Diego Valeri, el argentino más exitoso en la historia de la MLS que ahora es comentarista estrella en Estados Unidos

Cinco años atrás fue elegido entre los 25 jugadores más influyentes de la historia de la Major League Soccer (MLS). Portland Timbers fue su hogar como futbolista en Estados Unidos, país al que llegó en 2013; ahora se mudó a la Costa Este, a Miami, desde donde sigue conectado con el fútbol, pero desde otra función. Campeón 2015 y 2020, MVP en 2017, el retiro no le dejó espacio a Diego Valeri para analizar cómo desandaría el futuro. La MLS y Apple TV lo convocaron para sumarse a un ambicioso proyecto en el que el fútbol estadounidense se convertiría en un eje mundial con el desembarco de Lionel Messi en Inter Miami. El talento que derrochó en la cancha se trasladó a los comentarios, el análisis y las entrevistas, y a un año del Mundial 2026 describe en una charla con LA NACION cómo creció la liga y cuáles son las expectativas para la Copa del Mundo.
“Siempre tuve una relación amistosa con la cámara, con las entrevistas, con las notas, con expresarme, pero nunca me imaginé estar en este lugar. Y, encima, con el condimento de la llegada de Lionel [Messi], que le dio un empujón a la MLS», comienza el diálogo.
–Tuviste inquietudes fuera de la actividad. ¿El fútbol estaba también en tu futuro?
–Pensaba seguir ligado al fútbol, pero lo proyectaba desde otro lugar: desarrollo de jóvenes, management, que es algo que me gusta y creo que tengo un buen perfil… Incluso, experimentar desde dentro de un cuerpo técnico la competencia. Esto es distinto, y el grupo de trabajo es excelente. Hay mucha organización, y en ese sentido la sensación es la misma de cuando llegué como jugador a la MLS: me encontré con un lugar donde podía disfrutar de la profesión.
–¿Cómo vivenciás la transformación de la MLS?
–Con alegría, porque ves la tarea de bases que desarrolla la MLS y cómo logró que se creciera en estructura, organización y competitividad… Entusiasma ver a jugadores decir que quieren jugar acá. Escuchar la frase ‘quiero ir a jugar ahí’ es muy fuerte, cuando antes no eras un destino futbolístico atrapante. Ahora está Messi y lo cambia todo un poco, pero los equipos cuentan con jugadores de elite. El futbolista quiere estar acá, jugar acá, pasar por la experiencia o quedarse muchos años. Cuando yo elegí esto no había ni el 30% de lo que es hoy la MLS: ver ese crecimiento, con todo lo que significa y rodea la espera de un Mundial, es fascinante.
–El sábado comienza el Mundial de Clubes, ¿qué repercusión tiene la presencia de River y Boca?
-Estados Unidos es un país grande y depende por dónde pases se habla más o menos de un equipo, de River o de Boca. Pero desde MLS y los núcleos de contacto con los equipos es un evento novedoso, histórico, y desde ese lugar a quienes les tocará jugar estará la incógnita de descubrir cómo será, qué pasará, qué efecto tendrá el torneo para el futuro… Es una mezcla de ganas, expectativas, incertidumbre. Por otro lado, también te llega la información de que Boca es el equipo que más entradas vendió, y eso es una señal de aceptación, de deseo de estar presente en ese primer capítulo del Mundial de Clubes con este formato y de ver todos estos equipos reunidos en una sola competencia: los de trayectoria y los nuevos, que quieren romper el efecto de los gigantes y también hacer historia. Es un combo que cuando se camina los estadios de la MLS tiene un atractivo particular para el presente y el futuro.
-El Mundial de 1994 no tuvo un efecto de reinvención, pero ahora Los Angeles FC dejó afuera del Mundial de Clubes a un gigante mexicano como América. ¿Es una señal del crecimiento del que hablabas?
-Cómo lo hizo también es importante, y eso es un reflejo de cómo la MLS va trepando peldaños. Un equipo que avanzó al América, que lo atacó, que le dio vuelta el resultado, que lo dominó… Todo eso es muy importante. Y fue a América, con todo su peso y trayectoria y para meterse en un Mundial de Clubes y enfrentar ahora a equipos de la relevancia del Chelsea y Flamengo en una competencia que la disputan Real Madrid, Bayern Munich, Inter, Manchester City, Boca, River, PSG, que viene de ser campeón de la Champions League y vive un momento histórico particular… Me da una sensación gratificante y un sentimiento de estar en el lugar correcto y de tener que sumar mi granito de arena para que esto siga su avance. Ver y ayudar a crecer el árbol.
–¿El Mundial de Clubes es un ensayo para el Mundial de selecciones?
–Es un tentempié. El último Mundial quedó lejos, pasaron 30 años, y el crecimiento de la MLS en ese tiempo fue abrumador. Se estaba esperando un Mundial, era algo que se aguardaba por la misma dinámica de cómo fue evolucionando la Liga. En este país se está acostumbrado, más allá de que las cosas pueden salir mejor o peor de lo que se proyectó, a los eventos grandes, multitudinarios, y a manejarlos sin sentir la presión. Desde ese lugar es un evento más, al que hay que organizar con todos los detalles y especificaciones que pide la FIFA, aunque para los equipos y para la MLS se vivirá con un plus de intensidad.
–La organización de la Copa América 2024 dejó varias observaciones: los estadios, el césped, el descontrol en la final…
–Las organizaciones no contemplan que los eventos no estén a la altura. Nadie quiere un mal review y por eso se destaca que el juego vaya acompañado del espectáculo para que el evento sea el mejor. Es una combinación, y que salga bien no es un logro: no hay espacio para que las cosas salgan mal, porque no se concibe. Desde ahí se hizo autocrítica de todas las partes que estuvieron involucradas en la Copa América, porque la organización es como un equipo: cuando el resultado viene mal, la culpa la tenemos todos. La FIFA tomó los recaudos necesarios para que estas situaciones no se repitan. Por ejemplo, el césped es importante para el juego, para el espectáculo, y ya se está plantando el césped que se va utilizar en el Mundial.
–Hay varios estadios que fueron objetados en la Copa América y que se repetirán en el Mundial. ¿No es contradictorio?
–Algunos son los mismos y otros, no. La FIFA ya puso el ojo para no repetir malas experiencias. Varias canchas pueden parecer más angostas o la perspectiva de que así sean, pero las medidas no se pueden incumplir y eso la FIFA no la aceptaría: no dejarían pasar que eso no esté bajo las regulaciones, los estándares que ellos dictan. En la Copa América a veces no se tiene información de por qué las cosas pasan, pero creo que en un Mundial eso no va a pasar.
–A un año del Mundial, ¿hay expectativa?
–Sí, la califico siete u ocho puntos, y no es más alta porque quizás la selección todavía no generó grandes emociones. La llegada de Mauricio Pochettino como seleccionador tuvo un impacto y la MLS tiene la llama prendida todo el día, porque así es como viven los clubes un acontecimiento como el que vendrá el próximo año. La Copa Oro de la Concacaf [se desarrollará del 14 de junio al 6 de julio] servirá para animar la expectativa. No creo que sea determinante, pero será un parámetro para entender si esa nota es la correcta en cuanto a ilusión.
–¿Pochettino empujó a soñar con una actuación histórica?
-Están súper conformes con Pochettino, una elección pensada, pero hay que desandar todo un proceso que desembocará en el Mundial. En el camino puede pasar que haya un resultado mejor o menor del esperado, pero el motivo por el que se pensó la contratación de un entrenador como Pochettino es para el Mundial. Un argentino, que hoy es sinónimo de prestigio; la conexión argentino-MLS es muy fuerte; una persona con muchísima experiencia como jugador, que jugó en equipos grandes y jugó un Mundial; como director técnico entrenó en las mejores Ligas de Europa. Tiene el punto justo entre la sensibilidad, el efecto motivacional y la metodología de trabajo de campo y laboratorio. Hay puesta mucha expectativa, porque el mensaje es para ser protagonistas y animarnos a soñar con que se puede ser campeones. Esa es una mentalidad ganadora y menos apagada. Se puede llegar a ciertas instancias finales porque hay talento, capacidad, el desarrollo del fútbol fue muy grande y hay recursos para competir. El discurso despertó emoción y empujó a creer, después en la cancha los primeros partidos de un Mundial son los que muchas veces marcan un camino. Como argentino nos pasó de tener equipos como el de Bielsa que despertaba toda clase de expectativas y se quedó y tenemos lo que sucedió en Qatar, que fue empezar con el paso cambiado y salir campeones.
Cinco años atrás fue elegido entre los 25 jugadores más influyentes de la historia de la Major League Soccer (MLS). Portland Timbers fue su hogar como futbolista en Estados Unidos, país al que llegó en 2013; ahora se mudó a la Costa Este, a Miami, desde donde sigue conectado con el fútbol, pero desde otra función. Campeón 2015 y 2020, MVP en 2017, el retiro no le dejó espacio a Diego Valeri para analizar cómo desandaría el futuro. La MLS y Apple TV lo convocaron para sumarse a un ambicioso proyecto en el que el fútbol estadounidense se convertiría en un eje mundial con el desembarco de Lionel Messi en Inter Miami. El talento que derrochó en la cancha se trasladó a los comentarios, el análisis y las entrevistas, y a un año del Mundial 2026 describe en una charla con LA NACION cómo creció la liga y cuáles son las expectativas para la Copa del Mundo.
“Siempre tuve una relación amistosa con la cámara, con las entrevistas, con las notas, con expresarme, pero nunca me imaginé estar en este lugar. Y, encima, con el condimento de la llegada de Lionel [Messi], que le dio un empujón a la MLS», comienza el diálogo.
–Tuviste inquietudes fuera de la actividad. ¿El fútbol estaba también en tu futuro?
–Pensaba seguir ligado al fútbol, pero lo proyectaba desde otro lugar: desarrollo de jóvenes, management, que es algo que me gusta y creo que tengo un buen perfil… Incluso, experimentar desde dentro de un cuerpo técnico la competencia. Esto es distinto, y el grupo de trabajo es excelente. Hay mucha organización, y en ese sentido la sensación es la misma de cuando llegué como jugador a la MLS: me encontré con un lugar donde podía disfrutar de la profesión.
–¿Cómo vivenciás la transformación de la MLS?
–Con alegría, porque ves la tarea de bases que desarrolla la MLS y cómo logró que se creciera en estructura, organización y competitividad… Entusiasma ver a jugadores decir que quieren jugar acá. Escuchar la frase ‘quiero ir a jugar ahí’ es muy fuerte, cuando antes no eras un destino futbolístico atrapante. Ahora está Messi y lo cambia todo un poco, pero los equipos cuentan con jugadores de elite. El futbolista quiere estar acá, jugar acá, pasar por la experiencia o quedarse muchos años. Cuando yo elegí esto no había ni el 30% de lo que es hoy la MLS: ver ese crecimiento, con todo lo que significa y rodea la espera de un Mundial, es fascinante.
–El sábado comienza el Mundial de Clubes, ¿qué repercusión tiene la presencia de River y Boca?
-Estados Unidos es un país grande y depende por dónde pases se habla más o menos de un equipo, de River o de Boca. Pero desde MLS y los núcleos de contacto con los equipos es un evento novedoso, histórico, y desde ese lugar a quienes les tocará jugar estará la incógnita de descubrir cómo será, qué pasará, qué efecto tendrá el torneo para el futuro… Es una mezcla de ganas, expectativas, incertidumbre. Por otro lado, también te llega la información de que Boca es el equipo que más entradas vendió, y eso es una señal de aceptación, de deseo de estar presente en ese primer capítulo del Mundial de Clubes con este formato y de ver todos estos equipos reunidos en una sola competencia: los de trayectoria y los nuevos, que quieren romper el efecto de los gigantes y también hacer historia. Es un combo que cuando se camina los estadios de la MLS tiene un atractivo particular para el presente y el futuro.
-El Mundial de 1994 no tuvo un efecto de reinvención, pero ahora Los Angeles FC dejó afuera del Mundial de Clubes a un gigante mexicano como América. ¿Es una señal del crecimiento del que hablabas?
-Cómo lo hizo también es importante, y eso es un reflejo de cómo la MLS va trepando peldaños. Un equipo que avanzó al América, que lo atacó, que le dio vuelta el resultado, que lo dominó… Todo eso es muy importante. Y fue a América, con todo su peso y trayectoria y para meterse en un Mundial de Clubes y enfrentar ahora a equipos de la relevancia del Chelsea y Flamengo en una competencia que la disputan Real Madrid, Bayern Munich, Inter, Manchester City, Boca, River, PSG, que viene de ser campeón de la Champions League y vive un momento histórico particular… Me da una sensación gratificante y un sentimiento de estar en el lugar correcto y de tener que sumar mi granito de arena para que esto siga su avance. Ver y ayudar a crecer el árbol.
–¿El Mundial de Clubes es un ensayo para el Mundial de selecciones?
–Es un tentempié. El último Mundial quedó lejos, pasaron 30 años, y el crecimiento de la MLS en ese tiempo fue abrumador. Se estaba esperando un Mundial, era algo que se aguardaba por la misma dinámica de cómo fue evolucionando la Liga. En este país se está acostumbrado, más allá de que las cosas pueden salir mejor o peor de lo que se proyectó, a los eventos grandes, multitudinarios, y a manejarlos sin sentir la presión. Desde ese lugar es un evento más, al que hay que organizar con todos los detalles y especificaciones que pide la FIFA, aunque para los equipos y para la MLS se vivirá con un plus de intensidad.
–La organización de la Copa América 2024 dejó varias observaciones: los estadios, el césped, el descontrol en la final…
–Las organizaciones no contemplan que los eventos no estén a la altura. Nadie quiere un mal review y por eso se destaca que el juego vaya acompañado del espectáculo para que el evento sea el mejor. Es una combinación, y que salga bien no es un logro: no hay espacio para que las cosas salgan mal, porque no se concibe. Desde ahí se hizo autocrítica de todas las partes que estuvieron involucradas en la Copa América, porque la organización es como un equipo: cuando el resultado viene mal, la culpa la tenemos todos. La FIFA tomó los recaudos necesarios para que estas situaciones no se repitan. Por ejemplo, el césped es importante para el juego, para el espectáculo, y ya se está plantando el césped que se va utilizar en el Mundial.
–Hay varios estadios que fueron objetados en la Copa América y que se repetirán en el Mundial. ¿No es contradictorio?
–Algunos son los mismos y otros, no. La FIFA ya puso el ojo para no repetir malas experiencias. Varias canchas pueden parecer más angostas o la perspectiva de que así sean, pero las medidas no se pueden incumplir y eso la FIFA no la aceptaría: no dejarían pasar que eso no esté bajo las regulaciones, los estándares que ellos dictan. En la Copa América a veces no se tiene información de por qué las cosas pasan, pero creo que en un Mundial eso no va a pasar.
–A un año del Mundial, ¿hay expectativa?
–Sí, la califico siete u ocho puntos, y no es más alta porque quizás la selección todavía no generó grandes emociones. La llegada de Mauricio Pochettino como seleccionador tuvo un impacto y la MLS tiene la llama prendida todo el día, porque así es como viven los clubes un acontecimiento como el que vendrá el próximo año. La Copa Oro de la Concacaf [se desarrollará del 14 de junio al 6 de julio] servirá para animar la expectativa. No creo que sea determinante, pero será un parámetro para entender si esa nota es la correcta en cuanto a ilusión.
–¿Pochettino empujó a soñar con una actuación histórica?
-Están súper conformes con Pochettino, una elección pensada, pero hay que desandar todo un proceso que desembocará en el Mundial. En el camino puede pasar que haya un resultado mejor o menor del esperado, pero el motivo por el que se pensó la contratación de un entrenador como Pochettino es para el Mundial. Un argentino, que hoy es sinónimo de prestigio; la conexión argentino-MLS es muy fuerte; una persona con muchísima experiencia como jugador, que jugó en equipos grandes y jugó un Mundial; como director técnico entrenó en las mejores Ligas de Europa. Tiene el punto justo entre la sensibilidad, el efecto motivacional y la metodología de trabajo de campo y laboratorio. Hay puesta mucha expectativa, porque el mensaje es para ser protagonistas y animarnos a soñar con que se puede ser campeones. Esa es una mentalidad ganadora y menos apagada. Se puede llegar a ciertas instancias finales porque hay talento, capacidad, el desarrollo del fútbol fue muy grande y hay recursos para competir. El discurso despertó emoción y empujó a creer, después en la cancha los primeros partidos de un Mundial son los que muchas veces marcan un camino. Como argentino nos pasó de tener equipos como el de Bielsa que despertaba toda clase de expectativas y se quedó y tenemos lo que sucedió en Qatar, que fue empezar con el paso cambiado y salir campeones.
Surgido en Lanús y de gran carrera en el fútbol norteamericano, analiza cómo se preparan los estadounidenses para el Mundial: “Que el juego vaya acompañado del espectáculo” LA NACION