Milei descubre la llave de la clase media

Las elecciones de 2023 expusieron un fenómeno tan inusual como inquietante: un tercio del electorado, el que eligió a Javier Milei en las primarias, decidió caminar hacia lo desconocido. En la segunda vuelta esa multitud creció hasta llegar a más de la mitad. El país comenzó a transitar por lo que los antiguos mapas medievales denominaban “terra incognita”. Sin embargo, con el paso de los meses, comenzaron a disolverse algunos enigmas. Cuando promediaba 2024, después de la aprobación de la ley “Bases”, se supo que, en medio de la licuación del sistema político conocido, emergía un liderazgo. El de Milei.
El Presidente se constituyó en un centro de poder. El domingo pasado, con las elecciones porteñas, apareció otra novedad en el paisaje: La Libertad Avanza (LLA) parece haber encontrado la clave de las capas medias. Un triunfo en la ciudad de Buenos Aires sugiere que el oficialismo está en condiciones de seducir a una sociología equivalente, radicada en Córdoba, Rosario, Mendoza o Mar del Plata, por citar sólo algunas de sus sedes. LLA ensaya un experimento de sustitución del Pro. Del mismo modo que el Pro deglutió al radicalismo. Esa alteración de la estructura partidaria es el correlato de un nuevo alineamiento social del voto.
Una primera lección de los comicios del domingo pasado es que el éxito de Manuel Adorni proviene de un caudal de votantes distinto al que sostuvo a Milei en 2021 y 2023. Cuando se observa la distribución geográfica del sufragio se advierte que Adorni, comparado con su jefe, retrocedió en la zona sur, donde viven los porteños más humildes. El peronismo recuperó terreno en barrios que en otros tiempos tenía escriturados a su nombre: Mataderos, Soldati, Lugano, Parque Avellaneda, Pompeya. La lista encabezada por Leandro Santoro avanzó sobre el centro de la ciudad, inclusive en zonas que antes esquivas, como Almagro, Chacarita, Villa Crespo o Montserrat.
El partido de Milei tuvo un crecimiento significativo gracias a un ascenso en el corredor del norte, en los barrios más prósperos. A Adorni lo votaron el domingo 77.739 ciudadanos más que los que eligieron al Presidente en la primera vuelta de 2023. Y ese incremento se produjo gracias al aporte de Belgrano, Palermo, Recoleta y, en especial, Puerto Madero, donde el vocero de la Casa Rosada tocó su techo: 49,51%. La victoria de LLA se produjo a expensas de la crisis del Pro, que no se impuso en barrio alguno.
Un estudio de Casa 3, la consultora de Mora Jozami, reveló ayer que en los nueve circuitos electorales con nivel socioeconómico más bajo de la ciudad, Adorni perdió 2 puntos porcentuales respecto de la performance de Milei en aquella primera vuelta: 25,8% contra 27,63%. En cambio, en los 18 circuitos más acomodados Adorni superó a Milei 17 puntos porcentuales: 38,4% contra 21,12%.
Esta variación merece varias reflexiones. En términos de clases, la LLA que apareció este domingo se parece más al Pro que al menemismo. Es un desafío importante para el proyecto identitario al que apuestan sus dirigentes, en especial el “Mago del Kremlin”, Santiago Caputo. Imposible saber si él mismo no está en medio de una metamorfosis: la cuenta de John, @MileiEmperador, habría sido sustituida por la de Jack, @MileiLibertador. Una transformación decepcionante para sus fans, que lo ven moderarse hasta convertirse casi en un despreciable “ñoño republicano”. Los estrategas de Milei siempre apostaron que LLA no se “gorilizara”. Al contrario, que fuera una expresión anti anti-peronista. Las elecciones porteñas obligan a preguntar si ese objetivo no está en peligro.
La novedad en la clasificación social de los votantes plantea una incógnita más importante. ¿Se puede seguir afirmando que Milei mantiene intacto su encanto sobre una franja de los sectores menos acomodados a pesar del ajuste económico que lleva adelante? Es una pregunta crucial para la estrategia de LLA en el conurbano bonaerense. Allí los libertarios no se conforman con seducir a la clientela del Pro. Quieren capturar también a la dirigencia del partido. Con Diego Santilli, por ejemplo, ya lo lograron. Al “Colo” Santilli se lo extrañó en el bunker de la derrota el domingo pasado. Dicen que la distancia con Mauricio y Jorge Macri quedó cifrada en un detalle: el llamado que le hizo, promediando el escrutinio, a Horacio Rodríguez Larreta, para felicitarlo por su muy aceptable resultado. “El Colo” ya milita en las Fuerzas del Cielo. Una afinidad anticipada en mil detalles. Por citar uno, intrascendente: entre los patrocinantes de su hijo, el prometedor piloto de Turismo Pista Nicanor Santilli Pazos, figura el fondo Invernea, que tiene entre sus titulares al director de ARCA, la ex Afip, Juan Pazo. Encomiable pasión por el deporte.
Del otro lado del alambrado quedó Cristian Ritondo, el entrañable “Pucho”, quien negocia con Karina Milei y Sebastián Pareja la integración del Pro en las listas bonaerenses. “Pucho” y “Colo” cuentan con el respaldo de Santiago Caputo, quien aconseja ser generoso en el reparto para fidelizar al Pro en el Congreso nacional. Sufren Pareja y los Menem, “Lule” y Martín, que pretenden monopolizar la confección de las listas. La guerra se libra en X, donde los amigos del “Mago” vapulan a Parejas por algunas incorporaciones a LLA. La más llamativa es la de Ramon “el Nene” Vera, que en 2019 fue precandidato a intendente de Moreno por el Frente de Todos, avalado por Cristina Kirchner y Alberto Fernández. Pareja respondió a esas críticas haciendo notar que en la mesa política de la provincia no hay ningún delegado de Santiago Caputo. La agresividad de los libertarios no discrimina nadie. También se descarga sobre los propios.
Son trivialidades. Lo importante es que este repliegue de LLA sobre la base social del Pro podría adormecer su capacidad para seducir a peronistas en el Gran Buenos Aires. Aun cuando sus socios sean “Colo” y “Pucho”, dos fanáticos de Perón, que fueron en su juventud funcionarios de Carlos Menem y que, a partir de 2003, se plotearon como macristas. Ellos se inclinan ante el axioma del llorado “Chueco” Mazzón, que afirmaba que “hay algo peor que la traición: el llano”. Es conmovedor asistir a este nuevo cambio de piel.
Ritondo demora su pase, con la expectativa de que también Mauricio Macri atraviese el boquete que abrió hace un par de meses. Pero la decisión de Milei, ejecutada por el “Mago” Caputo, es que Macri quede del otro lado de la valla. La producción de un Macri apócrifo, construido con inteligencia artificial, es parte de esa jugada. Lo que dice ese avatar es lo que Milei espera que diga el Macri de carne y hueso: que se jubila de la política y refugia en el fútbol. El bullying al que está siendo sometida la figura del expresidente después de los comicios procura ese objetivo. Aquí el modelo no es Menem, sino los Kirchner. Hay que recordar aquel acto del Teatro Argentino de La Plata, en 2005, cuando Cristina llamó a Duhalde, mirando a Néstor, “El Padrino”. Aplaudían Aníbal Fernández y el recordado “Pepe” Pampuro. Ojalá que a “Colo” y “Pucho” no les exijan el mismo testimonio de lealtad al nuevo amo.
La morfología social del triunfo de Adorni cobija otra innovación, acaso más relevante que cierta indiferencia de la clase media baja. LLA comenzó a padecer una deserción de los jóvenes. Ninguna sorpresa. Santiago Caputo está inquieto por ese fenómeno desde hace meses. En el oficialismo imputan ese drenaje al escándalo de $LIBRA. Es como si la gente más familiarizada con el universo digital le perdonara menos a Milei haber resbalado frente a un memecoin. Justo él, que se codea con Elon Musk y es aclamado en Silicon Valley.
El partido de los Macri no ganó en un solo barrio. ¿Está en vías de extinción? Es muy aventurado decir eso. Aun dentro del gobierno nacional observan que el triunfo del domingo corresponde a una elección legislativa. Que los términos del contrato con los votantes cambian cuando se trata de administrar la salud o la seguridad. Eso se discutirá en 2027. Pero los Macri deben superar antes un desafío importantísimo: la elección de los senadores porteños, que se celebrará en octubre. Dos corresponden al partido que gana y uno al que sale segundo. Si el resultado se repite, el Pro quedaría descalificado.
Frente a ese riesgo, Mauricio Macri tiene un reflejo habitual en los que están en la misma situación. Por citar un antecedente parecido: en 1997, cuando las encuestas le indicaron que su candidatura a diputado saldría tercera, detrás de las de Graciela Fernández Meijide y “Chiche” Duhalde, negoció con Carlos “Chacho” Álvarez la formación de la Alianza, para enmascarar esa derrota.
Macri supuso que el domingo pasado obtendría una victoria capaz de demostrar a Milei que el Pro es indispensable. Se preparó para esa boda deshaciéndose del radicalismo y de la Coalición Cívica, repudiados por las Fuerzas del Cielo. Pero la historia tuvo otras ideas. Ahora depende de que la clemencia de Milei acepte a alguien del Pro para acompañar al candidato libertario. Mejor dicho, la candidata: porque todo indica que sería Patricia Bullrich. Es la preferida de los porteños.
Vale aclararlo, para que su postulación no sea entendida como una humillación destinada a seguir haciendo bullying contra el expresidente. A propósito de Bullrich: ¿Será ella o será Adorni quien se encargue de representar a LLA para la elección de jefe de Gobierno en 2027? Tal vez Karina Milei ya lo tiene decidido.
Si el vínculo con Bullrich es un tormento para Macri, el que mantiene con Larreta es una pesadilla. Porque si el pacto con Milei para unificar la oferta porteña en octubre no se produce, el líder del Pro deberá seducir a Larreta para que vuelva al redil. Macri tiene un factor que le juega a favor: para el gobierno nacional sería muy difícil sostener una alianza bonaerense con el Pro y, al mismo tiempo, una confrontación porteña. ¿Quién sería el representante del Pro para integrar la fórmula senatorial con la hipotética Bullrich? Hasta ahora se mencionaba a María Eugenia Vidal. Pero el domingo se pulverizaron todas las suposiciones.
Para observar el vínculo Milei-Macri en esta encrucijada conviene prestar atención a los movimientos de dos figuras que operan entre bambalinas: Darío Wasserman y Daniel Angelici. Wasserman, vicepresidente del Banco Nación, es crucial al lado de Karina Milei. No sólo porque está casado con la legisladora Pilar Ramírez. Además, administra las yrigoyenianas “efectividades conducentes”. Sobre Angelici y su proximidad con Macri no hace falta dar explicaciones. Wasserman y Angelici comparten una sociedad de garantías recíprocas. Habrá que ver si pueden extender ese concepto a la política.
Las elecciones para senador plantean un dilema también para Santoro y para su mentor, Juan Manuel Olmos. Si se tiene en cuenta el momento recesivo en que se encuentra el peronismo, ellos lograron un buen resultado el domingo pasado. ¿Podría haber sido mejor? Tal vez sí, si no hubiera habido tanto ausentismo. La menor participación se registró en los barrios donde mejor le fue al PJ.
El relativo éxito de Santoro radicó en que, ayudado por su antigua pertenencia alfonsinista, él y Olmos construyeron una transversalidad parecida a la que, en su momento, postuló a Aníbal Ibarra. El derrumbe del radicalismo colaboró muchísimo con ese diseño. La premisa mayor del experimento fue disimular el componente kirchnerista de la oferta. Cristina Kirchner colaboró con generosidad, prescindiendo de cualquier intervención en la campaña.
Si esta fue la fuente del capital acumulado por Olmos y Santoro, ¿qué efecto tendrá para ellos la disputa por la senaduría, que estará encarnada en algún dirigente de La Cámpora? La expresidenta no cederá esa posición porque para ella el control del PJ del Senado es un objetivo principal.
Aquí está el riesgo de Santoro: ¿La tarea de ofrecer un peronismo compatible con el paladar de los porteños podría sobrevivir a una adhesión incondicional a un candidato kirchnerista? Dicho de otro modo: ¿Es posible que Santoro aspire a competir con algún éxito en 2027 si en octubre debe echar incienso en el altar de la señora de Kirchner? También en este terreno la Capital funciona como un espejo de lo que sucede en la provincia, donde Axel Kicillof intenta abrir un expediente sucesorio. Con una diferencia: el apellido Kirchner no significa lo mismo a uno y otro lado del Riachuelo.
Las elecciones de 2023 expusieron un fenómeno tan inusual como inquietante: un tercio del electorado, el que eligió a Javier Milei en las primarias, decidió caminar hacia lo desconocido. En la segunda vuelta esa multitud creció hasta llegar a más de la mitad. El país comenzó a transitar por lo que los antiguos mapas medievales denominaban “terra incognita”. Sin embargo, con el paso de los meses, comenzaron a disolverse algunos enigmas. Cuando promediaba 2024, después de la aprobación de la ley “Bases”, se supo que, en medio de la licuación del sistema político conocido, emergía un liderazgo. El de Milei.
El Presidente se constituyó en un centro de poder. El domingo pasado, con las elecciones porteñas, apareció otra novedad en el paisaje: La Libertad Avanza (LLA) parece haber encontrado la clave de las capas medias. Un triunfo en la ciudad de Buenos Aires sugiere que el oficialismo está en condiciones de seducir a una sociología equivalente, radicada en Córdoba, Rosario, Mendoza o Mar del Plata, por citar sólo algunas de sus sedes. LLA ensaya un experimento de sustitución del Pro. Del mismo modo que el Pro deglutió al radicalismo. Esa alteración de la estructura partidaria es el correlato de un nuevo alineamiento social del voto.
Una primera lección de los comicios del domingo pasado es que el éxito de Manuel Adorni proviene de un caudal de votantes distinto al que sostuvo a Milei en 2021 y 2023. Cuando se observa la distribución geográfica del sufragio se advierte que Adorni, comparado con su jefe, retrocedió en la zona sur, donde viven los porteños más humildes. El peronismo recuperó terreno en barrios que en otros tiempos tenía escriturados a su nombre: Mataderos, Soldati, Lugano, Parque Avellaneda, Pompeya. La lista encabezada por Leandro Santoro avanzó sobre el centro de la ciudad, inclusive en zonas que antes esquivas, como Almagro, Chacarita, Villa Crespo o Montserrat.
El partido de Milei tuvo un crecimiento significativo gracias a un ascenso en el corredor del norte, en los barrios más prósperos. A Adorni lo votaron el domingo 77.739 ciudadanos más que los que eligieron al Presidente en la primera vuelta de 2023. Y ese incremento se produjo gracias al aporte de Belgrano, Palermo, Recoleta y, en especial, Puerto Madero, donde el vocero de la Casa Rosada tocó su techo: 49,51%. La victoria de LLA se produjo a expensas de la crisis del Pro, que no se impuso en barrio alguno.
Un estudio de Casa 3, la consultora de Mora Jozami, reveló ayer que en los nueve circuitos electorales con nivel socioeconómico más bajo de la ciudad, Adorni perdió 2 puntos porcentuales respecto de la performance de Milei en aquella primera vuelta: 25,8% contra 27,63%. En cambio, en los 18 circuitos más acomodados Adorni superó a Milei 17 puntos porcentuales: 38,4% contra 21,12%.
Esta variación merece varias reflexiones. En términos de clases, la LLA que apareció este domingo se parece más al Pro que al menemismo. Es un desafío importante para el proyecto identitario al que apuestan sus dirigentes, en especial el “Mago del Kremlin”, Santiago Caputo. Imposible saber si él mismo no está en medio de una metamorfosis: la cuenta de John, @MileiEmperador, habría sido sustituida por la de Jack, @MileiLibertador. Una transformación decepcionante para sus fans, que lo ven moderarse hasta convertirse casi en un despreciable “ñoño republicano”. Los estrategas de Milei siempre apostaron que LLA no se “gorilizara”. Al contrario, que fuera una expresión anti anti-peronista. Las elecciones porteñas obligan a preguntar si ese objetivo no está en peligro.
La novedad en la clasificación social de los votantes plantea una incógnita más importante. ¿Se puede seguir afirmando que Milei mantiene intacto su encanto sobre una franja de los sectores menos acomodados a pesar del ajuste económico que lleva adelante? Es una pregunta crucial para la estrategia de LLA en el conurbano bonaerense. Allí los libertarios no se conforman con seducir a la clientela del Pro. Quieren capturar también a la dirigencia del partido. Con Diego Santilli, por ejemplo, ya lo lograron. Al “Colo” Santilli se lo extrañó en el bunker de la derrota el domingo pasado. Dicen que la distancia con Mauricio y Jorge Macri quedó cifrada en un detalle: el llamado que le hizo, promediando el escrutinio, a Horacio Rodríguez Larreta, para felicitarlo por su muy aceptable resultado. “El Colo” ya milita en las Fuerzas del Cielo. Una afinidad anticipada en mil detalles. Por citar uno, intrascendente: entre los patrocinantes de su hijo, el prometedor piloto de Turismo Pista Nicanor Santilli Pazos, figura el fondo Invernea, que tiene entre sus titulares al director de ARCA, la ex Afip, Juan Pazo. Encomiable pasión por el deporte.
Del otro lado del alambrado quedó Cristian Ritondo, el entrañable “Pucho”, quien negocia con Karina Milei y Sebastián Pareja la integración del Pro en las listas bonaerenses. “Pucho” y “Colo” cuentan con el respaldo de Santiago Caputo, quien aconseja ser generoso en el reparto para fidelizar al Pro en el Congreso nacional. Sufren Pareja y los Menem, “Lule” y Martín, que pretenden monopolizar la confección de las listas. La guerra se libra en X, donde los amigos del “Mago” vapulan a Parejas por algunas incorporaciones a LLA. La más llamativa es la de Ramon “el Nene” Vera, que en 2019 fue precandidato a intendente de Moreno por el Frente de Todos, avalado por Cristina Kirchner y Alberto Fernández. Pareja respondió a esas críticas haciendo notar que en la mesa política de la provincia no hay ningún delegado de Santiago Caputo. La agresividad de los libertarios no discrimina nadie. También se descarga sobre los propios.
Son trivialidades. Lo importante es que este repliegue de LLA sobre la base social del Pro podría adormecer su capacidad para seducir a peronistas en el Gran Buenos Aires. Aun cuando sus socios sean “Colo” y “Pucho”, dos fanáticos de Perón, que fueron en su juventud funcionarios de Carlos Menem y que, a partir de 2003, se plotearon como macristas. Ellos se inclinan ante el axioma del llorado “Chueco” Mazzón, que afirmaba que “hay algo peor que la traición: el llano”. Es conmovedor asistir a este nuevo cambio de piel.
Ritondo demora su pase, con la expectativa de que también Mauricio Macri atraviese el boquete que abrió hace un par de meses. Pero la decisión de Milei, ejecutada por el “Mago” Caputo, es que Macri quede del otro lado de la valla. La producción de un Macri apócrifo, construido con inteligencia artificial, es parte de esa jugada. Lo que dice ese avatar es lo que Milei espera que diga el Macri de carne y hueso: que se jubila de la política y refugia en el fútbol. El bullying al que está siendo sometida la figura del expresidente después de los comicios procura ese objetivo. Aquí el modelo no es Menem, sino los Kirchner. Hay que recordar aquel acto del Teatro Argentino de La Plata, en 2005, cuando Cristina llamó a Duhalde, mirando a Néstor, “El Padrino”. Aplaudían Aníbal Fernández y el recordado “Pepe” Pampuro. Ojalá que a “Colo” y “Pucho” no les exijan el mismo testimonio de lealtad al nuevo amo.
La morfología social del triunfo de Adorni cobija otra innovación, acaso más relevante que cierta indiferencia de la clase media baja. LLA comenzó a padecer una deserción de los jóvenes. Ninguna sorpresa. Santiago Caputo está inquieto por ese fenómeno desde hace meses. En el oficialismo imputan ese drenaje al escándalo de $LIBRA. Es como si la gente más familiarizada con el universo digital le perdonara menos a Milei haber resbalado frente a un memecoin. Justo él, que se codea con Elon Musk y es aclamado en Silicon Valley.
El partido de los Macri no ganó en un solo barrio. ¿Está en vías de extinción? Es muy aventurado decir eso. Aun dentro del gobierno nacional observan que el triunfo del domingo corresponde a una elección legislativa. Que los términos del contrato con los votantes cambian cuando se trata de administrar la salud o la seguridad. Eso se discutirá en 2027. Pero los Macri deben superar antes un desafío importantísimo: la elección de los senadores porteños, que se celebrará en octubre. Dos corresponden al partido que gana y uno al que sale segundo. Si el resultado se repite, el Pro quedaría descalificado.
Frente a ese riesgo, Mauricio Macri tiene un reflejo habitual en los que están en la misma situación. Por citar un antecedente parecido: en 1997, cuando las encuestas le indicaron que su candidatura a diputado saldría tercera, detrás de las de Graciela Fernández Meijide y “Chiche” Duhalde, negoció con Carlos “Chacho” Álvarez la formación de la Alianza, para enmascarar esa derrota.
Macri supuso que el domingo pasado obtendría una victoria capaz de demostrar a Milei que el Pro es indispensable. Se preparó para esa boda deshaciéndose del radicalismo y de la Coalición Cívica, repudiados por las Fuerzas del Cielo. Pero la historia tuvo otras ideas. Ahora depende de que la clemencia de Milei acepte a alguien del Pro para acompañar al candidato libertario. Mejor dicho, la candidata: porque todo indica que sería Patricia Bullrich. Es la preferida de los porteños.
Vale aclararlo, para que su postulación no sea entendida como una humillación destinada a seguir haciendo bullying contra el expresidente. A propósito de Bullrich: ¿Será ella o será Adorni quien se encargue de representar a LLA para la elección de jefe de Gobierno en 2027? Tal vez Karina Milei ya lo tiene decidido.
Si el vínculo con Bullrich es un tormento para Macri, el que mantiene con Larreta es una pesadilla. Porque si el pacto con Milei para unificar la oferta porteña en octubre no se produce, el líder del Pro deberá seducir a Larreta para que vuelva al redil. Macri tiene un factor que le juega a favor: para el gobierno nacional sería muy difícil sostener una alianza bonaerense con el Pro y, al mismo tiempo, una confrontación porteña. ¿Quién sería el representante del Pro para integrar la fórmula senatorial con la hipotética Bullrich? Hasta ahora se mencionaba a María Eugenia Vidal. Pero el domingo se pulverizaron todas las suposiciones.
Para observar el vínculo Milei-Macri en esta encrucijada conviene prestar atención a los movimientos de dos figuras que operan entre bambalinas: Darío Wasserman y Daniel Angelici. Wasserman, vicepresidente del Banco Nación, es crucial al lado de Karina Milei. No sólo porque está casado con la legisladora Pilar Ramírez. Además, administra las yrigoyenianas “efectividades conducentes”. Sobre Angelici y su proximidad con Macri no hace falta dar explicaciones. Wasserman y Angelici comparten una sociedad de garantías recíprocas. Habrá que ver si pueden extender ese concepto a la política.
Las elecciones para senador plantean un dilema también para Santoro y para su mentor, Juan Manuel Olmos. Si se tiene en cuenta el momento recesivo en que se encuentra el peronismo, ellos lograron un buen resultado el domingo pasado. ¿Podría haber sido mejor? Tal vez sí, si no hubiera habido tanto ausentismo. La menor participación se registró en los barrios donde mejor le fue al PJ.
El relativo éxito de Santoro radicó en que, ayudado por su antigua pertenencia alfonsinista, él y Olmos construyeron una transversalidad parecida a la que, en su momento, postuló a Aníbal Ibarra. El derrumbe del radicalismo colaboró muchísimo con ese diseño. La premisa mayor del experimento fue disimular el componente kirchnerista de la oferta. Cristina Kirchner colaboró con generosidad, prescindiendo de cualquier intervención en la campaña.
Si esta fue la fuente del capital acumulado por Olmos y Santoro, ¿qué efecto tendrá para ellos la disputa por la senaduría, que estará encarnada en algún dirigente de La Cámpora? La expresidenta no cederá esa posición porque para ella el control del PJ del Senado es un objetivo principal.
Aquí está el riesgo de Santoro: ¿La tarea de ofrecer un peronismo compatible con el paladar de los porteños podría sobrevivir a una adhesión incondicional a un candidato kirchnerista? Dicho de otro modo: ¿Es posible que Santoro aspire a competir con algún éxito en 2027 si en octubre debe echar incienso en el altar de la señora de Kirchner? También en este terreno la Capital funciona como un espejo de lo que sucede en la provincia, donde Axel Kicillof intenta abrir un expediente sucesorio. Con una diferencia: el apellido Kirchner no significa lo mismo a uno y otro lado del Riachuelo.
El repliegue de LLA sobre la base social de Pro, que experimentó en la elección de la Ciudad, podría adormecer su capacidad para seducir a peronistas en el Gran Buenos LA NACION