Santiago Kovadloff y Jorge Sigal: la curiosidad como antídoto frente al autoritarismo

Hace unos nueve años, Santiago Kovadloff y Jorge Luis Sigal conversaban a la salida de un espectáculo en el actual Palacio Libertad, por entonces CCK, el mismo lugar en el que poco antes habían coincidido por primera vez. En esa charla, Sigal confesó que tenía un sueño: hacer un programa de radio entre los dos.
La idea tardó muy poco en madurar porque existía entre los dos una coincidencia básica: compartir un espacio de reflexión profunda sobre temas actuales e importantes que escapara al mismo tiempo de cualquier riesgo de solemnidad o aburrimiento. El proyecto no partía de la nada: ambos venían de compartir en el aire de Radio Mitre las tertulias semanales que durante un buen tiempo formaron parte de un programa conducido por Jorge Fernández Díaz.
Ese espacio, titulado Café La República, fue el punto de partida concreto de Haciendo pie, el programa que cada domingo al mediodía (de 12 a 14) comparten Kovadloff y Sigal en Radio Ciudad (AM 1110 o La Once Diez), una de las emisoras públicas que tiene la Ciudad de Buenos Aires.
“Es muy extraño lo que pasó entre nosotros –dice Sigal en tono celebratorio-. Yo soy un señor grande, cumplí 72 años. Y Santiago tiene 82. Y como sabemos, las amistades se empiezan a cultivar en la juventud. No es nuestro caso. Y todo tiene que ver con lo que proponemos en el programa. El nuestro es un mundo de afinidades, un mundo de curiosidad. A Santiago, como a mí, nos interesan los procesos de ruptura con lo cerrado, con lo hermético, con lo dogmático sobre todo. Nosotros nos hicimos amigos de una manera milagrosa. No somos amigos de barrio, somos amigos de viejos”.
Ninguno de los dos es nuevo en las artes de la radio. Parte de la destacada tarea periodística de Sigal se desarrolló en los últimos años en ese medio, especialmente como columnista político del programa que Fernando Bravo condujo en Radio Continental. Y Kovadloff, cuya extensa trayectoria como filósofo, poeta, ensayista, traductor es ampliamente reconocida, supo tener en tiempos del gobierno de Raúl Alfonsín un programa en Radio Nacional. “En esa media hora hacía un editorial, una entrevista y una lectura que elegía y comentaba. Fue una experiencia deliciosa”, recuerda ante LA NACION.
Así se fue gestando uno de los pocos ciclos de genuino cuño cultural que tiene hoy la programprofunación de las radios AM y que cumplió el 11 de abril pasado sus primeros cuatro años. Cada emisión empieza con un breve editorial a cargo de Sigal y continúa con dos entrevistas. La primera suele estar vinculada a la actualidad y la segunda, con las artes y las ciencias. Los 120 minutos del programa se matizan con la difusión de música argentina, latinoamericana y europea.
“Este es un programa profesionalmente pensado, no se trata solo de la conversación entre dos tipos que tienen la posibilidad de ocupar un espacio en la radio. Vamos cada domingo al estudio con una gran vocación de escuchar, con una gran curiosidad. Y nos interesa mucho hablar con científicos y artistas jóvenes, expertos en tecnología y en redes. Gente que trabaja muy bien en lo suyo. No son famosos y a la vez son muy creativos y muy productivos”, dice Kovadloff.
“Opinionismo”
A Sigal no le gusta mucho definir como un editorial al segmento de opinión con el que se abre el programa. “Nos cuidamos mucho de no caer en el opinionismo. Tratamos de evitar esa cosa que hoy se convirtió en un virus, esa cosa de que el periodista maneja siempre una especie de verdad revelada. Nosotros tratamos de ser más humildes”, dice sobre un hábito demasiado extendido en los medios que en este momento siguen la actualidad en la Argentina. “No son más de tres, cuatro minutos. Tratamos de dejar abiertas algunas preguntas que retomamos en la segunda parte y nos dan un gran pie para que hagamos un intercambio antes de recibir a nuestro segundo invitado, artista o científico”, explica el periodista.
Para Kovadloff, esa apertura también funciona en términos de reflexión como un recordatorio de aquellos temas sobre los que el programa quiere tomar posición. “Son los problemas que nos preocupan de manera constante, no circunstancial: el lenguaje, el autoritarismo, el riesgo de que la República se desfigure, qué implica la ausencia de partidos políticos de perfil definido, y en definitiva, cuál es el porvenir de la democracia en un mundo donde el populismo parece tan avanzado. Este es un formato nuevo que encontramos para que la vida de cada uno de nosotros se pueda reconocer”, señala. “Y las entrevistas –apunta Sigal- tienen ese mismo carácter. Tratamos de que el protagonismo lo tenga el entrevistado, volviendo a esa curiosidad nuestra de la que hablábamos al comienzo”.
Para los conductores de Haciendo pie, esa curiosidad va de la mano con una imprescindible cordialidad hacia los invitados (convocados por un equipo de producción que encabeza Mercedes Laguna) y los oyentes.
“¿Quién es el otro? –se pregunta Kovadloff-. Es alguien con quien yo debo disentir en el campo de la palabra, pero no mas allá. Muchas veces hablamos del fanatismo, del antisemitismo, de la violencia del presidente Trump, de lo que implica la soberbia de una conducción política que muchas veces nos recuerda más la estructura del pensamiento imperial que a un presidente de una democracia como la norteamericana”.
El gran dilema de este tiempo, agrega, es cómo situarse frente a un fenómeno cada vez más extendido, el de la intransigencia ideológica y política. Lo explica desde su propia experiencia frente al antisemitismo. “Yo lo conocí como judío. Y conocí también el fanatismo de la intransigencia religiosa. Nunca me sentí cómodo en ese lugar. Yo jamás negaría el derecho del pueblo palestino a tener un Estado propio, porque creo que le va a dar a ellos la posibilidad que yo encontré como judío en Israel, aunque yo elegí ser un judío argentino. Ahora bien, si el precio de la creación de un Estado palestino es la extinción del Estado judío, entonces no puedo apoyar a quienes promueven eso porque no es un proyecto de convivencia sino de exclusión, nuevamente antisemita. Nuestra posición es la de no tener el monopolio de la razón, pero sin abandonar las convicciones propias”.
Agrega Sigal que nunca el programa estará dispuesto a ir hacia una conversación “en donde el paquete esté cerrado”. Y considera fundamental interrogar a aquellas personas que, desde su mirada, deberán resolver buena parte de los problemas que está generando el mundo de hoy. “Los que tienen porvenir. Lo decimos sin melancolía. Ellos tienen por delante más tiempo que nosotros y por lo tanto están abiertos a demandas, inquietudes e incertidumbres que van a tener que enfrentar para situarse ante eso que llamamos el progreso. El problema no pasa por la inteligencia artificial, sino quién opera con ella”, apunta Kovadloff.
Un camino
Sigal y Kovadloff iniciaron juntos su travesía radial junto a Fernández Díaz, alguien que a comienzos de 2023, cuando iniciaba un nuevo ciclo al frente de un programa de radio, prometió no hacer nunca más entrevistas a políticos. ¿Están dispuestos a seguir esa línea los conductores de Haciendo pie? “Nunca nos impusimos esa norma, pero hacemos una selección que tiene que ver con los políticos en su carácter de intelectuales. No nos interesa el diputado Fabio Quetglas, pero sí me interesa mucho Fabio Quetglas como un especialista en ciudades y porque él mismo entró en una crisis personal, algo que los políticos no están acostumbrados a vivir, frente a lo que está pasando. “Algo hicimos mal para estar así”, es lo que dice”, explica Sigal.
“Tuvimos hace poco elecciones en la Ciudad de Buenos Aires y nunca invitamos a un candidato. Llamamos, eso sí, a algunos políticos como Jesús Rodríguez, pero en tanto personas que nos aseguran una reflexión no partidaria, ajena al mensaje apostólico de alguna tribuna ideológica. Nos interesan los hombres que meditan el fenómeno político. Jamás se nos ocurrió en estos cuatro años traer a un hombre de partido como tal. No va con el formato del programa”, agrega Kovadloff, que prefiere conversar con intelectuales de la política como Liliana de Riz y Daniel Innenarity. Entre las personalidades que pasaron por Haciendo pie, Sigal destaca al ensayista italiano Loris Zanatta.
En el cierre de la charla con LA NACION, a modo de memoria y balance, Sigal define al momento actual de la Argentina como de “confusión y revisión” y defiende la democracia republicana como el mejor de los sistemas políticos. “Nos permite vivir entre diferentes, a elegir libremente a los representantes del pueblo y a respetar las libertades democráticas, especialmente el derecho a la vida y a la libertad de expresión. Es un rasgo superior el confiar en el colectivo y no en una sola persona. Ni a Santiago ni a mí nos caen bien los líderes providenciales, les tenemos desconfianza. Soy grande, pero ya tengo más años vividos en democracia que en dictadura y con todos los momentos de tensión que vivimos, en los que parecía que todo se nos iba de las manos, hemos avanzado bastante. Por eso, cuando vemos que se ataca al sistema o se lo lesiona con hechos o con palabras, de nuestra parte eso es una invitación y una convocatoria a defenderlo”.
Kovadloff prefiere cerrar con una reflexión conectada con la justicia: “En lo que me queda de vida a mí me gustaría ver que al menos se encamina la esperanza de que la justicia acote al delito. Yo necesito ver eso y respiro cuando aparecen figuras como el fiscal Diego Luciani, que sostiene la posibilidad de que la justicia recupere su autonomía y su dignidad. Al ver resurgir de esa forma el protagonismo de la justicia yo creo que el ideal de la democracia está un poquito más cerca”.
Hace unos nueve años, Santiago Kovadloff y Jorge Luis Sigal conversaban a la salida de un espectáculo en el actual Palacio Libertad, por entonces CCK, el mismo lugar en el que poco antes habían coincidido por primera vez. En esa charla, Sigal confesó que tenía un sueño: hacer un programa de radio entre los dos.
La idea tardó muy poco en madurar porque existía entre los dos una coincidencia básica: compartir un espacio de reflexión profunda sobre temas actuales e importantes que escapara al mismo tiempo de cualquier riesgo de solemnidad o aburrimiento. El proyecto no partía de la nada: ambos venían de compartir en el aire de Radio Mitre las tertulias semanales que durante un buen tiempo formaron parte de un programa conducido por Jorge Fernández Díaz.
Ese espacio, titulado Café La República, fue el punto de partida concreto de Haciendo pie, el programa que cada domingo al mediodía (de 12 a 14) comparten Kovadloff y Sigal en Radio Ciudad (AM 1110 o La Once Diez), una de las emisoras públicas que tiene la Ciudad de Buenos Aires.
“Es muy extraño lo que pasó entre nosotros –dice Sigal en tono celebratorio-. Yo soy un señor grande, cumplí 72 años. Y Santiago tiene 82. Y como sabemos, las amistades se empiezan a cultivar en la juventud. No es nuestro caso. Y todo tiene que ver con lo que proponemos en el programa. El nuestro es un mundo de afinidades, un mundo de curiosidad. A Santiago, como a mí, nos interesan los procesos de ruptura con lo cerrado, con lo hermético, con lo dogmático sobre todo. Nosotros nos hicimos amigos de una manera milagrosa. No somos amigos de barrio, somos amigos de viejos”.
Ninguno de los dos es nuevo en las artes de la radio. Parte de la destacada tarea periodística de Sigal se desarrolló en los últimos años en ese medio, especialmente como columnista político del programa que Fernando Bravo condujo en Radio Continental. Y Kovadloff, cuya extensa trayectoria como filósofo, poeta, ensayista, traductor es ampliamente reconocida, supo tener en tiempos del gobierno de Raúl Alfonsín un programa en Radio Nacional. “En esa media hora hacía un editorial, una entrevista y una lectura que elegía y comentaba. Fue una experiencia deliciosa”, recuerda ante LA NACION.
Así se fue gestando uno de los pocos ciclos de genuino cuño cultural que tiene hoy la programprofunación de las radios AM y que cumplió el 11 de abril pasado sus primeros cuatro años. Cada emisión empieza con un breve editorial a cargo de Sigal y continúa con dos entrevistas. La primera suele estar vinculada a la actualidad y la segunda, con las artes y las ciencias. Los 120 minutos del programa se matizan con la difusión de música argentina, latinoamericana y europea.
“Este es un programa profesionalmente pensado, no se trata solo de la conversación entre dos tipos que tienen la posibilidad de ocupar un espacio en la radio. Vamos cada domingo al estudio con una gran vocación de escuchar, con una gran curiosidad. Y nos interesa mucho hablar con científicos y artistas jóvenes, expertos en tecnología y en redes. Gente que trabaja muy bien en lo suyo. No son famosos y a la vez son muy creativos y muy productivos”, dice Kovadloff.
“Opinionismo”
A Sigal no le gusta mucho definir como un editorial al segmento de opinión con el que se abre el programa. “Nos cuidamos mucho de no caer en el opinionismo. Tratamos de evitar esa cosa que hoy se convirtió en un virus, esa cosa de que el periodista maneja siempre una especie de verdad revelada. Nosotros tratamos de ser más humildes”, dice sobre un hábito demasiado extendido en los medios que en este momento siguen la actualidad en la Argentina. “No son más de tres, cuatro minutos. Tratamos de dejar abiertas algunas preguntas que retomamos en la segunda parte y nos dan un gran pie para que hagamos un intercambio antes de recibir a nuestro segundo invitado, artista o científico”, explica el periodista.
Para Kovadloff, esa apertura también funciona en términos de reflexión como un recordatorio de aquellos temas sobre los que el programa quiere tomar posición. “Son los problemas que nos preocupan de manera constante, no circunstancial: el lenguaje, el autoritarismo, el riesgo de que la República se desfigure, qué implica la ausencia de partidos políticos de perfil definido, y en definitiva, cuál es el porvenir de la democracia en un mundo donde el populismo parece tan avanzado. Este es un formato nuevo que encontramos para que la vida de cada uno de nosotros se pueda reconocer”, señala. “Y las entrevistas –apunta Sigal- tienen ese mismo carácter. Tratamos de que el protagonismo lo tenga el entrevistado, volviendo a esa curiosidad nuestra de la que hablábamos al comienzo”.
Para los conductores de Haciendo pie, esa curiosidad va de la mano con una imprescindible cordialidad hacia los invitados (convocados por un equipo de producción que encabeza Mercedes Laguna) y los oyentes.
“¿Quién es el otro? –se pregunta Kovadloff-. Es alguien con quien yo debo disentir en el campo de la palabra, pero no mas allá. Muchas veces hablamos del fanatismo, del antisemitismo, de la violencia del presidente Trump, de lo que implica la soberbia de una conducción política que muchas veces nos recuerda más la estructura del pensamiento imperial que a un presidente de una democracia como la norteamericana”.
El gran dilema de este tiempo, agrega, es cómo situarse frente a un fenómeno cada vez más extendido, el de la intransigencia ideológica y política. Lo explica desde su propia experiencia frente al antisemitismo. “Yo lo conocí como judío. Y conocí también el fanatismo de la intransigencia religiosa. Nunca me sentí cómodo en ese lugar. Yo jamás negaría el derecho del pueblo palestino a tener un Estado propio, porque creo que le va a dar a ellos la posibilidad que yo encontré como judío en Israel, aunque yo elegí ser un judío argentino. Ahora bien, si el precio de la creación de un Estado palestino es la extinción del Estado judío, entonces no puedo apoyar a quienes promueven eso porque no es un proyecto de convivencia sino de exclusión, nuevamente antisemita. Nuestra posición es la de no tener el monopolio de la razón, pero sin abandonar las convicciones propias”.
Agrega Sigal que nunca el programa estará dispuesto a ir hacia una conversación “en donde el paquete esté cerrado”. Y considera fundamental interrogar a aquellas personas que, desde su mirada, deberán resolver buena parte de los problemas que está generando el mundo de hoy. “Los que tienen porvenir. Lo decimos sin melancolía. Ellos tienen por delante más tiempo que nosotros y por lo tanto están abiertos a demandas, inquietudes e incertidumbres que van a tener que enfrentar para situarse ante eso que llamamos el progreso. El problema no pasa por la inteligencia artificial, sino quién opera con ella”, apunta Kovadloff.
Un camino
Sigal y Kovadloff iniciaron juntos su travesía radial junto a Fernández Díaz, alguien que a comienzos de 2023, cuando iniciaba un nuevo ciclo al frente de un programa de radio, prometió no hacer nunca más entrevistas a políticos. ¿Están dispuestos a seguir esa línea los conductores de Haciendo pie? “Nunca nos impusimos esa norma, pero hacemos una selección que tiene que ver con los políticos en su carácter de intelectuales. No nos interesa el diputado Fabio Quetglas, pero sí me interesa mucho Fabio Quetglas como un especialista en ciudades y porque él mismo entró en una crisis personal, algo que los políticos no están acostumbrados a vivir, frente a lo que está pasando. “Algo hicimos mal para estar así”, es lo que dice”, explica Sigal.
“Tuvimos hace poco elecciones en la Ciudad de Buenos Aires y nunca invitamos a un candidato. Llamamos, eso sí, a algunos políticos como Jesús Rodríguez, pero en tanto personas que nos aseguran una reflexión no partidaria, ajena al mensaje apostólico de alguna tribuna ideológica. Nos interesan los hombres que meditan el fenómeno político. Jamás se nos ocurrió en estos cuatro años traer a un hombre de partido como tal. No va con el formato del programa”, agrega Kovadloff, que prefiere conversar con intelectuales de la política como Liliana de Riz y Daniel Innenarity. Entre las personalidades que pasaron por Haciendo pie, Sigal destaca al ensayista italiano Loris Zanatta.
En el cierre de la charla con LA NACION, a modo de memoria y balance, Sigal define al momento actual de la Argentina como de “confusión y revisión” y defiende la democracia republicana como el mejor de los sistemas políticos. “Nos permite vivir entre diferentes, a elegir libremente a los representantes del pueblo y a respetar las libertades democráticas, especialmente el derecho a la vida y a la libertad de expresión. Es un rasgo superior el confiar en el colectivo y no en una sola persona. Ni a Santiago ni a mí nos caen bien los líderes providenciales, les tenemos desconfianza. Soy grande, pero ya tengo más años vividos en democracia que en dictadura y con todos los momentos de tensión que vivimos, en los que parecía que todo se nos iba de las manos, hemos avanzado bastante. Por eso, cuando vemos que se ataca al sistema o se lo lesiona con hechos o con palabras, de nuestra parte eso es una invitación y una convocatoria a defenderlo”.
Kovadloff prefiere cerrar con una reflexión conectada con la justicia: “En lo que me queda de vida a mí me gustaría ver que al menos se encamina la esperanza de que la justicia acote al delito. Yo necesito ver eso y respiro cuando aparecen figuras como el fiscal Diego Luciani, que sostiene la posibilidad de que la justicia recupere su autonomía y su dignidad. Al ver resurgir de esa forma el protagonismo de la justicia yo creo que el ideal de la democracia está un poquito más cerca”.
Dos destacadas figuras del pensamiento político y cultural comparten desde hace cuatro años un ciclo radial dedicado a la reflexión sin solemnidad LA NACION