Qué esconde la elección de un tono para un espacio

Hay colores que abrazan, que calman, que despiertan recuerdos o nos proyectan hacia algo nuevo.
Elegir un tono para un espacio no es solo una decisión estética: es una forma de expresar cómo nos sentimos, qué necesitamos y qué queremos transmitir. Los colores hablan de nosotros, de lo que buscamos, y tienen el poder de transformar un ambiente y las emociones que nos genera.
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“La tendencia no es solamente una moda”, asegura Marina Zamirowsky, especialista en Colores y Tendencias de Sinteplast. “Creemos que la tendencia habla de cómo nos sentimos, qué es lo que hacemos, cómo evoluciona el mundo”. Con esas palabras se abrió el evento «Colores que Cuentan Historias», organizado por Sinteplast para presentar su nueva carta de colores, en un encuentro que reunió también al pastelero Damián Betular y a la asesora de imagen Matilda Blanco, donde se exploraron las emociones, los estilos y las decisiones estéticas que definen los ambientes que habitamos.
Según Zamirowsky, cada color encierra una intención, un deseo, una forma de estar en el mundo. De esa observación nació la propuesta de cuatro universos cromáticos: El Propósito, El Desafío, El Presente y El Descanso, cuatro paletas que expresan emociones, ritmos y necesidades actuales.
“Una tendencia de color se construye a partir de la observación del estilo decorativo vigente, pero también con imágenes, palabras clave, sensaciones… Lo que armamos es un collage de inspiración que habla de dónde estamos y hacia dónde queremos ir”, explicó Zamirowsky a LA NACION.
El Propósito
Esta paleta está compuesta por colores intensos, como rojos, verdes y azules profundos, que conviven con un neutro que equilibra la composición. El Propósito representa a una personalidad madura, segura de sí misma, que valora la autenticidad y busca dejar huella.
“Hablamos de una persona sofisticada, creativa, que quiere contar su historia. Colores protagonistas, pero también un lujo discreto, con materiales como terciopelos y textiles pesados”, definió Zamirowsky.
Una estética de dramatismo escénico, pero contenido, para ambientes con estilo decorativo fuerte.
El Presente
La paleta remite a lo sensorial, lo vital y lo inmediato. En ella predominan los tonos frescos, florales y vibrantes que evocan juventud, estaciones como la primavera y una conexión con los sentidos. Zamirowsky se identifica especialmente con esta propuesta: “Creo que me representa el presente, porque me gusta la juventud, la primavera, esos colores súper fluidos donde vemos un ramo de flores y sentimos que tienen perfume, que apuntan a los sentidos y que también es el aquí y el ahora”, dijo.
Esta paleta incluye rosas, verdes, celestes, tonos vibrantes y frescos que generan impacto visual inmediato. En el universo gastronómico, Betular lo traduce en pastelería.
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“Para mí te atrae mucho más la vista un postre con mucho color y textura que uno que no tenga. La gente elige por lo visual. Si ves un postre con frambuesas, arándanos, colores intensos, te das cuenta que hay trabajo detrás”, explicó. “Yo soy muy fan del rosa pastel. Lo uso como un lienzo para crear encima, porque combina con todo. Es como un blanco para mí.”
Betular también reveló que su cocina principal es blanca y de acero, para permitir que los colores de la pastelería se destaquen aún más. “Pero tenemos un cuarto con todos los colorantes, donde está lo cromático, y desde ahí armamos el proceso creativo de cada torta, cada macarón”, contó.
El Descanso: serenidad, placeres simples y conexión natural
Esta paleta apela a los sentidos desde la calma y la neutralidad, con colores inspirados en minerales, tierra y elementos orgánicos. Invita a respirar, a pausar y a disfrutar del aquí y ahora con suavidad.
“El descanso habla de espacios orgánicos, de pequeñas alegrías diarias. Colores genuinos, combinables, que transmiten equilibrio. Como los materiales: microcemento, efectos satinados o mate que se sienten suaves al tacto”, describió Marina.
La clave está en lograr atmósferas que no saturen, sino que abracen. Espacios que invitan a bajar la intensidad y conectar con uno mismo.
El Desafío: audacia, transformación y movimiento
Esta paleta remite al cambio, la innovación y las decisiones audaces. Por contexto, puede asociarse a tonos que marcan quiebres o contrastes, ideales para quienes buscan transformar lo cotidiano en algo nuevo.
Damián Betular explicó que en pastelería los colores no son solo un recurso estético, sino parte del lenguaje con el que se comunican emociones, ingredientes y hasta intenciones. “Nos dimos cuenta de que el proceso creativo en la cocina también incluye elegir colores. Cómo representar la frutilla, el rojo, cómo combinar los tonos. Hay que pensarlo, estudiarlo, ver qué va con qué. El impacto visual es muy importante”, sostuvo el pastelero.
Recordó también que durante su paso por Bake Off, solía detenerse en cada estación para hablar con los participantes sobre la importancia de las combinaciones cromáticas. Aseguró que no alcanza con que un postre esté rico: también tiene que enamorar a la vista. Según dijo, los colores bien elegidos pueden levantar una preparación sencilla o, al contrario, arruinar un gran trabajo. En pastelería, la estética es fundamental porque es lo primero que entra por los ojos.
Más allá del plano visual, detalló que el trabajo con pigmentos naturales y colorantes requiere conocimiento técnico y sensibilidad. Señaló que, a diferencia de la cocina salada, en la pastelería hay una mayor libertad para experimentar con decoraciones, tonos y acabados. “La pastelería tiene algo espectacular que debe tener también a todos los que se dedican a ustedes, que es poder jugar con los colores mucho más que en la cocina, porque podemos jugar más con los colorantes, con las decoraciones, todo”, dijo.
Como ejemplo, mencionó el caso del azul, un color que durante mucho tiempo fue difícil de lograr en comestibles, hasta la aparición de la estilurina, un colorante natural que permite obtener tonos verdes o azules y se usa especialmente para colorear chocolate. Betular explicó que, a partir de ingredientes como la frambuesa deshidratada, el pistacho o el chocolate blanco, es posible crear verdaderas “obras comestibles” y que, en su experiencia, “la textura del chocolate blanco derretido, coloreado, es lo mismo que una pintura”.Vivir el color como una herramienta de expresión
Un dato técnico importante: siempre ver los colores con luz natural o luz cálida. “La luz fría no refleja bien los tonos. Prefiero luz neutra o cálida, porque es la mejor forma de ver el color tal como es”, recomendó Marina.
Desde la pastelería hasta la pared del living, el color conecta mundos. Para Betular, esa conexión es literal: “El packaging, lo que comemos, cómo se ve una torta por fuera: todo impacta al cliente. Hay mucho trabajo detrás de cada combinación. El color comunica dedicación, creatividad, y sobre todo, ganas de sorprender”, concluyó.
Hay colores que abrazan, que calman, que despiertan recuerdos o nos proyectan hacia algo nuevo.
Elegir un tono para un espacio no es solo una decisión estética: es una forma de expresar cómo nos sentimos, qué necesitamos y qué queremos transmitir. Los colores hablan de nosotros, de lo que buscamos, y tienen el poder de transformar un ambiente y las emociones que nos genera.
Un economista anticipa que pasará con los precios de las propiedades y con el crédito
“La tendencia no es solamente una moda”, asegura Marina Zamirowsky, especialista en Colores y Tendencias de Sinteplast. “Creemos que la tendencia habla de cómo nos sentimos, qué es lo que hacemos, cómo evoluciona el mundo”. Con esas palabras se abrió el evento «Colores que Cuentan Historias», organizado por Sinteplast para presentar su nueva carta de colores, en un encuentro que reunió también al pastelero Damián Betular y a la asesora de imagen Matilda Blanco, donde se exploraron las emociones, los estilos y las decisiones estéticas que definen los ambientes que habitamos.
Según Zamirowsky, cada color encierra una intención, un deseo, una forma de estar en el mundo. De esa observación nació la propuesta de cuatro universos cromáticos: El Propósito, El Desafío, El Presente y El Descanso, cuatro paletas que expresan emociones, ritmos y necesidades actuales.
“Una tendencia de color se construye a partir de la observación del estilo decorativo vigente, pero también con imágenes, palabras clave, sensaciones… Lo que armamos es un collage de inspiración que habla de dónde estamos y hacia dónde queremos ir”, explicó Zamirowsky a LA NACION.
El Propósito
Esta paleta está compuesta por colores intensos, como rojos, verdes y azules profundos, que conviven con un neutro que equilibra la composición. El Propósito representa a una personalidad madura, segura de sí misma, que valora la autenticidad y busca dejar huella.
“Hablamos de una persona sofisticada, creativa, que quiere contar su historia. Colores protagonistas, pero también un lujo discreto, con materiales como terciopelos y textiles pesados”, definió Zamirowsky.
Una estética de dramatismo escénico, pero contenido, para ambientes con estilo decorativo fuerte.
El Presente
La paleta remite a lo sensorial, lo vital y lo inmediato. En ella predominan los tonos frescos, florales y vibrantes que evocan juventud, estaciones como la primavera y una conexión con los sentidos. Zamirowsky se identifica especialmente con esta propuesta: “Creo que me representa el presente, porque me gusta la juventud, la primavera, esos colores súper fluidos donde vemos un ramo de flores y sentimos que tienen perfume, que apuntan a los sentidos y que también es el aquí y el ahora”, dijo.
Esta paleta incluye rosas, verdes, celestes, tonos vibrantes y frescos que generan impacto visual inmediato. En el universo gastronómico, Betular lo traduce en pastelería.
Las cuatro zonas de la ciudad que ya son cool y prometen un boom inmobiliario
“Para mí te atrae mucho más la vista un postre con mucho color y textura que uno que no tenga. La gente elige por lo visual. Si ves un postre con frambuesas, arándanos, colores intensos, te das cuenta que hay trabajo detrás”, explicó. “Yo soy muy fan del rosa pastel. Lo uso como un lienzo para crear encima, porque combina con todo. Es como un blanco para mí.”
Betular también reveló que su cocina principal es blanca y de acero, para permitir que los colores de la pastelería se destaquen aún más. “Pero tenemos un cuarto con todos los colorantes, donde está lo cromático, y desde ahí armamos el proceso creativo de cada torta, cada macarón”, contó.
El Descanso: serenidad, placeres simples y conexión natural
Esta paleta apela a los sentidos desde la calma y la neutralidad, con colores inspirados en minerales, tierra y elementos orgánicos. Invita a respirar, a pausar y a disfrutar del aquí y ahora con suavidad.
“El descanso habla de espacios orgánicos, de pequeñas alegrías diarias. Colores genuinos, combinables, que transmiten equilibrio. Como los materiales: microcemento, efectos satinados o mate que se sienten suaves al tacto”, describió Marina.
La clave está en lograr atmósferas que no saturen, sino que abracen. Espacios que invitan a bajar la intensidad y conectar con uno mismo.
El Desafío: audacia, transformación y movimiento
Esta paleta remite al cambio, la innovación y las decisiones audaces. Por contexto, puede asociarse a tonos que marcan quiebres o contrastes, ideales para quienes buscan transformar lo cotidiano en algo nuevo.
Damián Betular explicó que en pastelería los colores no son solo un recurso estético, sino parte del lenguaje con el que se comunican emociones, ingredientes y hasta intenciones. “Nos dimos cuenta de que el proceso creativo en la cocina también incluye elegir colores. Cómo representar la frutilla, el rojo, cómo combinar los tonos. Hay que pensarlo, estudiarlo, ver qué va con qué. El impacto visual es muy importante”, sostuvo el pastelero.
Recordó también que durante su paso por Bake Off, solía detenerse en cada estación para hablar con los participantes sobre la importancia de las combinaciones cromáticas. Aseguró que no alcanza con que un postre esté rico: también tiene que enamorar a la vista. Según dijo, los colores bien elegidos pueden levantar una preparación sencilla o, al contrario, arruinar un gran trabajo. En pastelería, la estética es fundamental porque es lo primero que entra por los ojos.
Más allá del plano visual, detalló que el trabajo con pigmentos naturales y colorantes requiere conocimiento técnico y sensibilidad. Señaló que, a diferencia de la cocina salada, en la pastelería hay una mayor libertad para experimentar con decoraciones, tonos y acabados. “La pastelería tiene algo espectacular que debe tener también a todos los que se dedican a ustedes, que es poder jugar con los colores mucho más que en la cocina, porque podemos jugar más con los colorantes, con las decoraciones, todo”, dijo.
Como ejemplo, mencionó el caso del azul, un color que durante mucho tiempo fue difícil de lograr en comestibles, hasta la aparición de la estilurina, un colorante natural que permite obtener tonos verdes o azules y se usa especialmente para colorear chocolate. Betular explicó que, a partir de ingredientes como la frambuesa deshidratada, el pistacho o el chocolate blanco, es posible crear verdaderas “obras comestibles” y que, en su experiencia, “la textura del chocolate blanco derretido, coloreado, es lo mismo que una pintura”.Vivir el color como una herramienta de expresión
Un dato técnico importante: siempre ver los colores con luz natural o luz cálida. “La luz fría no refleja bien los tonos. Prefiero luz neutra o cálida, porque es la mejor forma de ver el color tal como es”, recomendó Marina.
Desde la pastelería hasta la pared del living, el color conecta mundos. Para Betular, esa conexión es literal: “El packaging, lo que comemos, cómo se ve una torta por fuera: todo impacta al cliente. Hay mucho trabajo detrás de cada combinación. El color comunica dedicación, creatividad, y sobre todo, ganas de sorprender”, concluyó.
Los colores comunican y tienen el poder de transformar un ambiente y las emociones que nos genera LA NACION