Más que un hueso, el campo reclama previsibilidad

Una muy buena noticia quedó empañada por una desilusión. De ahora en más, no es por valores compartidos: es por plata. Y cada uno sabrá qué hacer.
Ese crudo escenario describe la realidad que se vivió en el agro con la decisión del Gobierno de avanzar en forma muy contundente con el desarme del cepo cambiario y, al mismo tiempo, confirmar que las retenciones volverán a subir el 1° de julio.
Tras el acuerdo con el FMI, el gobierno de Javier Milei abrió una nueva etapa de su programa económico con un giro hacia la normalidad, que en la Argentina es mucho decir. Para el campo es esencial contar con un tipo de cambio único, un mismo valor para vender la producción que para comprar insumos. El cepo y los espejismos del dólar soja fueron dos factores que erosionaron la competitividad de la actividad. El otro factor que lo destruyó es el de los Derechos de Exportación (DEX), mal llamados retenciones.
Hace poco más de un mes, en Expoagro, tanto Milei como su ministro de Economía, Luis Caputo, se ufanaban de que habían promovido una baja de 20% para los DEX en los cultivos extensivos. Lo presentaban como una medida en favor de la actividad. Sin embargo, el lunes pasado, en una entrevista radial, el Presidente dejó en evidencia que, en rigor, la decisión perseguía otro objetivo. “Las retenciones a las exportaciones tradicionales se las hemos bajado transitoriamente. Es decir, que vuelven en junio porque dijimos que eran transitorias. Es más, avísenle al campo que si tiene que liquidar liquide ahora, porque en julio vuelven las retenciones”, le dijo a Luis Majul en radio El Observador.
En una interpretación benévola, hubo quienes entendieron que Milei no hizo otra cosa que recordar la resolución de fin de enero pasado. Otros, que le hablaba a los exportadores y no a los productores. Lo cierto es que hizo recordar a otras épocas donde se ponía al campo en el banquillo de los acusados y se lo señalaba como el especulador y el culpable de guardar los dólares. No parecían las palabras de alguien que, en la campaña electoral, consideraba que las retenciones eran un robo.
Para peor, un día después, en una conversación con Alejandro Fantino, en Neura, al defender la baja temporal de los DEX, dijo que le habían “tirado un hueso al campo”. Curiosamente, en esa misma extensa charla, el propio Milei dijo: “tenemos el mejor campo del mundo”, al referirse a las oportunidades de inversión que tiene el país. Como en los cuentos infantiles: elija a su propio Milei.
Esa declaración provocó reacciones. “Valoramos su visión, su esfuerzo y el nuevo horizonte que nos ofrece su Gobierno. Pero es innecesario que nos falte el respeto y nos ofenda. Un sector esquilmado por años no merece que se le tire un hueso, merece su agradecimiento”, expresaron en un comunicado las asociaciones y sociedades rurales del norte bonaerense.
En rigor la baja de los DEX, rige hasta el 30 de junio próximo, pero en el ruralismo y en las distintas cadenas de la agroindustria se esperaba que esa fuera la primera etapa de un camino hacia la eliminación definitiva, tal como lo prometió Milei en la campaña electoral.
La primera oportunidad perdida, de no haber cambios, es el trigo. Buena parte de la superficie se sembrará con una alícuota de DEX del 9,5% y se cosechará con otra más alta, 12 por ciento. Esta vez, a diferencia de otros años, los perfiles de humedad en la mayoría de la superficie agrícola favorecen la implantación del cereal. De allí que la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, proyecte un incremento de 8% en el área. Sin los DEX, esa estimación se hubiera quedado corta. Pero el Gobierno va a menos y mantiene las retenciones al cereal en el mismo nivel que las dejó Alberto Fernández. Quedan pocas semanas para diferenciarse.
Es evidente que al Gobierno no le preocupa provocar un efecto “Puerta 12” en el mercado de granos, donde el que pierde es el productor por el aumento de la oferta. Como en anteriores administraciones, necesita los dólares del campo para fortalecer las reservas del Banco Central. Según los observadores económicos, también para sostener la cotización del dólar en el piso de la banda cambiaria.
El campo, a diferencia de otros sectores de la economía, lo que necesita no es ni dólar alto o bajo: requiere de previsibilidad y reglas similares a las que existen en el resto de los países productores. Solo así podrá aportar al desarrollo y al crecimiento. No necesita que le tiren un hueso.
Una muy buena noticia quedó empañada por una desilusión. De ahora en más, no es por valores compartidos: es por plata. Y cada uno sabrá qué hacer.
Ese crudo escenario describe la realidad que se vivió en el agro con la decisión del Gobierno de avanzar en forma muy contundente con el desarme del cepo cambiario y, al mismo tiempo, confirmar que las retenciones volverán a subir el 1° de julio.
Tras el acuerdo con el FMI, el gobierno de Javier Milei abrió una nueva etapa de su programa económico con un giro hacia la normalidad, que en la Argentina es mucho decir. Para el campo es esencial contar con un tipo de cambio único, un mismo valor para vender la producción que para comprar insumos. El cepo y los espejismos del dólar soja fueron dos factores que erosionaron la competitividad de la actividad. El otro factor que lo destruyó es el de los Derechos de Exportación (DEX), mal llamados retenciones.
Hace poco más de un mes, en Expoagro, tanto Milei como su ministro de Economía, Luis Caputo, se ufanaban de que habían promovido una baja de 20% para los DEX en los cultivos extensivos. Lo presentaban como una medida en favor de la actividad. Sin embargo, el lunes pasado, en una entrevista radial, el Presidente dejó en evidencia que, en rigor, la decisión perseguía otro objetivo. “Las retenciones a las exportaciones tradicionales se las hemos bajado transitoriamente. Es decir, que vuelven en junio porque dijimos que eran transitorias. Es más, avísenle al campo que si tiene que liquidar liquide ahora, porque en julio vuelven las retenciones”, le dijo a Luis Majul en radio El Observador.
En una interpretación benévola, hubo quienes entendieron que Milei no hizo otra cosa que recordar la resolución de fin de enero pasado. Otros, que le hablaba a los exportadores y no a los productores. Lo cierto es que hizo recordar a otras épocas donde se ponía al campo en el banquillo de los acusados y se lo señalaba como el especulador y el culpable de guardar los dólares. No parecían las palabras de alguien que, en la campaña electoral, consideraba que las retenciones eran un robo.
Para peor, un día después, en una conversación con Alejandro Fantino, en Neura, al defender la baja temporal de los DEX, dijo que le habían “tirado un hueso al campo”. Curiosamente, en esa misma extensa charla, el propio Milei dijo: “tenemos el mejor campo del mundo”, al referirse a las oportunidades de inversión que tiene el país. Como en los cuentos infantiles: elija a su propio Milei.
Esa declaración provocó reacciones. “Valoramos su visión, su esfuerzo y el nuevo horizonte que nos ofrece su Gobierno. Pero es innecesario que nos falte el respeto y nos ofenda. Un sector esquilmado por años no merece que se le tire un hueso, merece su agradecimiento”, expresaron en un comunicado las asociaciones y sociedades rurales del norte bonaerense.
En rigor la baja de los DEX, rige hasta el 30 de junio próximo, pero en el ruralismo y en las distintas cadenas de la agroindustria se esperaba que esa fuera la primera etapa de un camino hacia la eliminación definitiva, tal como lo prometió Milei en la campaña electoral.
La primera oportunidad perdida, de no haber cambios, es el trigo. Buena parte de la superficie se sembrará con una alícuota de DEX del 9,5% y se cosechará con otra más alta, 12 por ciento. Esta vez, a diferencia de otros años, los perfiles de humedad en la mayoría de la superficie agrícola favorecen la implantación del cereal. De allí que la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, proyecte un incremento de 8% en el área. Sin los DEX, esa estimación se hubiera quedado corta. Pero el Gobierno va a menos y mantiene las retenciones al cereal en el mismo nivel que las dejó Alberto Fernández. Quedan pocas semanas para diferenciarse.
Es evidente que al Gobierno no le preocupa provocar un efecto “Puerta 12” en el mercado de granos, donde el que pierde es el productor por el aumento de la oferta. Como en anteriores administraciones, necesita los dólares del campo para fortalecer las reservas del Banco Central. Según los observadores económicos, también para sostener la cotización del dólar en el piso de la banda cambiaria.
El campo, a diferencia de otros sectores de la economía, lo que necesita no es ni dólar alto o bajo: requiere de previsibilidad y reglas similares a las que existen en el resto de los países productores. Solo así podrá aportar al desarrollo y al crecimiento. No necesita que le tiren un hueso.
El contraste entre el levantamiento del cepo y la suba de retenciones provoca preocupación en el agro LA NACION