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Pedro Sánchez se erige en el líder europeo de la causa palestina y le saca rédito político

BARCELONA.-El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, se ha labrado a conciencia la imagen de ser el líder europeo que defiende la causa palestina con mayor vigor. Durante meses, Madrid instó a sus socios de la UE a adoptar medidas de presión más contundentes hacia Israel para que pusiera fin a la guerra de Gaza.

Entre ellas, la principal fue iniciar un proceso de revisión del acuerdo de asociación entre la UE e Israel. Pero no ha sido hasta esta semana que logró convencer a una mayoría de miembros del club de los 27 a dar este paso, acuciados por las imágenes de hambruna que llegan desde la Franja de Gaza.

Los gestos de Sánchez hacia la causa palestina se han ido acumulando progresivamente durante el último año. El último, esta misma semana, con el impulso de una ley en el Congreso que prohíbe el comercio de armas con Israel, una medida inédita entre los países de la UE. Ahora bien, su más emblemática decisión, y la que le granjeó una mayor atención internacional, fue el reconocimiento del Estado palestino hace exactamente un año, liderando un grupo de otros cuatro países europeos.

El presidente palestino, Mahmoud Abbas (izquierda), y el presidente del gobierno de España, Pedro Sánchez (Archivo)

El astuto presidente español ha encontrado en la guerra de Gaza un trampolín ideal para proyectar su imagen a nivel internacional y, a la vez, desviar la atención de su precaria situación en el Parlamento, donde debe sudar tinta para aprobar cualquier ley debido a cuán heterogénea es la coalición que lo sostiene. De hecho, dos años después de su reelección, todavía no ha sido capaz de amasar los votos necesarios para aprobar un solo Presupuesto General del Estado.

En un país históricamente propalestino -incluso los gobiernos del PP siguieron esta línea-, los guiños a Palestina son bien vistos por una mayoría de la ciudadanía. Además, para Sánchez representan también una manera de aplacar a sus socios de izquierda, Sumar y Podemos, con los que ha tenido rifirrafes en otras cuestiones, como el aumento del presupuesto de Defensa hasta el 2% del PBI en línea con las demandas de la OTAN. Sumar y Podemos son los partidos de ámbito español más pro-palestinos, y ahora piden ir un paso más allá y retirar el embajador español en Tel Aviv.

“La política de Sánchez se halla en consonancia con la posición tradicional de la política exterior española en la región. Además, en general, España siempre ha defendido el derecho internacional en todos los conflictos”, sostiene José Vericat, principal investigador del think tank Real Instituto Elcano.

Pedro Sánchez y su comitiva durante una visita oficial a Jordania (Archivo)

Durante la dictadura franquista, cuando Occidente aisló diplomáticamente a España por su apoyo a la Alemania nazi, Madrid estrechó sus relaciones con los países árabes, que luego se han mantenido en democracia. Por eso, Madrid no estableció relaciones diplomáticas con Israel hasta 1986, siendo el último país europeo en hacerlo.

La posición de Sánchez en el conflicto de Medio Oriente lo ha convertido en una figura muy popular en el mundo árabe, como han podido comprobar los turistas españoles que han visitado la región.

Influencia en Medio Oriente

“La diplomacia española ha dado una excelente oportunidad no solo de reforzar su influencia en Medio Oriente, sino en todo el Sur Global. El conflicto en Gaza ha puesto de manifiesto una brecha entre Occidente y el Sur global”, apunta Vericat. Como muestra de ello, la asistencia de Sánchez como invitado de honor junto al secretario general de la ONU, Antonio Guterres, a la última cumbre de la Liga Árabe, celebrada la semana pasada en Bagdad.

La consecuencia inevitable de esta intensa actividad diplomática en favor de Palestina ha sido un serio deterioro de las relaciones con Israel. Después de que el presidente español definiera a Israel como “un Estado genocida” hace diez días en sede parlamentaria, la embajadora española en Tel Aviv fue convocada al Ministerio de Relaciones Exteriores hebreo para ser amonestada. Anteriormente, Israel ya había expresado de distintas formas su malestar con Madrid.

Pedro Sánchez y el primer ministro belga Alexander De Croo dan una conferencia de prensa en el lado egipcio del cruce de Rafah

Por ejemplo, en mayo del año pasado prohibió al consulado español en Jerusalén prestar servicios diplomáticos a la población palestina bajo una explícita amenaza de cierre. Un mes después, España se sumaba a la causa presentada por Sudáfrica en el Tribunal Internacional de Justicia que acusaba a Israel de genocidio. Vericat no cree que la crisis con el gobierno de Benjamin Netanyahu vaya a tener serias consecuencias para España. “No creo que Israel esté en disposición de adoptar represalias más contundentes”, asevera el investigador.

Ahora bien, las tomas de posición de Sánchez en el conflicto no siempre se han correspondido con las acciones de su gobierno, lo que ha abierto una vía a las críticas por parte de la prensa y de la oposición. Una de sus primeras medidas de presión a Israel fue anunciar la ruptura de todas las transacciones con este país en el sector armamentístico. No obstante, meses después se supo que algunos contratos seguían vigentes. Por ejemplo, el Ministerio del Interior continuó comprando millones de balas a una compañía israelí, lo que se justificó por lo gravoso de romper algunos contratos firmados.

La hiperactividad de Sánchez en la cuestión de Palestina contrasta con su perfil más bien bajo respecto a la guerra de Ucrania. Aunque España siempre ha apoyado las sucesivas rondas de sanciones a Rusia desde el inicio del conflicto, no forma parte del núcleo duro que marca posición en este tema, integrado por Alemania, Francia, Reino Unido y Polonia.

BARCELONA.-El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, se ha labrado a conciencia la imagen de ser el líder europeo que defiende la causa palestina con mayor vigor. Durante meses, Madrid instó a sus socios de la UE a adoptar medidas de presión más contundentes hacia Israel para que pusiera fin a la guerra de Gaza.

Entre ellas, la principal fue iniciar un proceso de revisión del acuerdo de asociación entre la UE e Israel. Pero no ha sido hasta esta semana que logró convencer a una mayoría de miembros del club de los 27 a dar este paso, acuciados por las imágenes de hambruna que llegan desde la Franja de Gaza.

Los gestos de Sánchez hacia la causa palestina se han ido acumulando progresivamente durante el último año. El último, esta misma semana, con el impulso de una ley en el Congreso que prohíbe el comercio de armas con Israel, una medida inédita entre los países de la UE. Ahora bien, su más emblemática decisión, y la que le granjeó una mayor atención internacional, fue el reconocimiento del Estado palestino hace exactamente un año, liderando un grupo de otros cuatro países europeos.

El presidente palestino, Mahmoud Abbas (izquierda), y el presidente del gobierno de España, Pedro Sánchez (Archivo)

El astuto presidente español ha encontrado en la guerra de Gaza un trampolín ideal para proyectar su imagen a nivel internacional y, a la vez, desviar la atención de su precaria situación en el Parlamento, donde debe sudar tinta para aprobar cualquier ley debido a cuán heterogénea es la coalición que lo sostiene. De hecho, dos años después de su reelección, todavía no ha sido capaz de amasar los votos necesarios para aprobar un solo Presupuesto General del Estado.

En un país históricamente propalestino -incluso los gobiernos del PP siguieron esta línea-, los guiños a Palestina son bien vistos por una mayoría de la ciudadanía. Además, para Sánchez representan también una manera de aplacar a sus socios de izquierda, Sumar y Podemos, con los que ha tenido rifirrafes en otras cuestiones, como el aumento del presupuesto de Defensa hasta el 2% del PBI en línea con las demandas de la OTAN. Sumar y Podemos son los partidos de ámbito español más pro-palestinos, y ahora piden ir un paso más allá y retirar el embajador español en Tel Aviv.

“La política de Sánchez se halla en consonancia con la posición tradicional de la política exterior española en la región. Además, en general, España siempre ha defendido el derecho internacional en todos los conflictos”, sostiene José Vericat, principal investigador del think tank Real Instituto Elcano.

Pedro Sánchez y su comitiva durante una visita oficial a Jordania (Archivo)

Durante la dictadura franquista, cuando Occidente aisló diplomáticamente a España por su apoyo a la Alemania nazi, Madrid estrechó sus relaciones con los países árabes, que luego se han mantenido en democracia. Por eso, Madrid no estableció relaciones diplomáticas con Israel hasta 1986, siendo el último país europeo en hacerlo.

La posición de Sánchez en el conflicto de Medio Oriente lo ha convertido en una figura muy popular en el mundo árabe, como han podido comprobar los turistas españoles que han visitado la región.

Influencia en Medio Oriente

“La diplomacia española ha dado una excelente oportunidad no solo de reforzar su influencia en Medio Oriente, sino en todo el Sur Global. El conflicto en Gaza ha puesto de manifiesto una brecha entre Occidente y el Sur global”, apunta Vericat. Como muestra de ello, la asistencia de Sánchez como invitado de honor junto al secretario general de la ONU, Antonio Guterres, a la última cumbre de la Liga Árabe, celebrada la semana pasada en Bagdad.

La consecuencia inevitable de esta intensa actividad diplomática en favor de Palestina ha sido un serio deterioro de las relaciones con Israel. Después de que el presidente español definiera a Israel como “un Estado genocida” hace diez días en sede parlamentaria, la embajadora española en Tel Aviv fue convocada al Ministerio de Relaciones Exteriores hebreo para ser amonestada. Anteriormente, Israel ya había expresado de distintas formas su malestar con Madrid.

Pedro Sánchez y el primer ministro belga Alexander De Croo dan una conferencia de prensa en el lado egipcio del cruce de Rafah

Por ejemplo, en mayo del año pasado prohibió al consulado español en Jerusalén prestar servicios diplomáticos a la población palestina bajo una explícita amenaza de cierre. Un mes después, España se sumaba a la causa presentada por Sudáfrica en el Tribunal Internacional de Justicia que acusaba a Israel de genocidio. Vericat no cree que la crisis con el gobierno de Benjamin Netanyahu vaya a tener serias consecuencias para España. “No creo que Israel esté en disposición de adoptar represalias más contundentes”, asevera el investigador.

Ahora bien, las tomas de posición de Sánchez en el conflicto no siempre se han correspondido con las acciones de su gobierno, lo que ha abierto una vía a las críticas por parte de la prensa y de la oposición. Una de sus primeras medidas de presión a Israel fue anunciar la ruptura de todas las transacciones con este país en el sector armamentístico. No obstante, meses después se supo que algunos contratos seguían vigentes. Por ejemplo, el Ministerio del Interior continuó comprando millones de balas a una compañía israelí, lo que se justificó por lo gravoso de romper algunos contratos firmados.

La hiperactividad de Sánchez en la cuestión de Palestina contrasta con su perfil más bien bajo respecto a la guerra de Ucrania. Aunque España siempre ha apoyado las sucesivas rondas de sanciones a Rusia desde el inicio del conflicto, no forma parte del núcleo duro que marca posición en este tema, integrado por Alemania, Francia, Reino Unido y Polonia.

 El jefe de gobierno ha reforzado la histórica línea española de cercanía diplomática con los países árabes; proyección internacional y beneficios internos  LA NACION

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