Álex Palou, el piloto que hizo historia para el deporte español en las 500 Millas de Indianápolis

Una lluvia débil fue suficiente para retrasar el inicio de las 500 Millas de Indianápolis, también un aviso de la multiplicidad de incidentes que más tarde teñirían a la legendaria carrera de IndyCar, que cumplió el episodio 109 de su riquísimo historial. En las 200 vueltas en el óvalo más tradicional del automovilismo mundial se entremezcló el drama y la fama: desde el tempranero abandono de un candidato a la victoria en la serie de giros que la organización instó para que los neumáticos tomaran temperatura, a los incidentes que se produjeron en la pista y también en la calle de boxes.
La gloria y el mítico festejo con la botella de leche fue para el catalán Álex Palau, con motor Honda y la preparación del equipo Chip Ganassi: la primera vez del tricampeón de IndyCar, que se convirtió en el piloto que estrenó la bandera de su país en el podio y quien desde ahora tendrá su rostro esculpido en bajorrelieve en el trofeo Borg-Warner, donde están presentes las caras de todos los vencedores de la Indy 500, y que se impone como una de las piezas icónicas del deporte.
Los entrenamientos, la jornada de clasificación, el Top 12, el Fast Six que consagró al rookie Robert Shwartzman (Prema) como poleman -situación que no se repetía desde 1983, con el italiano Teo Fabi-, y las penalizaciones por utilizar atenuadores traseros modificados de modo ilegal y que derivaron en una multa de 200 mil dólares y el retraso al fondo de la grilla de Josef Newgarden y Will Power –por el escándalo fueron despedidos del poderoso Team Penske el presidente del equipo Tim Cindric, el director gerente Ron Ruzewski y el gerente general Kyle Moyer-, capítulos que le dieron forma a la previa de las 500 Millas de Indianápolis. El gris que rodeo los acontecimientos se replicó en el clima el domingo, aunque el frío y la lluvia no les quitó colorido a las tribunas que, como es costumbre, estuvieron repletas para una de las citas que componen la Triple Corona del automovilismo, junto al Gran Premio de Mónaco –se corrió en la misma fecha- y las 24 Horas de Le Mans.
La baja temperatura, y mucho más el agua, influyó en el desarrollo: con los autos en la pista, tras la demora del comienzo, el primer golpe de escena. El neozelandés Scott McLauglhin perdió el control de su auto, del Team Penske, durante el warm-up mientras intentaba poner a punto los neumáticos y se estrelló contra el muro: la mejor espada de la estructura y que marchaba quinto en el campeonato no tuvo espacio para la velocidad y protagonizó un abandono que trastocó los planes y las estrategias. El desconsuelo y el llanto envolvió al oceánico, el único integrante del garaje que no conoce el sabor de la victoria en el mítico óvalo. El golpe fue el primero de una secuencia de errores que fueron marcando la carrera.
El hechizo del clan Andretti en las 500 Millas de Indianápolis sumó una nueva página: Marco, hijo de Michael, nieto de Mario y representante del equipo que lleva el apellido, impacto contra la pared y generó la primera neutralización, que se extendió porque la lluvia reapareció y humedeció la pista. La aventura nunca ofrece un favorito, porque el ritmo es cambiante al igual que los contratiempos que modifican las estrategias: un accidente, la lluvia, las banderas amarillas… Alex Rossi (Ed Carpenter Racing) continuó con la serie de infortunios y compuso el primer eslabón de una cadena caótica que se vivió en la calle de boxes: el fuego rodeó el auto, a un mecánico y provocó el retiro y la furia del estadounidense, ganador en 2016.
Rookie and #Indy500 pole sitter @ShwartzmanRob is OUT after this scary incident on pit lane. pic.twitter.com/NjgM7WnmE9
— NTT INDYCAR SERIES (@IndyCar) May 25, 2025
Unos giros más tarde, Rinus Veekay (Dale Coyne Racing) no dominó su coche, dibujó un trompo y chocó en el ingreso al pit, mientras que Shwartzman embistió contra el muro a los mecánicos que trabajaban en el sector izquierdo del auto… “Se bloquearon dos neumáticos, algo en el auto estaba mal: los frenos o los neumáticos. Una situación de mucho miedo por los mecánicos, por suerte uno solo sufrió una lesión”, se lamentó el piloto ruso, nacido en Tel Aviv.
El accidente que desencadenó Kyle Larson (Arrow McLaren)–tras el abandono se marchó a Charlotte para correr una competencia de NASCAR- involucró también a Kyffin Simpson (Chip Gannasi Racing) y a Sting Ray Robb, representante del Juncos Hollinger Racing, la estructura que dirige el argentino Ricardo Juncos y que en 2023 y 2024 tuvo en sus filas a Agustín Canapino. Con menos de la mitad de las vueltas desandadas, las 500 Millas de Indianápolis se enseñaba como una competencia de sobrevivencia.
ALEX PALOU TO THE LEAD AT INDY! pic.twitter.com/jcx7qmNW66
— NTT INDYCAR SERIES (@IndyCar) May 25, 2025
Sin presentar credenciales, porque nunca ganó en un óvalo a pesar de ser tricampeón de IndyCar, la figura de Palou empezó e entremezclarse con aquellos que asoman sentirse más cómodos en los circuitos con esas características. Pero el catalán tenía un reto: romper el hechizo y nada menos que en Indianápolis. Fiel a su estilo, donde la paciencia y la frialdad para cumplir con el plan de carrera es una marca registrada, se mantuvo en posiciones expectantes.
Él manejaba y desde el muro controlaban cada detalle, con el combustible y los neumáticos como guías para arribar al tramo definitorio con las mejores posibilidades de desatar el festejo. Con 14 giros para el final, desde la radio llegó la orden de atacar: se lanzó sobre Marcus Ericsson (Andretti), que no pudo resistir y tampoco contraatacar y recuperar el liderazgo. El sueco, vencedor en 2022, observó cómo Palou firmaba la quinta victoria en seis fechas en 2025, la que consagra, más allá de las coronas, al verdadero piloto de IndyCar.
Una lluvia débil fue suficiente para retrasar el inicio de las 500 Millas de Indianápolis, también un aviso de la multiplicidad de incidentes que más tarde teñirían a la legendaria carrera de IndyCar, que cumplió el episodio 109 de su riquísimo historial. En las 200 vueltas en el óvalo más tradicional del automovilismo mundial se entremezcló el drama y la fama: desde el tempranero abandono de un candidato a la victoria en la serie de giros que la organización instó para que los neumáticos tomaran temperatura, a los incidentes que se produjeron en la pista y también en la calle de boxes.
La gloria y el mítico festejo con la botella de leche fue para el catalán Álex Palau, con motor Honda y la preparación del equipo Chip Ganassi: la primera vez del tricampeón de IndyCar, que se convirtió en el piloto que estrenó la bandera de su país en el podio y quien desde ahora tendrá su rostro esculpido en bajorrelieve en el trofeo Borg-Warner, donde están presentes las caras de todos los vencedores de la Indy 500, y que se impone como una de las piezas icónicas del deporte.
Los entrenamientos, la jornada de clasificación, el Top 12, el Fast Six que consagró al rookie Robert Shwartzman (Prema) como poleman -situación que no se repetía desde 1983, con el italiano Teo Fabi-, y las penalizaciones por utilizar atenuadores traseros modificados de modo ilegal y que derivaron en una multa de 200 mil dólares y el retraso al fondo de la grilla de Josef Newgarden y Will Power –por el escándalo fueron despedidos del poderoso Team Penske el presidente del equipo Tim Cindric, el director gerente Ron Ruzewski y el gerente general Kyle Moyer-, capítulos que le dieron forma a la previa de las 500 Millas de Indianápolis. El gris que rodeo los acontecimientos se replicó en el clima el domingo, aunque el frío y la lluvia no les quitó colorido a las tribunas que, como es costumbre, estuvieron repletas para una de las citas que componen la Triple Corona del automovilismo, junto al Gran Premio de Mónaco –se corrió en la misma fecha- y las 24 Horas de Le Mans.
La baja temperatura, y mucho más el agua, influyó en el desarrollo: con los autos en la pista, tras la demora del comienzo, el primer golpe de escena. El neozelandés Scott McLauglhin perdió el control de su auto, del Team Penske, durante el warm-up mientras intentaba poner a punto los neumáticos y se estrelló contra el muro: la mejor espada de la estructura y que marchaba quinto en el campeonato no tuvo espacio para la velocidad y protagonizó un abandono que trastocó los planes y las estrategias. El desconsuelo y el llanto envolvió al oceánico, el único integrante del garaje que no conoce el sabor de la victoria en el mítico óvalo. El golpe fue el primero de una secuencia de errores que fueron marcando la carrera.
El hechizo del clan Andretti en las 500 Millas de Indianápolis sumó una nueva página: Marco, hijo de Michael, nieto de Mario y representante del equipo que lleva el apellido, impacto contra la pared y generó la primera neutralización, que se extendió porque la lluvia reapareció y humedeció la pista. La aventura nunca ofrece un favorito, porque el ritmo es cambiante al igual que los contratiempos que modifican las estrategias: un accidente, la lluvia, las banderas amarillas… Alex Rossi (Ed Carpenter Racing) continuó con la serie de infortunios y compuso el primer eslabón de una cadena caótica que se vivió en la calle de boxes: el fuego rodeó el auto, a un mecánico y provocó el retiro y la furia del estadounidense, ganador en 2016.
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Unos giros más tarde, Rinus Veekay (Dale Coyne Racing) no dominó su coche, dibujó un trompo y chocó en el ingreso al pit, mientras que Shwartzman embistió contra el muro a los mecánicos que trabajaban en el sector izquierdo del auto… “Se bloquearon dos neumáticos, algo en el auto estaba mal: los frenos o los neumáticos. Una situación de mucho miedo por los mecánicos, por suerte uno solo sufrió una lesión”, se lamentó el piloto ruso, nacido en Tel Aviv.
El accidente que desencadenó Kyle Larson (Arrow McLaren)–tras el abandono se marchó a Charlotte para correr una competencia de NASCAR- involucró también a Kyffin Simpson (Chip Gannasi Racing) y a Sting Ray Robb, representante del Juncos Hollinger Racing, la estructura que dirige el argentino Ricardo Juncos y que en 2023 y 2024 tuvo en sus filas a Agustín Canapino. Con menos de la mitad de las vueltas desandadas, las 500 Millas de Indianápolis se enseñaba como una competencia de sobrevivencia.
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Sin presentar credenciales, porque nunca ganó en un óvalo a pesar de ser tricampeón de IndyCar, la figura de Palou empezó e entremezclarse con aquellos que asoman sentirse más cómodos en los circuitos con esas características. Pero el catalán tenía un reto: romper el hechizo y nada menos que en Indianápolis. Fiel a su estilo, donde la paciencia y la frialdad para cumplir con el plan de carrera es una marca registrada, se mantuvo en posiciones expectantes.
Él manejaba y desde el muro controlaban cada detalle, con el combustible y los neumáticos como guías para arribar al tramo definitorio con las mejores posibilidades de desatar el festejo. Con 14 giros para el final, desde la radio llegó la orden de atacar: se lanzó sobre Marcus Ericsson (Andretti), que no pudo resistir y tampoco contraatacar y recuperar el liderazgo. El sueco, vencedor en 2022, observó cómo Palou firmaba la quinta victoria en seis fechas en 2025, la que consagra, más allá de las coronas, al verdadero piloto de IndyCar.
El catalán, tricampeón de IndyCar, se estrenó entre los ganadores de la tradicional carrera en el óvalo estadounidense, y es el primer piloto de su país en alzarse con el triunfo LA NACION