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¿Puede el papa León XIV conservar su nacionalidad norteamericana como jefe de Estado del Vaticano?

NUEVA YORK.- El papa León XIV es ciudadano estadounidense de toda la vida. Pero ahora, como pontífice, también es el líder de la Ciudad del Vaticano, una nación soberana reconocida internacionalmente. ¿Puede un ciudadano norteamericano dirigir una nación extranjera? ¿Y puede un papa conservar la ciudadanía extranjera?

Las respuestas son sí y sí, pero rara vez ocurre.

La ley estadounidense permite la doble nacionalidad. Según el Departamento de Estado, un ciudadano con doble nacionalidad que se convirtiera en jefe de Estado extranjero no perdería necesariamente la ciudadanía estadounidense si quisiera conservarla.

Una copia del registro de Robert Prevost,  descargado desde el Registro Nacional de Identificación y Estado Civil de Perú, el 8 de mayo de 2025.

Y la Santa Sede permite que un papa conserve otras ciudadanías. Francisco conservó su nacionalidad argentina e incluso renovó su pasaporte argentino en 2017. Sus dos predecesores también conservaron su ciudadanía nativa.

El Departamento de Estado explica en su página web que “revisará activamente” los casos de jefes de Estado extranjeros que deseen conservar la ciudadanía estadounidense, al tiempo que advierte de que esos casos “plantean cuestiones complejas de derecho internacional”, incluidas las relacionadas con la inmunidad de jurisdicción legal estadounidense.

Los líderes extranjeros que quieran conservar la nacionalidad estadounidense pueden notificar su preferencia al Departamento de Estado, dice la agencia, mientras que una persona que quiera renunciar a la ciudadanía debe informar a una embajada o consulado de Estados Unidos y “seguir los pasos requeridos”.

En contadas ocasiones, ciudadanos estadounidenses han ejercido como jefes de Estado extranjeros. El expresidente somalí Mohamed Abdullahi Mohamed nació en Somalia, pero vivió en Estados Unidos y se naturalizó ciudadano norteamericano antes de su elección en 2017. Renunció a su ciudadanía estadounidense dos años después, en medio de acusaciones de doble lealtad.

El papa León XIV saluda a los fieles en la Plaza San Pedro.

La Ciudad del Vaticano, donde reside el papa, está gobernada por la Santa Sede, que se considera un gobierno soberano. La Santa Sede está reconocida por las Naciones Unidas, aunque opta por mantener el estatus de observador permanente en lugar del de miembro de pleno derecho, “debido principalmente al deseo de la Santa Sede de mantener una neutralidad absoluta en problemas políticos específicos”, dice la misión de la Santa Sede ante la ONU en su sitio web.

El papa León XIV es también ciudadano de Perú, que permite la doble nacionalidad, aunque no está claro si tiene leyes aplicables a un ciudadano que se convierte en jefe de Estado extranjero.

Un retrato de Robert Francis Prevost en la Diócesis de Callao, en Perú.

El Departamento de Estado no respondió inmediatamente a una solicitud de comentarios sobre las circunstancias del nuevo pontífice, y el Vaticano no ha indicado públicamente sus planes.

Michael Crowley

NUEVA YORK.- El papa León XIV es ciudadano estadounidense de toda la vida. Pero ahora, como pontífice, también es el líder de la Ciudad del Vaticano, una nación soberana reconocida internacionalmente. ¿Puede un ciudadano norteamericano dirigir una nación extranjera? ¿Y puede un papa conservar la ciudadanía extranjera?

Las respuestas son sí y sí, pero rara vez ocurre.

La ley estadounidense permite la doble nacionalidad. Según el Departamento de Estado, un ciudadano con doble nacionalidad que se convirtiera en jefe de Estado extranjero no perdería necesariamente la ciudadanía estadounidense si quisiera conservarla.

Una copia del registro de Robert Prevost,  descargado desde el Registro Nacional de Identificación y Estado Civil de Perú, el 8 de mayo de 2025.

Y la Santa Sede permite que un papa conserve otras ciudadanías. Francisco conservó su nacionalidad argentina e incluso renovó su pasaporte argentino en 2017. Sus dos predecesores también conservaron su ciudadanía nativa.

El Departamento de Estado explica en su página web que “revisará activamente” los casos de jefes de Estado extranjeros que deseen conservar la ciudadanía estadounidense, al tiempo que advierte de que esos casos “plantean cuestiones complejas de derecho internacional”, incluidas las relacionadas con la inmunidad de jurisdicción legal estadounidense.

Los líderes extranjeros que quieran conservar la nacionalidad estadounidense pueden notificar su preferencia al Departamento de Estado, dice la agencia, mientras que una persona que quiera renunciar a la ciudadanía debe informar a una embajada o consulado de Estados Unidos y “seguir los pasos requeridos”.

En contadas ocasiones, ciudadanos estadounidenses han ejercido como jefes de Estado extranjeros. El expresidente somalí Mohamed Abdullahi Mohamed nació en Somalia, pero vivió en Estados Unidos y se naturalizó ciudadano norteamericano antes de su elección en 2017. Renunció a su ciudadanía estadounidense dos años después, en medio de acusaciones de doble lealtad.

El papa León XIV saluda a los fieles en la Plaza San Pedro.

La Ciudad del Vaticano, donde reside el papa, está gobernada por la Santa Sede, que se considera un gobierno soberano. La Santa Sede está reconocida por las Naciones Unidas, aunque opta por mantener el estatus de observador permanente en lugar del de miembro de pleno derecho, “debido principalmente al deseo de la Santa Sede de mantener una neutralidad absoluta en problemas políticos específicos”, dice la misión de la Santa Sede ante la ONU en su sitio web.

El papa León XIV es también ciudadano de Perú, que permite la doble nacionalidad, aunque no está claro si tiene leyes aplicables a un ciudadano que se convierte en jefe de Estado extranjero.

Un retrato de Robert Francis Prevost en la Diócesis de Callao, en Perú.

El Departamento de Estado no respondió inmediatamente a una solicitud de comentarios sobre las circunstancias del nuevo pontífice, y el Vaticano no ha indicado públicamente sus planes.

Michael Crowley

 Cómo son las reglas del Departamento de Estado en el caso de que alguien dirija una nación extranjera  LA NACION

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