Firmeza e inteligencia ante Trump

MADRID.– El potencial destructivo de la guerra arancelaria mundial de Donald Trump se ha hecho evidente con el desplome de los mercados. Causan asombro la ligereza y la falta de ponderación y argumentos con las cuales la Casa Blanca ha desatado una ofensiva que tiene todos los visos de causar gravísimos daños a escala global y, sobre todo, al mismo país que la emprende.
Esta es una revolución en la estrategia de Estados Unidos. Con manifiesto desapego de los valores democráticos, ya no cree que alianzas sólidas y un mundo globalizado convengan a sus intereses. Esa estrategia exige a los europeos una inmensa tarea de adaptación. Para tener éxito hacen falta, primero, un alto grado de unidad y el cálculo preciso de las consecuencias. Esto requiere que la firmeza vaya de la mano de la paciencia, de la ponderación de rehuir la tentación de acciones precipitadas y retóricas incendiarias. Ante prácticas de matones nunca es aconsejable el apaciguamiento, que solo es vía libre para mayores abusos. La Unión Europea debe responder con vigor a la guerra comercial trumpista.
La respuesta, en todo caso, no puede centrarse solo en represalias. Tanto o más importantes son las medidas de nueva construcción, como el estrechamiento de lazos con otros países o bloques. Unidad e inteligencia política son hoy más imprescindibles que nunca para sobreponernos con éxito a la embestida trumpista.
MADRID.– El potencial destructivo de la guerra arancelaria mundial de Donald Trump se ha hecho evidente con el desplome de los mercados. Causan asombro la ligereza y la falta de ponderación y argumentos con las cuales la Casa Blanca ha desatado una ofensiva que tiene todos los visos de causar gravísimos daños a escala global y, sobre todo, al mismo país que la emprende.
Esta es una revolución en la estrategia de Estados Unidos. Con manifiesto desapego de los valores democráticos, ya no cree que alianzas sólidas y un mundo globalizado convengan a sus intereses. Esa estrategia exige a los europeos una inmensa tarea de adaptación. Para tener éxito hacen falta, primero, un alto grado de unidad y el cálculo preciso de las consecuencias. Esto requiere que la firmeza vaya de la mano de la paciencia, de la ponderación de rehuir la tentación de acciones precipitadas y retóricas incendiarias. Ante prácticas de matones nunca es aconsejable el apaciguamiento, que solo es vía libre para mayores abusos. La Unión Europea debe responder con vigor a la guerra comercial trumpista.
La respuesta, en todo caso, no puede centrarse solo en represalias. Tanto o más importantes son las medidas de nueva construcción, como el estrechamiento de lazos con otros países o bloques. Unidad e inteligencia política son hoy más imprescindibles que nunca para sobreponernos con éxito a la embestida trumpista.
MADRID.– El potencial destructivo de la guerra arancelaria mundial de Donald Trump se ha hecho evidente con el desplome de los mercados. Causan asombro la ligereza y la falta de ponderación y argumentos con las cuales la Casa Blanca ha desatado una ofensiva que tiene todos los visos de causar gravísimos daños a escala global y, sobre todo, al mismo país que la emprende. Esta es una revolución en la estrategia de Estados Unidos. Con manifiesto desapego de los valores democráticos, ya no cree que alianzas sólidas y un mundo globalizado convengan a sus intereses. Esa estrategia exige a los europeos una inmensa tarea de adaptación. Para tener éxito hacen falta, primero, un alto grado de unidad y el cálculo preciso de las consecuencias. Esto requiere que la firmeza vaya de la mano de la paciencia, de la ponderación de rehuir la tentación de acciones precipitadas y retóricas incendiarias. Ante prácticas de matones nunca es aconsejable el apaciguamiento, que solo es vía libre para mayores abusos. La Unión Europea debe responder con vigor a la guerra comercial trumpista. La respuesta, en todo caso, no puede centrarse solo en represalias. Tanto o más importantes son las medidas de nueva construcción, como el estrechamiento de lazos con otros países o bloques. Unidad e inteligencia política son hoy más imprescindibles que nunca para sobreponernos con éxito a la embestida trumpista. LA NACION