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Los jóvenes estudiantes chinos que son rechazados por EE.UU. y China ante los temores de que sean espías

Xiao Chen se presentó en el consulado de Estados Unidos en Shanghái el jueves por la mañana, horas después de que Washington anunciara que revocaría “agresivamente” las visas de los estudiantes chinos.

La joven de 22 años tenía una cita para la visa: iría a Michigan en otoño para estudiar comunicaciones.

Tras una conversación “amable”, le informaron que su solicitud había sido rechazada. No le explicaron el motivo.

“Me siento como una hierba acuática a la deriva, sacudida por el viento y la tormenta”, dijo, usando una expresión china común para describir su sensación de incertidumbre e impotencia.

Tenía esperanzas porque ya tenía la carta de aceptación. Y creía que se había librado de los anuncios explosivos de los últimos días.

Primero, el gobierno de Donald Trump decidió poner fin a la posibilidad de que la Universidad de Harvard admitiera a estudiantes internacionales, una medida que desde entonces fue bloqueada en los tribunales.

Y luego Washington anunció que había suspendido las citas para visa de todos los estudiantes extranjeros.

Pero ahora, Chen está lista para el plan B. “Si finalmente no consigo la visa, probablemente me tomaré un año sabático. Luego esperaré para ver si las cosas mejoran el próximo año”.

Una visa válida podría no ser suficiente, añade, porque los estudiantes con visa pueden ser “retenidos en el aeropuerto y deportados”.

“Es malo para todos los estudiantes chinos. La única diferencia es cuán malo es”.

La administración Trump está intentando impedir que la Universidad de Harvard admita a estudiantes internacionales.

Ha sido una semana desalentadora para los estudiantes internacionales en EE.UU., y quizás aún más difícil para los aproximadamente 280.000 estudiantes chinos que vieron cómo su país era señalado.

La secretaria de Seguridad Nacional de EE.UU., Kristi Noem, acusó a Harvard de “coordinarse con el Partido Comunista Chino”.

El secretario de Estado, Marco Rubio, afirmó que la medida contra los estudiantes chinos en EE.UU. incluiría a “aquellos con vínculos con el Partido Comunista Chino o que estudian en áreas cruciales”.

Esto podría afectar a un amplio sector de ellos, dado que la afiliación al Partido Comunista es común entre funcionarios, emprendedores, empresarios e incluso artistas y celebridades en China.

Pekín calificó las medidas del gobierno de Trump de “acción políticamente motivada y discriminatoria”, y su Ministerio de Asuntos Exteriores presentó una protesta formal.

Hubo una época en que China enviaba el mayor número de estudiantes extranjeros a los campus estadounidenses. Pero esas cifras disminuyeron a medida que la relación entre ambos países se deterioraba.

Un Pekín más poderoso y cada vez más asertivo se enfrenta ahora a Washington por la supremacía en prácticamente todo, desde el comercio hasta la tecnología.

El primer mandato de Trump ya había supuesto un problema para los estudiantes chinos. En 2020, firmó una orden que prohibía a los estudiantes e investigadores chinos vinculados con el ejército de Pekín obtener visas estadounidenses.

Los estudiantes chinos fueron una vez la cohorte más grande de estudiantes internacionales en EE.UU.

Esa orden se mantuvo vigente durante el mandato del presidente Joe Biden. Washington nunca aclaró qué constituyen “vínculos” con el ejército, por lo que a muchos estudiantes se les revocaron las visas o se les rechazó en las fronteras estadounidenses, a veces sin una explicación adecuada.

Uno de ellos, que prefirió no ser identificado, declaró que la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) le canceló la visa al llegar a Boston en agosto de 2023.

Había sido aceptado en un programa posdoctoral en la Universidad de Harvard. Iba a estudiar medicina regenerativa con especialización en cáncer de mama y había cursado su maestría en una institución de investigación afiliada al ejército en China.

Afirmó que no era miembro del Partido Comunista y que su investigación no tenía nada que ver con el ejército.

“Me preguntaron cuál era la relación entre mi investigación y los asuntos de defensa de China”, declaró entonces a la BBC. “Les dije: ¿cómo puede el cáncer de mama tener algo que ver con la defensa nacional? Si lo saben, por favor, díganmelo”.

Cree que nunca tuvo ninguna oportunidad porque los funcionarios ya habían tomado una decisión. Recordó que uno de ellos le preguntó: “¿Te compró Xi Jinping la maleta?”.

Lo que entonces era sorprendente, o incluso impactante, se fue normalizando poco a poco a medida que cada vez más estudiantes chinos luchaban por conseguir visas o admisión para estudiar ciencia y tecnología en universidades estadounidenses.

Cao, un estudiante de psicología cuya investigación se centra en la neurociencia, ha pasado el último año académico solicitando plaza en programas de doctorado en Estados Unidos.

Se graduó en universidades de primer nivel, con credenciales que podrían enviarlo a una universidad de la Ivy League (las más prestigiosas de EE.UU.). Pero de las más de 10 universidades a las que postuló, solo una le hizo una oferta.

Los recortes de Trump a la investigación biomédica no ayudaron, pero la desconfianza en torno a los investigadores chinos también fue un factor.

Acusaciones y rumores de espionaje, especialmente en asuntos delicados, han rondado a los ciudadanos chinos en las universidades estadounidenses en los últimos años, incluso arruinando algunas carreras.

“Uno de los profesores incluso me dijo: ‘Últimamente casi nunca hacemos ofertas a estudiantes chinos, así que no puedo concederte una entrevista’”, le dijo Cao a la BBC en febrero.

“Me siento como un grano en un reloj de arena. No puedo hacer nada”.

Los estudiantes chinos que estudian ciencia y tecnología han enfrentado los mayores desafíos para obtener visas.

Para quienes se graduaron de universidades estadounidenses, regresar a China tampoco ha sido fácil.

Antes se les elogiaba como un puente hacia el resto del mundo. Ahora, descubren que sus títulos, antes codiciados, ya no generan la misma reacción.

Chen Jian, quien prefirió no revelar su nombre real, comentó que rápidamente se dio cuenta de que su título universitario de una universidad estadounidense se había convertido en un obstáculo.

Cuando regresó en 2020, realizó prácticas en un banco estatal y le preguntó a un supervisor si existía la posibilidad de quedarse.

El supervisor no se lo dijo directamente, pero Chen captó el mensaje: “Los empleados deberían tener títulos locales. Personas como yo (con títulos extranjeros) ni siquiera recibirán respuesta”.

Más tarde se dio cuenta de que “realmente no había ningún colega con estudios universitarios en el extranjero en el departamento”.

Regresó a Estados Unidos, cursó un máster en la Universidad Johns Hopkins y ahora trabaja en el gigante tecnológico chino Baidu.

Pero a pesar de su título de una prestigiosa universidad estadounidense, Chen no se siente con ventaja debido a la fuerte competencia de los graduados en China.

Lo que tampoco ha ayudado es la desconfianza en torno a los graduados extranjeros. Pekín ha intensificado las advertencias sobre espías extranjeros, advirtiendo a la población civil que esté atenta a las figuras sospechosas.

En abril, la destacada empresaria china Dong Mingzhu declaró a los accionistas en una reunión a puerta cerrada que su empresa, el fabricante de electrodomésticos Gree Electric, “nunca” contratará a chinos educados en el extranjero “porque entre ellos hay espías”.

“No sé quién lo es y quién no”, declaró Dong, en comentarios que se filtraron y se hicieron virales.

Días después, la CIA publicó videos promocionales animando a los funcionarios chinos insatisfechos con el gobierno a convertirse en espías y proporcionar información clasificada. “Su destino está en sus manos”, decía el video.

Los títulos obtenidos en el extranjero tienen menos influencia dada la dura competencia de los graduados en China.

La desconfianza hacia los extranjeros a medida que Estados Unidos y China se distancian cada vez más es un giro sorprendente para muchos chinos que recuerdan haber crecido en un país muy diferente.

Zhang Ni, quien tampoco quiso revelar su nombre real, afirma estar “muy impactada” por los comentarios de Dong.

La joven de 24 años se graduó recientemente en periodismo en la Universidad de Columbia en Nueva York. Afirma que “no le interesa trabajar en Gree”, pero lo que le sorprendió fue el cambio de actitud.

El hecho de que a tantas empresas chinas “no les guste nada que pueda asociarse con lo internacional” contrasta enormemente con la infancia de Zhang: una infancia “llena de conversaciones sobre los Juegos Olímpicos y la Exposición Universal”.

“Cada vez que veíamos extranjeros, mi madre me animaba a ir a hablar con ellos para practicar mi inglés”, cuenta.

Esa disposición a intercambiar ideas y aprender del mundo exterior parece estar disminuyendo en China, según muchos.

Y Estados Unidos, que en su día atraía a tantos jóvenes chinos, ya no es tan acogedor.

Zhang no puede evitar recordar una broma que le hizo una amiga en una cena de despedida antes de partir hacia Estados Unidos.

Fue un comentario frívolo que ahora resume el miedo tanto en Washington como en Pekín: “No te conviertas en espía”.

Con información adicional de Kelly Ng

Xiao Chen se presentó en el consulado de Estados Unidos en Shanghái el jueves por la mañana, horas después de que Washington anunciara que revocaría “agresivamente” las visas de los estudiantes chinos.

La joven de 22 años tenía una cita para la visa: iría a Michigan en otoño para estudiar comunicaciones.

Tras una conversación “amable”, le informaron que su solicitud había sido rechazada. No le explicaron el motivo.

“Me siento como una hierba acuática a la deriva, sacudida por el viento y la tormenta”, dijo, usando una expresión china común para describir su sensación de incertidumbre e impotencia.

Tenía esperanzas porque ya tenía la carta de aceptación. Y creía que se había librado de los anuncios explosivos de los últimos días.

Primero, el gobierno de Donald Trump decidió poner fin a la posibilidad de que la Universidad de Harvard admitiera a estudiantes internacionales, una medida que desde entonces fue bloqueada en los tribunales.

Y luego Washington anunció que había suspendido las citas para visa de todos los estudiantes extranjeros.

Pero ahora, Chen está lista para el plan B. “Si finalmente no consigo la visa, probablemente me tomaré un año sabático. Luego esperaré para ver si las cosas mejoran el próximo año”.

Una visa válida podría no ser suficiente, añade, porque los estudiantes con visa pueden ser “retenidos en el aeropuerto y deportados”.

“Es malo para todos los estudiantes chinos. La única diferencia es cuán malo es”.

La administración Trump está intentando impedir que la Universidad de Harvard admita a estudiantes internacionales.

Ha sido una semana desalentadora para los estudiantes internacionales en EE.UU., y quizás aún más difícil para los aproximadamente 280.000 estudiantes chinos que vieron cómo su país era señalado.

La secretaria de Seguridad Nacional de EE.UU., Kristi Noem, acusó a Harvard de “coordinarse con el Partido Comunista Chino”.

El secretario de Estado, Marco Rubio, afirmó que la medida contra los estudiantes chinos en EE.UU. incluiría a “aquellos con vínculos con el Partido Comunista Chino o que estudian en áreas cruciales”.

Esto podría afectar a un amplio sector de ellos, dado que la afiliación al Partido Comunista es común entre funcionarios, emprendedores, empresarios e incluso artistas y celebridades en China.

Pekín calificó las medidas del gobierno de Trump de “acción políticamente motivada y discriminatoria”, y su Ministerio de Asuntos Exteriores presentó una protesta formal.

Hubo una época en que China enviaba el mayor número de estudiantes extranjeros a los campus estadounidenses. Pero esas cifras disminuyeron a medida que la relación entre ambos países se deterioraba.

Un Pekín más poderoso y cada vez más asertivo se enfrenta ahora a Washington por la supremacía en prácticamente todo, desde el comercio hasta la tecnología.

El primer mandato de Trump ya había supuesto un problema para los estudiantes chinos. En 2020, firmó una orden que prohibía a los estudiantes e investigadores chinos vinculados con el ejército de Pekín obtener visas estadounidenses.

Los estudiantes chinos fueron una vez la cohorte más grande de estudiantes internacionales en EE.UU.

Esa orden se mantuvo vigente durante el mandato del presidente Joe Biden. Washington nunca aclaró qué constituyen “vínculos” con el ejército, por lo que a muchos estudiantes se les revocaron las visas o se les rechazó en las fronteras estadounidenses, a veces sin una explicación adecuada.

Uno de ellos, que prefirió no ser identificado, declaró que la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) le canceló la visa al llegar a Boston en agosto de 2023.

Había sido aceptado en un programa posdoctoral en la Universidad de Harvard. Iba a estudiar medicina regenerativa con especialización en cáncer de mama y había cursado su maestría en una institución de investigación afiliada al ejército en China.

Afirmó que no era miembro del Partido Comunista y que su investigación no tenía nada que ver con el ejército.

“Me preguntaron cuál era la relación entre mi investigación y los asuntos de defensa de China”, declaró entonces a la BBC. “Les dije: ¿cómo puede el cáncer de mama tener algo que ver con la defensa nacional? Si lo saben, por favor, díganmelo”.

Cree que nunca tuvo ninguna oportunidad porque los funcionarios ya habían tomado una decisión. Recordó que uno de ellos le preguntó: “¿Te compró Xi Jinping la maleta?”.

Lo que entonces era sorprendente, o incluso impactante, se fue normalizando poco a poco a medida que cada vez más estudiantes chinos luchaban por conseguir visas o admisión para estudiar ciencia y tecnología en universidades estadounidenses.

Cao, un estudiante de psicología cuya investigación se centra en la neurociencia, ha pasado el último año académico solicitando plaza en programas de doctorado en Estados Unidos.

Se graduó en universidades de primer nivel, con credenciales que podrían enviarlo a una universidad de la Ivy League (las más prestigiosas de EE.UU.). Pero de las más de 10 universidades a las que postuló, solo una le hizo una oferta.

Los recortes de Trump a la investigación biomédica no ayudaron, pero la desconfianza en torno a los investigadores chinos también fue un factor.

Acusaciones y rumores de espionaje, especialmente en asuntos delicados, han rondado a los ciudadanos chinos en las universidades estadounidenses en los últimos años, incluso arruinando algunas carreras.

“Uno de los profesores incluso me dijo: ‘Últimamente casi nunca hacemos ofertas a estudiantes chinos, así que no puedo concederte una entrevista’”, le dijo Cao a la BBC en febrero.

“Me siento como un grano en un reloj de arena. No puedo hacer nada”.

Los estudiantes chinos que estudian ciencia y tecnología han enfrentado los mayores desafíos para obtener visas.

Para quienes se graduaron de universidades estadounidenses, regresar a China tampoco ha sido fácil.

Antes se les elogiaba como un puente hacia el resto del mundo. Ahora, descubren que sus títulos, antes codiciados, ya no generan la misma reacción.

Chen Jian, quien prefirió no revelar su nombre real, comentó que rápidamente se dio cuenta de que su título universitario de una universidad estadounidense se había convertido en un obstáculo.

Cuando regresó en 2020, realizó prácticas en un banco estatal y le preguntó a un supervisor si existía la posibilidad de quedarse.

El supervisor no se lo dijo directamente, pero Chen captó el mensaje: “Los empleados deberían tener títulos locales. Personas como yo (con títulos extranjeros) ni siquiera recibirán respuesta”.

Más tarde se dio cuenta de que “realmente no había ningún colega con estudios universitarios en el extranjero en el departamento”.

Regresó a Estados Unidos, cursó un máster en la Universidad Johns Hopkins y ahora trabaja en el gigante tecnológico chino Baidu.

Pero a pesar de su título de una prestigiosa universidad estadounidense, Chen no se siente con ventaja debido a la fuerte competencia de los graduados en China.

Lo que tampoco ha ayudado es la desconfianza en torno a los graduados extranjeros. Pekín ha intensificado las advertencias sobre espías extranjeros, advirtiendo a la población civil que esté atenta a las figuras sospechosas.

En abril, la destacada empresaria china Dong Mingzhu declaró a los accionistas en una reunión a puerta cerrada que su empresa, el fabricante de electrodomésticos Gree Electric, “nunca” contratará a chinos educados en el extranjero “porque entre ellos hay espías”.

“No sé quién lo es y quién no”, declaró Dong, en comentarios que se filtraron y se hicieron virales.

Días después, la CIA publicó videos promocionales animando a los funcionarios chinos insatisfechos con el gobierno a convertirse en espías y proporcionar información clasificada. “Su destino está en sus manos”, decía el video.

Los títulos obtenidos en el extranjero tienen menos influencia dada la dura competencia de los graduados en China.

La desconfianza hacia los extranjeros a medida que Estados Unidos y China se distancian cada vez más es un giro sorprendente para muchos chinos que recuerdan haber crecido en un país muy diferente.

Zhang Ni, quien tampoco quiso revelar su nombre real, afirma estar “muy impactada” por los comentarios de Dong.

La joven de 24 años se graduó recientemente en periodismo en la Universidad de Columbia en Nueva York. Afirma que “no le interesa trabajar en Gree”, pero lo que le sorprendió fue el cambio de actitud.

El hecho de que a tantas empresas chinas “no les guste nada que pueda asociarse con lo internacional” contrasta enormemente con la infancia de Zhang: una infancia “llena de conversaciones sobre los Juegos Olímpicos y la Exposición Universal”.

“Cada vez que veíamos extranjeros, mi madre me animaba a ir a hablar con ellos para practicar mi inglés”, cuenta.

Esa disposición a intercambiar ideas y aprender del mundo exterior parece estar disminuyendo en China, según muchos.

Y Estados Unidos, que en su día atraía a tantos jóvenes chinos, ya no es tan acogedor.

Zhang no puede evitar recordar una broma que le hizo una amiga en una cena de despedida antes de partir hacia Estados Unidos.

Fue un comentario frívolo que ahora resume el miedo tanto en Washington como en Pekín: “No te conviertas en espía”.

Con información adicional de Kelly Ng

 El gobierno de Donald Trump puso fin a la posibilidad de que la Universidad de Harvard admitiera a estudiantes internacionales y Washington suspendió las citas para visa de todos aquellos extranjeros  LA NACION

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