La experiencia de volar como un pájaro a 500 metros de altura sin motor y guiado por los factores naturales

Una vez instalados en la butaca delantera, de cara a la nariz del planeador y con las piernas extendidas, el piloto ajusta el cinturón de seguridad, similar a un arnés, y finalmente cierra la cabina. La prueba comienza con un remolque. Un avión remonta al planeador con un cable hasta alcanzar los 500 metros de altura. Después el cable se desprende, el avión remolcador regresa a tierra y el planeador queda librado a su suerte, regido pura y exclusivamente por las corrientes térmicas. Está a punto de comenzar un bautismo en planeador.
“En condiciones meteorológicas apropiadas, un planeador puede volar cientos de kilómetros por varias horas valiéndose exclusivamente de los factores naturales. Están quienes quieren disfrutar de un vuelo tranquilo y silencioso, contemplar el paisaje, mientras otros buscan un vuelo a pura adrenalina, sentir la velocidad, el vacío o el vértigo. La idea es que sea algo placentero y que cada uno elija el vuelo que quiera”, explica Daniel Chattás, piloto e instructor en el Club de Planeadores Cañuelas desde 2011.
Los primeros minutos de vuelo sirven para aclimatarse a la extraña sensación de volar sin las vibraciones y los ruidos de un motor, más allá de algunas turbulencias y otras inestabilidades del aire. La promesa de flotar en silencio sobre La Pampa llevó a Adriana Centurión, coach ontológica, de 68 años, a acercarse al Club de Planeadores Cañuelas, y según asegura, su vuelo de bautismo superó toda expectativa.
“Desde la cálida bienvenida hasta el mágico instante en que nos soltamos del avión remolcador, la experiencia fue sobrecogedora. De repente, solo el susurro del viento y una panorámica increíble de los campos y caminos bajo mis pies. La sensación es de una libertad y una paz que jamás había imaginado, viendo el mundo desde una perspectiva completamente nueva y serena a unos 500 metros de altura”, cuenta Adriana.
Y añade: “Acompañada por un instructor que transmitía pura calma y profesionalismo, esos aproximadamente 20 minutos en el aire se sintieron como un sueño hecho realidad. El planeador danzaba con el viento, y yo simplemente me dejé llevar por la inmensidad y la belleza del paisaje. El aterrizaje, tan suave como el inicio, me dejó con una sonrisa imborrable y la certeza de haber vivido algo único. Si buscan una conexión auténtica con el cielo y una sensación de libertad pura, este es el lugar”.
Eduardo Rubén Lauriti comenzó a volar acompañando a su padre cuando era muy chico y en 2010 comenzó el curso de Piloto de Planeador. Se inició en el Club Planeadores Cañuelas, hasta que en 2020 se mudó a Dolores y se incorporó al Aero Club de esa ciudad, donde se recibió de Instructor de Piloto Planeador. Actualmente, vuela en el Aero Club Dolores y el Club de Planeadores Tandil, y se está sumando a la propuesta del Aero Club Maipu.
“Volar en planeador es una actividad que me brinda satisfacción, ya que lo vivo como mi cable a tierra y me permite disfrutar del deporte, de la naturaleza y de la familia. Si bien cada club tiene sus requisitos, en todo caso los menores de edad tienen que presentar una autorización de sus padres o ir acompañados de un adulto o tutor”, dice el instructor del Aero Club Dolores, que además de los vuelos de bautismo en planeador convencionales, como novedad, realizan vuelos de bautismo acrobático y diferentes cursos de piloto.
Agregá que es aconsejable llevar ropa cómoda, gorra, lentes de sol y no comer pesado antes del vuelo. «Aquellos que se animan a hacer un bautismo se asombran y bajan emocionados, pero también con mucha calma. Invito a todos a conocer la actividad y acercarse al club que tengan más a mano”, comenta.
Los vuelos de bautismo en planeador cuestan alrededor de $100.000 y duran entre 15 y 40 minutos, de acuerdo a las condiciones meteorológicas. Además, se adaptan al gusto de cada pasajero, aunque los récords de permanencia en el aire ya superan la barrera de un día.
“Cada vez que subo a un planeador, incluso después de tantos años y tantos vuelos, es como redescubrir una magia. Cuando el avión remolcador nos suelta y se hace ese silencio… es algo que no te puedo explicar del todo con palabras. Sentís el aire de otra manera, te volvés parte de él, casi como un pájaro más buscando las térmicas para seguir flotando. Es una conexión muy íntima con el cielo, con el viento, una sensación de libertad que no se compara con nada. Ver la llanura desde ahí arriba, en esa paz, te cambia la perspectiva de todo”, apunta Chattás.
Para sus cultores, el del planeador es una de las expresiones más puras del vuelo. Algunos lo prueban desde chicos, otros de adultos, pero invariablemente quienes descubren esta afinidad difícilmente la abandonan.
“Lo más lindo de ser instructor es ver la cara de la gente cuando experimenta eso por primera vez. Esa mezcla de asombro, a veces un poquito de nervios al principio, que se transforma en una sonrisa de oreja a oreja cuando se dan cuenta de lo que es volar así, sin motor, solo planeando. Poder compartir esa sensación, ese ‘clic’ que les hace en la cabeza al descubrir esta maravilla, es lo que hace que cada vuelo de bautismo sea especial. Es regalar un pedacito de cielo, y eso, créeme, es impagable”, concluye el instructor del Club de Planeadores Cañuelas.
Algunos lugares para hacer el vuelo de bautismo en planeador
- Club de Planeadores Cañuelas: Ruta 3, km 72,5, Camino a Udaondo (Cañuelas). IG:@clubdeplaneadorescanuelas. Consultas: info@cpcanuelas.coom.ar. 11-3698-8477
- Aero Club Dolores: Camino Fuerza Aérea SN (Dolores). IG: @aeroclubdolores. Consultas: aerocludolores@gmail.com. 11- 5183-8955
Una vez instalados en la butaca delantera, de cara a la nariz del planeador y con las piernas extendidas, el piloto ajusta el cinturón de seguridad, similar a un arnés, y finalmente cierra la cabina. La prueba comienza con un remolque. Un avión remonta al planeador con un cable hasta alcanzar los 500 metros de altura. Después el cable se desprende, el avión remolcador regresa a tierra y el planeador queda librado a su suerte, regido pura y exclusivamente por las corrientes térmicas. Está a punto de comenzar un bautismo en planeador.
“En condiciones meteorológicas apropiadas, un planeador puede volar cientos de kilómetros por varias horas valiéndose exclusivamente de los factores naturales. Están quienes quieren disfrutar de un vuelo tranquilo y silencioso, contemplar el paisaje, mientras otros buscan un vuelo a pura adrenalina, sentir la velocidad, el vacío o el vértigo. La idea es que sea algo placentero y que cada uno elija el vuelo que quiera”, explica Daniel Chattás, piloto e instructor en el Club de Planeadores Cañuelas desde 2011.
Los primeros minutos de vuelo sirven para aclimatarse a la extraña sensación de volar sin las vibraciones y los ruidos de un motor, más allá de algunas turbulencias y otras inestabilidades del aire. La promesa de flotar en silencio sobre La Pampa llevó a Adriana Centurión, coach ontológica, de 68 años, a acercarse al Club de Planeadores Cañuelas, y según asegura, su vuelo de bautismo superó toda expectativa.
“Desde la cálida bienvenida hasta el mágico instante en que nos soltamos del avión remolcador, la experiencia fue sobrecogedora. De repente, solo el susurro del viento y una panorámica increíble de los campos y caminos bajo mis pies. La sensación es de una libertad y una paz que jamás había imaginado, viendo el mundo desde una perspectiva completamente nueva y serena a unos 500 metros de altura”, cuenta Adriana.
Y añade: “Acompañada por un instructor que transmitía pura calma y profesionalismo, esos aproximadamente 20 minutos en el aire se sintieron como un sueño hecho realidad. El planeador danzaba con el viento, y yo simplemente me dejé llevar por la inmensidad y la belleza del paisaje. El aterrizaje, tan suave como el inicio, me dejó con una sonrisa imborrable y la certeza de haber vivido algo único. Si buscan una conexión auténtica con el cielo y una sensación de libertad pura, este es el lugar”.
Eduardo Rubén Lauriti comenzó a volar acompañando a su padre cuando era muy chico y en 2010 comenzó el curso de Piloto de Planeador. Se inició en el Club Planeadores Cañuelas, hasta que en 2020 se mudó a Dolores y se incorporó al Aero Club de esa ciudad, donde se recibió de Instructor de Piloto Planeador. Actualmente, vuela en el Aero Club Dolores y el Club de Planeadores Tandil, y se está sumando a la propuesta del Aero Club Maipu.
“Volar en planeador es una actividad que me brinda satisfacción, ya que lo vivo como mi cable a tierra y me permite disfrutar del deporte, de la naturaleza y de la familia. Si bien cada club tiene sus requisitos, en todo caso los menores de edad tienen que presentar una autorización de sus padres o ir acompañados de un adulto o tutor”, dice el instructor del Aero Club Dolores, que además de los vuelos de bautismo en planeador convencionales, como novedad, realizan vuelos de bautismo acrobático y diferentes cursos de piloto.
Agregá que es aconsejable llevar ropa cómoda, gorra, lentes de sol y no comer pesado antes del vuelo. «Aquellos que se animan a hacer un bautismo se asombran y bajan emocionados, pero también con mucha calma. Invito a todos a conocer la actividad y acercarse al club que tengan más a mano”, comenta.
Los vuelos de bautismo en planeador cuestan alrededor de $100.000 y duran entre 15 y 40 minutos, de acuerdo a las condiciones meteorológicas. Además, se adaptan al gusto de cada pasajero, aunque los récords de permanencia en el aire ya superan la barrera de un día.
“Cada vez que subo a un planeador, incluso después de tantos años y tantos vuelos, es como redescubrir una magia. Cuando el avión remolcador nos suelta y se hace ese silencio… es algo que no te puedo explicar del todo con palabras. Sentís el aire de otra manera, te volvés parte de él, casi como un pájaro más buscando las térmicas para seguir flotando. Es una conexión muy íntima con el cielo, con el viento, una sensación de libertad que no se compara con nada. Ver la llanura desde ahí arriba, en esa paz, te cambia la perspectiva de todo”, apunta Chattás.
Para sus cultores, el del planeador es una de las expresiones más puras del vuelo. Algunos lo prueban desde chicos, otros de adultos, pero invariablemente quienes descubren esta afinidad difícilmente la abandonan.
“Lo más lindo de ser instructor es ver la cara de la gente cuando experimenta eso por primera vez. Esa mezcla de asombro, a veces un poquito de nervios al principio, que se transforma en una sonrisa de oreja a oreja cuando se dan cuenta de lo que es volar así, sin motor, solo planeando. Poder compartir esa sensación, ese ‘clic’ que les hace en la cabeza al descubrir esta maravilla, es lo que hace que cada vuelo de bautismo sea especial. Es regalar un pedacito de cielo, y eso, créeme, es impagable”, concluye el instructor del Club de Planeadores Cañuelas.
Algunos lugares para hacer el vuelo de bautismo en planeador
- Club de Planeadores Cañuelas: Ruta 3, km 72,5, Camino a Udaondo (Cañuelas). IG:@clubdeplaneadorescanuelas. Consultas: info@cpcanuelas.coom.ar. 11-3698-8477
- Aero Club Dolores: Camino Fuerza Aérea SN (Dolores). IG: @aeroclubdolores. Consultas: aerocludolores@gmail.com. 11- 5183-8955
Los vuelos de bautismo en planeador cuestan alrededor de $100.000 y duran entre 15 y 40 minutos LA NACION