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Rory McIlroy entró en la historia con una victoria inolvidable en el Masters de Augusta

Rory McIlroy entró en un lugar muy especial en la historia del golf: con su consagración en el Masters de este domingo después de superar en un playoff a Justin Rose, rompió una sequía de 11 años sin ganar torneos grandes, se quitó el estigma de Augusta después de haber estado muy cerca y, sobre todo, consiguió su “Grand Slam”. Así, entró en el círculo privilegiado de los que se adjudicaron los cuatro majors y se unió a Gene Sarazen, Ben Hogan, Gary Player, Jack Nicklaus y Tiger Woods.

El norirlandés había arrancado los últimos 18 hoyos con dos golpes de ventaja sobre Bryson DeChambeau, que ya tras el primer capítulo lo igualó en el marcador por un doble bogey que le generó zozobras. Pero después se recuperó, el Científico fue declinando y el máximo contendiente pasó a ser el inglés Justin Rose, que había sido puntero en las dos primeras rondas y llegó al Club House con un formidable recorrido de 66 (-6) que exigió al máximo al jugador nacido en Holywood.

McIlroy pareció tirar todo por la borda con el doble bogey en el par 5 del 13 e incluso firmó un bogey en el hoyo siguiente. Rose pasaba a ser el líder. Sin embargo, Rory apeló a su “resiliencia” y entendió que nada estaba perdido. Así, bajó los hoyos 15 y 17 y se dejó todo servido para rematar el torneo, con un golpe de ventaja al encarar el tee del 18.

En el último hoyo tomó el driver y salió al fairway, y en el segundo tiro cayó al búnker. El drama se extendía. Sacó bien de la arena, se dejó un putt de dos metros y falló ese par tan ansiado que lo abrazaba a la gloria máxima. Así, con una última vuelta de 73 (+1), el preferido del público se veía forzado a jugar un playoff con Rose, que estaba en la zona de práctica a la espera del desenlace y con quien había empatado en 277 golpes (-11).

El desempate en el hoyo 18 se resolvió rápido en favor del máximo candidato, que logró un formidable segundo tiro con un wedge y la dejó a un metro, para concretar el birdie contra par de Rose. El público deliró con esa precisa aproximación y, después, desató un rugido final para festejar la consagración del ídolo.

De esta manera, McIlroy consiguió uno de sus tres objetivos que se había planteado hasta el final de su carrera. Le quedan dos más: una medalla olímpica y ganar la Copa Ryder con el equipo de visitante. Por lo pronto, disfruta de su quinto major y de su primer saco verde en su armario.

Rory McIlroy entró en un lugar muy especial en la historia del golf: con su consagración en el Masters de este domingo después de superar en un playoff a Justin Rose, rompió una sequía de 11 años sin ganar torneos grandes, se quitó el estigma de Augusta después de haber estado muy cerca y, sobre todo, consiguió su “Grand Slam”. Así, entró en el círculo privilegiado de los que se adjudicaron los cuatro majors y se unió a Gene Sarazen, Ben Hogan, Gary Player, Jack Nicklaus y Tiger Woods.

El norirlandés había arrancado los últimos 18 hoyos con dos golpes de ventaja sobre Bryson DeChambeau, que ya tras el primer capítulo lo igualó en el marcador por un doble bogey que le generó zozobras. Pero después se recuperó, el Científico fue declinando y el máximo contendiente pasó a ser el inglés Justin Rose, que había sido puntero en las dos primeras rondas y llegó al Club House con un formidable recorrido de 66 (-6) que exigió al máximo al jugador nacido en Holywood.

McIlroy pareció tirar todo por la borda con el doble bogey en el par 5 del 13 e incluso firmó un bogey en el hoyo siguiente. Rose pasaba a ser el líder. Sin embargo, Rory apeló a su “resiliencia” y entendió que nada estaba perdido. Así, bajó los hoyos 15 y 17 y se dejó todo servido para rematar el torneo, con un golpe de ventaja al encarar el tee del 18.

En el último hoyo tomó el driver y salió al fairway, y en el segundo tiro cayó al búnker. El drama se extendía. Sacó bien de la arena, se dejó un putt de dos metros y falló ese par tan ansiado que lo abrazaba a la gloria máxima. Así, con una última vuelta de 73 (+1), el preferido del público se veía forzado a jugar un playoff con Rose, que estaba en la zona de práctica a la espera del desenlace y con quien había empatado en 277 golpes (-11).

El desempate en el hoyo 18 se resolvió rápido en favor del máximo candidato, que logró un formidable segundo tiro con un wedge y la dejó a un metro, para concretar el birdie contra par de Rose. El público deliró con esa precisa aproximación y, después, desató un rugido final para festejar la consagración del ídolo.

De esta manera, McIlroy consiguió uno de sus tres objetivos que se había planteado hasta el final de su carrera. Le quedan dos más: una medalla olímpica y ganar la Copa Ryder con el equipo de visitante. Por lo pronto, disfruta de su quinto major y de su primer saco verde en su armario.

 El norirlandés superó en un playoff a Justin Rose, logró el “Grand Slam” y se unió a otros cinco jugadores en la conquista de los cuatro majors a lo largo de su campaña profesional  LA NACION

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