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La periodista que destapó un escándalo abusos en la Iglesia de Perú detalla cuál fue el rol de León XIV: “Ayudó calladito”

ROMA.- Paola Ugaz es la periodista peruana que el lunes pasado se hizo popular por ponerle al papa León XIV una colorida chalina de alpaca andina y al sacarse, sonriente, un foto con él, después de su primera audiencia con la prensa internacional.

Conoce a “Robert”, como suele llamar a Prevost, desde 2018, cuando, de repente, siendo obispo de Chiclayo, pero, sobre todo, vicepresidente de la Conferencia Episcopal peruana y presidente de la comisión para las víctimas de abusos, ayudó en forma silenciosa a decenas de sobrevivientes de abusos perpetrados por el Sodalicio de Vida Cristiana (SVC), grupo religioso católico peruano conservador.

Parecido a una secta, el Sodalicio, fundado en 1971 por un laico, Luis Fernando Figari, fue investigado y luego suprimido por Francisco poco antes de morir.

Ugaz, nacida en Lima hace 51 años, es autora de Mitad monjes, mitad soldados, junto a Pedro Salinas, sobreviviente de abusos de SVC, un libro que destapó esos abusos y determinó el principio de su fin.

La periodista peruana Paola Ugaz, en el Vaticano

En una entrevista con LA NACION, la periodista contó cómo, a partir de ese libro, ella y su colega comenzaron a ser amenazados e incluso acusados ante la Justicia peruana por falsos delitos. Pero “Robert” junto a los cardenales peruanos Pedro Barreto y Carlos Castillo, en 2018 salió a respaldarlos, y cambiaron la historia.

“En ese momento, Prevost era vicepresidente de la Conferencia Episcopal y entonces rebelarse al Sodalicio era complicadísimo por su inmenso poder económico y empresarial”, contó Ugaz. Entonces, tras su libro, aparecieron nuevos casos, más víctimas, y “Robert” chocó con una pared: el presidente de los obispos peruanos, Miguel Cabrejos.

“Pero Robert no es la persona que agarra el fósforo y te quema el edificio. Él busca los caminos y encontró otro camino para ayudar. ¿A qué me refiero? En la película Spotlight [en la Argentina, Primera Plana] se ve cuando publican la denuncia contra los abusos y aparecen más casos, más abusos. Pero cuando nosotros publicamos el libro en el 2015, éramos un par de periodistas freelance. No teníamos el Boston Globe detrás y todas las víctimas nos llamaban para casos desesperados. Estamos hablando de 2018. No sabíamos qué hacer con tantas historias. Y organizamos espontáneamente ayudas. Un amigo psicoanalista que ha fallecido armó un equipo de psicólogos para que atiendan pro-bono a las víctimas desesperadas. Y en ese momento, espontáneamente, Robert se volvió la persona que individualmente ayudó a víctimas realmente rotas”, subrayó.

“Se convirtió en el puente entre el Sodalicio y víctimas muy complicadas, para conseguir acuerdos económicos, medicinas, psicólogos. Yo de esto me había olvidado, pero recién volví a verlo en mi correo electrónico. Y él apoyó a los llamados ‘esclavos de Figari’, que son personas que vivieron con Figari entre 20 y 30 años, cuyas vidas están destrozadas y entonces necesitaban acuerdos inmediatos porque tenían tendencias suicidas”, añadió.

Paola Ugaz junto al entonces obispo Prevost, en 2024

“Los esclavos de Figari vivían a su disposición las 24 horas del día, le preparaban la comida, le pasaban el control remoto cuando veía películas. Él les decía ’¿quién es el que es capaz de sacar y enseñar el miembro encima de la mesa?’ Órdenes absurdas. Porque lo que él decía era que el que obedece nunca se equivoca”, evocó.

Prevost todo esto lo hizo en privado, ayudando, ayudando, hasta que en 2020 empiezan todas las demandas contra nosotros”, relató, al contar que comenzó a ser acusada por Sodalicio de estar al frente de una red de lavado de dinero. Lo mismo ocurrió con su colega, Salinas, incluso condenado por difamación a pagar sumas siderales.

Encuentro con Francisco

“En Perú te inventan casos, acusaciones. Pero no solo es una máquina de enlodamiento, sino que van y dejan esas denuncias en la fiscalía, donde te abren los casos sin hacer ninguna investigación”, denunció. Fue entonces que el nuncio en Perú, Nicola Girasoli, y Prevost le dijeron que la única manera era que fuera a ver al papa Francisco para contarle lo que estaba pasando.

Debido al Covid, no pudo hacer ese viaje hasta noviembre de 2022. Entonces le contó a Francisco que, más allá de los abusos, había mucho miedo, mucho matoneo de parte del SVC a campesinos a quienes les habían sacado tierras, sin contar negocios millonarios oscuros con el negocio de cementerios donados a los obispados.

“Hay mucho miedo y usted tiene que hacer algo, Santo Padre, porque les han dado el permiso pontificio y nadie los detiene”, contó Ugaz que le dijo a Francisco, a quien directamente le pidió que abriera una investigación. Fue así que Jorge Bergoglio, quien ya había decidió intervenir este grupo en 2018, en julio de 2023 decidió mandar al arzobispo maltés Charles Scicluna -máximo experto en abusos del Vaticano- y al monseñor español Jordi Bertomeu, en misión especial a Perú. Era el mismo equipo que había sido enviado a Chile para lo mismo, pero en 2018.

El entonces obispo Prevost predica durante una celebración en Chiclayo (Archivo)

“Ahí ellos descubrieron que pecamos por defecto y no por exceso”, resaltó Ugaz, que recordó que esa investigación determinó la dimisión, el 2 de abril de 2024 y mucho antes de cumplir los 75 años, de Eguren, miembro de la generación fundacional de Sodalicio. En ese momento Prevost ya había dejado su amado Perú. Había sido llamado por el papa Francisco al Vaticano para ser prefecto del Dicasterio para los Obispos.

“Al caer Eguren quedó claro que el trabajo venía serio, que Francisco venía con mano fuerte y fue el 30 de mayo siguiente que salieron las primeras denuncias de encubrimiento contra Prevost, fabricadas por el Sodalicio y totalmente falsas. Paralelamente, aumentaron las persecuciones contra nosotros. Así, desesperados, vinimos en octubre a pedir ayuda porque no sabíamos adónde ir. Y con la persona que nos reunimos en el Vaticano fue con Robert a contarle qué está pasando”, relató.

“Él nos conocía de toda la vida y nos transmitió calma, siempre transmite calma, es un pragmático y nos aconsejó en esta ocasión no ver a Francisco porque estaba justo con el sínodo de sinodalidad, en otra cosa. Y nos dijo: ‘denme tiempo’. Pero sí necesito reportes, escríbanme cosas”, añadió.

Finalmente Ugaz, Salinas y la periodista Elise Allen, también víctima de Sodalicio, gracias a Prevost lograron ver a Francisco el lunes 9 de diciembre del año pasado. Entonces, justo estaba con ese moretón en la cara por una caída, pero “muy lúcido”: al margen de confirmarles su respaldo a ellos, así como a la misión de Scicluna-Bartomeu, Francisco les aseguró “yo lo voy a cerrar bien, lo voy a hacer bien”.

El obispo de Chiclayo, Edinson Farfán, en una conferencia de prensa sobre el nuevo papa León XIV

“Inmediatamente salimos a ver a Robert a contarle. Lo vimos dos veces más en ese viaje”, detalló Ugaz, que recordó que en enero se cerró el Sodalicio, pero luego se enfermó Francisco y recién el 14 de abril pasado, quedó oficialmente suprimido.

La denuncia contra León XIV

Ugaz, que viajó a Roma para cubrir el cónclave y que nunca imaginó que su amigo “Robert” sería electo, cree que es necesario ahora contar esta historia. “A una de las primeras personas que le agradecemos por el cierre del Sodalicio es a Robert. Porque su papel fue fundamental, hasta el final. Los dos papas, tanto Francisco como León XIV nos han apoyado un montón, pero en nuestro país, en Perú, la injusticia sigue igual: Pedro (Salinas) tiene una audiencia en junio donde piden 11 años de cárcel contra él”, lamentó.

“Nosotros tampoco hubiéramos contado todo esto de no ser que hubiera salido Papa y era necesario contar su rol en esta historia, sobre todo al salir ahora acusaciones de encubrimiento totalmente falsas e injustas. Pero él no ayudó a las víctimas para que se supiera, sino que lo hizo en forma reservada para que pudieran sobrevivir, para que estén bien”, subrayó Ugaz. Hizo recordar, así, que, cuando Francisco fue electo, en 2013, también fue acusado falsamente de haber sido cómplice de la dictadura, pese a que, en cambio, en forma discreta y reservada, había ayudado a decenas de personas a escapar del país, arriesgándose.

“Es bien parecido, ayudó calladito a muchísimas víctimas, con pragmatismo porque él, Robert, es matemático, es muy estratega, habla perfecto español y conoce cómo se mueve América Latina y la corrupción”, afirmó.

Ugaz no ocultó que todo lo que dijo León XIV el lunes pasado, en su primera audiencia ante la prensa internacional, cuando defendió la libertad de expresión y habló de los periodistas encarcelados por decir la verdad, le hizo resonar su historia.

“Francisco y León XIV no son iguales, son diferentes, pero los une la pelea por el buen periodismo. Los dos, a su manera, han defendido y defienden el buen periodismo y detestan el periodismo tóxico, las noticias falsas. Han peleado por eso y creo que esta historia gracias a ellos va a llegar a muchas partes. Pero su apoyo ha sido real, concreto. Si no fuera por Francisco y León XIV hoy estaríamos en la cárcel. Y no es broma”, concluyó.

ROMA.- Paola Ugaz es la periodista peruana que el lunes pasado se hizo popular por ponerle al papa León XIV una colorida chalina de alpaca andina y al sacarse, sonriente, un foto con él, después de su primera audiencia con la prensa internacional.

Conoce a “Robert”, como suele llamar a Prevost, desde 2018, cuando, de repente, siendo obispo de Chiclayo, pero, sobre todo, vicepresidente de la Conferencia Episcopal peruana y presidente de la comisión para las víctimas de abusos, ayudó en forma silenciosa a decenas de sobrevivientes de abusos perpetrados por el Sodalicio de Vida Cristiana (SVC), grupo religioso católico peruano conservador.

Parecido a una secta, el Sodalicio, fundado en 1971 por un laico, Luis Fernando Figari, fue investigado y luego suprimido por Francisco poco antes de morir.

Ugaz, nacida en Lima hace 51 años, es autora de Mitad monjes, mitad soldados, junto a Pedro Salinas, sobreviviente de abusos de SVC, un libro que destapó esos abusos y determinó el principio de su fin.

La periodista peruana Paola Ugaz, en el Vaticano

En una entrevista con LA NACION, la periodista contó cómo, a partir de ese libro, ella y su colega comenzaron a ser amenazados e incluso acusados ante la Justicia peruana por falsos delitos. Pero “Robert” junto a los cardenales peruanos Pedro Barreto y Carlos Castillo, en 2018 salió a respaldarlos, y cambiaron la historia.

“En ese momento, Prevost era vicepresidente de la Conferencia Episcopal y entonces rebelarse al Sodalicio era complicadísimo por su inmenso poder económico y empresarial”, contó Ugaz. Entonces, tras su libro, aparecieron nuevos casos, más víctimas, y “Robert” chocó con una pared: el presidente de los obispos peruanos, Miguel Cabrejos.

“Pero Robert no es la persona que agarra el fósforo y te quema el edificio. Él busca los caminos y encontró otro camino para ayudar. ¿A qué me refiero? En la película Spotlight [en la Argentina, Primera Plana] se ve cuando publican la denuncia contra los abusos y aparecen más casos, más abusos. Pero cuando nosotros publicamos el libro en el 2015, éramos un par de periodistas freelance. No teníamos el Boston Globe detrás y todas las víctimas nos llamaban para casos desesperados. Estamos hablando de 2018. No sabíamos qué hacer con tantas historias. Y organizamos espontáneamente ayudas. Un amigo psicoanalista que ha fallecido armó un equipo de psicólogos para que atiendan pro-bono a las víctimas desesperadas. Y en ese momento, espontáneamente, Robert se volvió la persona que individualmente ayudó a víctimas realmente rotas”, subrayó.

“Se convirtió en el puente entre el Sodalicio y víctimas muy complicadas, para conseguir acuerdos económicos, medicinas, psicólogos. Yo de esto me había olvidado, pero recién volví a verlo en mi correo electrónico. Y él apoyó a los llamados ‘esclavos de Figari’, que son personas que vivieron con Figari entre 20 y 30 años, cuyas vidas están destrozadas y entonces necesitaban acuerdos inmediatos porque tenían tendencias suicidas”, añadió.

Paola Ugaz junto al entonces obispo Prevost, en 2024

“Los esclavos de Figari vivían a su disposición las 24 horas del día, le preparaban la comida, le pasaban el control remoto cuando veía películas. Él les decía ’¿quién es el que es capaz de sacar y enseñar el miembro encima de la mesa?’ Órdenes absurdas. Porque lo que él decía era que el que obedece nunca se equivoca”, evocó.

Prevost todo esto lo hizo en privado, ayudando, ayudando, hasta que en 2020 empiezan todas las demandas contra nosotros”, relató, al contar que comenzó a ser acusada por Sodalicio de estar al frente de una red de lavado de dinero. Lo mismo ocurrió con su colega, Salinas, incluso condenado por difamación a pagar sumas siderales.

Encuentro con Francisco

“En Perú te inventan casos, acusaciones. Pero no solo es una máquina de enlodamiento, sino que van y dejan esas denuncias en la fiscalía, donde te abren los casos sin hacer ninguna investigación”, denunció. Fue entonces que el nuncio en Perú, Nicola Girasoli, y Prevost le dijeron que la única manera era que fuera a ver al papa Francisco para contarle lo que estaba pasando.

Debido al Covid, no pudo hacer ese viaje hasta noviembre de 2022. Entonces le contó a Francisco que, más allá de los abusos, había mucho miedo, mucho matoneo de parte del SVC a campesinos a quienes les habían sacado tierras, sin contar negocios millonarios oscuros con el negocio de cementerios donados a los obispados.

“Hay mucho miedo y usted tiene que hacer algo, Santo Padre, porque les han dado el permiso pontificio y nadie los detiene”, contó Ugaz que le dijo a Francisco, a quien directamente le pidió que abriera una investigación. Fue así que Jorge Bergoglio, quien ya había decidió intervenir este grupo en 2018, en julio de 2023 decidió mandar al arzobispo maltés Charles Scicluna -máximo experto en abusos del Vaticano- y al monseñor español Jordi Bertomeu, en misión especial a Perú. Era el mismo equipo que había sido enviado a Chile para lo mismo, pero en 2018.

El entonces obispo Prevost predica durante una celebración en Chiclayo (Archivo)

“Ahí ellos descubrieron que pecamos por defecto y no por exceso”, resaltó Ugaz, que recordó que esa investigación determinó la dimisión, el 2 de abril de 2024 y mucho antes de cumplir los 75 años, de Eguren, miembro de la generación fundacional de Sodalicio. En ese momento Prevost ya había dejado su amado Perú. Había sido llamado por el papa Francisco al Vaticano para ser prefecto del Dicasterio para los Obispos.

“Al caer Eguren quedó claro que el trabajo venía serio, que Francisco venía con mano fuerte y fue el 30 de mayo siguiente que salieron las primeras denuncias de encubrimiento contra Prevost, fabricadas por el Sodalicio y totalmente falsas. Paralelamente, aumentaron las persecuciones contra nosotros. Así, desesperados, vinimos en octubre a pedir ayuda porque no sabíamos adónde ir. Y con la persona que nos reunimos en el Vaticano fue con Robert a contarle qué está pasando”, relató.

“Él nos conocía de toda la vida y nos transmitió calma, siempre transmite calma, es un pragmático y nos aconsejó en esta ocasión no ver a Francisco porque estaba justo con el sínodo de sinodalidad, en otra cosa. Y nos dijo: ‘denme tiempo’. Pero sí necesito reportes, escríbanme cosas”, añadió.

Finalmente Ugaz, Salinas y la periodista Elise Allen, también víctima de Sodalicio, gracias a Prevost lograron ver a Francisco el lunes 9 de diciembre del año pasado. Entonces, justo estaba con ese moretón en la cara por una caída, pero “muy lúcido”: al margen de confirmarles su respaldo a ellos, así como a la misión de Scicluna-Bartomeu, Francisco les aseguró “yo lo voy a cerrar bien, lo voy a hacer bien”.

El obispo de Chiclayo, Edinson Farfán, en una conferencia de prensa sobre el nuevo papa León XIV

“Inmediatamente salimos a ver a Robert a contarle. Lo vimos dos veces más en ese viaje”, detalló Ugaz, que recordó que en enero se cerró el Sodalicio, pero luego se enfermó Francisco y recién el 14 de abril pasado, quedó oficialmente suprimido.

La denuncia contra León XIV

Ugaz, que viajó a Roma para cubrir el cónclave y que nunca imaginó que su amigo “Robert” sería electo, cree que es necesario ahora contar esta historia. “A una de las primeras personas que le agradecemos por el cierre del Sodalicio es a Robert. Porque su papel fue fundamental, hasta el final. Los dos papas, tanto Francisco como León XIV nos han apoyado un montón, pero en nuestro país, en Perú, la injusticia sigue igual: Pedro (Salinas) tiene una audiencia en junio donde piden 11 años de cárcel contra él”, lamentó.

“Nosotros tampoco hubiéramos contado todo esto de no ser que hubiera salido Papa y era necesario contar su rol en esta historia, sobre todo al salir ahora acusaciones de encubrimiento totalmente falsas e injustas. Pero él no ayudó a las víctimas para que se supiera, sino que lo hizo en forma reservada para que pudieran sobrevivir, para que estén bien”, subrayó Ugaz. Hizo recordar, así, que, cuando Francisco fue electo, en 2013, también fue acusado falsamente de haber sido cómplice de la dictadura, pese a que, en cambio, en forma discreta y reservada, había ayudado a decenas de personas a escapar del país, arriesgándose.

“Es bien parecido, ayudó calladito a muchísimas víctimas, con pragmatismo porque él, Robert, es matemático, es muy estratega, habla perfecto español y conoce cómo se mueve América Latina y la corrupción”, afirmó.

Ugaz no ocultó que todo lo que dijo León XIV el lunes pasado, en su primera audiencia ante la prensa internacional, cuando defendió la libertad de expresión y habló de los periodistas encarcelados por decir la verdad, le hizo resonar su historia.

“Francisco y León XIV no son iguales, son diferentes, pero los une la pelea por el buen periodismo. Los dos, a su manera, han defendido y defienden el buen periodismo y detestan el periodismo tóxico, las noticias falsas. Han peleado por eso y creo que esta historia gracias a ellos va a llegar a muchas partes. Pero su apoyo ha sido real, concreto. Si no fuera por Francisco y León XIV hoy estaríamos en la cárcel. Y no es broma”, concluyó.

 Paola Ugaz publicó un libro que expuso al Sodalicio, un grupo conservador de su país, que fue finalmente suprimido por Francisco poco antes de morir gracias a la intervención de Prevost  LA NACION

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