Paro general de la CGT: largas filas en las paradas de colectivos y mucho malestar

En las primeras horas de este jueves, y con el paro convocado por la Confederación General de Trabajo (CGT) en marcha, las paradas de colectivos, el único medio de transporte público que no se adhirió en la práctica a la medida de fuerza contra el Gobierno, se colmaban de personas que buscan una manera de llegar a sus lugares de trabajo o que querían regresar a sus hogares. Si bien la gente consultada reconocía la necesidad de mejorar las condiciones laborales, reinaba sobre todo el descontento entre los usuarios y muchas quejas contra los gremios.
“Ni me interesan los sindicalistas”, dijo un hombre a LN+ mientras, en el barrio de Constitución, esperaba el colectivo de la línea 51 para regresar a su casa después de ocho horas de trabajo nocturno. “Recién salgo del laburo. Estoy cansado, pero en vez de ir para adelante vamos para atrás. La gente está cansada de esto; estamos todos cansados”, se quejó.
Otro hombre en la misma fila también lanzó su reclamo: “Estoy yendo a trabajar. No permitimos que esta gente nos lleve adonde nos quiere llevar. Así no se hace un país. Si no me levanto temprano, nadie me trae la plata. No me interesan los gremialistas; ellos ganan mucho más de lo que gano yo y tienen un montón de beneficios que yo no tengo».
“Es complicado. Volver a casa me lleva más tiempo. Siempre es lo mismo. Los sindicatos se llenan de plata ¿y nosotros?“, se quejaba otro pasajero que había terminado de cumplir sus tareas laborales luego de 12 horas. Sin trenes en funcionamiento, no le quedaba otra chance que tomarse alguna línea de colectivo que lo acercara a zona sur.
La escena de Constitución se repetía en los principales centros de trasbordo del centro porteño y del conurbano bonaerense. Como cada vez que los sindicatos ferroviarios se suman a una paralización de actividades, las terminales se encontraban cerradas al público. En el Aeroparque Jorge Newbery la postal era la misma: pasillos vacíos y mucho silencio.
“Llegamos tarde al trabajo. Es un desastre cuando no funciona el tren”, se lamentaba una mujer que iba a trabajar a San Antonio de Padua y que, por cuestiones económicas, había desestimado utilizar una aplicación de viajes. Detrás de ella, una joven médica aguardaba la misma línea de colectivo que la acercara al hospital. Tenía que llegar a las 8 de la mañana, pero eran las 7.55 y aún esperaba para viajar. No solo se complicaba ella, contó a LN+, sino que su compañero no se podía retirar hasta que no llegara su relevo.
Fernando, que no podía usar el tren Sarmiento (que une la ciudad con el oeste del conurbano) y es trabajador independiente, se quejaba porque por el paro de esta jornada podría perder unos 70 mil pesos de ingresos.
Los accesos a la Ciudad comenzaban a complicarse más de lo normal porque muchas personas se volcó a utilizar sus propios rodados o servicio de aplicaciones para movilizarse en tiempo y forma.
Noticia en desarrollo
En las primeras horas de este jueves, y con el paro convocado por la Confederación General de Trabajo (CGT) en marcha, las paradas de colectivos, el único medio de transporte público que no se adhirió en la práctica a la medida de fuerza contra el Gobierno, se colmaban de personas que buscan una manera de llegar a sus lugares de trabajo o que querían regresar a sus hogares. Si bien la gente consultada reconocía la necesidad de mejorar las condiciones laborales, reinaba sobre todo el descontento entre los usuarios y muchas quejas contra los gremios.
“Ni me interesan los sindicalistas”, dijo un hombre a LN+ mientras, en el barrio de Constitución, esperaba el colectivo de la línea 51 para regresar a su casa después de ocho horas de trabajo nocturno. “Recién salgo del laburo. Estoy cansado, pero en vez de ir para adelante vamos para atrás. La gente está cansada de esto; estamos todos cansados”, se quejó.
Otro hombre en la misma fila también lanzó su reclamo: “Estoy yendo a trabajar. No permitimos que esta gente nos lleve adonde nos quiere llevar. Así no se hace un país. Si no me levanto temprano, nadie me trae la plata. No me interesan los gremialistas; ellos ganan mucho más de lo que gano yo y tienen un montón de beneficios que yo no tengo».
“Es complicado. Volver a casa me lleva más tiempo. Siempre es lo mismo. Los sindicatos se llenan de plata ¿y nosotros?“, se quejaba otro pasajero que había terminado de cumplir sus tareas laborales luego de 12 horas. Sin trenes en funcionamiento, no le quedaba otra chance que tomarse alguna línea de colectivo que lo acercara a zona sur.
La escena de Constitución se repetía en los principales centros de trasbordo del centro porteño y del conurbano bonaerense. Como cada vez que los sindicatos ferroviarios se suman a una paralización de actividades, las terminales se encontraban cerradas al público. En el Aeroparque Jorge Newbery la postal era la misma: pasillos vacíos y mucho silencio.
“Llegamos tarde al trabajo. Es un desastre cuando no funciona el tren”, se lamentaba una mujer que iba a trabajar a San Antonio de Padua y que, por cuestiones económicas, había desestimado utilizar una aplicación de viajes. Detrás de ella, una joven médica aguardaba la misma línea de colectivo que la acercara al hospital. Tenía que llegar a las 8 de la mañana, pero eran las 7.55 y aún esperaba para viajar. No solo se complicaba ella, contó a LN+, sino que su compañero no se podía retirar hasta que no llegara su relevo.
Fernando, que no podía usar el tren Sarmiento (que une la ciudad con el oeste del conurbano) y es trabajador independiente, se quejaba porque por el paro de esta jornada podría perder unos 70 mil pesos de ingresos.
Los accesos a la Ciudad comenzaban a complicarse más de lo normal porque muchas personas se volcó a utilizar sus propios rodados o servicio de aplicaciones para movilizarse en tiempo y forma.
Noticia en desarrollo
Si bien la gente consultada destacaba la necesidad de mejorar las condiciones laborales, reinaba el descontento entre los usuarios y muchas quejas contra los gremialistas LA NACION