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Creyó que dar “Me Gusta” a pedido era un camino fácil para ganar dinero, pero terminó perdiendo todo

Mónica es una madre de dos hijos, separada y, como la gran mayoría de las personas, alguien que tiene que trabajar todos los días para ganar su sustento. Con el esfuerzo de varios años, logró hacer unos ahorros y un día vio una oportunidad para aumentarlos, gracias a la recomendación de un conocido: desde su casa y solo cumpliendo objetivos en redes sociales, podía aumentar sus ingresos. Solo había que dar Me gusta a algunas publicaciones. Parecía algo sencillo que podía hacer en su tiempo libre. Lo que no sabía era que se trataba, lamentablemente, de una ciberestafa.

La secuencia, relatada por ella, arrancaba así: “un conocido de una empresa me ofrece trabajo, activando el YouTube de famosos, ofreciéndome el pago de $600 por cada Me Gusta y una cifra similar por hacer algo parecido con publicaciones de Mercado Libre”. Hasta ahí, parecía una de las tantas ofertas que suelen circular por las redes sociales para ganar dinero sin hacer mucho esfuerzo.

Víctima del smishing

Pero la recomendación del conocido no era tal, porque a esa persona le habían hackeado la cuenta y no era otra cosa que una táctica llamada smishing, una forma de phishing o suplantación de identidad, donde los ciberdelincuentes se hacen pasar por organizaciones legítimas o personas conocidas para seducir a sus víctimas con la promesa de ganancias rápidas y cómodas, pero que terminan siendo una estafa.

Según el Ministerio Público Fiscal, organismo que supervisa este tipo de maniobras, estas ofertas terminan siendo una estafa porque no pagan lo prometido, pueden pedir que se recomiende a un amigo para que entre en el sistema o incluso pagar una especie de “tasa” para liberar el dinero. Algunas de las plataformas que llevan a cabo este accionar son Ysense, Paidwork, Life4Cash y OrderWins, entre otras. El organismo añade en su sitio oficial que también se suelen pedir reseñas positivas de negocios en Google Maps, como excusa para “mejorar el posicionamiento de los videos, las ventas de productos y la reputación de los comercios”.

La estafa consistente en lograr que las víctimas hagan primero tareas por las que se les van pagando, como dar

Mientras Mónica probaba con los Me gusta, ignorante de la estafa, le llegó una nueva oferta, más tentadora: “me enviaron un link de Telegram (algo que hizo saltar las alarmas de Meta, tanto que me suspendieron la cuenta de WhatsApp por 24 horas) a través del cual me ofrecieron crear una cuenta para invertir en criptomonedas con un margen de ganancia muy alto, para el cual iba a tener a alguien guiándome por ese mensajero”. Esta maniobra también es típica de estos ciberdelincuentes, porque ofrecen el trabajo diciendo que representan a alguna empresa grande como Mercado Libre, Amazon o alguna similar y hasta disfrazan su operatoria con logos, fondos y otros elementos que la hacen parecer real, aunque se tratan de empresas fantasma.

Una inversión cripto, pero no en su cuenta

Para Mario Marcucci, investigador de seguridad informática de ESET Latinoamérica, estas maniobras “estimulan la emocionalidad de las personas, al prometerles fáciles ganancias a las personas sin demasiado esfuerzo. Y además al principio generan confianza, porque la verdadera ganancia la obtienen después”. La Unidad Fiscal Especializada en Ciberdelincuencia (UFECI) indica que las plataformas incentivan a las personas a realizar otro tipo de tareas llamadas “prepagas”, es decir, y tal como le pasó a Mónica, inducen a las víctimas a crear una cuenta en su plataforma e invertir en la compra y venta de criptoactivos con la promesa de brindar ganancias extraordinarias.

Las víctimas como Mónica se ven seducidas por la idea de poder sacar un buen rendimiento en una inversión que parece confiable (y además con la promesa de que haya alguien indicando el camino); les suelen solicitar que vayan depositando distintos montos (cada vez más grandes en cuanto pareciera que la cotización de la o las criptomonedas sube, según aparece en una app que provee la misma compañía) a lo que terminan siendo cuentas controladas por estafadores. Allí, según la UFECI, “las transacciones aparecen como acreditadas en las plataformas, junto a sus supuestas ganancias”.

Lamentablemente, Mónica mordió el anzuelo. Los mensajes parecían reales, profesionales, con tablas de índices de ganancias, referencias a criptodivisas, gráficos de velas (típicos de inversiones financieras), había supuestos testimonios de otras personas que estaban completando las tareas y sacando sus ganancias, capturas de pagos realizados, validación de códigos de verificación y mucho más. En este momento, cuando todo parece andar sobre ruedas y se ven los primeros resultados positivos (virtuales) es cuando se pide más dinero con una premisa simple: a mayor inversión, mayor ganancia.

Los mensajes que hicieron que Mónica entendiera que era víctima de una estafa

“Los ciberdelincuentes utilizan técnicas de todo tipo, como deepfakes, para simular voces conocidas o inclusos rostros de famosos en videos, con lo cual las personas suelen confiar en esos avisos porque parecieran tener un aval”, explica Marcucci. En ese sentido, el caso más emblemático tal vez fue el de Vayo Coin, que utilizaba a famosos para un engaño.

Pero es en ese momento en donde ocurre el descalabro. Cuando Mónica vio que ponía cada vez más dinero y éste parecía multiplicarse, intentó retirar sus ganancias. “Pedían tareas que consistían en inversiones a terceros que pagaban buenos dividendos. Si querés salir, te dicen que ya estás por terminar y vas a tener una gran ganancia. Cuando parecía que ya estaba concluido y que me iban a pagar, me llegó un mensaje mostrando un “error en la transferencia” y un mensaje claramente falso, proveniente del Ministerio de Cultura (?) indicando que el monto era mayor al permitido y que primero había que pagar el impuesto a las ganancias personales. Ahí ya me di cuenta de que había sido estafada”, explica Mónica, acongojada.

La pérdida podría haber sido aún más amplia, porque según la UFECI hay ocasiones en que la estafa continúa al solicitarles a las personas aún más dinero para retirar sus ganancias. De acuerdo con los datos del organismo, hay víctimas que incluso llegan a sacar préstamos que superan el millón de pesos para invertir o para pagar supuestos permisos para retirar el dinero, algo que por supuesto nunca ocurre.

Allí comenzó para Mónica la otra parte del calvario: intentar recuperar el dinero. Desconocer las transacciones es imposible, porque fueron realizadas en forma lícita. Cuando se indica que es una estafa, lo máximo que permiten los bancos es bloquear las cuentas hasta que se haga una investigación sobre el tema, pero esto puede demorar.

Dependiendo el tipo de ciberestafa, hay algunas ocasiones en donde el desenlace puede tener un final feliz, como le ocurrió al periodista Guillermo Salatino. Pero eso suele suceder cuando se comprueba que hubo algún hackeo de cuentas. En el caso de estas maniobras en donde la víctima puso dinero en forma voluntaria, es bastante más difícil recuperar el dinero.

Si el pago se realizó a través de una billetera virtual, es posible denunciar la maniobra dentro de la app, contactar al soporte de la app para indicar que se trata de una estafa y lograr así que se congelen los fondos de la cuenta receptora. Es muy difícil acceder a las cuentas de los ciberestafadores, porque utilizan cuentas trasnacionales, IPs falsas y orígenes poco claros. “Si bien hay legislación por ciberdelitos en Argentina, este tipo específico de estafas no es fácil de investigar y generalmente la gente termina perdiendo sus ahorros”, explica Marcucci.

La única forma de evitar caer en estos engaños es la prevención. Marcucci enumera algunas de las tácticas a emplear:

  • Mantenerse informado.
  • Fijarse de dónde provienen las llamadas. De acuerdo a datos de la Guardia Civil Española, los números provenientes de países como Albania (355), Costa de Marfil (225), Ghana (233) y Nigeria (234) son los que más utilizan para cometer fraudes.
  • No atender llamados de remitentes desconocidos.
  • No responder ni reenviar mensajes con promesas de ganar dinero fácilmente.
  • Hacer capturas de pantalla de los mensajes con la cuenta dentro de la aplicación o a través de otro sistema de mensajería, como WhatsApp o correos electrónicos. El chat de WhatsApp puede exportarse a un archivo, que servirá de evidencia.
  • Si el pago fue por transferencia, tomar nota del CBU/CVU del destinatario. Debe avisarse cuanto antes de esta operación, tanto al banco o billetera virtual de la cuenta desde la cual se giró dinero.
  • Hacer preguntas: Las personas estafadoras cuentan con que no se investigue antes de invertir y por ello, presionan para que se tome la decisión de invertir rápidamente. Para evitarlo, es fundamental investigar a quien se le da el dinero para que lo invierta. No basta con que se le pida más información o referencias: los defraudadores no tienen ningún incentivo para aclarar las cosas.

Mónica es una madre de dos hijos, separada y, como la gran mayoría de las personas, alguien que tiene que trabajar todos los días para ganar su sustento. Con el esfuerzo de varios años, logró hacer unos ahorros y un día vio una oportunidad para aumentarlos, gracias a la recomendación de un conocido: desde su casa y solo cumpliendo objetivos en redes sociales, podía aumentar sus ingresos. Solo había que dar Me gusta a algunas publicaciones. Parecía algo sencillo que podía hacer en su tiempo libre. Lo que no sabía era que se trataba, lamentablemente, de una ciberestafa.

La secuencia, relatada por ella, arrancaba así: “un conocido de una empresa me ofrece trabajo, activando el YouTube de famosos, ofreciéndome el pago de $600 por cada Me Gusta y una cifra similar por hacer algo parecido con publicaciones de Mercado Libre”. Hasta ahí, parecía una de las tantas ofertas que suelen circular por las redes sociales para ganar dinero sin hacer mucho esfuerzo.

Víctima del smishing

Pero la recomendación del conocido no era tal, porque a esa persona le habían hackeado la cuenta y no era otra cosa que una táctica llamada smishing, una forma de phishing o suplantación de identidad, donde los ciberdelincuentes se hacen pasar por organizaciones legítimas o personas conocidas para seducir a sus víctimas con la promesa de ganancias rápidas y cómodas, pero que terminan siendo una estafa.

Según el Ministerio Público Fiscal, organismo que supervisa este tipo de maniobras, estas ofertas terminan siendo una estafa porque no pagan lo prometido, pueden pedir que se recomiende a un amigo para que entre en el sistema o incluso pagar una especie de “tasa” para liberar el dinero. Algunas de las plataformas que llevan a cabo este accionar son Ysense, Paidwork, Life4Cash y OrderWins, entre otras. El organismo añade en su sitio oficial que también se suelen pedir reseñas positivas de negocios en Google Maps, como excusa para “mejorar el posicionamiento de los videos, las ventas de productos y la reputación de los comercios”.

La estafa consistente en lograr que las víctimas hagan primero tareas por las que se les van pagando, como dar

Mientras Mónica probaba con los Me gusta, ignorante de la estafa, le llegó una nueva oferta, más tentadora: “me enviaron un link de Telegram (algo que hizo saltar las alarmas de Meta, tanto que me suspendieron la cuenta de WhatsApp por 24 horas) a través del cual me ofrecieron crear una cuenta para invertir en criptomonedas con un margen de ganancia muy alto, para el cual iba a tener a alguien guiándome por ese mensajero”. Esta maniobra también es típica de estos ciberdelincuentes, porque ofrecen el trabajo diciendo que representan a alguna empresa grande como Mercado Libre, Amazon o alguna similar y hasta disfrazan su operatoria con logos, fondos y otros elementos que la hacen parecer real, aunque se tratan de empresas fantasma.

Una inversión cripto, pero no en su cuenta

Para Mario Marcucci, investigador de seguridad informática de ESET Latinoamérica, estas maniobras “estimulan la emocionalidad de las personas, al prometerles fáciles ganancias a las personas sin demasiado esfuerzo. Y además al principio generan confianza, porque la verdadera ganancia la obtienen después”. La Unidad Fiscal Especializada en Ciberdelincuencia (UFECI) indica que las plataformas incentivan a las personas a realizar otro tipo de tareas llamadas “prepagas”, es decir, y tal como le pasó a Mónica, inducen a las víctimas a crear una cuenta en su plataforma e invertir en la compra y venta de criptoactivos con la promesa de brindar ganancias extraordinarias.

Las víctimas como Mónica se ven seducidas por la idea de poder sacar un buen rendimiento en una inversión que parece confiable (y además con la promesa de que haya alguien indicando el camino); les suelen solicitar que vayan depositando distintos montos (cada vez más grandes en cuanto pareciera que la cotización de la o las criptomonedas sube, según aparece en una app que provee la misma compañía) a lo que terminan siendo cuentas controladas por estafadores. Allí, según la UFECI, “las transacciones aparecen como acreditadas en las plataformas, junto a sus supuestas ganancias”.

Lamentablemente, Mónica mordió el anzuelo. Los mensajes parecían reales, profesionales, con tablas de índices de ganancias, referencias a criptodivisas, gráficos de velas (típicos de inversiones financieras), había supuestos testimonios de otras personas que estaban completando las tareas y sacando sus ganancias, capturas de pagos realizados, validación de códigos de verificación y mucho más. En este momento, cuando todo parece andar sobre ruedas y se ven los primeros resultados positivos (virtuales) es cuando se pide más dinero con una premisa simple: a mayor inversión, mayor ganancia.

Los mensajes que hicieron que Mónica entendiera que era víctima de una estafa

“Los ciberdelincuentes utilizan técnicas de todo tipo, como deepfakes, para simular voces conocidas o inclusos rostros de famosos en videos, con lo cual las personas suelen confiar en esos avisos porque parecieran tener un aval”, explica Marcucci. En ese sentido, el caso más emblemático tal vez fue el de Vayo Coin, que utilizaba a famosos para un engaño.

Pero es en ese momento en donde ocurre el descalabro. Cuando Mónica vio que ponía cada vez más dinero y éste parecía multiplicarse, intentó retirar sus ganancias. “Pedían tareas que consistían en inversiones a terceros que pagaban buenos dividendos. Si querés salir, te dicen que ya estás por terminar y vas a tener una gran ganancia. Cuando parecía que ya estaba concluido y que me iban a pagar, me llegó un mensaje mostrando un “error en la transferencia” y un mensaje claramente falso, proveniente del Ministerio de Cultura (?) indicando que el monto era mayor al permitido y que primero había que pagar el impuesto a las ganancias personales. Ahí ya me di cuenta de que había sido estafada”, explica Mónica, acongojada.

La pérdida podría haber sido aún más amplia, porque según la UFECI hay ocasiones en que la estafa continúa al solicitarles a las personas aún más dinero para retirar sus ganancias. De acuerdo con los datos del organismo, hay víctimas que incluso llegan a sacar préstamos que superan el millón de pesos para invertir o para pagar supuestos permisos para retirar el dinero, algo que por supuesto nunca ocurre.

Allí comenzó para Mónica la otra parte del calvario: intentar recuperar el dinero. Desconocer las transacciones es imposible, porque fueron realizadas en forma lícita. Cuando se indica que es una estafa, lo máximo que permiten los bancos es bloquear las cuentas hasta que se haga una investigación sobre el tema, pero esto puede demorar.

Dependiendo el tipo de ciberestafa, hay algunas ocasiones en donde el desenlace puede tener un final feliz, como le ocurrió al periodista Guillermo Salatino. Pero eso suele suceder cuando se comprueba que hubo algún hackeo de cuentas. En el caso de estas maniobras en donde la víctima puso dinero en forma voluntaria, es bastante más difícil recuperar el dinero.

Si el pago se realizó a través de una billetera virtual, es posible denunciar la maniobra dentro de la app, contactar al soporte de la app para indicar que se trata de una estafa y lograr así que se congelen los fondos de la cuenta receptora. Es muy difícil acceder a las cuentas de los ciberestafadores, porque utilizan cuentas trasnacionales, IPs falsas y orígenes poco claros. “Si bien hay legislación por ciberdelitos en Argentina, este tipo específico de estafas no es fácil de investigar y generalmente la gente termina perdiendo sus ahorros”, explica Marcucci.

La única forma de evitar caer en estos engaños es la prevención. Marcucci enumera algunas de las tácticas a emplear:

  • Mantenerse informado.
  • Fijarse de dónde provienen las llamadas. De acuerdo a datos de la Guardia Civil Española, los números provenientes de países como Albania (355), Costa de Marfil (225), Ghana (233) y Nigeria (234) son los que más utilizan para cometer fraudes.
  • No atender llamados de remitentes desconocidos.
  • No responder ni reenviar mensajes con promesas de ganar dinero fácilmente.
  • Hacer capturas de pantalla de los mensajes con la cuenta dentro de la aplicación o a través de otro sistema de mensajería, como WhatsApp o correos electrónicos. El chat de WhatsApp puede exportarse a un archivo, que servirá de evidencia.
  • Si el pago fue por transferencia, tomar nota del CBU/CVU del destinatario. Debe avisarse cuanto antes de esta operación, tanto al banco o billetera virtual de la cuenta desde la cual se giró dinero.
  • Hacer preguntas: Las personas estafadoras cuentan con que no se investigue antes de invertir y por ello, presionan para que se tome la decisión de invertir rápidamente. Para evitarlo, es fundamental investigar a quien se le da el dinero para que lo invierta. No basta con que se le pida más información o referencias: los defraudadores no tienen ningún incentivo para aclarar las cosas.

 Pensó que estaba ganando dinero fácil promocionando publicaciones, pero resultó ser una engaño y perdió una fortuna  LA NACION

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