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Serena tiene seis años, un tumor inoperable en el cerebro y su historia moviliza una cadena de oraciones en todo el mundo

Serena María de Corazón de Jesús Allende acaba de cumplir seis años y, aunque su sonrisa parece capaz de iluminar cualquier lugar, atraviesa junto a su familia una de las pruebas más difíciles. Hace apenas diez días, los médicos le detectaron un tumor en el tronco encefálico, una región sumamente sensible del cerebro que regula funciones vitales. La ubicación del tumor impide que pueda ser operado, y las opciones de tratamiento son muy limitadas.

Ante esta dolorosa realidad, su familia, encabezada con valentía y ternura por su mamá, Titi Funes, eligió responder con amor y fe. Así nació una cadena de oración que no deja de crecer, uniendo a quienes se sienten profundamente tocados por esta historia. La familia quiere invitar a que, el que lo desee, rece por Serena realice una buena acción en su nombre.

Serena María de Corazón de Jesús Allende

“Estamos pidiendo un milagro, porque sabemos que Dios tiene la última palabra”, afirma su madre.

Titi Funes recuerda con claridad cómo comenzaron a notar los primeros síntomas de la enfermedad de su hija. “Serena había recién empezado primer grado. De ir tres horas y media en salita de 5 pasó a casi 9 horas. Ella es de contextura chiquita y sabía que le iba a costar muchísimo la doble jornada”, cuenta Funes. Al principio, atribuyeron el agotamiento al cambio de rutina, pero pronto se sumaron señales más preocupantes.

Fue la directora del colegio, Marcela Oyuela, quien advirtió las primeras dificultades motrices. Según Funes, el primer día notaron que le costaba subir y bajar escaleras. Inmediatamente, el equipo docente decidió mantenerse atento y al día siguiente, durante la clase de música, Serena trastabilló al girar. En la tercera jornada, durante educación física, le costaba realizar varios ejercicios. Fue entonces cuando decidieron consultar a la pediatra, la doctora Carolina Torregrosa, quien el 1° de abril por la tarde, luego de revisarla, supo que estaban ante algo grave. La derivó de inmediato al Sanatorio Mater Dei, donde ya los esperaba otra médica en la Guardia de Pediatría. “Desde allí, quedamos internados”, relata Funes.

Titi Funes junto a Serena María de Corazón de Jesús Allende

Ese mismo día le hicieron una resonancia que confirmó la presencia de un tumor. La posterior biopsia reveló su naturaleza cancerígena. “Es un tumor silencioso, que no causa ningún síntomas tales como dolor de cabeza”, explica Funes.

Y agrega que, según la neuro oncóloga del Hospital Garrahan, la doctora Lorena Baroni, el tumor debía tener apenas un mes o dos de evolución. Se trata de un glioma difuso de línea media, ubicado en el tronco encefálico. “No hay posibilidad de operación alguna porque está en el tronco encefálico, donde se encuentran todas las funciones vitales, tampoco hay tratamiento para salvarla”, se lamenta.

Solo pueden iniciar radioterapia como paliativo, para achicar el tumor y aliviar los síntomas. “Nos queda solo el milagro”, afirma con dolor.

Actualmente, Serena está internada en el Mater Dei, pero está previsto su traslado al Hospital Alemán para comenzar con los rayos y volver a terapia intensiva.

Esperanza, fe y una comunidad que no se rinde

Serena comprende, en parte, lo que está pasando. “Sabe que tiene una pelotita en la cabeza y que está internada porque le pasan remedios por la vía para que se sienta mejor y pueda volver a casa”, cuenta su mamá.

A Serena la acompaña una red de afectos sólida: sus hermanas mayores, Marina (14) y Alexia (10), sus compañeros de escuela, docentes, médicos y ahora también cientos de personas que se suman día a día a acompañarla desde la oración.

La familia ha recibido una oleada de apoyo espiritual. “Estamos infinitamente conmovidos y agradecidos por tantos actos de amor y de fe en nombre de Serena”, dice Funes. Gente de todos los credos les ha enviado mensajes, cadenas de oración, estampitas, agua bendita y hasta canciones.

Cientos de personas se han comprometido a rezar o realizar buenas acciones en nombre de Serena

“Dos personas prometieron bautizar a sus hijos. Otros se confesaron y volvieron a misa, que hacía décadas que no lo hacían. Algunos ofrecen sus dolores físicos o emocionales o los pequeños sacrificios de cada día con una sonrisa. Hasta una señora mayor ofreció su vejez sin quejarse y otra dejó de fumar. Cada día, personas conocidas o que jamás habíamos visto realizan innumerables actos de amor, que nos acompañan, envían mensajes, agua bendita, regalos, cadenas de rosarios, de todo”, relata Funes.

Cada día, los visitan o escriben tres personas muy especiales para la familia: el padre Alejandro Pardo; el padre Gonzalo Mordeglia, de la parroquia del Loreto; y Marina de Dios, una monja del Carmelo Santa Teresita. Para Funes, son sus “tres Mosqueteros”, tres enviados para sostenerlos en este momento tan complejo.

El mensaje de Titi: transformar el dolor en amor

Funes impulsó una propuesta que va más allá de su hija: pidió que cada persona que lea la historia de Serena realice una acción de amor diaria en su nombre. “Puede ser cualquier cosa, ayudar a alguien sin esperar nada, perdonar, acompañar a alguien en silencio, rezar, o simplemente estar para quien lo necesita. Háganlo por este angelito”.

Por eso, el mensaje que quiere dejar es claro: “Que nos ayuden a transformar este inmenso dolor en infinito amor y fe”. Suplican por un milagro, pero también aceptan que si Serena debe partir, “no es que no fuimos escuchados: es que ella pasó por esta Tierra para transformar miles de corazones y almas”.

Y concluye: “Esperamos que esta cadena de amor y fe por Serena perdure como una fe fecunda y duradera para todos”.

Serena María de Corazón de Jesús Allende acaba de cumplir seis años y, aunque su sonrisa parece capaz de iluminar cualquier lugar, atraviesa junto a su familia una de las pruebas más difíciles. Hace apenas diez días, los médicos le detectaron un tumor en el tronco encefálico, una región sumamente sensible del cerebro que regula funciones vitales. La ubicación del tumor impide que pueda ser operado, y las opciones de tratamiento son muy limitadas.

Ante esta dolorosa realidad, su familia, encabezada con valentía y ternura por su mamá, Titi Funes, eligió responder con amor y fe. Así nació una cadena de oración que no deja de crecer, uniendo a quienes se sienten profundamente tocados por esta historia. La familia quiere invitar a que, el que lo desee, rece por Serena realice una buena acción en su nombre.

Serena María de Corazón de Jesús Allende

“Estamos pidiendo un milagro, porque sabemos que Dios tiene la última palabra”, afirma su madre.

Titi Funes recuerda con claridad cómo comenzaron a notar los primeros síntomas de la enfermedad de su hija. “Serena había recién empezado primer grado. De ir tres horas y media en salita de 5 pasó a casi 9 horas. Ella es de contextura chiquita y sabía que le iba a costar muchísimo la doble jornada”, cuenta Funes. Al principio, atribuyeron el agotamiento al cambio de rutina, pero pronto se sumaron señales más preocupantes.

Fue la directora del colegio, Marcela Oyuela, quien advirtió las primeras dificultades motrices. Según Funes, el primer día notaron que le costaba subir y bajar escaleras. Inmediatamente, el equipo docente decidió mantenerse atento y al día siguiente, durante la clase de música, Serena trastabilló al girar. En la tercera jornada, durante educación física, le costaba realizar varios ejercicios. Fue entonces cuando decidieron consultar a la pediatra, la doctora Carolina Torregrosa, quien el 1° de abril por la tarde, luego de revisarla, supo que estaban ante algo grave. La derivó de inmediato al Sanatorio Mater Dei, donde ya los esperaba otra médica en la Guardia de Pediatría. “Desde allí, quedamos internados”, relata Funes.

Titi Funes junto a Serena María de Corazón de Jesús Allende

Ese mismo día le hicieron una resonancia que confirmó la presencia de un tumor. La posterior biopsia reveló su naturaleza cancerígena. “Es un tumor silencioso, que no causa ningún síntomas tales como dolor de cabeza”, explica Funes.

Y agrega que, según la neuro oncóloga del Hospital Garrahan, la doctora Lorena Baroni, el tumor debía tener apenas un mes o dos de evolución. Se trata de un glioma difuso de línea media, ubicado en el tronco encefálico. “No hay posibilidad de operación alguna porque está en el tronco encefálico, donde se encuentran todas las funciones vitales, tampoco hay tratamiento para salvarla”, se lamenta.

Solo pueden iniciar radioterapia como paliativo, para achicar el tumor y aliviar los síntomas. “Nos queda solo el milagro”, afirma con dolor.

Actualmente, Serena está internada en el Mater Dei, pero está previsto su traslado al Hospital Alemán para comenzar con los rayos y volver a terapia intensiva.

Esperanza, fe y una comunidad que no se rinde

Serena comprende, en parte, lo que está pasando. “Sabe que tiene una pelotita en la cabeza y que está internada porque le pasan remedios por la vía para que se sienta mejor y pueda volver a casa”, cuenta su mamá.

A Serena la acompaña una red de afectos sólida: sus hermanas mayores, Marina (14) y Alexia (10), sus compañeros de escuela, docentes, médicos y ahora también cientos de personas que se suman día a día a acompañarla desde la oración.

La familia ha recibido una oleada de apoyo espiritual. “Estamos infinitamente conmovidos y agradecidos por tantos actos de amor y de fe en nombre de Serena”, dice Funes. Gente de todos los credos les ha enviado mensajes, cadenas de oración, estampitas, agua bendita y hasta canciones.

Cientos de personas se han comprometido a rezar o realizar buenas acciones en nombre de Serena

“Dos personas prometieron bautizar a sus hijos. Otros se confesaron y volvieron a misa, que hacía décadas que no lo hacían. Algunos ofrecen sus dolores físicos o emocionales o los pequeños sacrificios de cada día con una sonrisa. Hasta una señora mayor ofreció su vejez sin quejarse y otra dejó de fumar. Cada día, personas conocidas o que jamás habíamos visto realizan innumerables actos de amor, que nos acompañan, envían mensajes, agua bendita, regalos, cadenas de rosarios, de todo”, relata Funes.

Cada día, los visitan o escriben tres personas muy especiales para la familia: el padre Alejandro Pardo; el padre Gonzalo Mordeglia, de la parroquia del Loreto; y Marina de Dios, una monja del Carmelo Santa Teresita. Para Funes, son sus “tres Mosqueteros”, tres enviados para sostenerlos en este momento tan complejo.

El mensaje de Titi: transformar el dolor en amor

Funes impulsó una propuesta que va más allá de su hija: pidió que cada persona que lea la historia de Serena realice una acción de amor diaria en su nombre. “Puede ser cualquier cosa, ayudar a alguien sin esperar nada, perdonar, acompañar a alguien en silencio, rezar, o simplemente estar para quien lo necesita. Háganlo por este angelito”.

Por eso, el mensaje que quiere dejar es claro: “Que nos ayuden a transformar este inmenso dolor en infinito amor y fe”. Suplican por un milagro, pero también aceptan que si Serena debe partir, “no es que no fuimos escuchados: es que ella pasó por esta Tierra para transformar miles de corazones y almas”.

Y concluye: “Esperamos que esta cadena de amor y fe por Serena perdure como una fe fecunda y duradera para todos”.

 Su familia enfrenta el diagnóstico con coraje y fe; piden rezos y una ola de amor para acompañar a la nena durante el tratamiento que inicia esta semana  LA NACION

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