Una nueva geografía política con amenazas para todos

Si la demanda moldea la oferta electoral, como indicaba la máxima vigente hasta las últimas elecciones, habría que concluir que hay demasiadas demandas dispersas en la sociedad, tan difíciles de articular como de resolver. Es lo que se desprende del cierre de listas para las elecciones legislativas porteñas.
Podría ser una conclusión apresurada y fruto de la foto inicial de atomización absoluta que, naturalmente, dejó la suspensión de las PASO. Una institución que tendía a concentrar la oferta y, por ende, incentivaba la conformación de alianzas. El bicoalicionismo que estalló en 2023 y del que Javier Milei fue tanto causa como efecto se reduce a esquirlas en estas elecciones legislativas. Un paraíso para cuentapropistas y emprendedores de proyectos personales más que para las construcciones colectivas.
Si este panorama se reprodujera en las elecciones nacionales, con el aporte adicional de provincialismos, localismos y territorialismos, el último bienio del gobierno libertario podría ser más desafiante de lo que se suponía. Pero no hay que apurarse. Todavía la administración mileísta conserva un caudal de apoyo único y suficientes herramientas para evitarlo, si sabe usarlas. Aunque la sucesión de fotos ajadas de los últimos 45 días abrió fugas en el tren violeta y envalentonó a opositores. Especialmente a kirchneristas con exceso de autoestima y carencia de realismo y autocrítica.
La primera pregunta que despierta ese panorama es si el resultado reflejará esa oferta múltiple y, en consecuencia, se volverá a la época de cuerpos legislativos hiperatomizados que han complicado planes de poderes ejecutivos, obligado a negociar (y pagar caro) hasta lo que nunca se había discutido (y negociado), como pasó en el período previo al debut de las PASO en 2011. El mal uso de este instrumento y la incapacidad de la dirigencia política para demostrar su utilidad, que la hizo ver como un dispendio de tiempo y dinero, llevó a estos lodos.
En la Legislatura porteña, donde ya estaban funcionando a pleno los aceleradores de partículas, todo indica que ese será el horizonte que le espera a Jorge Macri a partir del (ahora lejanísimo) 10 de diciembre.
Por eso abundan los que preguntan, sin encontrar respuestas convincentes, por las razones de la suspensión de las primarias y del adelantamiento in extremis de las elecciones locales decidida por los primos Jorge y Mauricio Macri (en ese orden), cuando esta es la gestión macrista que goza de más críticas y de menos éxitos para mostrar. Parece existir un exceso de confianza en la actual oleada de arreglo de veredas y repavimentaciones electorales para un electorado acostumbrado a demandarle a sus gobernantes más y mejores prestaciones.
“Jorge buscó terminar lo más rápido posible con esta situación de disputa en la que se jugaban cosas que lo excedían, como la discusión por el armado bonaerense entre Pro y La Libertad Avanza, mientras Karina Milei no dejaba un minuto de cada día sin petardearlo. Así fue y así va: a todo o nada”, explica una fuente que conoce al jefe de Gobierno desde que empezó a tener responsabilidades políticas.
Suena muy verosímil, aunque los colaboradores de Jorge Macri, que deben defender la decisión, dicen que él confía en la fidelidad de los electores macristas, que valorarán la historia y, también, la gestión, contra la opinión mayoritaria de analistas y dirigentes no oficialistas, y no se verán en conflicto con el apoyo que la mayoría de ellos le da al gobierno nacional. Coincide con el discurso que el primo expresidente estrenó en el debut de su perfil antimileísta, acotado al plano político institucional.
Las contorsiones del macrismo para competir y criticar sin terminar de romper, mientras los libertarios los tupacamarizan, podría apuntar a romper algún récord de flexibilidad de materiales (o convicciones). Se entiende la elección de Silvia Lospennato para encabezar la lista de Pro. Nadie parece estar más en forma que ella para esos ejercicios, tanto que, a pesar de su resistencia aceptó el mandato de cambiar de domicilio y abandonar antes de tiempo su banca de diputada nacional para descender a la legislatura distrital. Aunque dejará un vacío importante en el Congreso, donde se destacaba por encima de la media y era una de las más eficientes a la hora de reunir voluntades para sesionar y votar.
Tanto a ella como a su jefa de campaña, la también reacia a postularse María Eugenia Vidal, no les resulta cómodo tener que disputar electores con Horacio Rodríguez Larreta, quien en su vida política ha sido mucho más que un correligionario.
De todas maneras, el macrismo se desgañita por vender su hipótesis de que Larreta no le sacará votos a ellos sino a la lista perokirchnerista de Leandro Santoro. Deberá probarlo en las urnas y ver si sabe amargo o dulce cuando ya no haya retorno.
La superpoblada góndola electoral se ve, además, como la consecuencia ineludible de la actual crisis de representación política, en un tiempo de dependencia extrema de las demandas de las audiencias (en este caso electores) a las que todos les temen y pocos se animan a liderar, y son aun menos los que consiguen conducir durante mucho tiempo. Renta inmediata y alto costo a futuro. Síntesis perfecta del populismo. Por eso se extreman los mensajes y los jueguitos para la tribuna propia, sobre todo en el mundo digital. Es el imperio de lo que se conoce como democracia de audiencias masivas, en desmedro de la democracia de mayorías y minorías.
Esa primera singularidad que se advierte con el cierre de las listas de candidatos porteños no es la única. Se agrega, después de la obvia cantidad de nombres rutilantes presentados, la novedad de que dos de las tres principales fuerzas (LLA y Pro) llevan de primer candidato a personas que no querían serlo (Manuel Adorni y Lospennato) y que a las tres fuerzas principales (se incluye el peronismo) les han surgido desprendimientos que competirán por votantes similares. A cada casa matriz se le independizó una sucursal.
Por último, pocos tienen claro cuánta dedicación a los problemas de los vecinos de la ciudad tendrán los estelares integrantes de esa iluminada vidriera de postulantes. Tanto que los responsables del edificio de la Legislatura se preguntan si no hará falta una ampliación para que, además de los legisladores, tengan lugar también sus egos.
Por ahora esta es la foto de la oferta porteña, pero hay indicios de que el pronosticado reparto de las preferencias en tres tercios, entre libertarios, perokirchneristas y macristas, está en cuestión. Algo similar podría ocurrir en la composición real de otras legislaturas provinciales.
Por ahora, la excepción se daría en la elección bonaerense. Lo que ha llevado a la consultora Shila Vilker, especializada en opinión publica, a decir que “en la capital hay una hiperfragmentación, mientras que en la provincia de Buenos Aires hay una hiperpolarización”. Aunque el escenario bonaerense en el que hoy predomina la antinomia kirchnerismo-antikirchnerismo y mileísmo-antimileísmo todavía tiene mucha película por rodar.
El desdoblamiento de las elecciones que impulsa el kicillofismo, con más retórica que decisión, contra la voluntad del cristicamporismo podría atentar contra esa hiperpolarización y profundizar la atomización que ya reina en la Legislatura bonaerense, donde el gobernador tiene tantas o más dificultades que Milei para sacar una ley, designar jueces y aprobar el presupuesto.
Las sombras en las que se mueve ese cuerpo colegiado no solo favorecen a legisladores que nunca quieren ascender y pasar a la política nacional por la pérdida de beneficios y la exposición que eso implicaría. También los sucesivos gobernadores bonaerenses han evitado quedar expuestos en su debilidad y su exposición a la política transaccional.
De todas maneras, algunos insisten con que en esa provincia se reforzará la lógica binaria después de la elección porteña, ya que esta operaría como una primaria de hecho. Pero mucho dependerá de lo que ocurra con la marcha de la economía y la disputa interna del kirchnerismo. Y son días de extrema inestabilidad en muchos terrenos.
Aunque a Milei y a los suyos no le gusten metáforas de las que suele abusar Cristina Kirchner, como expresiones de sus deseos, lo cierto es que el reloj se le ha acelerado el Presidente para la malas noticias y se le ha ralentizado en la llegada de soluciones.
El monumental esfuerzo comunicacional y hasta el estrés en el que puso la relación con las autoridades del FMI durante la semana pasada no evitaron que el mercado, votante que a Milei más parecía importarle y al que mejor creía interpretar, siguiera jugándole en contra. Las teorías conspirativas no suelen aportar las mejores respuestas.
Como contrapartida, lo que resulta evidente es que la figura de la expresidenta se mantiene en el centro del ring por su indoblegable voluntad, por la adhesión (aunque menguante en número) de sus fanáticos y por la gracia de Javier Milei, que nunca deja de instalarla como su contraparte dialéctica y política, privilegiando la táctica electoral y arriesgando consecuencias económicas.
Esa centralidad recobrada no impide advertir que el regreso de Cristina Kirchner al peronismo y su entronización al frente del PJ no han logrado consolidar su liderazgo, sino que, por el contrario, exponen el creciente cuestionamiento y debilitamiento que padece, sin contar con los avatares de la Justicia.
El justicialismo se parece hoy cada vez más al radicalismo, aunque su voracidad para retener el poder siga haciendo una diferencia abismal entre una y otra fuerza política. En las siete provincias en las que ya se resolvió adelantar elecciones el PJ irá dividido.
Inclusive, el distrito porteño, donde el peronismo tiene la ilusión de volver a ganar 32 años después de su última victoria, es una muestra cabal de ese proceso. También habrá acá dos listas que se dicen peronistas, la encabezada por el exradical (todo un detalle) Leandro Santoro y otra no oficial liderada por el politólogo Juan Manuel Abal Medina, cuya prueba de ADN arroja un 99,99% de peronismo. Datos, no opiniones.
El asalto al palacio de otoño macrista con el que también se ilusionan por anticipado los hermanos Milei, tendrá que sortear la fragmentación que propició Karina con la asistencia permanente de su amiga personal y representante en la Legislatura Pilar Ramírez, que alguna vez fue funcionaria de Aerolíneas Argentinas cuando la malmanejaba el camporismo, según repite el canon mileísta más cantado. El réprobo Ramiro Marra también dice pretender ayudar a su amigo Javier Milei enfrentando a la lista que armó la hermanísima. Un coincidencia (¿otra’?) con el macrismo.
Así las cosas y más allá del resultado final, es inocultable que se está ante la conformación de una nueva geografía en la que hay tantos accidentes, que algunos dicen que podría quedar muy poco si no se consolidan algunos planes del gobierno nacional. Ya, obviamente, no es PASO a PASO, sino día a día. Y la ingeniería electoral es rica en historias en las que muchos magos de la política terminaron convirtiéndose en aprendices de brujo.
Si la demanda moldea la oferta electoral, como indicaba la máxima vigente hasta las últimas elecciones, habría que concluir que hay demasiadas demandas dispersas en la sociedad, tan difíciles de articular como de resolver. Es lo que se desprende del cierre de listas para las elecciones legislativas porteñas.
Podría ser una conclusión apresurada y fruto de la foto inicial de atomización absoluta que, naturalmente, dejó la suspensión de las PASO. Una institución que tendía a concentrar la oferta y, por ende, incentivaba la conformación de alianzas. El bicoalicionismo que estalló en 2023 y del que Javier Milei fue tanto causa como efecto se reduce a esquirlas en estas elecciones legislativas. Un paraíso para cuentapropistas y emprendedores de proyectos personales más que para las construcciones colectivas.
Si este panorama se reprodujera en las elecciones nacionales, con el aporte adicional de provincialismos, localismos y territorialismos, el último bienio del gobierno libertario podría ser más desafiante de lo que se suponía. Pero no hay que apurarse. Todavía la administración mileísta conserva un caudal de apoyo único y suficientes herramientas para evitarlo, si sabe usarlas. Aunque la sucesión de fotos ajadas de los últimos 45 días abrió fugas en el tren violeta y envalentonó a opositores. Especialmente a kirchneristas con exceso de autoestima y carencia de realismo y autocrítica.
La primera pregunta que despierta ese panorama es si el resultado reflejará esa oferta múltiple y, en consecuencia, se volverá a la época de cuerpos legislativos hiperatomizados que han complicado planes de poderes ejecutivos, obligado a negociar (y pagar caro) hasta lo que nunca se había discutido (y negociado), como pasó en el período previo al debut de las PASO en 2011. El mal uso de este instrumento y la incapacidad de la dirigencia política para demostrar su utilidad, que la hizo ver como un dispendio de tiempo y dinero, llevó a estos lodos.
En la Legislatura porteña, donde ya estaban funcionando a pleno los aceleradores de partículas, todo indica que ese será el horizonte que le espera a Jorge Macri a partir del (ahora lejanísimo) 10 de diciembre.
Por eso abundan los que preguntan, sin encontrar respuestas convincentes, por las razones de la suspensión de las primarias y del adelantamiento in extremis de las elecciones locales decidida por los primos Jorge y Mauricio Macri (en ese orden), cuando esta es la gestión macrista que goza de más críticas y de menos éxitos para mostrar. Parece existir un exceso de confianza en la actual oleada de arreglo de veredas y repavimentaciones electorales para un electorado acostumbrado a demandarle a sus gobernantes más y mejores prestaciones.
“Jorge buscó terminar lo más rápido posible con esta situación de disputa en la que se jugaban cosas que lo excedían, como la discusión por el armado bonaerense entre Pro y La Libertad Avanza, mientras Karina Milei no dejaba un minuto de cada día sin petardearlo. Así fue y así va: a todo o nada”, explica una fuente que conoce al jefe de Gobierno desde que empezó a tener responsabilidades políticas.
Suena muy verosímil, aunque los colaboradores de Jorge Macri, que deben defender la decisión, dicen que él confía en la fidelidad de los electores macristas, que valorarán la historia y, también, la gestión, contra la opinión mayoritaria de analistas y dirigentes no oficialistas, y no se verán en conflicto con el apoyo que la mayoría de ellos le da al gobierno nacional. Coincide con el discurso que el primo expresidente estrenó en el debut de su perfil antimileísta, acotado al plano político institucional.
Las contorsiones del macrismo para competir y criticar sin terminar de romper, mientras los libertarios los tupacamarizan, podría apuntar a romper algún récord de flexibilidad de materiales (o convicciones). Se entiende la elección de Silvia Lospennato para encabezar la lista de Pro. Nadie parece estar más en forma que ella para esos ejercicios, tanto que, a pesar de su resistencia aceptó el mandato de cambiar de domicilio y abandonar antes de tiempo su banca de diputada nacional para descender a la legislatura distrital. Aunque dejará un vacío importante en el Congreso, donde se destacaba por encima de la media y era una de las más eficientes a la hora de reunir voluntades para sesionar y votar.
Tanto a ella como a su jefa de campaña, la también reacia a postularse María Eugenia Vidal, no les resulta cómodo tener que disputar electores con Horacio Rodríguez Larreta, quien en su vida política ha sido mucho más que un correligionario.
De todas maneras, el macrismo se desgañita por vender su hipótesis de que Larreta no le sacará votos a ellos sino a la lista perokirchnerista de Leandro Santoro. Deberá probarlo en las urnas y ver si sabe amargo o dulce cuando ya no haya retorno.
La superpoblada góndola electoral se ve, además, como la consecuencia ineludible de la actual crisis de representación política, en un tiempo de dependencia extrema de las demandas de las audiencias (en este caso electores) a las que todos les temen y pocos se animan a liderar, y son aun menos los que consiguen conducir durante mucho tiempo. Renta inmediata y alto costo a futuro. Síntesis perfecta del populismo. Por eso se extreman los mensajes y los jueguitos para la tribuna propia, sobre todo en el mundo digital. Es el imperio de lo que se conoce como democracia de audiencias masivas, en desmedro de la democracia de mayorías y minorías.
Esa primera singularidad que se advierte con el cierre de las listas de candidatos porteños no es la única. Se agrega, después de la obvia cantidad de nombres rutilantes presentados, la novedad de que dos de las tres principales fuerzas (LLA y Pro) llevan de primer candidato a personas que no querían serlo (Manuel Adorni y Lospennato) y que a las tres fuerzas principales (se incluye el peronismo) les han surgido desprendimientos que competirán por votantes similares. A cada casa matriz se le independizó una sucursal.
Por último, pocos tienen claro cuánta dedicación a los problemas de los vecinos de la ciudad tendrán los estelares integrantes de esa iluminada vidriera de postulantes. Tanto que los responsables del edificio de la Legislatura se preguntan si no hará falta una ampliación para que, además de los legisladores, tengan lugar también sus egos.
Por ahora esta es la foto de la oferta porteña, pero hay indicios de que el pronosticado reparto de las preferencias en tres tercios, entre libertarios, perokirchneristas y macristas, está en cuestión. Algo similar podría ocurrir en la composición real de otras legislaturas provinciales.
Por ahora, la excepción se daría en la elección bonaerense. Lo que ha llevado a la consultora Shila Vilker, especializada en opinión publica, a decir que “en la capital hay una hiperfragmentación, mientras que en la provincia de Buenos Aires hay una hiperpolarización”. Aunque el escenario bonaerense en el que hoy predomina la antinomia kirchnerismo-antikirchnerismo y mileísmo-antimileísmo todavía tiene mucha película por rodar.
El desdoblamiento de las elecciones que impulsa el kicillofismo, con más retórica que decisión, contra la voluntad del cristicamporismo podría atentar contra esa hiperpolarización y profundizar la atomización que ya reina en la Legislatura bonaerense, donde el gobernador tiene tantas o más dificultades que Milei para sacar una ley, designar jueces y aprobar el presupuesto.
Las sombras en las que se mueve ese cuerpo colegiado no solo favorecen a legisladores que nunca quieren ascender y pasar a la política nacional por la pérdida de beneficios y la exposición que eso implicaría. También los sucesivos gobernadores bonaerenses han evitado quedar expuestos en su debilidad y su exposición a la política transaccional.
De todas maneras, algunos insisten con que en esa provincia se reforzará la lógica binaria después de la elección porteña, ya que esta operaría como una primaria de hecho. Pero mucho dependerá de lo que ocurra con la marcha de la economía y la disputa interna del kirchnerismo. Y son días de extrema inestabilidad en muchos terrenos.
Aunque a Milei y a los suyos no le gusten metáforas de las que suele abusar Cristina Kirchner, como expresiones de sus deseos, lo cierto es que el reloj se le ha acelerado el Presidente para la malas noticias y se le ha ralentizado en la llegada de soluciones.
El monumental esfuerzo comunicacional y hasta el estrés en el que puso la relación con las autoridades del FMI durante la semana pasada no evitaron que el mercado, votante que a Milei más parecía importarle y al que mejor creía interpretar, siguiera jugándole en contra. Las teorías conspirativas no suelen aportar las mejores respuestas.
Como contrapartida, lo que resulta evidente es que la figura de la expresidenta se mantiene en el centro del ring por su indoblegable voluntad, por la adhesión (aunque menguante en número) de sus fanáticos y por la gracia de Javier Milei, que nunca deja de instalarla como su contraparte dialéctica y política, privilegiando la táctica electoral y arriesgando consecuencias económicas.
Esa centralidad recobrada no impide advertir que el regreso de Cristina Kirchner al peronismo y su entronización al frente del PJ no han logrado consolidar su liderazgo, sino que, por el contrario, exponen el creciente cuestionamiento y debilitamiento que padece, sin contar con los avatares de la Justicia.
El justicialismo se parece hoy cada vez más al radicalismo, aunque su voracidad para retener el poder siga haciendo una diferencia abismal entre una y otra fuerza política. En las siete provincias en las que ya se resolvió adelantar elecciones el PJ irá dividido.
Inclusive, el distrito porteño, donde el peronismo tiene la ilusión de volver a ganar 32 años después de su última victoria, es una muestra cabal de ese proceso. También habrá acá dos listas que se dicen peronistas, la encabezada por el exradical (todo un detalle) Leandro Santoro y otra no oficial liderada por el politólogo Juan Manuel Abal Medina, cuya prueba de ADN arroja un 99,99% de peronismo. Datos, no opiniones.
El asalto al palacio de otoño macrista con el que también se ilusionan por anticipado los hermanos Milei, tendrá que sortear la fragmentación que propició Karina con la asistencia permanente de su amiga personal y representante en la Legislatura Pilar Ramírez, que alguna vez fue funcionaria de Aerolíneas Argentinas cuando la malmanejaba el camporismo, según repite el canon mileísta más cantado. El réprobo Ramiro Marra también dice pretender ayudar a su amigo Javier Milei enfrentando a la lista que armó la hermanísima. Un coincidencia (¿otra’?) con el macrismo.
Así las cosas y más allá del resultado final, es inocultable que se está ante la conformación de una nueva geografía en la que hay tantos accidentes, que algunos dicen que podría quedar muy poco si no se consolidan algunos planes del gobierno nacional. Ya, obviamente, no es PASO a PASO, sino día a día. Y la ingeniería electoral es rica en historias en las que muchos magos de la política terminaron convirtiéndose en aprendices de brujo.
La conformación de las listas de candidatos porteños refleja una atomización; la ingeniería electoral es rica en historias en las que los “magos” se convirtieron en aprendices de brujo LA NACION