La crisis argentina en la tormenta del mundo

Tulio Halperin Donghi, el gran historiador, tituló uno de sus últimos libros “La Argentina en la tormenta del mundo”. Se refería al modo en que recorrieron nuestro país las tensiones y las ideas que llevaron a la Segunda Guerra. Podríamos decir hoy que la Argentina, que atraviesa una crisis política cuyas manifestaciones son cada vez más evidentes y frecuentes, se sacude en la tormenta del mundo. Es una tormenta que ha desatado Donald Trump, poniendo en crisis un fenómeno que fue central en las últimas décadas: la globalización, sobre todo a nivel comercial.
Trump desató una guerra comercial cuyas consecuencias ya empezamos a ver, pero que representa una especie de bomba de profundidad, cuyos efectos emergerán con el tiempo, incluso cuando se vaya definiendo qué es lo que realmente pretende con esta estrategia, si es que hay una.
Hay un autor muy reconocido que escribió un libro titulado “¿Ha ganado China?”. Se trata de Kishore Mahbubani. En una entrevista reciente, planteó que el problema del mundo actual es que este ataque comercial del presidente estadounidense, fortaleciendo y agudizando el proteccionismo para los Estados Unidos con una suba de aranceles, es un ataque sin estrategia. Es un embate sobre el cual es difícil proyectar un modelo de salida. ¿Cuál es el mundo que él pretende moldear a partir de estas decisiones?
El lunes por la tarde, Trump escribió un mensaje por X -la red de Elon Musk -quien se muestra disconforme con esta política- planteando que, como China respondió a su suba de aranceles con un incremento del 34% para los productos americanos, les da tiempo hasta este martes para revertir la medida o él aplicará un arancel del 50% a los productos chinos. Esto significaría una bomba nuclear al sistema productivo norteamericano, que depende en gran medida de insumos asiáticos, y específicamente, de insumos provenientes de China.
Empieza a haber entonces reajustes en todos los pronósticos de los especialistas que intentan comprender este nuevo esquema. El crecimiento, que muchos estimaban iba a ser de entre 1 y 1,5% este año, fue modificado a un rango de entre 0 y 0,5%. Es decir, el pronóstico más optimista plantea un crecimiento de medio punto para la economía americana. La inflación núcleo, que hoy está anualizada en 2,8%, y que en marzo se pronosticaba en 3,5%, ya se calcula en 4,7% a partir de estas medidas. Es una cuestión muy importante porque puede tener efectos sobre la política monetaria, y eso le pega mucho a la Argentina. Si nos detenemos en el riesgo de recesión, que en marzo se calculaba en un 40%, JP Morgan lo eleva al 60%. Hay altas chances de que haya una recesión en Estados Unidos, y por lo tanto, un cimbronazo en la actividad productiva global.
Oil prices are down, interest rates are down (the slow moving Fed should cut rates!), food prices are down, there is NO INFLATION, and the long time abused USA is bringing in Billions of Dollars a week from the abusing countries on Tariffs that are already in place. This is…
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) April 7, 2025
Son varios los interrogantes que se instalan a partir de este escenario: ¿en qué consisten realmente estas medidas? ¿Son medidas para negociar? ¿Son medidas que esconden, detrás, no un programa comercial sino un programa geopolítico? ¿Trump y el gobierno de los Estados Unidos piensan negociar el nivel arancelario, el nivel de apertura o de clausura del mercado americano según los alineamientos geopolíticos de los países o regiones en relación con Estados Unidos? ¿O son medidas que pretenden realmente resetear todo el sistema comercial del mundo, con una especie de regresión a un mundo pre-Organización Mundial de Comercio, de relaciones país a país, o país y regiones? Gran signo de pregunta. Ningún experto lo puede resolver. Habrá que ver, en todo caso, cuánto tiempo el gobierno de EE.UU. puede sostener esta política, y cuál será el costo interno.
En ese sentido, el The Wall Street Journal publicó un estudio de una empresa especializada en comercio americano, llamada Techinsights, donde se analiza, a modo de ejemplo, el costo adicional que va a tener para los consumidores locales el iPhone 16. Hoy ese costo está en US$549,73. ¿Cuánto le suma el aumento de aranceles? US$296,86. En consecuencia, el costo del iPhone 16 para un consumidor estadounidense pasaría de 549,73 a 846,59 dólares. Es un 54% de aumento. ¿Cómo se explica? El procesador, por ejemplo, viene de Taiwán y cuesta 90,85 dólares. La pantalla y el módem son de Corea del Sur. Las baterías son chinas —China abastece más del 50% de las baterías que consume la industria americana, especialmente la automotriz—. La capacidad de almacenamiento y la memoria son japonesas. Esto es solo una parte del enorme impacto en el consumo estadounidense que producen estas medidas proteccionistas, que seguramente afectarán también una inflación que es del 2,8%, pero que se calcula podría rondar el 5% a fin de año.
Como consecuencia inmediata, concreta y mensurable, las decisiones de Trump se traducen en un nivel de incertidumbre fenomenal en el mundo, y sobre todo en el mundo financiero. Un gráfico publicado por la empresa de datos de Carl Russell y Pablo Robles muestra el comportamiento de las bolsas desde enero, cuando asumió. Es posible apreciar un derrumbe en la bolsa china, alemana y del Reino Unido. Incluso la bolsa de los Estados Unidos llega casi a una caída del 20% al igual que la japonesa. ¿Qué significa? Que los mercados bursátiles, desde la asunción del mandatario, sufren una gran destrucción del valor.
Este es el panorama internacional. Turbulento, enigmático. Hay que insistir: todavía no sabemos sus consecuencias. Por ejemplo, Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, le planteó a Estados Unidos la posibilidad de dar vuelta la página en esta guerra comercial y alcanzar un tratado de libre comercio con Europa y un arancel cero. Es una interpelación para el Mercosur, que sigue demorando la aprobación del acuerdo con Europa, en alguna medida, por países como Francia o por las reservas que tienen productores agropecuarios como Irlanda para firmar acuerdos con Brasil, la Argentina, Paraguay y Uruguay.
El horizonte de todo este conflicto sigue siendo misterioso. Para la Argentina, los expertos en economía calculan que el daño que estas medidas puedan radicar en el nivel de inflación en Estados Unidos. Un pasaje de 2,8% a 4,7%, algo que ya se pronostica, podría llevar a que la Reserva Federal, el Banco Central de Estados Unidos, decida una suba en la tasa de interés. Ese incremento llevaría a un fortalecimiento del dólar frente a las demás monedas y desataría una corriente depreciaciones frente a la divisa norteamericana, fenómeno que ya viene registrándose. Esto agudizaría mucho el problema argentino frente al dólar y el atraso cambiario. El peso se volvería una moneda todavía más fuerte de lo que es y estaríamos ante un conflicto productivo trascendental. Habría mucho más incentivo a importar y no a producir en la Argentina, con todas las consecuencias que esto trae sobre la vida social: destrucción de capital, destrucción de tejido productivo y destrucción de empleo.
El gran desafío de Milei es no caer en el problema que tuvieron Carlos Menem y Mauricio Macri: llevar adelante programas de estabilización que terminan siendo repudiados electoralmente por el impacto que tienen sobre el sistema productivo. El Gobierno tiene que evitar ser la tercera experiencia que asocie estabilización económica con destrucción de empleo.
En una economía a la que le faltan dólares, si hay una corrida del mundo hacia el dólar, faltarían aún más dólares. Es algo que el mercado anticipa y fue el problema que tuvo la Argentina en abril de 2018, cuando se presumió que iba a haber una suba en la tasa de interés en Estados Unidos. El mundo viró hacia la moneda estadounidense y los inversores dijeron: “¿Cuáles son los países a los que les faltan dólares?”. En aquel caso eran la Argentina y Turquía, y los castigaron especialmente.
Se trata de un tema coyuntural para la Argentina. El oficialismo actualmente negocia un acuerdo con el Fondo. Y este acuerdo supone que el nivel de ayuda que le pueda prestar el FMI a la Argentina para fortalecer las reservas del Banco Central, en un momento en que no hay dólares y la Argentina estaría expuesta a esta tormenta del mundo, sería mayor en la medida en que la administración Milei decida liberalizar el mercado y volcarse hacia una unificación de los tipos de cambio. Esto supondría una liberación del tipo de cambio que devendría en un cimbronazo sobre los precios. Y acá está el problema más grande ¿Por qué? Porque dólar, inflación, elecciones y voto a Milei son variables que se comunican entre sí. En resumen, si el programa con el Fondo supone una liberalización del tipo de cambio, y esa liberalización termina teniendo consecuencias sobre una depreciación del peso, tendría impacto —seguramente, aunque sea transitoriamente— en los precios. Y ese reflujo de la inflación haría que se ponga en tela de juicio el principal trofeo con el que Milei va a las elecciones de este año.
En los últimos días hubo una novedad, un detalle: Milei estuvo en Estados Unidos y no logró la foto con Trump. Le echan la culpa al canciller Gerardo Werthein, que parecía tener la cabeza muy tomada por el problema de la compra de Telefónica. Podría deberse a que su hijo, o tal vez él con un fondo de inversión, formó un grupo que compitió con Clarín para quedarse con la compañía. Interesado por este negocio, se le escapó la relación con Estados Unidos, la relación con Trump, y Milei no pudo tener la dichosa reunión que pretendía con el presidente de Estados Unidos. Era un encuentro importante, pero no por la foto. Era importante porque, hasta ahora, el Ministerio de Economía estadounidense no había ejercido la influencia que tiene sobre el Fondo Monetario para darle al Gobierno la posibilidad que viene buscando desde el año pasado: recibir ayuda del FMI sin tener que tocar el cepo. Para decirlo en términos concretos. Trump viene fallando, o la amistad con Trump no da todo el resultado que se esperaba. Y esto plantea un problema angustiante, para el ministro de Economía, Luis Caputo: tener que levantar el cepo en un momento en que el Banco Central está perdiendo reservas todos los días para defender una cotización del dólar que, según la mayor parte de los economistas, está atrasada.
Este fenómeno ocurre en el contexto de una gran transformación política que puede verse en el escenario electoral que se avecina. El Gobierno viene de una crisis que todos vimos. En enero del año pasado apareció, por primera vez, la versión —en aquel momento insólita— de que el oficialismo pensaba postular a Ariel Lijo, con el desprestigio que tiene ese juez, para la Corte. Cuando comenzó el rumor, el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, acudió por primera vez a la Cámara de Diputados. Y un diputado, Juan Manuel López, de la Coalición Cívica, le preguntó: “Anda dando vueltas la idea de que ustedes piensan en Lijo para la Corte. Es un chiste, ¿no?”. Cúneo Libarona no pudo contestar, porque probablemente ni sabía si era cierto. Todo esto fue manejado casi exclusivamente por Milei en relación con Ricardo Lorenzetti, uno de los ministros de la Corte.
En medio de esta incertidumbre económica, fracasa una operación de primera magnitud del Gobierno: tratar de completar la Corte con Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla, que llegó por decreto, se le tomó juramento y, como su pliego fue rechazado el jueves pasado en el Senado, el lunes renunció. Hay que observar algunas figuras muy importantes en este drama de la Corte. Probablemente la más importante es Cristina Fernández de Kirchner, cuya posición es clave: maneja 24 senadores y con 25 ya se evitaban los dos tercios que necesitaban para aprobar los pliegos. Fue clave en ponerle un límite a Milei. Es curioso, no porque haya conversaciones ni pactos ni nada que se le parezca, pero convergen Cristina Kirchner y Mauricio Macri como límites frente al deseo del Gobierno de completar la Corte con Lijo y García-Mansilla. Obviamente, la posición de Cristina es más poderosa por el nivel de peso que tiene en el Senado a través de ese sub-bloque.
El Gobierno contesta sin creerse el argumento ridículo de que lo que pasó es la casta contra Milei porque, si Lijo, Daniel Angelici o el tenebroso Jaime Stiuso no son casta, ¿la casta dónde está?. Lijo es el representante más nítido de Comodoro Py, que probablemente sea el centro, porque es el que le garantiza a la casta la impunidad que tiene. Es decir, si hubiera llegado, hubiera sido un triunfo de la casta. Tanto es así que el martes pasado, en el restaurante Elena del Four Seasons, vieron a alguien idéntico a Lijo comer con alguien idéntico a Lucas Nejamkis, que es el secretario privado de Stiuso, y con alguien idéntico a Gustavo Cinosi, perteneciente a todo este sistema, que fue hasta hace poco la mano derecha de Luis Almagro, el uruguayo secretario general de la OEA, quien tiene que dejar el cargo. Si era Lijo, ¿no estaba informado de que Cristina Kirchner, la persona de la que dependía dos días más tarde para ser juez de la Corte, detesta a Cinosi y detesta a Stiuso?
El error del Gobierno fue elemental. Lo dijo en el primer programa del año de Odisea Juan Manuel Olmos: no negociar con el peronismo, que tiene la mayoría del Senado, y negociar con un juez de la Corte, violando un principio básico de división de poderes. No es el Poder Ejecutivo el que debe negociar con un juez de la Corte que, además, está enemistado con el resto. Este es el error. Hoy se da cuenta Milei y dicen que su gran irritación por este fracaso es con Lorenzetti.
Este lunes renunció García-Mansilla, con toda lógica, porque el decreto que nombra a ambos jueces pierde vigencia en el momento en que el Senado rechaza los pliegos. Esta era la tesis que circulaba este fin de semana en el Instituto Patria, es decir, alrededor de Cristina Kirchner. El argumento principal de Milei para nombrarlos es que el Senado no se expedía, lo que quiere decir que el día que el Senado se expidió, ese argumento de Milei para poner a los dos jueces en la Corte perdió sentido y efecto.
También hay otro cabo suelto importante. El jueves fue la sesión, y el día anterior apareció una nota en el diario Clarín con una especie de off the record de declaraciones atribuidas a Ricardo Lorenzetti. Son comentarios que no hizo él, sino que se le atribuyeron pero no desmintió. Sugirió que iba a ir al acuerdo de la Corte con sus colegas al día siguiente a pedir que la causa de Cristina, que llegó en queja por el tema de la obra pública en Santa Cruz, donde está condenada, se trate de inmediato, y que tenga una resolución de ese caso en abril o, a lo sumo, en mayo. Entre líneas, uno tenía que leer que se trate rápido y, en todo caso, si queda condenada, que quede fuera de la carrera electoral.
La senadora Anabel Fernández Sagasti, que es Cristina en el Senado, dijo: “Esta es una extorsión de Lorenzetti para que votemos a favor el pliego de Lijo”. Este detalle es importante porque ahora la duda está en si Cristina Kirchner no va a recusar a Lorenzetti a raíz de lo que su discípula Fernández Sagasti considera una extorsión. Se complicaría la secuencia del tratamiento de la causa de Cristina en la Corte, el cual parece venir, por lo menos, más lento de lo que dejaba trascender esa nota atribuida a Lorenzetti, porque la Corte recibió el caso y no lo mandó de inmediato al Procurador para que dictamine; lo quiere estudiar. Uno podría presumir que la Corte no se quiere meter, como recomendó acá Alberto Garay, el presidente del Colegio de Abogados, el lunes pasado, cuando dijo: “Lo mejor sería que no se meta en el terreno electoral”. ¿Cómo lo haría? Al privar de ser candidata a una persona que tiene un enorme potencial electoral porque es la más importante del kirchnerismo. Daría la impresión de que la Corte va a seguir ese camino, y el caso se tratará después de las elecciones. Queda pendiente si va a haber o no una recusación por parte del kirchnerismo a Lorenzetti por esto que señaló Fernández Sagasti, que interpretó que había como una especie de extorsión.
Mientras el Gobierno se enreda en el tema judicial y genera una derrota innecesaria, tenemos una gran crisis en las dos fuerzas políticas más importantes de los últimos 20 años en la Argentina. Uno podría pensar que en el año 2001 hubo una gran crisis de representación, un gran malentendido entre la gente y la política, cifrado en la consigna “que se vayan todos”. Y que la política resolvió esa crisis generando dos nuevos sujetos: el kirchnerismo dentro del peronismo y el Pro como novedad en el espacio no peronista que había dejado vacante el radicalismo. Tanto el Pro de Macri como el kirchnerismo de Néstor y Cristina lograron, de alguna manera, reconectar a la gente, en medio de una gran polarización, con la política a lo largo de muchos años. Esa reconexión empezó a ser cancelada en las elecciones de 2021 y, sobre todo, en 2023. Uno podría leer que Milei es el emergente, la consecuencia de este agotamiento de la magia del kirchnerismo y del Pro, Cambiemos y Juntos por el Cambio, para reconectar a la gente con la política de la que había quedado desconectada en el año 2001.
Hoy esos dos actores entraron en una crisis: la suma de ambos había perdido en 2021 el 40% de los votos respecto de 2019, y los reemplaza Milei en 2023. Ahora empieza a haber manifestaciones más contundentes en los dos distritos donde cada uno reina: el Pro en la Capital Federal y el kirchnerismo en la provincia de Buenos Aires. Juntos por el Cambio se está desarmando en la Capital Federal. El Pro tiene un gran desprendimiento con la candidatura de Horacio Rodríguez Larreta, de quien las encuestas dicen que podría estar hoy con un piso de 9% o 12%. Un gran daño para los Macri.
Una pregunta, por curiosidad: entre la lista de Jorge Macri y Mauricio Macri, que encabeza Silvia Lospennato, y la de Larreta, Patricia Bullrich, que es la otra protagonista de esta historia, ¿a quién votaría? Casi seguro que votaría más a Larreta que a Lospennato. Es una ministra de Milei que está enemistada a muerte con Macri, que también tiene la enemistad con Larreta. El odio a Larreta se percibe en un video de Jorge Macri sobre el Centro Cultural San Martín que compartió en sus historias de Instagram.
Jorge Macri dice que recibió el Centro Cultural San Martín en un estado lamentable de la gestión anterior, de la que él era ministro de Gobierno. Los políticos tienden a no autocriticarse, pero a veces se les escapan algunas autocríticas. Como decía Borges, con esa lógica peculiar que da el odio. Lo cierto es que en la lista elaborada por Jorge Macri y Mauricio Macri hay un intento muy marcado de frenar a Larreta, que se lleva obviamente votos del Pro.
Aparece un protagonista muy interesante de toda esta historia: Daniel Angelici, que en una asociación con los Macri ubica gente en las listas del Pro. Lo ubica a Lautaro García Batallán (ex-grupo Sushi en la presidencia de la Rúa) y a Lucía Braccia. Se supone que la ubica a ella porque la única razón por la que se los vincula es que trabaja en la empresa World Game, que es de Angelici. Es decir, es empleada del binguero pero puede ser que tenga su propia historia en la UCR porteña, que es de donde aparentemente viene. ¿O es sobrina de Angelici? Lo cierto es que Angelici pone gente en la lista de Jorge Macri, lo que es curioso porque es el jefe del radicalismo de la Capital, que va con otra lista donde seguramente él también tiene representantes. En un momento en que la casta y la política están impugnadas, sigue habiendo reflejos condicionados o movimientos realizados con el sistema nervioso periférico, es decir, no pensados, que corroboran lo que la gente repudia.
Por su parte, el radicalismo elabora una lista testimonial. No solo hay una división en el Pro, hay que ver cuánto saca la lista radical que lleva adelante Lucille Levy, una militante estudiantil, porque puede ser el eclipse de esa fuerza. Uno nunca puede decir que es definitivo, pero es muy impresionante del radicalismo en la ciudad de Buenos Aires, donde fue una entidad importantísima a lo largo de la historia.
Además, hay otro desprendimiento en el mundo de Juntos por el Cambio, que es la lista de Manuel Adorni y La Libertad Avanza. Hay que mirar algo importante: no extrañaría que la lista del gobierno porteño, con Lospennato, y la peronista, que encabeza Leandro Santoro, pongan como foco crítico a Karina Milei, que es la jefa política de La Libertad Avanza en CABA, y no a Adorni. Esto es importante porque si empieza una demonización estratégica, podríamos decir hasta cínica, de Karina Milei, Habrá que ver qué efecto emocional produce en el Presidente. Es un cable difícil de tocar.
A esta dispersión del no peronismo, con el Pro, los radicales, la lista de Larreta, La Libertad Avanza, se le agrega una propuesta de Paula Oliveto, por la Coalicion Cívica, y de Ramiro Marra por los libertarios disidentes. Pulverización que beneficia al peronismo encabezado por Santoro y liderado por Juan Manuel Olmos. El kirchnerismo está en esa lista, con un pequeño desprendimiento, que es Juan Manuel Abal Medina, con el apoyo del Movimiento Evita. Pero hay que mirar a la candidatura de Santoro porque el Gobierno cree que gana la elección.
La gran novedad de hoy no pasa por la ciudad de Buenos Aires, donde está la principal novedad de que el Pro de Macri puede perder y salir segundo o tercero. La más importante está en la provincia de Buenos Aires, donde se produjo la fractura ya evidente entre Cristina Kirchner y Axel Kicillof. El gobernador se levanta contra Cristina Kirchner, lo que Carlos Ruckauf acaba de caracterizar en Clarín como “el matricidio de Kicillof”. Habrá que ver si es matricidio. O si es filicidio y es al revés: Cristina mata a su “hijo” Kicillof. Todavía no está definido el resultado de este torneo. Lo cierto es que el gobernador decide desdoblar la elección de la provincia de Buenos Aires, hacer una elección anticipada el 7 de septiembre, y con eso quitarle el sostén del aparato bonaerense a la lista nacional del kirchnerismo, donde estaba más involucrada Cristina Kirchner. Ella ahora amenaza con ir a la elección provincial y presentarse en la tercera sección electoral, donde Kicillof tiene sus respaldos y sus bases: Jorge Ferraresi en Avellaneda, Mario Secco en Ensenada, Una linda pelea por la Legislatura bonaerense, que ahora se va a hacer peligrosamente famosa.
En 1880, cuando se debatía la federalización de Buenos Aires en la Legislatura bonaerense, que era la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires, que estaba en la Manzana de las Luces, Leandro Alem -que se oponía a que la provincia le entregue su capital a la Nación- dijo: “A partir de ahora la provincia de Buenos Aires va a carecer de agenda política”. Y esto es lo que pasó desde entonces. Ahora parecería que esto podría modificarse. El 7 de septiembre, por primera vez tal vez en la historia moderna de la provincia de Buenos Aires, los bonaerenses van a discutir una agenda provincial, y va a aparecer ahí seguramente el tema de la seguridad, porque lo económico pasa a ser siempre un tema nacional. Este es el desafío que tiene Kicillof: ir a la elección con esta agenda, muy novedosa para una provincia que no tiene ni siquiera clase política. La provincia de Buenos Aires es la única provincia en la que se pueden poner gobernadores porteños y nadie derrama una lágrima. Vaya usted a poner un porteño como candidato a gobernador en Salta, o en Córdoba, o en Jujuy.
La gran novedad es que se quiebra el kirchnerismo en la provincia de Buenos Aires, donde el kirchnerismo se hizo fuerte. Néstor Kirchner llegó el 25 de mayo de 2003 a la Casa Rosada, tuvo un día agotador como es el día de la asunción de los presidentes. Destruido físicamente, llegó a su despacho a la noche y se juntó con Julio De Vido. Como era Kirchner, controlador obsesivo, le preguntó qué iba a hacer al otro día, a lo que De Vido le respondió que tenía una reunión con Alberto Balestrini, de La Matanza, y con Hugo Curto, de Tres de Febrero. Las dos columnas, las dos grandes patas del duhaldismo.”¿Y para qué te vas a reunir con ellos?” Contestó De Vido: “Porque tenemos que empezar a buscar gobernabilidad”.
Lo que le dice Julio De Vido a Néstor Kirchner esa noche es algo así como: “Empezamos a colonizar el PJ bonaerense y apropiarnos de la estructura de Duhalde”. Y en el 2005, cuando Cristina le gana a “Chiche” Duhalde, terminan esa tarea. Desde entonces, el kirchnerismo es un fenómeno bonaerense y lidera al peronismo desde la provincia de Buenos Aires. Este es el dato principal de los últimos 20 años de la política argentina y lo que viene a tocar e intentar dividir Kicillof.
El gobernador hoy enfrenta a Cristina cuando, hasta julio del año pasado, era el candidato presidencial de la exvicepresidenta. Probablemente Cristina tenía intenciones de, Kicillof mediante, seducir a la clase media. Pero el entorno le dijo al mandatario: “No, así no, Axel. Sos otro Alberto si vas con Cristina detrás. Tenés que demostrar que sos independiente”. Y siguiendo ese consejo, Kicillof sale a rivalizar con la dos veces presidenta y a elaborar una candidatura presidencial no sin ella, sino contra ella.
Esto tiene consecuencias muy importantes para ambos. Supongamos que gana Kicillof: sería candidato a presidente con una parte importante de la provincia de Buenos Aires dividida. Porque no cabe duda de que, a partir de hoy, la señora de Kirchner está pensando cuál va a ser su candidato a presidente, es decir, a los pies de quién va a poner el capital político que le quede en la provincia de Buenos Aires.
Otra consecuencia: ¿Van en listas divididas o puede haber PASO? Esto se tenía que discutir este martes en la legislatura bonaerense, y se suspendió la sesión. ¿Va a haber tres elecciones en la provincia de Buenos Aires? Pueden hacerle esa perversidad a Kicillof. Como si le dijeran: “¿Querés desdoblamiento? Tenés que explicarle a los bonaerenses que va a haber PASO, elección provincial y elección nacional”. Una incógnita interesante. Supongamos que no hay PASO y van con listas divididas. El que es intendente peronista, supongamos de La Matanza, ve que hay dos listas de concejales. Y por el medio le puede ganar un tercero: La Libertad Avanza, el PRO, cualquiera.
Empieza a haber entonces una crisis estructural en todo el peronismo bonaerense, que es el lugar para el cual se creó el peronismo. Perón creó el peronismo para evitar una revolución social en el conurbano bonaerense. Se tocó un nervio de la historia esta tarde con la decisión que tomó Kicillof, llevada adelante o instigada por Ferraresi, por Secco, pero sobre todo por alguien que aporta otro nombre raro en esta pelea: Andrés “el Cuervo” Larroque, otrora ortodoxo como nadie de Cristina que hoy es el principal asesor de Kicillof contra Cristina. Queda una provincia dividida, y un gabinete que seguramente va a entrar en crisis. Máximo Kirchner empezó a pedirles a quienes le responden que renuncien al gabinete de Kicillof.
Últimas dos preguntas: ¿Cómo queda la legislatura porteña? Juan Manuel Olmos, que es un político porteño que se la sabe todas, se puso 11° en la lista. Aspira a entrar y por ende a ganar la elección. Con ese triunfo, el peronismo puede armar una mayoría contra Jorge Macri en la legislatura porteña. Empieza a haber un Macri amenazado, inestable. ¿Y la legislatura bonaerense? Si Cristina Kirchner gana, ¿cuánto dura Kicillof? En este mundo tormentoso, la Argentina puede empezar un proceso de inestabilidad en dos distritos fundamentales: la Capital y la provincia de Buenos Aires. Ese puede ser el panorama en 2026. Dios nos libre y nos guarde.
Tulio Halperin Donghi, el gran historiador, tituló uno de sus últimos libros “La Argentina en la tormenta del mundo”. Se refería al modo en que recorrieron nuestro país las tensiones y las ideas que llevaron a la Segunda Guerra. Podríamos decir hoy que la Argentina, que atraviesa una crisis política cuyas manifestaciones son cada vez más evidentes y frecuentes, se sacude en la tormenta del mundo. Es una tormenta que ha desatado Donald Trump, poniendo en crisis un fenómeno que fue central en las últimas décadas: la globalización, sobre todo a nivel comercial.
Trump desató una guerra comercial cuyas consecuencias ya empezamos a ver, pero que representa una especie de bomba de profundidad, cuyos efectos emergerán con el tiempo, incluso cuando se vaya definiendo qué es lo que realmente pretende con esta estrategia, si es que hay una.
Hay un autor muy reconocido que escribió un libro titulado “¿Ha ganado China?”. Se trata de Kishore Mahbubani. En una entrevista reciente, planteó que el problema del mundo actual es que este ataque comercial del presidente estadounidense, fortaleciendo y agudizando el proteccionismo para los Estados Unidos con una suba de aranceles, es un ataque sin estrategia. Es un embate sobre el cual es difícil proyectar un modelo de salida. ¿Cuál es el mundo que él pretende moldear a partir de estas decisiones?
El lunes por la tarde, Trump escribió un mensaje por X -la red de Elon Musk -quien se muestra disconforme con esta política- planteando que, como China respondió a su suba de aranceles con un incremento del 34% para los productos americanos, les da tiempo hasta este martes para revertir la medida o él aplicará un arancel del 50% a los productos chinos. Esto significaría una bomba nuclear al sistema productivo norteamericano, que depende en gran medida de insumos asiáticos, y específicamente, de insumos provenientes de China.
Empieza a haber entonces reajustes en todos los pronósticos de los especialistas que intentan comprender este nuevo esquema. El crecimiento, que muchos estimaban iba a ser de entre 1 y 1,5% este año, fue modificado a un rango de entre 0 y 0,5%. Es decir, el pronóstico más optimista plantea un crecimiento de medio punto para la economía americana. La inflación núcleo, que hoy está anualizada en 2,8%, y que en marzo se pronosticaba en 3,5%, ya se calcula en 4,7% a partir de estas medidas. Es una cuestión muy importante porque puede tener efectos sobre la política monetaria, y eso le pega mucho a la Argentina. Si nos detenemos en el riesgo de recesión, que en marzo se calculaba en un 40%, JP Morgan lo eleva al 60%. Hay altas chances de que haya una recesión en Estados Unidos, y por lo tanto, un cimbronazo en la actividad productiva global.
Oil prices are down, interest rates are down (the slow moving Fed should cut rates!), food prices are down, there is NO INFLATION, and the long time abused USA is bringing in Billions of Dollars a week from the abusing countries on Tariffs that are already in place. This is…
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) April 7, 2025
Son varios los interrogantes que se instalan a partir de este escenario: ¿en qué consisten realmente estas medidas? ¿Son medidas para negociar? ¿Son medidas que esconden, detrás, no un programa comercial sino un programa geopolítico? ¿Trump y el gobierno de los Estados Unidos piensan negociar el nivel arancelario, el nivel de apertura o de clausura del mercado americano según los alineamientos geopolíticos de los países o regiones en relación con Estados Unidos? ¿O son medidas que pretenden realmente resetear todo el sistema comercial del mundo, con una especie de regresión a un mundo pre-Organización Mundial de Comercio, de relaciones país a país, o país y regiones? Gran signo de pregunta. Ningún experto lo puede resolver. Habrá que ver, en todo caso, cuánto tiempo el gobierno de EE.UU. puede sostener esta política, y cuál será el costo interno.
En ese sentido, el The Wall Street Journal publicó un estudio de una empresa especializada en comercio americano, llamada Techinsights, donde se analiza, a modo de ejemplo, el costo adicional que va a tener para los consumidores locales el iPhone 16. Hoy ese costo está en US$549,73. ¿Cuánto le suma el aumento de aranceles? US$296,86. En consecuencia, el costo del iPhone 16 para un consumidor estadounidense pasaría de 549,73 a 846,59 dólares. Es un 54% de aumento. ¿Cómo se explica? El procesador, por ejemplo, viene de Taiwán y cuesta 90,85 dólares. La pantalla y el módem son de Corea del Sur. Las baterías son chinas —China abastece más del 50% de las baterías que consume la industria americana, especialmente la automotriz—. La capacidad de almacenamiento y la memoria son japonesas. Esto es solo una parte del enorme impacto en el consumo estadounidense que producen estas medidas proteccionistas, que seguramente afectarán también una inflación que es del 2,8%, pero que se calcula podría rondar el 5% a fin de año.
Como consecuencia inmediata, concreta y mensurable, las decisiones de Trump se traducen en un nivel de incertidumbre fenomenal en el mundo, y sobre todo en el mundo financiero. Un gráfico publicado por la empresa de datos de Carl Russell y Pablo Robles muestra el comportamiento de las bolsas desde enero, cuando asumió. Es posible apreciar un derrumbe en la bolsa china, alemana y del Reino Unido. Incluso la bolsa de los Estados Unidos llega casi a una caída del 20% al igual que la japonesa. ¿Qué significa? Que los mercados bursátiles, desde la asunción del mandatario, sufren una gran destrucción del valor.
Este es el panorama internacional. Turbulento, enigmático. Hay que insistir: todavía no sabemos sus consecuencias. Por ejemplo, Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, le planteó a Estados Unidos la posibilidad de dar vuelta la página en esta guerra comercial y alcanzar un tratado de libre comercio con Europa y un arancel cero. Es una interpelación para el Mercosur, que sigue demorando la aprobación del acuerdo con Europa, en alguna medida, por países como Francia o por las reservas que tienen productores agropecuarios como Irlanda para firmar acuerdos con Brasil, la Argentina, Paraguay y Uruguay.
El horizonte de todo este conflicto sigue siendo misterioso. Para la Argentina, los expertos en economía calculan que el daño que estas medidas puedan radicar en el nivel de inflación en Estados Unidos. Un pasaje de 2,8% a 4,7%, algo que ya se pronostica, podría llevar a que la Reserva Federal, el Banco Central de Estados Unidos, decida una suba en la tasa de interés. Ese incremento llevaría a un fortalecimiento del dólar frente a las demás monedas y desataría una corriente depreciaciones frente a la divisa norteamericana, fenómeno que ya viene registrándose. Esto agudizaría mucho el problema argentino frente al dólar y el atraso cambiario. El peso se volvería una moneda todavía más fuerte de lo que es y estaríamos ante un conflicto productivo trascendental. Habría mucho más incentivo a importar y no a producir en la Argentina, con todas las consecuencias que esto trae sobre la vida social: destrucción de capital, destrucción de tejido productivo y destrucción de empleo.
El gran desafío de Milei es no caer en el problema que tuvieron Carlos Menem y Mauricio Macri: llevar adelante programas de estabilización que terminan siendo repudiados electoralmente por el impacto que tienen sobre el sistema productivo. El Gobierno tiene que evitar ser la tercera experiencia que asocie estabilización económica con destrucción de empleo.
En una economía a la que le faltan dólares, si hay una corrida del mundo hacia el dólar, faltarían aún más dólares. Es algo que el mercado anticipa y fue el problema que tuvo la Argentina en abril de 2018, cuando se presumió que iba a haber una suba en la tasa de interés en Estados Unidos. El mundo viró hacia la moneda estadounidense y los inversores dijeron: “¿Cuáles son los países a los que les faltan dólares?”. En aquel caso eran la Argentina y Turquía, y los castigaron especialmente.
Se trata de un tema coyuntural para la Argentina. El oficialismo actualmente negocia un acuerdo con el Fondo. Y este acuerdo supone que el nivel de ayuda que le pueda prestar el FMI a la Argentina para fortalecer las reservas del Banco Central, en un momento en que no hay dólares y la Argentina estaría expuesta a esta tormenta del mundo, sería mayor en la medida en que la administración Milei decida liberalizar el mercado y volcarse hacia una unificación de los tipos de cambio. Esto supondría una liberación del tipo de cambio que devendría en un cimbronazo sobre los precios. Y acá está el problema más grande ¿Por qué? Porque dólar, inflación, elecciones y voto a Milei son variables que se comunican entre sí. En resumen, si el programa con el Fondo supone una liberalización del tipo de cambio, y esa liberalización termina teniendo consecuencias sobre una depreciación del peso, tendría impacto —seguramente, aunque sea transitoriamente— en los precios. Y ese reflujo de la inflación haría que se ponga en tela de juicio el principal trofeo con el que Milei va a las elecciones de este año.
En los últimos días hubo una novedad, un detalle: Milei estuvo en Estados Unidos y no logró la foto con Trump. Le echan la culpa al canciller Gerardo Werthein, que parecía tener la cabeza muy tomada por el problema de la compra de Telefónica. Podría deberse a que su hijo, o tal vez él con un fondo de inversión, formó un grupo que compitió con Clarín para quedarse con la compañía. Interesado por este negocio, se le escapó la relación con Estados Unidos, la relación con Trump, y Milei no pudo tener la dichosa reunión que pretendía con el presidente de Estados Unidos. Era un encuentro importante, pero no por la foto. Era importante porque, hasta ahora, el Ministerio de Economía estadounidense no había ejercido la influencia que tiene sobre el Fondo Monetario para darle al Gobierno la posibilidad que viene buscando desde el año pasado: recibir ayuda del FMI sin tener que tocar el cepo. Para decirlo en términos concretos. Trump viene fallando, o la amistad con Trump no da todo el resultado que se esperaba. Y esto plantea un problema angustiante, para el ministro de Economía, Luis Caputo: tener que levantar el cepo en un momento en que el Banco Central está perdiendo reservas todos los días para defender una cotización del dólar que, según la mayor parte de los economistas, está atrasada.
Este fenómeno ocurre en el contexto de una gran transformación política que puede verse en el escenario electoral que se avecina. El Gobierno viene de una crisis que todos vimos. En enero del año pasado apareció, por primera vez, la versión —en aquel momento insólita— de que el oficialismo pensaba postular a Ariel Lijo, con el desprestigio que tiene ese juez, para la Corte. Cuando comenzó el rumor, el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, acudió por primera vez a la Cámara de Diputados. Y un diputado, Juan Manuel López, de la Coalición Cívica, le preguntó: “Anda dando vueltas la idea de que ustedes piensan en Lijo para la Corte. Es un chiste, ¿no?”. Cúneo Libarona no pudo contestar, porque probablemente ni sabía si era cierto. Todo esto fue manejado casi exclusivamente por Milei en relación con Ricardo Lorenzetti, uno de los ministros de la Corte.
En medio de esta incertidumbre económica, fracasa una operación de primera magnitud del Gobierno: tratar de completar la Corte con Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla, que llegó por decreto, se le tomó juramento y, como su pliego fue rechazado el jueves pasado en el Senado, el lunes renunció. Hay que observar algunas figuras muy importantes en este drama de la Corte. Probablemente la más importante es Cristina Fernández de Kirchner, cuya posición es clave: maneja 24 senadores y con 25 ya se evitaban los dos tercios que necesitaban para aprobar los pliegos. Fue clave en ponerle un límite a Milei. Es curioso, no porque haya conversaciones ni pactos ni nada que se le parezca, pero convergen Cristina Kirchner y Mauricio Macri como límites frente al deseo del Gobierno de completar la Corte con Lijo y García-Mansilla. Obviamente, la posición de Cristina es más poderosa por el nivel de peso que tiene en el Senado a través de ese sub-bloque.
El Gobierno contesta sin creerse el argumento ridículo de que lo que pasó es la casta contra Milei porque, si Lijo, Daniel Angelici o el tenebroso Jaime Stiuso no son casta, ¿la casta dónde está?. Lijo es el representante más nítido de Comodoro Py, que probablemente sea el centro, porque es el que le garantiza a la casta la impunidad que tiene. Es decir, si hubiera llegado, hubiera sido un triunfo de la casta. Tanto es así que el martes pasado, en el restaurante Elena del Four Seasons, vieron a alguien idéntico a Lijo comer con alguien idéntico a Lucas Nejamkis, que es el secretario privado de Stiuso, y con alguien idéntico a Gustavo Cinosi, perteneciente a todo este sistema, que fue hasta hace poco la mano derecha de Luis Almagro, el uruguayo secretario general de la OEA, quien tiene que dejar el cargo. Si era Lijo, ¿no estaba informado de que Cristina Kirchner, la persona de la que dependía dos días más tarde para ser juez de la Corte, detesta a Cinosi y detesta a Stiuso?
El error del Gobierno fue elemental. Lo dijo en el primer programa del año de Odisea Juan Manuel Olmos: no negociar con el peronismo, que tiene la mayoría del Senado, y negociar con un juez de la Corte, violando un principio básico de división de poderes. No es el Poder Ejecutivo el que debe negociar con un juez de la Corte que, además, está enemistado con el resto. Este es el error. Hoy se da cuenta Milei y dicen que su gran irritación por este fracaso es con Lorenzetti.
Este lunes renunció García-Mansilla, con toda lógica, porque el decreto que nombra a ambos jueces pierde vigencia en el momento en que el Senado rechaza los pliegos. Esta era la tesis que circulaba este fin de semana en el Instituto Patria, es decir, alrededor de Cristina Kirchner. El argumento principal de Milei para nombrarlos es que el Senado no se expedía, lo que quiere decir que el día que el Senado se expidió, ese argumento de Milei para poner a los dos jueces en la Corte perdió sentido y efecto.
También hay otro cabo suelto importante. El jueves fue la sesión, y el día anterior apareció una nota en el diario Clarín con una especie de off the record de declaraciones atribuidas a Ricardo Lorenzetti. Son comentarios que no hizo él, sino que se le atribuyeron pero no desmintió. Sugirió que iba a ir al acuerdo de la Corte con sus colegas al día siguiente a pedir que la causa de Cristina, que llegó en queja por el tema de la obra pública en Santa Cruz, donde está condenada, se trate de inmediato, y que tenga una resolución de ese caso en abril o, a lo sumo, en mayo. Entre líneas, uno tenía que leer que se trate rápido y, en todo caso, si queda condenada, que quede fuera de la carrera electoral.
La senadora Anabel Fernández Sagasti, que es Cristina en el Senado, dijo: “Esta es una extorsión de Lorenzetti para que votemos a favor el pliego de Lijo”. Este detalle es importante porque ahora la duda está en si Cristina Kirchner no va a recusar a Lorenzetti a raíz de lo que su discípula Fernández Sagasti considera una extorsión. Se complicaría la secuencia del tratamiento de la causa de Cristina en la Corte, el cual parece venir, por lo menos, más lento de lo que dejaba trascender esa nota atribuida a Lorenzetti, porque la Corte recibió el caso y no lo mandó de inmediato al Procurador para que dictamine; lo quiere estudiar. Uno podría presumir que la Corte no se quiere meter, como recomendó acá Alberto Garay, el presidente del Colegio de Abogados, el lunes pasado, cuando dijo: “Lo mejor sería que no se meta en el terreno electoral”. ¿Cómo lo haría? Al privar de ser candidata a una persona que tiene un enorme potencial electoral porque es la más importante del kirchnerismo. Daría la impresión de que la Corte va a seguir ese camino, y el caso se tratará después de las elecciones. Queda pendiente si va a haber o no una recusación por parte del kirchnerismo a Lorenzetti por esto que señaló Fernández Sagasti, que interpretó que había como una especie de extorsión.
Mientras el Gobierno se enreda en el tema judicial y genera una derrota innecesaria, tenemos una gran crisis en las dos fuerzas políticas más importantes de los últimos 20 años en la Argentina. Uno podría pensar que en el año 2001 hubo una gran crisis de representación, un gran malentendido entre la gente y la política, cifrado en la consigna “que se vayan todos”. Y que la política resolvió esa crisis generando dos nuevos sujetos: el kirchnerismo dentro del peronismo y el Pro como novedad en el espacio no peronista que había dejado vacante el radicalismo. Tanto el Pro de Macri como el kirchnerismo de Néstor y Cristina lograron, de alguna manera, reconectar a la gente, en medio de una gran polarización, con la política a lo largo de muchos años. Esa reconexión empezó a ser cancelada en las elecciones de 2021 y, sobre todo, en 2023. Uno podría leer que Milei es el emergente, la consecuencia de este agotamiento de la magia del kirchnerismo y del Pro, Cambiemos y Juntos por el Cambio, para reconectar a la gente con la política de la que había quedado desconectada en el año 2001.
Hoy esos dos actores entraron en una crisis: la suma de ambos había perdido en 2021 el 40% de los votos respecto de 2019, y los reemplaza Milei en 2023. Ahora empieza a haber manifestaciones más contundentes en los dos distritos donde cada uno reina: el Pro en la Capital Federal y el kirchnerismo en la provincia de Buenos Aires. Juntos por el Cambio se está desarmando en la Capital Federal. El Pro tiene un gran desprendimiento con la candidatura de Horacio Rodríguez Larreta, de quien las encuestas dicen que podría estar hoy con un piso de 9% o 12%. Un gran daño para los Macri.
Una pregunta, por curiosidad: entre la lista de Jorge Macri y Mauricio Macri, que encabeza Silvia Lospennato, y la de Larreta, Patricia Bullrich, que es la otra protagonista de esta historia, ¿a quién votaría? Casi seguro que votaría más a Larreta que a Lospennato. Es una ministra de Milei que está enemistada a muerte con Macri, que también tiene la enemistad con Larreta. El odio a Larreta se percibe en un video de Jorge Macri sobre el Centro Cultural San Martín que compartió en sus historias de Instagram.
Jorge Macri dice que recibió el Centro Cultural San Martín en un estado lamentable de la gestión anterior, de la que él era ministro de Gobierno. Los políticos tienden a no autocriticarse, pero a veces se les escapan algunas autocríticas. Como decía Borges, con esa lógica peculiar que da el odio. Lo cierto es que en la lista elaborada por Jorge Macri y Mauricio Macri hay un intento muy marcado de frenar a Larreta, que se lleva obviamente votos del Pro.
Aparece un protagonista muy interesante de toda esta historia: Daniel Angelici, que en una asociación con los Macri ubica gente en las listas del Pro. Lo ubica a Lautaro García Batallán (ex-grupo Sushi en la presidencia de la Rúa) y a Lucía Braccia. Se supone que la ubica a ella porque la única razón por la que se los vincula es que trabaja en la empresa World Game, que es de Angelici. Es decir, es empleada del binguero pero puede ser que tenga su propia historia en la UCR porteña, que es de donde aparentemente viene. ¿O es sobrina de Angelici? Lo cierto es que Angelici pone gente en la lista de Jorge Macri, lo que es curioso porque es el jefe del radicalismo de la Capital, que va con otra lista donde seguramente él también tiene representantes. En un momento en que la casta y la política están impugnadas, sigue habiendo reflejos condicionados o movimientos realizados con el sistema nervioso periférico, es decir, no pensados, que corroboran lo que la gente repudia.
Por su parte, el radicalismo elabora una lista testimonial. No solo hay una división en el Pro, hay que ver cuánto saca la lista radical que lleva adelante Lucille Levy, una militante estudiantil, porque puede ser el eclipse de esa fuerza. Uno nunca puede decir que es definitivo, pero es muy impresionante del radicalismo en la ciudad de Buenos Aires, donde fue una entidad importantísima a lo largo de la historia.
Además, hay otro desprendimiento en el mundo de Juntos por el Cambio, que es la lista de Manuel Adorni y La Libertad Avanza. Hay que mirar algo importante: no extrañaría que la lista del gobierno porteño, con Lospennato, y la peronista, que encabeza Leandro Santoro, pongan como foco crítico a Karina Milei, que es la jefa política de La Libertad Avanza en CABA, y no a Adorni. Esto es importante porque si empieza una demonización estratégica, podríamos decir hasta cínica, de Karina Milei, Habrá que ver qué efecto emocional produce en el Presidente. Es un cable difícil de tocar.
A esta dispersión del no peronismo, con el Pro, los radicales, la lista de Larreta, La Libertad Avanza, se le agrega una propuesta de Paula Oliveto, por la Coalicion Cívica, y de Ramiro Marra por los libertarios disidentes. Pulverización que beneficia al peronismo encabezado por Santoro y liderado por Juan Manuel Olmos. El kirchnerismo está en esa lista, con un pequeño desprendimiento, que es Juan Manuel Abal Medina, con el apoyo del Movimiento Evita. Pero hay que mirar a la candidatura de Santoro porque el Gobierno cree que gana la elección.
La gran novedad de hoy no pasa por la ciudad de Buenos Aires, donde está la principal novedad de que el Pro de Macri puede perder y salir segundo o tercero. La más importante está en la provincia de Buenos Aires, donde se produjo la fractura ya evidente entre Cristina Kirchner y Axel Kicillof. El gobernador se levanta contra Cristina Kirchner, lo que Carlos Ruckauf acaba de caracterizar en Clarín como “el matricidio de Kicillof”. Habrá que ver si es matricidio. O si es filicidio y es al revés: Cristina mata a su “hijo” Kicillof. Todavía no está definido el resultado de este torneo. Lo cierto es que el gobernador decide desdoblar la elección de la provincia de Buenos Aires, hacer una elección anticipada el 7 de septiembre, y con eso quitarle el sostén del aparato bonaerense a la lista nacional del kirchnerismo, donde estaba más involucrada Cristina Kirchner. Ella ahora amenaza con ir a la elección provincial y presentarse en la tercera sección electoral, donde Kicillof tiene sus respaldos y sus bases: Jorge Ferraresi en Avellaneda, Mario Secco en Ensenada, Una linda pelea por la Legislatura bonaerense, que ahora se va a hacer peligrosamente famosa.
En 1880, cuando se debatía la federalización de Buenos Aires en la Legislatura bonaerense, que era la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires, que estaba en la Manzana de las Luces, Leandro Alem -que se oponía a que la provincia le entregue su capital a la Nación- dijo: “A partir de ahora la provincia de Buenos Aires va a carecer de agenda política”. Y esto es lo que pasó desde entonces. Ahora parecería que esto podría modificarse. El 7 de septiembre, por primera vez tal vez en la historia moderna de la provincia de Buenos Aires, los bonaerenses van a discutir una agenda provincial, y va a aparecer ahí seguramente el tema de la seguridad, porque lo económico pasa a ser siempre un tema nacional. Este es el desafío que tiene Kicillof: ir a la elección con esta agenda, muy novedosa para una provincia que no tiene ni siquiera clase política. La provincia de Buenos Aires es la única provincia en la que se pueden poner gobernadores porteños y nadie derrama una lágrima. Vaya usted a poner un porteño como candidato a gobernador en Salta, o en Córdoba, o en Jujuy.
La gran novedad es que se quiebra el kirchnerismo en la provincia de Buenos Aires, donde el kirchnerismo se hizo fuerte. Néstor Kirchner llegó el 25 de mayo de 2003 a la Casa Rosada, tuvo un día agotador como es el día de la asunción de los presidentes. Destruido físicamente, llegó a su despacho a la noche y se juntó con Julio De Vido. Como era Kirchner, controlador obsesivo, le preguntó qué iba a hacer al otro día, a lo que De Vido le respondió que tenía una reunión con Alberto Balestrini, de La Matanza, y con Hugo Curto, de Tres de Febrero. Las dos columnas, las dos grandes patas del duhaldismo.”¿Y para qué te vas a reunir con ellos?” Contestó De Vido: “Porque tenemos que empezar a buscar gobernabilidad”.
Lo que le dice Julio De Vido a Néstor Kirchner esa noche es algo así como: “Empezamos a colonizar el PJ bonaerense y apropiarnos de la estructura de Duhalde”. Y en el 2005, cuando Cristina le gana a “Chiche” Duhalde, terminan esa tarea. Desde entonces, el kirchnerismo es un fenómeno bonaerense y lidera al peronismo desde la provincia de Buenos Aires. Este es el dato principal de los últimos 20 años de la política argentina y lo que viene a tocar e intentar dividir Kicillof.
El gobernador hoy enfrenta a Cristina cuando, hasta julio del año pasado, era el candidato presidencial de la exvicepresidenta. Probablemente Cristina tenía intenciones de, Kicillof mediante, seducir a la clase media. Pero el entorno le dijo al mandatario: “No, así no, Axel. Sos otro Alberto si vas con Cristina detrás. Tenés que demostrar que sos independiente”. Y siguiendo ese consejo, Kicillof sale a rivalizar con la dos veces presidenta y a elaborar una candidatura presidencial no sin ella, sino contra ella.
Esto tiene consecuencias muy importantes para ambos. Supongamos que gana Kicillof: sería candidato a presidente con una parte importante de la provincia de Buenos Aires dividida. Porque no cabe duda de que, a partir de hoy, la señora de Kirchner está pensando cuál va a ser su candidato a presidente, es decir, a los pies de quién va a poner el capital político que le quede en la provincia de Buenos Aires.
Otra consecuencia: ¿Van en listas divididas o puede haber PASO? Esto se tenía que discutir este martes en la legislatura bonaerense, y se suspendió la sesión. ¿Va a haber tres elecciones en la provincia de Buenos Aires? Pueden hacerle esa perversidad a Kicillof. Como si le dijeran: “¿Querés desdoblamiento? Tenés que explicarle a los bonaerenses que va a haber PASO, elección provincial y elección nacional”. Una incógnita interesante. Supongamos que no hay PASO y van con listas divididas. El que es intendente peronista, supongamos de La Matanza, ve que hay dos listas de concejales. Y por el medio le puede ganar un tercero: La Libertad Avanza, el PRO, cualquiera.
Empieza a haber entonces una crisis estructural en todo el peronismo bonaerense, que es el lugar para el cual se creó el peronismo. Perón creó el peronismo para evitar una revolución social en el conurbano bonaerense. Se tocó un nervio de la historia esta tarde con la decisión que tomó Kicillof, llevada adelante o instigada por Ferraresi, por Secco, pero sobre todo por alguien que aporta otro nombre raro en esta pelea: Andrés “el Cuervo” Larroque, otrora ortodoxo como nadie de Cristina que hoy es el principal asesor de Kicillof contra Cristina. Queda una provincia dividida, y un gabinete que seguramente va a entrar en crisis. Máximo Kirchner empezó a pedirles a quienes le responden que renuncien al gabinete de Kicillof.
Últimas dos preguntas: ¿Cómo queda la legislatura porteña? Juan Manuel Olmos, que es un político porteño que se la sabe todas, se puso 11° en la lista. Aspira a entrar y por ende a ganar la elección. Con ese triunfo, el peronismo puede armar una mayoría contra Jorge Macri en la legislatura porteña. Empieza a haber un Macri amenazado, inestable. ¿Y la legislatura bonaerense? Si Cristina Kirchner gana, ¿cuánto dura Kicillof? En este mundo tormentoso, la Argentina puede empezar un proceso de inestabilidad en dos distritos fundamentales: la Capital y la provincia de Buenos Aires. Ese puede ser el panorama en 2026. Dios nos libre y nos guarde.
Trump y la tormenta internacional; el aumento de costos para el consumidor norteamericano; el dólar se vuelve más riesgoso para Milei; el fracaso en la Corte; la crisis del Pro en la Capital; Kicillof contra Cristina: significados múltiples LA NACION