¿Mito o realidad? Qué hay de cierto en que el autor de Asterix se inspiró en Patoruzú para crear su célebre historieta

Si bien nunca se fueron, Asterix y Obelix están de vuelta. Es que los dos resistentes pobladores de la única aldea gala que no ha sucumbido al poder de la Antigua Roma allá por el año 50 antes de Cristo, emprendieron una nueva aventura animada que se lanzó en Netflix esta semana: Asterix, Obelix y el combate de los jefes.
Los dos irreductibles galos, tan corajudos como jocosos, surgieron en el universo del cómic a fines de la década del ’50, en la revista Pilote, con los guiones del francés René Goscinny y dibujados por su compatriota Albert Uderzo. A partir de entonces, estos dos símbolos de la cultura popular francesa han sabido cultivar una multitud de fanáticos alrededor del mundo. Lo hicieron a través de las sucesivas publicaciones, películas, animaciones y hasta videojuegos con su presencia.
Desde que se publicó en forma de libro su primera epopeya, Asterix el galo, en 1961, hasta el día de hoy, sus tradicionales historias gráficas vendieron unos 393 millones de ejemplares y fueron traducidas a más de 100 idiomas y dialectos.
La inspiración en Patoruzú: ¿mito o realidad?
Pero más allá de este exitoso recorrido, ahora que otra vez el pequeño galo del casco con alas y su inseparable amigo grandote están en auge gracias a una nueva producción, vuelve a surgir un dato que en principio suena a mito. Es la información que sugiere que Goscinny, creador de Asterix, se inspiró en el indio Patoruzú, icónico representante de la historieta argentina surgido de la pluma de Dante Quinterno, para dar vida a su personaje.
Y que también, dicho sea de paso, hay una más que sugerente similitud entre Upa, el regordete y bonachón hermano de Patoruzú y Obelix, el gigantón que acompaña a Asterix en todas sus aventuras.
La idea de que Patoruzú inspiró a Asterix no es antojadiza ni una de esas ocurrencias poco fundamentadas que buscan simplemente hinchar el orgullo criollo. Esta versión tiene un asidero sólido en el hecho de que Goscinny vivió desde muy pequeño y hasta sus 18 años en Buenos Aires.
José María Gutiérrez, director del Centro de Historieta y Humor Gráfico de la Biblioteca Nacional, asevera, en diálogo con LA NACION, que en Asterix “hay influencia de la historieta argentina y particularmente de Patoruzú, que era lo que leía Goscinny cuando era niño”.
El investigador y especialista en el arte de las viñetas, añade: “Hay testimonios de sus compañeros del Liceo Francés de Buenos Aires donde estudió que dicen que él leía el semanario Patoruzú”.
La infancia porteña de Goscinny y “el héroe positivo”
Goscinny nació en París, capital francesa, en agosto de 1926, pero de muy pequeño vino a vivir en la Argentina. Resulta que su padre, Stanislas Goscinny, nacido polaco pero nacionalizado francés y graduado de ingeniero químico, fue enviado a Buenos Aires en 1927 a causa de su empleo. Él trabajaba en la Jewish Coloniztion Association, que había creado el Barón Maurice de Hirsch y en el río de la Plata lo esperaba un cargo gerencial. Con él viajaban su esposa Anna Beresniak y sus hijos, Claude y René.
Un año después del arribo del pequeño Goscinny a La Reina del Plata, en 1928, en las páginas del diario Crítica, apareció por primera vez Patoruzú. El personaje primero formaba parte de otras tiras cómicas pero pronto, para 1931, tendría su propia tira. Unos años más tarde, el valiente indio sería la estrella de su revista que comenzaría siendo mensual, luego quincenal y, para los años escolares de Goscinny, ya sería de frecuencia semanal.
“Las historietas eran, en general, de pillos, de pícaros, como Julián de Montepío, que después sería Isidoro Cañones -explica Gutiérrez-. La gran invención de Quinterno fue crear un héroe positivo, cuando además estábamos en medio de la década infame. Para representar la imagen del argentino bueno, no corrupto, él agarra la figura de un originario, un indio tehuelche, es el gran hallazgo de Quinterno, al que dota de un poder y una fuerza enorme que va a tener después Asterix”.
Pero, aclara el especialista, a diferencia de Asterix, cuyo poder reside en un brebaje, la famosa poción del druida Panorámix, la fuerza de Patoruzú “surge de su bonhomía, de su moral. Es un héroe moral”. Con ese personaje, Quinterno creó el primer gran éxito de la historieta argentina, con un héroe como protagonista y con una continuidad en sus aventuras.
El impacto de Patoruzú en Goscinny
Si bien Goscinny se consagró como guionista de historietas, soñaba en sus primeros años con ser también dibujante. En Buenos Aires, según cuenta Gutiérrez, el creador de Asterix “tuvo una infancia feliz” y activa como dibujante: “Sacaba una revista en el colegio en la que hacía caricaturas, tenía observaciones de tipo social. Con gran registro, gran sensibilidad, reflejaba personajes como el pituco y otros tipos sociales. Quería ser historietista, humorista gráfico”.
En ese momento en que el pequeño francés crecía en la Argentina, había en el país una fuerte cultura de las llamadas tiras cómicas. “Era muy respetada la historieta, no había una mirada peyorativa como años después, donde fue la Cenicienta de la última página de los periódicos -explica el Director del Centro de Historietas-. Hasta los años 30 era un artículo de lujo dentro de la prensa porque multiplicaban las ventas de diarios y revistas”.
Luego de explicar el contexto, Gutiérrez remata: “Todos leían historietas, y la más popular era Patoruzú. Su impacto fue fuertísimo en alguien joven, talentoso y sensible como el pequeño Goscinny”.
Similitudes entre Patoruzú y Asterix
En cuanto a las similitudes en sí que permiten trazar una línea entre la historieta del indio tehuelche argentino y el menudo héroe francés, el experto en historietas señala: “Te puedo mostrar imágenes que se han tomado de alguna tira donde, por ejemplo, para escapar de una cárcel Upa rompe los barrotes con la panza y lo mismo hace Obelix en una secuencia parecida”.
De todas formas, para dejar bien en claro que en la obra del francés “no hay robo” a la historieta de Quinterno, Gutierrez advierte: “No es plagio ni robo. A Goscinny le ha quedado grabado (el dibujo) y lo utilizó en su producción”.
A continuación, Gutierrez desgrana una serie de rasgos en común que comparten ambas historietas. “Uno, es que Patoruzú es un héroe nacional que representa la argentinidad, aunque el tehuelche es previo a la composición de ‘el argentino’; el otro, Asterix, representa el antepasado gaélico, que no existe más, es algo anterior a la nación francesa”.
“Otro rasgo singular -continua el experto- es que Patoruzú no es lindo, no es un galán como Erroll Flynn, no se parece nada a eso. Tiene la nariz enorme, patas increíbles… Asterix es lo mismo: es petiso, chiquito, la nariz que es una berenjena”.
Obelix y Upa
Por otra parte, el partener de Asterix, Obelix, era un ser, en la descripción de Gutiérrez, “medio bobalicón y con un inocencia enorme, una especie de mastodonte que despierta una enorme ternura, enormemente simpático, una especie de Totoro”.
En la historieta argentina ese acompañante es Upa que es “el hermanito recuperado por Patoruzú, que tiene una fuerza mayor, como Obelix”, cuenta el especialista y añade: “Upa representa a un bebé que es un monstruo, no es un querubín como los de esa época. Patoruzú descubre que a ese hermanito, condenado a morir de hambre en una gruta por su propio padre, al modo espartano, porque fue sietemesino, era medio monstruoso y porque no dijo ‘huija’ cuando nació”.
Pese a sus similitudes fisonómicas, el descomunal bebé hermano de Patoruzú tiene su fuerza de nacimiento, en cambio Obelix se convierte en un ser humano super potente cuando, de bebé, cae dentro de la marmita donde hervía la poción mágica que le da fuerza a los galos.
Las características en común, de acuerdo con Guitiérrez pueden resumirse en que el personaje principal “es esencialmente bueno y va a representar a una nación, la idiosincrasia nacional”, esos son rasgos muy fuertes y, además “el tema del partenaire también es algo en común” entre ambas tiras. “Estamos hablando de cosas muy originales de Patoruzú que no estaban en otras historietas del mundo”, remata el investigador.
El pantalón de Obelix, ¿de Rácing?
Montado en la estancia infantil y adolescente de Goscinny en Buenos Aires -partió rumbo a Nueva York en 1945, para después ya radicarse en Francia-, surgió otro mito que mezcla a la Argentina con Asterix. Se llegó a decir que el pantalón que lleva Obelix, con franjas celestes y blancas, se debe al supuesto fanatismo del guionista francés por el Racing Club de Avellaneda.
“El tema del pantalón de Obelix, mucha gente fantasea con que Goscinny era hincha de Racing, así como que vivía tomando mate y no paraba de hablar en español”, señala Guitierrez y añade: “En todos los libros y reportajes que leí de él, nunca lo leí hablar de eso”.
El director del Centro de Historieta y Humor Gráfico aporta, en ese sentido, un argumento muy atendible: “Además, Goscinny escribía, el dibujante era Uderzo. Yo no sé si los colores son de Goscinny”.
En definitiva, parce quedar claro que la experiencia porteña del creador de Asterix en la Argentina -todavía hay una placa en la casa de Retiro donde vivió, en Sargento Cabral al 800- pudo haber marcado su obra.
El pequeño Nicolás
En una edición homenaje a Patoruzú, A todo Patoruzu, publicada por la Biblioteca Nacional, el dibujante y divulgador especializado en historietas infantiles César Da Col escribía al respecto de Goscinny: “Soy un convencido de que aquí, en la tierra del tango, del mate, del fútbol y de las historietas, radica gran parte de su inspiración (…). No es pensable que haya plagios de ningún tipo, pero es evidente que la historieta argentina, con Patoruzú a la cabeza, tuvo mucho que ver con la formación lectora de Goscinny y con la elección de su vocación”.
Además de en Asterix, la infancia del guionista en Buenos Aires también quedó impregnada en otra de sus obras, El pequeño Nicolás, dibujada por Sempé. “El pequeño Nicolás ficciona magistralmente algunas anécdotas de su infancia en la Argentina”, asegura Da Col.
Mientras tanto, al hablar de la misma obra, Guitiérrez coincide con el citado dibujante: “En El pequeño Nicolás Goscinny está hablando de sí mismo, con humor y poesía, fantasea contando anécdotas con lo que fue su propia infancia en Buenos Aires. Habla de sí mismo. Quien quiera conocer cuál era el mundo del pequeño Goscinny, tiene que leer esa obra, que es encantadora”.
Si bien nunca se fueron, Asterix y Obelix están de vuelta. Es que los dos resistentes pobladores de la única aldea gala que no ha sucumbido al poder de la Antigua Roma allá por el año 50 antes de Cristo, emprendieron una nueva aventura animada que se lanzó en Netflix esta semana: Asterix, Obelix y el combate de los jefes.
Los dos irreductibles galos, tan corajudos como jocosos, surgieron en el universo del cómic a fines de la década del ’50, en la revista Pilote, con los guiones del francés René Goscinny y dibujados por su compatriota Albert Uderzo. A partir de entonces, estos dos símbolos de la cultura popular francesa han sabido cultivar una multitud de fanáticos alrededor del mundo. Lo hicieron a través de las sucesivas publicaciones, películas, animaciones y hasta videojuegos con su presencia.
Desde que se publicó en forma de libro su primera epopeya, Asterix el galo, en 1961, hasta el día de hoy, sus tradicionales historias gráficas vendieron unos 393 millones de ejemplares y fueron traducidas a más de 100 idiomas y dialectos.
La inspiración en Patoruzú: ¿mito o realidad?
Pero más allá de este exitoso recorrido, ahora que otra vez el pequeño galo del casco con alas y su inseparable amigo grandote están en auge gracias a una nueva producción, vuelve a surgir un dato que en principio suena a mito. Es la información que sugiere que Goscinny, creador de Asterix, se inspiró en el indio Patoruzú, icónico representante de la historieta argentina surgido de la pluma de Dante Quinterno, para dar vida a su personaje.
Y que también, dicho sea de paso, hay una más que sugerente similitud entre Upa, el regordete y bonachón hermano de Patoruzú y Obelix, el gigantón que acompaña a Asterix en todas sus aventuras.
La idea de que Patoruzú inspiró a Asterix no es antojadiza ni una de esas ocurrencias poco fundamentadas que buscan simplemente hinchar el orgullo criollo. Esta versión tiene un asidero sólido en el hecho de que Goscinny vivió desde muy pequeño y hasta sus 18 años en Buenos Aires.
José María Gutiérrez, director del Centro de Historieta y Humor Gráfico de la Biblioteca Nacional, asevera, en diálogo con LA NACION, que en Asterix “hay influencia de la historieta argentina y particularmente de Patoruzú, que era lo que leía Goscinny cuando era niño”.
El investigador y especialista en el arte de las viñetas, añade: “Hay testimonios de sus compañeros del Liceo Francés de Buenos Aires donde estudió que dicen que él leía el semanario Patoruzú”.
La infancia porteña de Goscinny y “el héroe positivo”
Goscinny nació en París, capital francesa, en agosto de 1926, pero de muy pequeño vino a vivir en la Argentina. Resulta que su padre, Stanislas Goscinny, nacido polaco pero nacionalizado francés y graduado de ingeniero químico, fue enviado a Buenos Aires en 1927 a causa de su empleo. Él trabajaba en la Jewish Coloniztion Association, que había creado el Barón Maurice de Hirsch y en el río de la Plata lo esperaba un cargo gerencial. Con él viajaban su esposa Anna Beresniak y sus hijos, Claude y René.
Un año después del arribo del pequeño Goscinny a La Reina del Plata, en 1928, en las páginas del diario Crítica, apareció por primera vez Patoruzú. El personaje primero formaba parte de otras tiras cómicas pero pronto, para 1931, tendría su propia tira. Unos años más tarde, el valiente indio sería la estrella de su revista que comenzaría siendo mensual, luego quincenal y, para los años escolares de Goscinny, ya sería de frecuencia semanal.
“Las historietas eran, en general, de pillos, de pícaros, como Julián de Montepío, que después sería Isidoro Cañones -explica Gutiérrez-. La gran invención de Quinterno fue crear un héroe positivo, cuando además estábamos en medio de la década infame. Para representar la imagen del argentino bueno, no corrupto, él agarra la figura de un originario, un indio tehuelche, es el gran hallazgo de Quinterno, al que dota de un poder y una fuerza enorme que va a tener después Asterix”.
Pero, aclara el especialista, a diferencia de Asterix, cuyo poder reside en un brebaje, la famosa poción del druida Panorámix, la fuerza de Patoruzú “surge de su bonhomía, de su moral. Es un héroe moral”. Con ese personaje, Quinterno creó el primer gran éxito de la historieta argentina, con un héroe como protagonista y con una continuidad en sus aventuras.
El impacto de Patoruzú en Goscinny
Si bien Goscinny se consagró como guionista de historietas, soñaba en sus primeros años con ser también dibujante. En Buenos Aires, según cuenta Gutiérrez, el creador de Asterix “tuvo una infancia feliz” y activa como dibujante: “Sacaba una revista en el colegio en la que hacía caricaturas, tenía observaciones de tipo social. Con gran registro, gran sensibilidad, reflejaba personajes como el pituco y otros tipos sociales. Quería ser historietista, humorista gráfico”.
En ese momento en que el pequeño francés crecía en la Argentina, había en el país una fuerte cultura de las llamadas tiras cómicas. “Era muy respetada la historieta, no había una mirada peyorativa como años después, donde fue la Cenicienta de la última página de los periódicos -explica el Director del Centro de Historietas-. Hasta los años 30 era un artículo de lujo dentro de la prensa porque multiplicaban las ventas de diarios y revistas”.
Luego de explicar el contexto, Gutiérrez remata: “Todos leían historietas, y la más popular era Patoruzú. Su impacto fue fuertísimo en alguien joven, talentoso y sensible como el pequeño Goscinny”.
Similitudes entre Patoruzú y Asterix
En cuanto a las similitudes en sí que permiten trazar una línea entre la historieta del indio tehuelche argentino y el menudo héroe francés, el experto en historietas señala: “Te puedo mostrar imágenes que se han tomado de alguna tira donde, por ejemplo, para escapar de una cárcel Upa rompe los barrotes con la panza y lo mismo hace Obelix en una secuencia parecida”.
De todas formas, para dejar bien en claro que en la obra del francés “no hay robo” a la historieta de Quinterno, Gutierrez advierte: “No es plagio ni robo. A Goscinny le ha quedado grabado (el dibujo) y lo utilizó en su producción”.
A continuación, Gutierrez desgrana una serie de rasgos en común que comparten ambas historietas. “Uno, es que Patoruzú es un héroe nacional que representa la argentinidad, aunque el tehuelche es previo a la composición de ‘el argentino’; el otro, Asterix, representa el antepasado gaélico, que no existe más, es algo anterior a la nación francesa”.
“Otro rasgo singular -continua el experto- es que Patoruzú no es lindo, no es un galán como Erroll Flynn, no se parece nada a eso. Tiene la nariz enorme, patas increíbles… Asterix es lo mismo: es petiso, chiquito, la nariz que es una berenjena”.
Obelix y Upa
Por otra parte, el partener de Asterix, Obelix, era un ser, en la descripción de Gutiérrez, “medio bobalicón y con un inocencia enorme, una especie de mastodonte que despierta una enorme ternura, enormemente simpático, una especie de Totoro”.
En la historieta argentina ese acompañante es Upa que es “el hermanito recuperado por Patoruzú, que tiene una fuerza mayor, como Obelix”, cuenta el especialista y añade: “Upa representa a un bebé que es un monstruo, no es un querubín como los de esa época. Patoruzú descubre que a ese hermanito, condenado a morir de hambre en una gruta por su propio padre, al modo espartano, porque fue sietemesino, era medio monstruoso y porque no dijo ‘huija’ cuando nació”.
Pese a sus similitudes fisonómicas, el descomunal bebé hermano de Patoruzú tiene su fuerza de nacimiento, en cambio Obelix se convierte en un ser humano super potente cuando, de bebé, cae dentro de la marmita donde hervía la poción mágica que le da fuerza a los galos.
Las características en común, de acuerdo con Guitiérrez pueden resumirse en que el personaje principal “es esencialmente bueno y va a representar a una nación, la idiosincrasia nacional”, esos son rasgos muy fuertes y, además “el tema del partenaire también es algo en común” entre ambas tiras. “Estamos hablando de cosas muy originales de Patoruzú que no estaban en otras historietas del mundo”, remata el investigador.
El pantalón de Obelix, ¿de Rácing?
Montado en la estancia infantil y adolescente de Goscinny en Buenos Aires -partió rumbo a Nueva York en 1945, para después ya radicarse en Francia-, surgió otro mito que mezcla a la Argentina con Asterix. Se llegó a decir que el pantalón que lleva Obelix, con franjas celestes y blancas, se debe al supuesto fanatismo del guionista francés por el Racing Club de Avellaneda.
“El tema del pantalón de Obelix, mucha gente fantasea con que Goscinny era hincha de Racing, así como que vivía tomando mate y no paraba de hablar en español”, señala Guitierrez y añade: “En todos los libros y reportajes que leí de él, nunca lo leí hablar de eso”.
El director del Centro de Historieta y Humor Gráfico aporta, en ese sentido, un argumento muy atendible: “Además, Goscinny escribía, el dibujante era Uderzo. Yo no sé si los colores son de Goscinny”.
En definitiva, parce quedar claro que la experiencia porteña del creador de Asterix en la Argentina -todavía hay una placa en la casa de Retiro donde vivió, en Sargento Cabral al 800- pudo haber marcado su obra.
El pequeño Nicolás
En una edición homenaje a Patoruzú, A todo Patoruzu, publicada por la Biblioteca Nacional, el dibujante y divulgador especializado en historietas infantiles César Da Col escribía al respecto de Goscinny: “Soy un convencido de que aquí, en la tierra del tango, del mate, del fútbol y de las historietas, radica gran parte de su inspiración (…). No es pensable que haya plagios de ningún tipo, pero es evidente que la historieta argentina, con Patoruzú a la cabeza, tuvo mucho que ver con la formación lectora de Goscinny y con la elección de su vocación”.
Además de en Asterix, la infancia del guionista en Buenos Aires también quedó impregnada en otra de sus obras, El pequeño Nicolás, dibujada por Sempé. “El pequeño Nicolás ficciona magistralmente algunas anécdotas de su infancia en la Argentina”, asegura Da Col.
Mientras tanto, al hablar de la misma obra, Guitiérrez coincide con el citado dibujante: “En El pequeño Nicolás Goscinny está hablando de sí mismo, con humor y poesía, fantasea contando anécdotas con lo que fue su propia infancia en Buenos Aires. Habla de sí mismo. Quien quiera conocer cuál era el mundo del pequeño Goscinny, tiene que leer esa obra, que es encantadora”.
Existen similitudes entre el personaje indígena creado por Dante Quinterno y el galo creado por René Goscinny, quién además vivió su infancia en Buenos Aires y por ello la teoría de la inspiración no sería una idea antojadiza LA NACION