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La historia de la creación del Centro Pompidou, el edificio pionero que escandalizó a Francia

Este verano, el Centro Pompidou cerrará sus puertas durante 5 años. El popular monumento policromado de París requiere cambios necesarios debido a las exigencias actuales en materia de salud, seguridad y eficiencia energética. El estudio francés Moreau Kusunoki Architects, la firma mexicana Frida Escobedo Studio y la firma francesa de ingeniería AIA Life Designers llevarán a cabo una importante remodelación del centro artístico de seis plantas, que alberga el museo de arte moderno más grande de Europa.

La renovación aumentará la superficie útil, eliminará el amianto de todas las fachadas, mejorará la seguridad contra incendios y la accesibilidad para personas con movilidad reducida, y optimizará la eficiencia energética. En la medida de lo posible, el edificio original se conservará tal como estaba. Hacer lo contrario podría considerarse un sacrilegio cultura.

La identidad del Pompidou es inseparable de sus arquitectos originales, Renzo Piano y el difunto Richard Rogers. El dúo fundó su estudio, Rogers + Piano, en 1970 y presentó un diseño al prestigioso concurso convocado en 1971 por Georges Pompidou, presidente de Francia entre 1969 y 1974.

El jurado estuvo presidido por Jean Prouvé, metalúrgico y arquitecto autodidacta, e incluyó a arquitectos de la talla de Philip Johnson y Oscar Niemeyer. El diseño de Piano y Rogers fue seleccionado entre 681 propuestas.

La estructura con lo de adentro, afuera del Centro Pompidou fue innovadora

El resultado sorprendió al dúo, entonces desconocidos treintañeros “con cortes de pelo a lo Beatles”, como dice Piano. “No pensábamos ganar, nos presentamos al concurso por placer”, declara el arquitecto italiano, ahora de 87 años, a la BBC. “Nunca planeamos crear un edificio revolucionario. Nuestra idea era un museo que despertara curiosidad, no intimidara a la gente, y que abriera la cultura a todos”.

De hecho, la despreocupación del dúo podría explicar la audacia desinhibida, la extravagancia y el carácter lúdico del edificio. Sus elementos estructurales y servicios se colocaron en las fachadas, lo que permitió maximizar sus espacios interiores diáfanos. Eso motivó que esta futurista estructura fuera apodada el primer edificio “de adentro hacia afuera” del mundo.

Su exoesqueleto de tubos y tuberías tipo periscopio tenía un divertido código de colores: azul para el aire acondicionado, amarillo para la electricidad, verde para el agua y rojo para la circulación peatonal. Los visitantes subían en masa por las escaleras mecánicas revestidas de tubos transparentes que ofrecían vistas panorámicas, diseñadas para reforzar la conexión del museo con la ciudad. “Nuestra idea era que el edificio ocupara solo la mitad del terreno, creando un espacio exterior acogedor -una plaza- donde la gente pudiera reunirse”, explica Piano.

Sus otros proyectos incluyen la Academia de Ciencias de California en San Francisco (reconstruida en 2008), el Shard (2012) en Londres y el recientemente terminado Paddington Square, también en la capital de Reino Unido, un edificio de uso mixto y plaza pública. “Nuestro lema era un lugar para todos: para pobres y ricos, jóvenes y mayores”.

Euforia y abucheos

La transparencia, la accesibilidad y la plaza adyacente del Pompidou armonizaban con las nuevas ideas sobre la democratización de la cultura. “El teatro callejero y los conciertos en espacios públicos estaban en auge en aquella época”, afirma Piano.

En el interior del edificio, los visitantes tuvieron acceso a la Bibliothèque Publique d’Information -la primera biblioteca pública gratuita de París-, el Musée National d’Art Moderne y el Institut de Recherche et Coordination Acoustique/ Musique (IRCAM), dedicado a la investigación de la música y el sonido.

La propuesta ganadora de Piano y Rogers provocó consternación y furia cuando se anunció en una conferencia de prensa: “La sala estaba abarrotada”, recuerda Piano. “Richard y yo estábamos de pie en medio de la sala, mientras nos abucheaban. Nos sentíamos eufóricos y, al mismo tiempo, terrible”, dice el arquitecto. “Algunos gritaban ’¿Por qué diseñaron algo tan horrible?‘, ‘¿Por qué están destruyendo el centro histórico de París?‘”.

Richard Rogers (extremo izquierdo), Renzo Piano (extremo derecho) y el equipo fotografiados en 1971 el día en que se anunció el equipo de arquitectura ganador del Centro Pompidou

Aunque sorprendido de haber ganado el concurso, Piano, nacido en Génova, creció sintiendo que la arquitectura era su destino. A los 18 años, le dijo a su padre que quería ser arquitecto. Sin embargo, en la conversación, su actitud es humilde, no pretenciosa. Nacido en una familia de constructores en Génova, disfrutaba viendo cómo la obra de su padre cobraba forma.

Quizás su experiencia infantil, al ver cómo los edificios se materializaban con éxito, le hizo sentir que la arquitectura está abierta a todas las posibilidades. “Construir es un gesto hermoso”, declaró en una ocasión al Financial Times. “Es lo opuesto a la destrucción… sobre todo cuando se crean edificios para la gente, porque son cívicamente importantes”.

En 1981, Piano fundó el Renzo Piano Building Workshop (RPBW), con oficinas en Génova y París, dirigido hoy por 11 socios (con espíritu de colectivo). En 1998, ganó el Premio Pritzker de Arquitectura.

Un momento de cambio

El Plateau Beaubourg, en el centro de París -un terreno baldío ocupado por un aparcamiento- fue el emplazamiento elegido para el nuevo Museo Nacional de Arte Moderno (anteriormente ubicado en el Palacio de Tokio, en el distrito XVI, de la alta burguesía parisina). “Era un lugar a la espera de que algo sucediera”, afirma Piano.

El clima sociopolítico francés de la época, aún rebelde tras los tumultuosos acontecimientos de mayo de 1968, favoreció la creación de un edificio tan disruptivo como el Centro Pompidou, reconoce Piano. “En Reino Unido, la sociedad estaba siendo revolucionada por [la diseñadora] Mary Quant y los Beatles. Lo mismo ocurría en París”. El Centro Pompidou se inspiró en parte en la arquitectura ultrapop del colectivo de arquitectura experimental londinense Archigram.

La Basílica del Sagrado Corazón de Montmartre vista a través de los túneles transparentes de las escaleras mecánicas en el exterior del Centro Pompidou

“La idea de que Francia tuviera una ‘Casa de la Cultura’ que reuniera arte, cine, música y literatura en las ciudades fue inventada por André Malraux, novelista, teórico del arte y primer ministro de Cultura de Francia.

“(El presidente Georges) Pompidou también la apoyó mucho”.

“Creo firmemente que los grandes cambios en la arquitectura solo son posibles si se cuenta con un buen cliente. La esposa de Georges, Claude, también fue una excelente mujer”.

Pompidou, al igual que Claude, era un apasionado del arte y el diseño contemporáneos.

En 1972, invitaron a Pierre Paulin, diseñador conocido por sus muebles de vanguardia, a crear nuevos interiores para el apartamento privado del Palacio del Elíseo, la residencia oficial de los presidentes franceses.

El resultado fue radicalmente moderno: las paredes del salón, el comedor y la sala de fumadores se recubrieron con paneles de lana y poliéster, creando un efecto envolvente que ocultaba el esplendor neoclásico de la residencia.

Las paredes estaban adornadas con pinturas de Robert Delaunay y otros artistas modernistas.

Al principio, ar muchos les pareció aberrante

Un factor que impulsó estos esfuerzos por dotar a París de un museo prestigioso fue que Francia había perdido su reputación como centro mundial del arte de vanguardia.

“Deseo fervientemente que París tenga un centro cultural como los que se han creado en Estados Unidos”, declaró Pompidou al periódico Le Monde en 1972.

“Será a la vez museo y centro de creación, donde las artes visuales se integren con la música, el cine, los libros y la investigación audiovisual”.

Al principio, las reacciones al Centro Pompidou, frecuentemente comparado con una nave espacial extraterrestre, solían ser extremadamente negativas.

“Los taxistas me decían: ‘¡Regardez!’ antes de lanzarse a una diatriba contra el edificio. Con tanta hostilidad, tuve que mantener un perfil bajo entre los desconocidos”, dice Piano.

El edificio, comparado con desdén por muchos con una “refinería de petróleo”, fue objeto de innumerables demandas.

“Nos demandaron con muchísima frecuencia; una vez, alegando que Prouvé no era arquitecto cualificado”, recuerda.

La prensa francesa arremetió inicialmente contra el edificio. “París tiene su propio monstruo, igual que el del Lago Ness”, se burló Le Figaro.

“Un día, Richard y yo estábamos afuera del edificio, aún sin terminar. Vimos a una mujer forcejeando con un paraguas que se había vuelto del revés con el viento, y Richard corrió a ayudarla a arreglarlo.

“Cuando mencionó que era uno de los arquitectos del edificio, ella, en broma, fingió golpearlo con el paraguas, como si insinuara que era un canalla travieso”.

Cultura con ‘c’ minúscula

Poco después de la inauguración del edificio en 1977, los parisinos comenzaron a apreciar el museo, ahora una de las instituciones públicas más visitadas de París, solo superada por el Louvre y el Museo de Orsay en términos de número de visitantes.

También inspira a los arquitectos de hoy.

“El Centro Pompidou, radical tras su finalización, ha seguido influyendo en el diseño de edificios públicos desde entonces”, afirma Hugh Broughton, fundador del estudio londinense Hugh Broughton Architects, quien encuentra en él cualidades que van más allá de su famoso lenguaje de alta tecnología.

“Es un edificio increíblemente valiente y generoso, cuyo amplio espacio público promueve la congregación, el teatro callejero y la observación de personas.

“Su concepto central -plantas diáfanas sostenidas por la estructura periférica y los servicios- se inspira en los principios medievales de las estructuras de los castillos y los combina con un enfoque Arts and Crafts que convierte la construcción en una virtud como medio estético.

“El resultado es un edificio dinámico, acogedor, igualitario, transparente y con vistas impresionantes: todos los mejores atributos de la gran arquitectura.

“Cambió la forma en que toda una generación de arquitectos concibe los edificios, colocando a sus usuarios en el centro del escenario”.

El cocreador del Pompidou, Renzo Piano, ha diseñado desde entonces muchos otros edificios influyentes, incluido el Shard de Londres

Piano también es conocido por aprovechar la luz en sus proyectos para lograr un efecto etéreo, como es el caso del Shard, que puede parecer desaparecer en ciertas condiciones de luz gracias a su revestimiento de cristal.

“La serenidad de los mejores edificios de Renzo Piano casi puede hacernos creer que vivimos en un mundo civilizado”. dijo el crítico de arquitectura Nicolai Ouroussoff sobre sus obras.

Para Piano, ¿cuál es el principal legado arquitectónico del Centro Pompidou?

“El edificio demuestra que la cultura no se ve perjudicada por ser más pública. Es un lugar principalemente de encuentro. Reúne arte, vida y cultura; no cultura con C mayúscula, sino con c minúscula. Cuando se inauguró, acercó la cultura a todos y mejoró la ciudad”.

*Por Dominic Lutyens

Este verano, el Centro Pompidou cerrará sus puertas durante 5 años. El popular monumento policromado de París requiere cambios necesarios debido a las exigencias actuales en materia de salud, seguridad y eficiencia energética. El estudio francés Moreau Kusunoki Architects, la firma mexicana Frida Escobedo Studio y la firma francesa de ingeniería AIA Life Designers llevarán a cabo una importante remodelación del centro artístico de seis plantas, que alberga el museo de arte moderno más grande de Europa.

La renovación aumentará la superficie útil, eliminará el amianto de todas las fachadas, mejorará la seguridad contra incendios y la accesibilidad para personas con movilidad reducida, y optimizará la eficiencia energética. En la medida de lo posible, el edificio original se conservará tal como estaba. Hacer lo contrario podría considerarse un sacrilegio cultura.

La identidad del Pompidou es inseparable de sus arquitectos originales, Renzo Piano y el difunto Richard Rogers. El dúo fundó su estudio, Rogers + Piano, en 1970 y presentó un diseño al prestigioso concurso convocado en 1971 por Georges Pompidou, presidente de Francia entre 1969 y 1974.

El jurado estuvo presidido por Jean Prouvé, metalúrgico y arquitecto autodidacta, e incluyó a arquitectos de la talla de Philip Johnson y Oscar Niemeyer. El diseño de Piano y Rogers fue seleccionado entre 681 propuestas.

La estructura con lo de adentro, afuera del Centro Pompidou fue innovadora

El resultado sorprendió al dúo, entonces desconocidos treintañeros “con cortes de pelo a lo Beatles”, como dice Piano. “No pensábamos ganar, nos presentamos al concurso por placer”, declara el arquitecto italiano, ahora de 87 años, a la BBC. “Nunca planeamos crear un edificio revolucionario. Nuestra idea era un museo que despertara curiosidad, no intimidara a la gente, y que abriera la cultura a todos”.

De hecho, la despreocupación del dúo podría explicar la audacia desinhibida, la extravagancia y el carácter lúdico del edificio. Sus elementos estructurales y servicios se colocaron en las fachadas, lo que permitió maximizar sus espacios interiores diáfanos. Eso motivó que esta futurista estructura fuera apodada el primer edificio “de adentro hacia afuera” del mundo.

Su exoesqueleto de tubos y tuberías tipo periscopio tenía un divertido código de colores: azul para el aire acondicionado, amarillo para la electricidad, verde para el agua y rojo para la circulación peatonal. Los visitantes subían en masa por las escaleras mecánicas revestidas de tubos transparentes que ofrecían vistas panorámicas, diseñadas para reforzar la conexión del museo con la ciudad. “Nuestra idea era que el edificio ocupara solo la mitad del terreno, creando un espacio exterior acogedor -una plaza- donde la gente pudiera reunirse”, explica Piano.

Sus otros proyectos incluyen la Academia de Ciencias de California en San Francisco (reconstruida en 2008), el Shard (2012) en Londres y el recientemente terminado Paddington Square, también en la capital de Reino Unido, un edificio de uso mixto y plaza pública. “Nuestro lema era un lugar para todos: para pobres y ricos, jóvenes y mayores”.

Euforia y abucheos

La transparencia, la accesibilidad y la plaza adyacente del Pompidou armonizaban con las nuevas ideas sobre la democratización de la cultura. “El teatro callejero y los conciertos en espacios públicos estaban en auge en aquella época”, afirma Piano.

En el interior del edificio, los visitantes tuvieron acceso a la Bibliothèque Publique d’Information -la primera biblioteca pública gratuita de París-, el Musée National d’Art Moderne y el Institut de Recherche et Coordination Acoustique/ Musique (IRCAM), dedicado a la investigación de la música y el sonido.

La propuesta ganadora de Piano y Rogers provocó consternación y furia cuando se anunció en una conferencia de prensa: “La sala estaba abarrotada”, recuerda Piano. “Richard y yo estábamos de pie en medio de la sala, mientras nos abucheaban. Nos sentíamos eufóricos y, al mismo tiempo, terrible”, dice el arquitecto. “Algunos gritaban ’¿Por qué diseñaron algo tan horrible?‘, ‘¿Por qué están destruyendo el centro histórico de París?‘”.

Richard Rogers (extremo izquierdo), Renzo Piano (extremo derecho) y el equipo fotografiados en 1971 el día en que se anunció el equipo de arquitectura ganador del Centro Pompidou

Aunque sorprendido de haber ganado el concurso, Piano, nacido en Génova, creció sintiendo que la arquitectura era su destino. A los 18 años, le dijo a su padre que quería ser arquitecto. Sin embargo, en la conversación, su actitud es humilde, no pretenciosa. Nacido en una familia de constructores en Génova, disfrutaba viendo cómo la obra de su padre cobraba forma.

Quizás su experiencia infantil, al ver cómo los edificios se materializaban con éxito, le hizo sentir que la arquitectura está abierta a todas las posibilidades. “Construir es un gesto hermoso”, declaró en una ocasión al Financial Times. “Es lo opuesto a la destrucción… sobre todo cuando se crean edificios para la gente, porque son cívicamente importantes”.

En 1981, Piano fundó el Renzo Piano Building Workshop (RPBW), con oficinas en Génova y París, dirigido hoy por 11 socios (con espíritu de colectivo). En 1998, ganó el Premio Pritzker de Arquitectura.

Un momento de cambio

El Plateau Beaubourg, en el centro de París -un terreno baldío ocupado por un aparcamiento- fue el emplazamiento elegido para el nuevo Museo Nacional de Arte Moderno (anteriormente ubicado en el Palacio de Tokio, en el distrito XVI, de la alta burguesía parisina). “Era un lugar a la espera de que algo sucediera”, afirma Piano.

El clima sociopolítico francés de la época, aún rebelde tras los tumultuosos acontecimientos de mayo de 1968, favoreció la creación de un edificio tan disruptivo como el Centro Pompidou, reconoce Piano. “En Reino Unido, la sociedad estaba siendo revolucionada por [la diseñadora] Mary Quant y los Beatles. Lo mismo ocurría en París”. El Centro Pompidou se inspiró en parte en la arquitectura ultrapop del colectivo de arquitectura experimental londinense Archigram.

La Basílica del Sagrado Corazón de Montmartre vista a través de los túneles transparentes de las escaleras mecánicas en el exterior del Centro Pompidou

“La idea de que Francia tuviera una ‘Casa de la Cultura’ que reuniera arte, cine, música y literatura en las ciudades fue inventada por André Malraux, novelista, teórico del arte y primer ministro de Cultura de Francia.

“(El presidente Georges) Pompidou también la apoyó mucho”.

“Creo firmemente que los grandes cambios en la arquitectura solo son posibles si se cuenta con un buen cliente. La esposa de Georges, Claude, también fue una excelente mujer”.

Pompidou, al igual que Claude, era un apasionado del arte y el diseño contemporáneos.

En 1972, invitaron a Pierre Paulin, diseñador conocido por sus muebles de vanguardia, a crear nuevos interiores para el apartamento privado del Palacio del Elíseo, la residencia oficial de los presidentes franceses.

El resultado fue radicalmente moderno: las paredes del salón, el comedor y la sala de fumadores se recubrieron con paneles de lana y poliéster, creando un efecto envolvente que ocultaba el esplendor neoclásico de la residencia.

Las paredes estaban adornadas con pinturas de Robert Delaunay y otros artistas modernistas.

Al principio, ar muchos les pareció aberrante

Un factor que impulsó estos esfuerzos por dotar a París de un museo prestigioso fue que Francia había perdido su reputación como centro mundial del arte de vanguardia.

“Deseo fervientemente que París tenga un centro cultural como los que se han creado en Estados Unidos”, declaró Pompidou al periódico Le Monde en 1972.

“Será a la vez museo y centro de creación, donde las artes visuales se integren con la música, el cine, los libros y la investigación audiovisual”.

Al principio, las reacciones al Centro Pompidou, frecuentemente comparado con una nave espacial extraterrestre, solían ser extremadamente negativas.

“Los taxistas me decían: ‘¡Regardez!’ antes de lanzarse a una diatriba contra el edificio. Con tanta hostilidad, tuve que mantener un perfil bajo entre los desconocidos”, dice Piano.

El edificio, comparado con desdén por muchos con una “refinería de petróleo”, fue objeto de innumerables demandas.

“Nos demandaron con muchísima frecuencia; una vez, alegando que Prouvé no era arquitecto cualificado”, recuerda.

La prensa francesa arremetió inicialmente contra el edificio. “París tiene su propio monstruo, igual que el del Lago Ness”, se burló Le Figaro.

“Un día, Richard y yo estábamos afuera del edificio, aún sin terminar. Vimos a una mujer forcejeando con un paraguas que se había vuelto del revés con el viento, y Richard corrió a ayudarla a arreglarlo.

“Cuando mencionó que era uno de los arquitectos del edificio, ella, en broma, fingió golpearlo con el paraguas, como si insinuara que era un canalla travieso”.

Cultura con ‘c’ minúscula

Poco después de la inauguración del edificio en 1977, los parisinos comenzaron a apreciar el museo, ahora una de las instituciones públicas más visitadas de París, solo superada por el Louvre y el Museo de Orsay en términos de número de visitantes.

También inspira a los arquitectos de hoy.

“El Centro Pompidou, radical tras su finalización, ha seguido influyendo en el diseño de edificios públicos desde entonces”, afirma Hugh Broughton, fundador del estudio londinense Hugh Broughton Architects, quien encuentra en él cualidades que van más allá de su famoso lenguaje de alta tecnología.

“Es un edificio increíblemente valiente y generoso, cuyo amplio espacio público promueve la congregación, el teatro callejero y la observación de personas.

“Su concepto central -plantas diáfanas sostenidas por la estructura periférica y los servicios- se inspira en los principios medievales de las estructuras de los castillos y los combina con un enfoque Arts and Crafts que convierte la construcción en una virtud como medio estético.

“El resultado es un edificio dinámico, acogedor, igualitario, transparente y con vistas impresionantes: todos los mejores atributos de la gran arquitectura.

“Cambió la forma en que toda una generación de arquitectos concibe los edificios, colocando a sus usuarios en el centro del escenario”.

El cocreador del Pompidou, Renzo Piano, ha diseñado desde entonces muchos otros edificios influyentes, incluido el Shard de Londres

Piano también es conocido por aprovechar la luz en sus proyectos para lograr un efecto etéreo, como es el caso del Shard, que puede parecer desaparecer en ciertas condiciones de luz gracias a su revestimiento de cristal.

“La serenidad de los mejores edificios de Renzo Piano casi puede hacernos creer que vivimos en un mundo civilizado”. dijo el crítico de arquitectura Nicolai Ouroussoff sobre sus obras.

Para Piano, ¿cuál es el principal legado arquitectónico del Centro Pompidou?

“El edificio demuestra que la cultura no se ve perjudicada por ser más pública. Es un lugar principalemente de encuentro. Reúne arte, vida y cultura; no cultura con C mayúscula, sino con c minúscula. Cuando se inauguró, acercó la cultura a todos y mejoró la ciudad”.

*Por Dominic Lutyens

 La construcción de seis plantas que alberga el museo de arte moderno más grande de Europa será remodelada y cerrará sus puertas durante cinco años  LA NACION

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