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Cómo actúa el bicarbonato en la salsa de tomate y por qué todos lo usan

Cocinar una rica salsa de tomate para acompañar una pasta en el momento o freezarla debe ser una de las preparaciones más populares en las cocinas argentinas. A pesar de esto, no todos conocen el secreto que tiene esta preparación que quita uno de los desafíos más problemáticos que plantea el tomate.

La salsa de tomate tiene una historia larga y sabrosa que comienza en Europa, pero que se consolidó como tradición en América. Si bien el tomate es originario de América, fueron los italianos quienes convirtieron su jugo en una de las bases más importantes de la gastronomía mundial. Con el tiempo, la salsa de tomate simple, sin carne ni ingredientes extra, se volvió un clásico del día a día en las cocinas de todo el mundo, incluida la argentina.

En este punto, conviene diferenciar conceptos clave. No es lo mismo salsa de tomate que tuco, fileto o pomarola. Mientras que la primera se basa casi exclusivamente en tomate, sal y condimentos, las otras preparaciones agregan ingredientes como carne, cebolla o crema, productos que transforman la receta en versiones más complejas y calóricas. Por eso, cuando se habla de salsa de tomate, se hace referencia a una base pura, ideal para adaptar a gusto.

La salsa de tomate tiene una historia larga y sabrosa que comienza en Europa, pero que se consolidó como tradición en América

Sin embargo, uno de los principales problemas de esta salsa es su acidez. El tomate, especialmente cuando está poco maduro o en conserva, tiene un pH bajo que puede generar molestias estomacales, sensación de pesadez o reflujo. Esta acidez se debe a la presencia de ácidos naturales como el ácido cítrico y el ácido málico, que si no se equilibran, pueden arruinar el resultado final, explica el sitio Only My Health.

Esta acidez no solo afecta el sabor, sino también el bienestar digestivo. Cuando se consume una salsa muy ácida, el estómago incrementa la producción de jugos gástricos, lo que puede generar una digestión más pesada e incluso acidez estomacal. En personas con sensibilidad digestiva, esto puede producir ardor, náuseas leves o la necesidad de evitar ese tipo de comidas.

Esta acidez no solo afecta el sabor, sino también el bienestar digestivo

El ingrediente que puede transformar la salsa de tomate

Frente a este escenario, un ingrediente simple y económico puede marcar la diferencia: el bicarbonato de sodio. Este polvo blanco actúa como un neutralizante natural, ya que al entrar en contacto con los ácidos del tomate, los descompone en sales y agua, y reduce notablemente la acidez sin modificar el sabor de forma negativa.

En sí, el poder del bicarbonato radica en su capacidad para equilibrar el pH, según un artículo de Delish. Por eso, al añadir apenas una pizca durante la cocción, la salsa se vuelve más suave, menos agresiva para el estómago y con una textura más sedosa. Además, el bicarbonato evita que se agregue azúcar o crema para “tapar” la acidez, lo cual mantiene la receta más saludable y fiel a su versión original.

Como beneficio extra, el bicarbonato también puede aportar ventajas visuales y de textura. Por un lado, intensifica el color rojo del tomate; por otro, favorece una consistencia más homogénea y menos acuosa. Eso sí: hay que usarlo con moderación, ya que en exceso puede alterar el sabor o volver la preparación espumosa.

El bicarbonato también puede aportar ventajas visuales y de textura a la salsa

Receta de salsa de tomate con bicarbonato y un toque distinto para hacer en microondas

El sitio Cookpad comparte una receta para hacer en casa que incluye una cucharadita de bicarbonato de sodio.

Ingredientes:

  • 1 lata tomate triturado grande
  • 1 cebolleta tierna
  • 1 diente ajo
  • Orégano y albahaca
  • Sal
  • Aceite de oliva virgen extra
  • 1 cdita bicarbonato

Paso a paso:

  1. Poner el tomate y añadir la cebolleta picada fina, el ajo igual, las especias al gusto, sal, un chorrito de aceite de oliva y una cucharadita de bicarbonato.
  2. Mezclar bien y tapar el recipiente con papel film.
  3. Llevar al microondas a máxima potencia durante 10 minutos.
  4. Revisar, dar una vuelta y volver a tapar y a meter otros 15 minutos más.
  5. Al terminar, triturar un poco la salsa para que quede más fina.

Cocinar una rica salsa de tomate para acompañar una pasta en el momento o freezarla debe ser una de las preparaciones más populares en las cocinas argentinas. A pesar de esto, no todos conocen el secreto que tiene esta preparación que quita uno de los desafíos más problemáticos que plantea el tomate.

La salsa de tomate tiene una historia larga y sabrosa que comienza en Europa, pero que se consolidó como tradición en América. Si bien el tomate es originario de América, fueron los italianos quienes convirtieron su jugo en una de las bases más importantes de la gastronomía mundial. Con el tiempo, la salsa de tomate simple, sin carne ni ingredientes extra, se volvió un clásico del día a día en las cocinas de todo el mundo, incluida la argentina.

En este punto, conviene diferenciar conceptos clave. No es lo mismo salsa de tomate que tuco, fileto o pomarola. Mientras que la primera se basa casi exclusivamente en tomate, sal y condimentos, las otras preparaciones agregan ingredientes como carne, cebolla o crema, productos que transforman la receta en versiones más complejas y calóricas. Por eso, cuando se habla de salsa de tomate, se hace referencia a una base pura, ideal para adaptar a gusto.

La salsa de tomate tiene una historia larga y sabrosa que comienza en Europa, pero que se consolidó como tradición en América

Sin embargo, uno de los principales problemas de esta salsa es su acidez. El tomate, especialmente cuando está poco maduro o en conserva, tiene un pH bajo que puede generar molestias estomacales, sensación de pesadez o reflujo. Esta acidez se debe a la presencia de ácidos naturales como el ácido cítrico y el ácido málico, que si no se equilibran, pueden arruinar el resultado final, explica el sitio Only My Health.

Esta acidez no solo afecta el sabor, sino también el bienestar digestivo. Cuando se consume una salsa muy ácida, el estómago incrementa la producción de jugos gástricos, lo que puede generar una digestión más pesada e incluso acidez estomacal. En personas con sensibilidad digestiva, esto puede producir ardor, náuseas leves o la necesidad de evitar ese tipo de comidas.

Esta acidez no solo afecta el sabor, sino también el bienestar digestivo

El ingrediente que puede transformar la salsa de tomate

Frente a este escenario, un ingrediente simple y económico puede marcar la diferencia: el bicarbonato de sodio. Este polvo blanco actúa como un neutralizante natural, ya que al entrar en contacto con los ácidos del tomate, los descompone en sales y agua, y reduce notablemente la acidez sin modificar el sabor de forma negativa.

En sí, el poder del bicarbonato radica en su capacidad para equilibrar el pH, según un artículo de Delish. Por eso, al añadir apenas una pizca durante la cocción, la salsa se vuelve más suave, menos agresiva para el estómago y con una textura más sedosa. Además, el bicarbonato evita que se agregue azúcar o crema para “tapar” la acidez, lo cual mantiene la receta más saludable y fiel a su versión original.

Como beneficio extra, el bicarbonato también puede aportar ventajas visuales y de textura. Por un lado, intensifica el color rojo del tomate; por otro, favorece una consistencia más homogénea y menos acuosa. Eso sí: hay que usarlo con moderación, ya que en exceso puede alterar el sabor o volver la preparación espumosa.

El bicarbonato también puede aportar ventajas visuales y de textura a la salsa

Receta de salsa de tomate con bicarbonato y un toque distinto para hacer en microondas

El sitio Cookpad comparte una receta para hacer en casa que incluye una cucharadita de bicarbonato de sodio.

Ingredientes:

  • 1 lata tomate triturado grande
  • 1 cebolleta tierna
  • 1 diente ajo
  • Orégano y albahaca
  • Sal
  • Aceite de oliva virgen extra
  • 1 cdita bicarbonato

Paso a paso:

  1. Poner el tomate y añadir la cebolleta picada fina, el ajo igual, las especias al gusto, sal, un chorrito de aceite de oliva y una cucharadita de bicarbonato.
  2. Mezclar bien y tapar el recipiente con papel film.
  3. Llevar al microondas a máxima potencia durante 10 minutos.
  4. Revisar, dar una vuelta y volver a tapar y a meter otros 15 minutos más.
  5. Al terminar, triturar un poco la salsa para que quede más fina.

 Esta solución sencilla logra que la salsa sea más ligera y fácil de digerir; cómo este ingrediente permite alcanzar ese equilibrio sin alterar su sabor ni textura  LA NACION

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