Según estudios: las dos fases del sueño que son claves para tener un cerebro sano

NUEVA YORK.- Una buena noche de sueño no consiste solo en el número de horas que se duerme. Un sueño de calidad —el que deja fresco y preparado para el día— es fundamental para un cerebro sano.
Las personas con trastornos del sueño, como insomnio o apnea, tienen más riesgo de desarrollar demencia que las que no tienen problemas de sueño. Dormir mal también puede dañar el cerebro de otras formas. Un estudio descubrió que las personas de entre 30 y 40 años con un sueño muy alterado (como despertares o movimientos frecuentes) tenían entre dos y tres veces más probabilidades de presentar resultados más bajos en la función ejecutiva, la memoria de trabajo y la velocidad de procesamiento una década más tarde.
Los científicos creen que el sueño profundo y el de movimientos oculares rápidos (o REM, por su sigla en inglés) influyen especialmente en la salud cerebral y el riesgo de demencia. Un estudio publicado el mes pasado sobre personas con deficiencias de sueño profundo y REM descubrió que los cerebros de los sujetos mostraban signos de atrofia en resonancias magnéticas entre 13 y 17 años después de que se observaran las deficiencias; la atrofia tenía un aspecto similar al que se encontraría en las primeras fases de la enfermedad de Alzheimer.
Lo que los científicos saben hasta ahora
Cuando se duerme, el cerebro pasa continuamente por cuatro fases distintas: dos etapas de sueño ligero, cuando el cuerpo se relaja y descienden la frecuencia cardiaca y la temperatura; sueño profundo o sueño de ondas lentas, cuando la actividad cerebral se ralentiza; y REM, cuando se suele soñar. Por lo general, el cerebro tarda unos 90 minutos en recorrer las cuatro etapas y luego reinicia el proceso.
El sueño profundo y la fase REM ayudan al cerebro a “curarse” de la fatiga y el estrés y a consolidar los recuerdos, dijo Matthew Pase, profesor asociado de la Facultad de Ciencias Psicológicas de la Universidad Monash de Melbourne, Australia. En el sueño profundo, el cerebro regula el metabolismo y las hormonas; también actúa como un “enjuague” para el cerebro, eliminando residuos. En la fase REM es cuando el cerebro procesa las emociones y la nueva información que se captó cuando se estaba despierto.
Los científicos creen que las dos fases influyen en el riesgo de demencia de formas distintas.
Como parte del proceso de limpieza durante el sueño profundo, el cerebro elimina las proteínas amiloides, que son un sello distintivo del Alzheimer. Según dijo Maiken Nedergaard, profesora de Neurología del Centro Médico de la Universidad de Rochester, quien investiga el sistema glinfático, los años de sueño profundo interrumpido y enjuague incompleto —lo que se conoce como insuficiencia glinfática— podrían acelerar la aparición de la demencia.
Los científicos tienen menos conocimientos sobre la relación entre la fase REM y el riesgo de demencia, dijo Roneil Malkani, profesor asociado de Medicina del sueño de la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern.
Factores predictivos
Un estudio de 2017 sobre más de 300 personas mayores de 60 años descubrió que una menor cantidad de sueño REM nocturno y tardar más tiempo en llegar a la fase REM en cada ciclo de sueño eran factores predictivos de la demencia en etapas posteriores de la vida. Esto podría deberse a que la fase REM es “de vital importancia” para almacenar y procesar los recuerdos, y perder esa capacidad debilita las defensas del cerebro contra el deterioro cognitivo y puede acelerar la atrofia de las partes del cerebro que no se utilizan, dijo Pase, quien coescribió el estudio.
También es difícil dilucidar la relación del “huevo y la gallina” entre el sueño y la demencia, y si dormir poco es la causa definitivamente, dijo Pase. Los adultos (sobre todo las mujeres) pasan naturalmente menos tiempo en sueño profundo y REM a medida que envejecen. Los científicos ya saben que el envejecimiento en sí aumenta el riesgo de demencia, pero la demencia también tiende a empeorar el sueño. Es posible que ambos procesos “se agraven mutuamente”, dijo.
NUEVA YORK.- Una buena noche de sueño no consiste solo en el número de horas que se duerme. Un sueño de calidad —el que deja fresco y preparado para el día— es fundamental para un cerebro sano.
Las personas con trastornos del sueño, como insomnio o apnea, tienen más riesgo de desarrollar demencia que las que no tienen problemas de sueño. Dormir mal también puede dañar el cerebro de otras formas. Un estudio descubrió que las personas de entre 30 y 40 años con un sueño muy alterado (como despertares o movimientos frecuentes) tenían entre dos y tres veces más probabilidades de presentar resultados más bajos en la función ejecutiva, la memoria de trabajo y la velocidad de procesamiento una década más tarde.
Los científicos creen que el sueño profundo y el de movimientos oculares rápidos (o REM, por su sigla en inglés) influyen especialmente en la salud cerebral y el riesgo de demencia. Un estudio publicado el mes pasado sobre personas con deficiencias de sueño profundo y REM descubrió que los cerebros de los sujetos mostraban signos de atrofia en resonancias magnéticas entre 13 y 17 años después de que se observaran las deficiencias; la atrofia tenía un aspecto similar al que se encontraría en las primeras fases de la enfermedad de Alzheimer.
Lo que los científicos saben hasta ahora
Cuando se duerme, el cerebro pasa continuamente por cuatro fases distintas: dos etapas de sueño ligero, cuando el cuerpo se relaja y descienden la frecuencia cardiaca y la temperatura; sueño profundo o sueño de ondas lentas, cuando la actividad cerebral se ralentiza; y REM, cuando se suele soñar. Por lo general, el cerebro tarda unos 90 minutos en recorrer las cuatro etapas y luego reinicia el proceso.
El sueño profundo y la fase REM ayudan al cerebro a “curarse” de la fatiga y el estrés y a consolidar los recuerdos, dijo Matthew Pase, profesor asociado de la Facultad de Ciencias Psicológicas de la Universidad Monash de Melbourne, Australia. En el sueño profundo, el cerebro regula el metabolismo y las hormonas; también actúa como un “enjuague” para el cerebro, eliminando residuos. En la fase REM es cuando el cerebro procesa las emociones y la nueva información que se captó cuando se estaba despierto.
Los científicos creen que las dos fases influyen en el riesgo de demencia de formas distintas.
Como parte del proceso de limpieza durante el sueño profundo, el cerebro elimina las proteínas amiloides, que son un sello distintivo del Alzheimer. Según dijo Maiken Nedergaard, profesora de Neurología del Centro Médico de la Universidad de Rochester, quien investiga el sistema glinfático, los años de sueño profundo interrumpido y enjuague incompleto —lo que se conoce como insuficiencia glinfática— podrían acelerar la aparición de la demencia.
Los científicos tienen menos conocimientos sobre la relación entre la fase REM y el riesgo de demencia, dijo Roneil Malkani, profesor asociado de Medicina del sueño de la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern.
Factores predictivos
Un estudio de 2017 sobre más de 300 personas mayores de 60 años descubrió que una menor cantidad de sueño REM nocturno y tardar más tiempo en llegar a la fase REM en cada ciclo de sueño eran factores predictivos de la demencia en etapas posteriores de la vida. Esto podría deberse a que la fase REM es “de vital importancia” para almacenar y procesar los recuerdos, y perder esa capacidad debilita las defensas del cerebro contra el deterioro cognitivo y puede acelerar la atrofia de las partes del cerebro que no se utilizan, dijo Pase, quien coescribió el estudio.
También es difícil dilucidar la relación del “huevo y la gallina” entre el sueño y la demencia, y si dormir poco es la causa definitivamente, dijo Pase. Los adultos (sobre todo las mujeres) pasan naturalmente menos tiempo en sueño profundo y REM a medida que envejecen. Los científicos ya saben que el envejecimiento en sí aumenta el riesgo de demencia, pero la demencia también tiende a empeorar el sueño. Es posible que ambos procesos “se agraven mutuamente”, dijo.
Los expertos creen que la fase profunda y la REM influyen en el riesgo de demencia LA NACION