. El actor era el héroe rudo de los westerns norteamericanos y de las películas policiales. Y Arturo también era un héroe. Héroe sin guión y líder por personalidad, dentro y fuera de la cancha. Referente. Capitán. Ídolo de toda una generación de fanáticos del rugby. Un ganador de mil batallas con la camiseta del SIC o el manto sagrado del seleccionado, que a los 81 años pasó a la inmortalidad. Ciento por ciento del SIC, aunque su padre haya sido figura y varias veces campeón con el equipo de la contra, cuando el sueño Tricolor era apenas un terreno pegado a una zanja. Y que un buen día de 1935, tras una sanción por incidentes en un tercer tiempo, el Mono, junto a un grupo de amigos e integrantes de la primera división del Atlético de San Isidro, decidiera irse y fundar otro club: el San Isidro Club. Desde ese momento, la casa de don Arturo y la de sus hijos: Arturo, Jaime, Marcelo (murió muy joven en un accidente), Arnalda y Silvina.

Arturo, o el Trompa, nacido el 4 de mayo de 1944, se identificó toda la vida con el SIC. No obstante, a la hora de nombrar a un amigo de este juego, no dudó en mencionar a Alejandro Travaglini, “y eso que con el Chiquito, centro del CASI, éramos rivales acérrimos”. Quienes los vieron jugar hacen referencia a la dupla que integraba en el centro de la cancha de los Pumas, con el Chiquito, como una de las mejores que vistieron de celeste y blanco.

“Para mí, Arturo fue el mejor de todos. Me inclino por él, porque además fui amigo de su hermano Marcelo”, confiesa Perica Courreges, emocionado al ser consultado por LA NACIÓN. “Un jugador excepcional y un líder nato”, le asegura al diario Alfredo el Bambi Soares Gache, con un nudo en la garganta.

El potente tres cuartos tenía facilidad para cualquier deporte. Lo apasionó el rugby, se destacó a poco de empezar a jugar en el SIC y rápidamente llegó al seleccionado. Lo convocaron para la mítica gira del 65 por Sudáfrica y así empezó a construir su enorme trayectoria internacional. Jugó varios partidos del tour e incluso estuvo en la cancha el 19 de junio, cuando Argentina venció a los Junior Springboks, por 11-6. Ese triunfo llamó la atención del mundo entero y dio nacimiento a los Pumas. Ante unas 40.000 personas, el Trompa anduvo mezclado con Cazenave, Pascual, Pochola Silva, Otaño, González del Solar, García Yáñez y unos cuantos próceres más. Sin embargo, una lesión crónica en un hombro le quitó continuidad en aquella época y en sucesivas giras.

Arturo Rodríguez Jurado con la camiseta de los Pumas y a punto de marcar un try en un test frente a Rumania

“El viaje a Sudáfrica me causó una gran emoción, ya estar nominado me pareció increíble. Con nuestro juego humilde fuimos allá y le ganamos a una potencia, y sin tener competencia internacional. Ese fue un paso gigantesco en el desarrollo de nuestro juego”, remarcó tiempo después.

En 1976 formó parte de la expedición al Reino Unido que abarcó la derrota por 19-17, en tiempo agregado, frente al poderoso Gales de Gareth Edwards, Phil Bennet, Gerald Davies y el patilludo J.P.R. Williams. Un penal con el tiempo ya cumplido, ejecutado por Bennet, le quitó el triunfo a nuestro equipo. Arturo no pudo estar presente en la tarde de Gales porque un desgarro lo marginó del test-match.

Al regreso de aquel viaje, Arturo vivió un episodio desagradable que generó un conflicto con la UAR y una división entre los jugadores. El problema surgió en la segunda mitad de 1976. El grupo del seleccionado era entrenado por la dupla del SIC, Carlos “Veco” Villegas y Emilio “Gringo” Perasso. En Gales, el capitán había sido Adolfo Etchegaray y en la posterior serie ante Francia, Hugo Porta, pero el líder natural del grupo y el elegido por los entrenadores para la capitanía era Arturo Rodríguez Jurado, que no había participado de esos partidos por distintas lesiones. En octubre se realizaba el Campeonato Sudamericano, en Tucumán, y cuando los entrenadores dieron la lista para ese torneo, informaron que el capitán sería Arturo, quien volvía al equipo.

Arturo Rodríguez Jurado bajando del avión tras la inolvidable gira del 76. Detrás, Palomo Echegaray, el Veco Villegas y el Ruso Sanz

La designación fue revocada por el Consejo de la UAR, medida que provocó una gran resistencia en el grupo de jugadores. La mayoría se negó a viajar a Tucumán, en solidaridad con Rodríguez Jurado, y renunciaron los entrenadores. El rumor que corrió fuerte decía que en la Unión no aceptaban la fama adquirida por Arturo más allá del rugby, por su parecido físico con el actor Charles Bronson y por el interés que despertaban en el las mujeres y las revistas del corazón. Al quedar al margen, él y quienes se negaron a jugar en Tucumán, hombres suspendidos por la UAR, formaron un seleccionado paralelo: Los Cimarrones, que jugó por todo el país, cosechando muy buenos resultados y un sorprendente respaldo popular, cosa que también cayó mal en el seno de la Unión Argentina de Rugby. Esto también cayó mal en el seno de la Unión.

Arturo Rodríguez Jurado y su parecido con el actor Charles Bronson

Años más tarde, Rodríguez Jurado comentaba: “Mejor no hacer hincapié en algo triste, que en determinado momento mostró la unión y la convicción de ese grupo de jugadores, manifestada en Los Cimarrones”. Con el correr del tiempo, el Trompa expresó: “Tanto Perasso como Villegas fueron importantísimos en el desarrollo del juego en el SIC y en determinado momento pusieron el nivel del club en un lugar muy importante. Siguieron la doctrina de Catamarca Ocampo, en cuanto al juego y al darlo todo por el club. Eso hizo que el SIC prevaleciera sobre el resto durante mucho tiempo: el scrum, el juego coordinado…”

Perica asegura: “No soy mezquino al decir que Arturo fue el mejor, el más carismático, el que veías como al Charles Bronson de la época. Y la yunta que formaba con el Chiquito Travaglini en el medio de la cancha… Perforaron a casi todos los equipos. Arturo era grande, y su padre también: fue campeón olímpico de boxeo, algo increíble, muy lejos de casi todos los logros que uno pueda tener. Un grande en serio, el Trompa. Que se haya ido es una tristeza bárbara, más allá de que últimamente tenía una salud muy deteriorada. Ahora estará en paz, junto a Marcelo… Saliendo para Tandil, yendo a la playa o a Punta del Este”.

El Bambi también lo despidió con emoción en la mirada: “Arturo, tu legado en el rugby es imborrable. Fuiste un jugador excepcional, un líder nato y un verdadero capitán del SIC. Tu valentía en la cancha y tu capacidad para inspirar a tus compañeros de equipo son un ejemplo para todos los que te conocimos. Recuerdo especialmente tu gesto de grandeza en aquel partido épico contra Gazelles. A pesar de la importancia del encuentro, decidiste priorizar el bienestar del equipo y no jugar debido a una lesión. Ese acto de responsabilidad y sacrificio es un ejemplo de tu compromiso con el equipo y con el juego. Como jugador, fuiste un verdadero crack. Tu habilidad en la cancha y tu capacidad para leer el juego eran impresionantes. Pero, más allá de tus habilidades técnicas, fuiste un líder que inspiró a generaciones de jugadores con tu pasión, tu dedicación y tu amor por el rugby. Tu influencia en el SIC es imposible de medir. Fuiste un mentor, un amigo y un hermano mayor para muchos de nosotros. Tu legado vivirá en nuestros corazones y en la cancha, donde seguiremos luchando por los mismos valores que vos defendiste: el compañerismo, la disciplina y la pasión por el rugby. Adiós, Arturo. Que descanses en paz y te reencuentres con Marcelo. Tu memoria será recordada con respeto y admiración por todos los que te conocimos y te vimos jugar. Siempre estarás en nuestros corazones y en el corazón del SIC”.

Partió el hijo de Arturo, el nieto de Benigno, gobernador de San Juan. Se le tributará una sentida despedida este domingo, de 13 a 18, en el SIC. Un deportista extraordinario, un inside talentoso, fuerte y veloz. Un zanjero de ley.

El Trompa Arturo Rodríguez Jurado, un Zanjero de ley

Se fue el Trompa: Arturo Rodríguez Jurado. Con su pinta y su estampa. Uno de los mejores jugadores de rugby de todos los tiempos y con aptitudes para destacarse en cuanto deporte practicara. Hijo de otro gran atleta de la primera parte del siglo XX: el Mono, campeón olímpico de boxeo en los peso pesados en los Juegos de Ámsterdam 1928 e internacional con la pelota ovalada. Y nieto de Benigno Rodríguez Jurado, abogado, político, dos veces diputado nacional y gobernador de San Juan, en los albores de la anterior centuria.

Un zanjero de ley. “Salvo mi padre, ningún Rodríguez Jurado jugó al rugby en el CASI. Jamás”, afirmó con énfasis hace unos años, en una charla con el también integrante de los Pumas, Perica Courreges. “En el CASI he jugado a las bochas sobre pasto, al fútbol, pero al rugby, nunca”, amplió con una sonrisa en aquella ocasión, marcando bien las diferencias con “los bosteros”. Y en la cara se le dibujaba una mueca socarrona a Arturo.

Arturo Rodríguez Jurado jugando por los Pumas en la cancha de Ferro a punto de recibir la pelota

Se le estiraba el fino bigote, se le alargaban los ojos rasgados y la semejanza con el legendario Charles Bronson causaba impresión. El actor era el héroe rudo de los westerns norteamericanos y de las películas policiales. Y Arturo también era un héroe. Héroe sin guión y líder por personalidad, dentro y fuera de la cancha. Referente. Capitán. Ídolo de toda una generación de fanáticos del rugby. Un ganador de mil batallas con la camiseta del SIC o el manto sagrado del seleccionado, que a los 81 años pasó a la inmortalidad. Ciento por ciento del SIC, aunque su padre haya sido figura y varias veces campeón con el equipo de la contra, cuando el sueño Tricolor era apenas un terreno pegado a una zanja. Y que un buen día de 1935, tras una sanción por incidentes en un tercer tiempo, el Mono, junto a un grupo de amigos e integrantes de la primera división del Atlético de San Isidro, decidiera irse y fundar otro club: el San Isidro Club. Desde ese momento, la casa de don Arturo y la de sus hijos: Arturo, Jaime, Marcelo (murió muy joven en un accidente), Arnalda y Silvina.

Arturo, o el Trompa, nacido el 4 de mayo de 1944, se identificó toda la vida con el SIC. No obstante, a la hora de nombrar a un amigo de este juego, no dudó en mencionar a Alejandro Travaglini, “y eso que con el Chiquito, centro del CASI, éramos rivales acérrimos”. Quienes los vieron jugar hacen referencia a la dupla que integraba en el centro de la cancha de los Pumas, con el Chiquito, como una de las mejores que vistieron de celeste y blanco.

“Para mí, Arturo fue el mejor de todos. Me inclino por él, porque además fui amigo de su hermano Marcelo”, confiesa Perica Courreges, emocionado al ser consultado por LA NACIÓN. “Un jugador excepcional y un líder nato”, le asegura al diario Alfredo el Bambi Soares Gache, con un nudo en la garganta.

El potente tres cuartos tenía facilidad para cualquier deporte. Lo apasionó el rugby, se destacó a poco de empezar a jugar en el SIC y rápidamente llegó al seleccionado. Lo convocaron para la mítica gira del 65 por Sudáfrica y así empezó a construir su enorme trayectoria internacional. Jugó varios partidos del tour e incluso estuvo en la cancha el 19 de junio, cuando Argentina venció a los Junior Springboks, por 11-6. Ese triunfo llamó la atención del mundo entero y dio nacimiento a los Pumas. Ante unas 40.000 personas, el Trompa anduvo mezclado con Cazenave, Pascual, Pochola Silva, Otaño, González del Solar, García Yáñez y unos cuantos próceres más. Sin embargo, una lesión crónica en un hombro le quitó continuidad en aquella época y en sucesivas giras.

Arturo Rodríguez Jurado con la camiseta de los Pumas y a punto de marcar un try en un test frente a Rumania

“El viaje a Sudáfrica me causó una gran emoción, ya estar nominado me pareció increíble. Con nuestro juego humilde fuimos allá y le ganamos a una potencia, y sin tener competencia internacional. Ese fue un paso gigantesco en el desarrollo de nuestro juego”, remarcó tiempo después.

En 1976 formó parte de la expedición al Reino Unido que abarcó la derrota por 19-17, en tiempo agregado, frente al poderoso Gales de Gareth Edwards, Phil Bennet, Gerald Davies y el patilludo J.P.R. Williams. Un penal con el tiempo ya cumplido, ejecutado por Bennet, le quitó el triunfo a nuestro equipo. Arturo no pudo estar presente en la tarde de Gales porque un desgarro lo marginó del test-match.

Al regreso de aquel viaje, Arturo vivió un episodio desagradable que generó un conflicto con la UAR y una división entre los jugadores. El problema surgió en la segunda mitad de 1976. El grupo del seleccionado era entrenado por la dupla del SIC, Carlos “Veco” Villegas y Emilio “Gringo” Perasso. En Gales, el capitán había sido Adolfo Etchegaray y en la posterior serie ante Francia, Hugo Porta, pero el líder natural del grupo y el elegido por los entrenadores para la capitanía era Arturo Rodríguez Jurado, que no había participado de esos partidos por distintas lesiones. En octubre se realizaba el Campeonato Sudamericano, en Tucumán, y cuando los entrenadores dieron la lista para ese torneo, informaron que el capitán sería Arturo, quien volvía al equipo.

Arturo Rodríguez Jurado bajando del avión tras la inolvidable gira del 76. Detrás, Palomo Echegaray, el Veco Villegas y el Ruso Sanz

La designación fue revocada por el Consejo de la UAR, medida que provocó una gran resistencia en el grupo de jugadores. La mayoría se negó a viajar a Tucumán, en solidaridad con Rodríguez Jurado, y renunciaron los entrenadores. El rumor que corrió fuerte decía que en la Unión no aceptaban la fama adquirida por Arturo más allá del rugby, por su parecido físico con el actor Charles Bronson y por el interés que despertaban en el las mujeres y las revistas del corazón. Al quedar al margen, él y quienes se negaron a jugar en Tucumán, hombres suspendidos por la UAR, formaron un seleccionado paralelo: Los Cimarrones, que jugó por todo el país, cosechando muy buenos resultados y un sorprendente respaldo popular, cosa que también cayó mal en el seno de la Unión Argentina de Rugby. Esto también cayó mal en el seno de la Unión.

Arturo Rodríguez Jurado y su parecido con el actor Charles Bronson

Años más tarde, Rodríguez Jurado comentaba: “Mejor no hacer hincapié en algo triste, que en determinado momento mostró la unión y la convicción de ese grupo de jugadores, manifestada en Los Cimarrones”. Con el correr del tiempo, el Trompa expresó: “Tanto Perasso como Villegas fueron importantísimos en el desarrollo del juego en el SIC y en determinado momento pusieron el nivel del club en un lugar muy importante. Siguieron la doctrina de Catamarca Ocampo, en cuanto al juego y al darlo todo por el club. Eso hizo que el SIC prevaleciera sobre el resto durante mucho tiempo: el scrum, el juego coordinado…”

Perica asegura: “No soy mezquino al decir que Arturo fue el mejor, el más carismático, el que veías como al Charles Bronson de la época. Y la yunta que formaba con el Chiquito Travaglini en el medio de la cancha… Perforaron a casi todos los equipos. Arturo era grande, y su padre también: fue campeón olímpico de boxeo, algo increíble, muy lejos de casi todos los logros que uno pueda tener. Un grande en serio, el Trompa. Que se haya ido es una tristeza bárbara, más allá de que últimamente tenía una salud muy deteriorada. Ahora estará en paz, junto a Marcelo… Saliendo para Tandil, yendo a la playa o a Punta del Este”.

El Bambi también lo despidió con emoción en la mirada: “Arturo, tu legado en el rugby es imborrable. Fuiste un jugador excepcional, un líder nato y un verdadero capitán del SIC. Tu valentía en la cancha y tu capacidad para inspirar a tus compañeros de equipo son un ejemplo para todos los que te conocimos. Recuerdo especialmente tu gesto de grandeza en aquel partido épico contra Gazelles. A pesar de la importancia del encuentro, decidiste priorizar el bienestar del equipo y no jugar debido a una lesión. Ese acto de responsabilidad y sacrificio es un ejemplo de tu compromiso con el equipo y con el juego. Como jugador, fuiste un verdadero crack. Tu habilidad en la cancha y tu capacidad para leer el juego eran impresionantes. Pero, más allá de tus habilidades técnicas, fuiste un líder que inspiró a generaciones de jugadores con tu pasión, tu dedicación y tu amor por el rugby. Tu influencia en el SIC es imposible de medir. Fuiste un mentor, un amigo y un hermano mayor para muchos de nosotros. Tu legado vivirá en nuestros corazones y en la cancha, donde seguiremos luchando por los mismos valores que vos defendiste: el compañerismo, la disciplina y la pasión por el rugby. Adiós, Arturo. Que descanses en paz y te reencuentres con Marcelo. Tu memoria será recordada con respeto y admiración por todos los que te conocimos y te vimos jugar. Siempre estarás en nuestros corazones y en el corazón del SIC”.

Partió el hijo de Arturo, el nieto de Benigno, gobernador de San Juan. Se le tributará una sentida despedida este domingo, de 13 a 18, en el SIC. Un deportista extraordinario, un inside talentoso, fuerte y veloz. Un zanjero de ley.

El Trompa Arturo Rodríguez Jurado, un Zanjero de ley Dejó su impronta en el SIC y con los Pumas y fue eje de un acto de solidaridad de sus compañeros que marcó a este deporte. Formó una dupla de centros inolvidable con Chiquito Travaglini  LA NACION

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