NacionalesUltimas Noticias

Interestelar: de la ambición de Christopher Nolan al rodaje de lo imposible y el duro trance que vivió Anne Hathaway

“En una de sus piezas maestras, Borges imagina al Universo como una vasta biblioteca de hexágonos regulares que se extienden sin límite en todas direcciones”, relata el interludio de Historia de las ideas científicas, un apasionante y poético libro sobre el largo viaje de la humanidad en los océanos de tiempo configurados por el pensamiento científico. La obra de Borges a la que se alude es La biblioteca de Babel, la misma que sirvió como inspiración para Interestelar, la película de ciencia ficción sobre algo más que viajes espaciales.

Intersetelar se estrenó en el año 2014. Christopher Nolan había terminado de dirigir la trilogía de Batman, que había arrasado con la taquilla en todo el mundo. ¿Podía el cineasta cautivar a los espectadores de nuevo, con una historia original, cuando en el cine facturaban millones las franquicias y los superhéroes?

Se suele decir, no sin razón, que es el tiempo el que ubica a las grandes películas en el lugar que merecen en la historia del cine. Más allá de las críticas, la recaudación o los premios que puedan recibir cuando llegan por primera vez a los cines. Interestelar es una película que fue taquillera cuando se estrenó originalmente. Y 10 años después, el reestreno fue un éxito en todo el mundo.

En la Argentina, Interestelar vendió muchas más entradas que novedades como Anora, El brutalista, Emilia Pérez o Un dolor real. Es decir, una película que tiene 10 años, está disponible en streaming, Blu Ray y fue vista por gran parte del público cinéfilo, llevó más gente al cine que los estrenos nominados al Oscar. En las redes sociales, no solo de la Argentina (como mostraron virales de los Estados Unidos, India o Brasil), las salas para el reestreno de Interestelar estaban llenas. ¿Cómo se convirtió esta película en un clásico?

Una luz en la oscuridad

El proyecto germinó a partir de una idea de pareja muy particular: un físico especialista en ondas gravitacionales, Kip Throne, y la productora de cine Lynda Obst. Ambos se conocieron gracias a Carl Sagan. ¿Es posible acaso, pensar al arte sin la ciencia, y viceversa? No para lo que ellos trataban de contar: “Los más exóticos eventos del universo de pronto son accesibles para los humanos”, decía Kip Thorne cuando explicaba de qué se trataba el nuevo proyecto cinematográfico que intentaba producir su pareja. El guion estaba a cargo de Jonathan Nolan, el hermano de Christopher. El hombre que había trabajado en la escritura de películas como Memento, Batman Inicia y El gran truco. En 2006, el elegido para dirigir esta ambiciosa producción fue Steven Spielberg.

Pero mientras el proyecto avanzaba, crecía el interés de Christopher Nolan por esta historia que estaba armando su hermano Jonathan. Ficción científica, viajes espaciales y la promesa de nuevos horizontes para la humanidad. Era un cóctel irresistible para un cineasta asociado con los juegos temporales y las ideas científicas. El destino jugó a su favor: DreamWorks, el estudio de Spielberg, pasó a la órbita de Disney en 2009. En ese momento, el guion quedó sin director. Cuando Christopher Nolan se enteró, corrió hacia el teléfono para llamar a Paramount, el estudio que iba a producir la película. Pero antes de aceptar el trabajo, quería hacer algunas modificaciones en el libreto: sobre todo en el tercer acto.

En la década de 1930, cuando la sociedad estadounidense intentaba recuperarse de la mayor crisis económica de su historia, los sectores agrícolas sufrieron un azote todavía peor. Tormentas de polvo devastaron las zonas rurales de los Estados Unidos. El resultado, producto de la combinación la intervención del hombre y la propia naturaleza, dejó los campos secos, erosionados, destruidos. ¿Por qué los sectores más golpeados sufrían la inclemencia de la naturaleza? ¿Cómo podía haber un final feliz para tanta gente hundida en la miseria?

La historia es la de un granjero viudo que tiene que aceptar una misión espacial para, posiblemente, salvar el destino de la raza humana. Las obras que inspiraron la primera parte de Interestelar van desde el cine hasta la pintura y el fotoperiodismo: las fotografías de Dorothea Lange, los cuadros de Andrew Wyeth, el documental The Dust Bowl, de Ken Burns  y películas como Viñas de ira, el clásico de John Ford. Todas obras que retrataron la desolación de la Gran Depresión. Pero había algo más que diferenciaba a esta historia de muchas otras: ¿y si no hay salvación posible para nuestro mundo? Interestelar también es un cuento sobre abandonar el nido.

Para el protagonista, Nolan quería a un actor que pudiera transmitir la inteligencia de un hombre que nunca consiguió un título universitario, que transmitiera la calidez de una persona humilde que trabaja en el campo, atiende a sus hijos y es tan valiente como para aceptar la responsabilidad del destino de la vida humana. Después de ver ver Mud, Nolan no tuvo dudas: Matthew McConaughey reunía las características que buscaba.

La tercera ley de Newton

Las escenas en el campo se filmaron en Canadá, en una zona a 1250 metros de altura. “El maíz no se cultiva acá porque es muy difícil hacerlo con el viento que hay”, le explicaron al cineasta los expertos agrícolas. La producción hizo lo imposible: cultivaron más de 300 hectáreas de maíz que crecieron más de 2 metros, solo para la filmación de esta película. No fue lo único que hicieron: armaron una casa, en esa misma zona inhabitable, con todos los interiores pensados para el rodaje.

De nuevo, la realidad se quiso imponer en el camino de los sueños cinematográficos. “El maíz no se prende fuego en la vida real”, le avisaron desde el Departamento de Agricultura a Nolan. “Sí lo hace en mi película”, les respondió. Necesitaba quemar cantidades enormes de maíz para una escena, y el director se rehusaba a usar efectos por computadora.

Usaron tanques de propano para quemar enormes cantidades de maíz para una de las secuencias clave de la película. “Era como estar en el rodaje de una producción épica, como Lo que el viento se llevó”, reconocía Casey Affleck, uno de los actores de Interestelar. Pero, después de todo, estas escenas todavía ocurrían en el planeta Tierra. Lo más difícil estaba por llegar: filmar los viajes espaciales de Cooper.

“Empecé a hablar con él, pero tres frases después no podía seguirlo”, confesó con una sonrisa Michael Caine, que en Interestelar interpreta a un científico, sobre el encuentro que tuvo con Kip Thorne. “Según Einstein, la gravedad es una onda que se propaga a través del espacio-tiempo”, explicaba el físico. Llegaba el momento de expandir los horizontes de la humanidad, aventurándose en lo desconocido. “Que el hombre sepa que el hombre puede”, dijo alguna vez Alfredo Barragán de la Expedición Atlantis. Para filmar Interestelar, había que probar que la humanidad puede.

Los efectos de Interestelar tuvieron un tratamiento especial y se empezaron a pensar desde el día uno de la película

¿Cómo filmar viajes espaciales y maravillar al público cuando ya existen películas como 2001: Una odisea del espacio, Viaje a la luna o Solaris? Los viajes al espacio siempre tuvieron un encanto particular, muy romántico, prácticamente desde que nació el cine.

Paul J. Franklin, uno de los artistas que ganó el Oscar por los efectos visuales de Interestelar, explicó el proceso de creación: “En vez de hacer que los efectos visuales fueran algo que se piensa recién a último momento, en postproducción, como suele ocurrir en casi todas las películas, en esta producción fueron diseñados desde el día 1″.

Lo primero fue diseñar el aspecto visual de los agujeros negros. “Creemos que un agujero negro es como un desagüe”, explicaba Thorne, “pero en realidad es como una manzana con un hueco que la atraviesa de lado a lado. Es algo con tanta intensidad gravitacional que ni siquiera deja que la luz escape. En el agujero negro las leyes de la física fallan”.

La producción construyó naves para que los actores pudieran pilotear a través del espacio. Por supuesto, filmaron en un estudio, pero no delante de pantallas verdes: se usaron proyectores para dar la impresión que, más allá de los vidrios de la nave, estaba el vasto espacio exterior. “Cuando el universo empezaba a girar, todos nos mareábamos de verdad”, relataba Anne Hathaway sobre una experiencia de rodaje chapada a la antigua.

Anne Hathaway y un rodaje difícil

La pregunta más antigua de la historia

“La ley de conservación de la energía era un principio feliz: todo lo que hay habrá, y nunca perderemos nada”, relata el gran libro Historia de las ideas científicas sobre una pregunta clave para la humanidad. ¿Qué es lo que hay? ¿Cuál es la sustancia divina o fuerza vital, detrás de todo? La ciencia llegó a una conclusión que parecía feliz: detrás de todo había una energía que no se consumía, sino que se transformaba. Parecía un final feliz para algo más que la ciencia.

A Nolan le interesaba contar una historia relacionada con la quinta dimensión: “Hay dimensiones en las que estamos espacialmente, científica y físicamente conectados de maneras que no podemos entender”. Hay muchas cosas que aún hoy, con el avance científico, escapan a nuestro conocimiento. Adentrarse en el mundo de la ciencia puede ser algo tan cautivador, tan encantador, como la mejor poesía o las mejores películas.

Cooper, el protagonista de Interestelar, busca una solución en distintos planetas. Para representar a uno de los planetas que visita el astronauta, Nolan volvió a los glaciares de Islandia, donde había filmado las secuencias de Batman inicia. Era un desafío: el equipo de producción tenía que llegar en helicópteros para trabajar en zonas donde había ráfagas de 160 km/h y colinas de hielo de hasta 25 metros. Encontraron que la mayor zona de glaciares de Europa era el escenario perfecto para ser uno de los planetas que visitaba Cooper. Allí construyeron un set en tamaño real: el lugar donde sobrevivía el personaje de Matt Damon, otro viajero intergaláctico.

A pocos kilómetros del lugar donde filmaban, descubrieron una zona que parecía un horizonte infinito donde se encontraban solo el agua y el cielo. Era el escenario perfecto para las secuencias en un planeta con olas de más de 1200 metros de altura. Emma Thomson, la productora, reconocía que no era una experiencia fácil para el equipo: “Me sentí fatal porque tenían que estar filmando en el agua helada. Anne Hathaway me contó después del primer día de rodaje que su traje tenía un agujero y podía sentir cómo el agua se filtraba. Pero ni se quejó”.

El primer principio de la termodinámica, como dice Historia de las ideas científicas, era optimista porque “garantizaba la eternidad del universo”. Pero el segundo principio era pesimista: “El constante aumento de la entropía conduciría inexorablemente a la muerte térmica del cosmos”. “La entropía marcaba una flecha del tiempo que señalaba la tumba, un reloj que contaba minuciosamente los segundos hasta disolverse él mismo en un calórico final”. Es decir, el segundo principio nos aseguraba una sola dirección: la muerte y el olvido. No había entonces final feliz para la ciencia ni para la humanidad. No todo se conserva. En Interestelar, Cooper juega una carrera contra el tiempo.

La música de un reloj y una iglesia

“Chris te complica la vida”, confesaba Hans Zimmer, uno de los compositores más reconocidos de la historia del cine. “Me dijo que esta era la historia sobre la relación de un padre con su hijo. Después me enteré que era una hija. Pero ya había compuesto algo sobre lo que significaba tener un hijo, pensando en el mío”. Así comenzó la composición de una de las melodías más recordadas de las últimas décadas. La banda sonora de Interestelar es una de las más populares de Zimmer, algo para nada menor si se tiene en cuenta que el hombre compuso la música de Duna, El caballero de la noche, Gladiador y El rey león.

Para Interestelar, el proceso de composición de la música fue inverso al que suele ser la norma en el cine. En general, la música se compone cuando las imágenes ya fueron filmadas y la película está en el proceso de edición. En esta película la música se compuso antes. Nolan nunca le dijo que era una historia de ciencia ficción ni le dijo cuál era la escala de la producción. Solo lo dio algunas ideas sobre la historia y diálogos que Cooper tenía con su hija. Zimmer pensó en el incesante tic-tac de un reloj y en el hombre intentando encarnar lo metafísico.

Grabaron varios días en una de las iglesias más bonitas de Londres. La música del imponente órgano de la iglesia le daba espíritu de religiosidad a la historia. “El órgano crea estructuras armónicas muy complejas, con muchos colores, y es como una persona que necesita inhalar y exhalar. Los ingenieros que diseñaron la iglesia eran brillantes porque sabían que la acústica tenía que transportarte a otros mundos”, decía Zimmer.

Para crear el “sonido de metrónomo gigante” se usaron instrumentos de madera y viento, además de un coro. “Esta es una película sobre estar solo, estar a la deriva, estar perdido en la naturaleza”, interpretaba el compositor. “Entonces está hecho todo con instrumentos de madera, orgánicos. Es como filmar en negativo en vez de filmar en digital. Como armar sets en vez de filmar frente a una pantalla verde”. Zimmer hablaba el mismo idioma que Nolan.

“No entres dócilmente en esa buena noche…”

La relación de un padre, Cooper, y su hija, Murphy (Mackenzie Foy), en el centro de la trama de Interestelar

“Esta es la película más ambiciosa que hice”, reconocía Nolan. “No quería que el equipo de producción gastara energía pensando cómo van a ser los pantalones en el futuro”, aclaraba el director para evitar que la película cayera en los lugares comunes de la ciencia ficción en el cine. “No quería que se viera muy distinto a lo que tenemos hoy”.

El mayor desafío no era integrar el tercer acto a la historia. Era filmarlo. Cerca del final de Interestelar, Cooper ingresa en un teseracto con el que trasciende los límites del espacio y el tiempo. Aunque parezca irreal, lo que se ve en la película es un set gigante y no un escenario creado por computadora.

Fue el set más difícil de diseñar en toda la película. Tenía que dar la apariencia de lo infinito, como si fuera un cubo con espejos que se reflejan sin cesar. Construyeron paneles a varios metros de altura. Tanto Matthew McCounaughey como los dobles de riesgo estuvieron más de 3 semanas filmando atados con arneses, volando entre lo que eran los estantes de una biblioteca. La biblioteca que compartían Cooper y su hija, Murphy.

Carl Sagan alguna vez sentenció que nuestro planeta es un puntito diminuto envuelto en la gran oscuridad cósmica. En ese vasto panorama envuelto por la oscuridad, “no hay ningún indicio de que la ayuda vaya a llegar de ningún lado para salvarnos a nosotros de nosotros mismos”. En El orden del tiempo, el físico Carlo Rovelli observó que “sufrimos el tiempo”. “Incluso el dolor causando por una ausencia, al final es algo bueno y hasta hermoso, porque se alimenta de aquello que le da sentido a la vida. No es la ausencia la que causa tristeza, es el afecto y el amor”.

Los libros que aparecen en los estantes que comparten Murphy y Cooper los seleccionó Nolan. El tercer acto fue su aporte al guion de la película y, posiblemente, sea una de las escenas más personales que haya filmado el director de Oppenheimer. Entre los libros, figura una selección de poemas de T.S. Ellliot: “Los conceptos del tiempo y el espacio son complejos. A veces es mejor expresarlos a través del arte que de la ciencia. Four Quartets es un poema que nos moviliza a pensar tanto como cualquier texto científico”, explicaba el director.

Una biblioteca infinita

Matthew McConaughey, el elegido para una misión casi imposible

También hay libros de Jane Austin (“Un nombre hermoso para un libro hermoso, o para una productora hermosa”), L.P. Hartley  (El mensajero del amor, sobre las experiencias de un niño que crece conociendo un romance prohibido) y varios autores más. Entre los libros, figura una colección editada en inglés bajo el enigmático y seductor título Labyrinths. Sí: en la biblioteca de Interestelar hay un libro de Borges, que Christopher Nolan pidió especialmente para la película. El autor argentino es el favorito del director de El origen. Porque en la obra de Borges, que pensaba al universo como una biblioteca de hexágonos regulares que se extienden sin límite en todas direcciones, habita una idea muy romántica. Estamos hechos de los libros que amamos.

¿Pero qué es lo que hay, entonces, y que escapa al conocimiento científico? “Ese algo, que no pertenece al mundo de lo sensible, es una idea o forma de lo bello, que hace que las cosas sensibles sean bellas participando de ella”, razonan los autores de Historia de las ideas científicas. Interestelar pone en el universo simbólico del lenguaje un concepto que, tal vez, pueda trascender el espacio-tiempo, que no sentencie al mundo a un lugar hundido en perpetuos océanos de oscuridad.

Alguna vez Nolan dijo que, si tuviera que llevarse un solo libro a una isla desierta, elegiría las obras completas de Borges. En La biblioteca de Babel, el autor argentino escribió: “No es ilógico pensar que el mundo es infinito. Quienes lo juzgan limitado, postulan que en lugares remotos los corredores y escaleras y hexágonos pueden inconcebiblemente cesar, lo cual es absurdo. Quienes la imaginan sin límites, olvidan que los tiene el número posible de libros. Yo me atrevo a insinuar esta solución del antiguo problema: La Biblioteca es ilimitada y periódica. Si un eterno viajero la atravesara en cualquier dirección, comprobaría al cabo de los siglos que los mismos volúmenes se repiten en el mismo desorden”.

Interestelar es un relato sobre el amor entre padres e hijas, sobre los fantasmas, sobre el deseo de expandir los horizontes, sobre el dejar ir cosas para poder avanzar, sobre la fe, sobre la aventura, sobre las naves que parecen relojes, sobre la belleza, la tristeza, la melancolía, sobre el dolor de las ausencias que solo medidas con el tiempo y la distancia prueban que fueron amores reales, y sobre las enseñanzas del mundo de la Física, que iluminan a todas las expresiones artísticas, particularmente al cine.

El mensaje de Interestelar, que se comunica a través de las agujas de un reloj, está en código Morse: … – .- -.–, o sea, STAY. El mensaje que un padre viudo le comunica a su hija a través de una biblioteca. Quizás no todo se pierde: algunas cosas logran trascender el tiempo y el espacio.

“En una de sus piezas maestras, Borges imagina al Universo como una vasta biblioteca de hexágonos regulares que se extienden sin límite en todas direcciones”, relata el interludio de Historia de las ideas científicas, un apasionante y poético libro sobre el largo viaje de la humanidad en los océanos de tiempo configurados por el pensamiento científico. La obra de Borges a la que se alude es La biblioteca de Babel, la misma que sirvió como inspiración para Interestelar, la película de ciencia ficción sobre algo más que viajes espaciales.

Intersetelar se estrenó en el año 2014. Christopher Nolan había terminado de dirigir la trilogía de Batman, que había arrasado con la taquilla en todo el mundo. ¿Podía el cineasta cautivar a los espectadores de nuevo, con una historia original, cuando en el cine facturaban millones las franquicias y los superhéroes?

Se suele decir, no sin razón, que es el tiempo el que ubica a las grandes películas en el lugar que merecen en la historia del cine. Más allá de las críticas, la recaudación o los premios que puedan recibir cuando llegan por primera vez a los cines. Interestelar es una película que fue taquillera cuando se estrenó originalmente. Y 10 años después, el reestreno fue un éxito en todo el mundo.

En la Argentina, Interestelar vendió muchas más entradas que novedades como Anora, El brutalista, Emilia Pérez o Un dolor real. Es decir, una película que tiene 10 años, está disponible en streaming, Blu Ray y fue vista por gran parte del público cinéfilo, llevó más gente al cine que los estrenos nominados al Oscar. En las redes sociales, no solo de la Argentina (como mostraron virales de los Estados Unidos, India o Brasil), las salas para el reestreno de Interestelar estaban llenas. ¿Cómo se convirtió esta película en un clásico?

Una luz en la oscuridad

El proyecto germinó a partir de una idea de pareja muy particular: un físico especialista en ondas gravitacionales, Kip Throne, y la productora de cine Lynda Obst. Ambos se conocieron gracias a Carl Sagan. ¿Es posible acaso, pensar al arte sin la ciencia, y viceversa? No para lo que ellos trataban de contar: “Los más exóticos eventos del universo de pronto son accesibles para los humanos”, decía Kip Thorne cuando explicaba de qué se trataba el nuevo proyecto cinematográfico que intentaba producir su pareja. El guion estaba a cargo de Jonathan Nolan, el hermano de Christopher. El hombre que había trabajado en la escritura de películas como Memento, Batman Inicia y El gran truco. En 2006, el elegido para dirigir esta ambiciosa producción fue Steven Spielberg.

Pero mientras el proyecto avanzaba, crecía el interés de Christopher Nolan por esta historia que estaba armando su hermano Jonathan. Ficción científica, viajes espaciales y la promesa de nuevos horizontes para la humanidad. Era un cóctel irresistible para un cineasta asociado con los juegos temporales y las ideas científicas. El destino jugó a su favor: DreamWorks, el estudio de Spielberg, pasó a la órbita de Disney en 2009. En ese momento, el guion quedó sin director. Cuando Christopher Nolan se enteró, corrió hacia el teléfono para llamar a Paramount, el estudio que iba a producir la película. Pero antes de aceptar el trabajo, quería hacer algunas modificaciones en el libreto: sobre todo en el tercer acto.

En la década de 1930, cuando la sociedad estadounidense intentaba recuperarse de la mayor crisis económica de su historia, los sectores agrícolas sufrieron un azote todavía peor. Tormentas de polvo devastaron las zonas rurales de los Estados Unidos. El resultado, producto de la combinación la intervención del hombre y la propia naturaleza, dejó los campos secos, erosionados, destruidos. ¿Por qué los sectores más golpeados sufrían la inclemencia de la naturaleza? ¿Cómo podía haber un final feliz para tanta gente hundida en la miseria?

La historia es la de un granjero viudo que tiene que aceptar una misión espacial para, posiblemente, salvar el destino de la raza humana. Las obras que inspiraron la primera parte de Interestelar van desde el cine hasta la pintura y el fotoperiodismo: las fotografías de Dorothea Lange, los cuadros de Andrew Wyeth, el documental The Dust Bowl, de Ken Burns  y películas como Viñas de ira, el clásico de John Ford. Todas obras que retrataron la desolación de la Gran Depresión. Pero había algo más que diferenciaba a esta historia de muchas otras: ¿y si no hay salvación posible para nuestro mundo? Interestelar también es un cuento sobre abandonar el nido.

Para el protagonista, Nolan quería a un actor que pudiera transmitir la inteligencia de un hombre que nunca consiguió un título universitario, que transmitiera la calidez de una persona humilde que trabaja en el campo, atiende a sus hijos y es tan valiente como para aceptar la responsabilidad del destino de la vida humana. Después de ver ver Mud, Nolan no tuvo dudas: Matthew McConaughey reunía las características que buscaba.

La tercera ley de Newton

Las escenas en el campo se filmaron en Canadá, en una zona a 1250 metros de altura. “El maíz no se cultiva acá porque es muy difícil hacerlo con el viento que hay”, le explicaron al cineasta los expertos agrícolas. La producción hizo lo imposible: cultivaron más de 300 hectáreas de maíz que crecieron más de 2 metros, solo para la filmación de esta película. No fue lo único que hicieron: armaron una casa, en esa misma zona inhabitable, con todos los interiores pensados para el rodaje.

De nuevo, la realidad se quiso imponer en el camino de los sueños cinematográficos. “El maíz no se prende fuego en la vida real”, le avisaron desde el Departamento de Agricultura a Nolan. “Sí lo hace en mi película”, les respondió. Necesitaba quemar cantidades enormes de maíz para una escena, y el director se rehusaba a usar efectos por computadora.

Usaron tanques de propano para quemar enormes cantidades de maíz para una de las secuencias clave de la película. “Era como estar en el rodaje de una producción épica, como Lo que el viento se llevó”, reconocía Casey Affleck, uno de los actores de Interestelar. Pero, después de todo, estas escenas todavía ocurrían en el planeta Tierra. Lo más difícil estaba por llegar: filmar los viajes espaciales de Cooper.

“Empecé a hablar con él, pero tres frases después no podía seguirlo”, confesó con una sonrisa Michael Caine, que en Interestelar interpreta a un científico, sobre el encuentro que tuvo con Kip Thorne. “Según Einstein, la gravedad es una onda que se propaga a través del espacio-tiempo”, explicaba el físico. Llegaba el momento de expandir los horizontes de la humanidad, aventurándose en lo desconocido. “Que el hombre sepa que el hombre puede”, dijo alguna vez Alfredo Barragán de la Expedición Atlantis. Para filmar Interestelar, había que probar que la humanidad puede.

Los efectos de Interestelar tuvieron un tratamiento especial y se empezaron a pensar desde el día uno de la película

¿Cómo filmar viajes espaciales y maravillar al público cuando ya existen películas como 2001: Una odisea del espacio, Viaje a la luna o Solaris? Los viajes al espacio siempre tuvieron un encanto particular, muy romántico, prácticamente desde que nació el cine.

Paul J. Franklin, uno de los artistas que ganó el Oscar por los efectos visuales de Interestelar, explicó el proceso de creación: “En vez de hacer que los efectos visuales fueran algo que se piensa recién a último momento, en postproducción, como suele ocurrir en casi todas las películas, en esta producción fueron diseñados desde el día 1″.

Lo primero fue diseñar el aspecto visual de los agujeros negros. “Creemos que un agujero negro es como un desagüe”, explicaba Thorne, “pero en realidad es como una manzana con un hueco que la atraviesa de lado a lado. Es algo con tanta intensidad gravitacional que ni siquiera deja que la luz escape. En el agujero negro las leyes de la física fallan”.

La producción construyó naves para que los actores pudieran pilotear a través del espacio. Por supuesto, filmaron en un estudio, pero no delante de pantallas verdes: se usaron proyectores para dar la impresión que, más allá de los vidrios de la nave, estaba el vasto espacio exterior. “Cuando el universo empezaba a girar, todos nos mareábamos de verdad”, relataba Anne Hathaway sobre una experiencia de rodaje chapada a la antigua.

Anne Hathaway y un rodaje difícil

La pregunta más antigua de la historia

“La ley de conservación de la energía era un principio feliz: todo lo que hay habrá, y nunca perderemos nada”, relata el gran libro Historia de las ideas científicas sobre una pregunta clave para la humanidad. ¿Qué es lo que hay? ¿Cuál es la sustancia divina o fuerza vital, detrás de todo? La ciencia llegó a una conclusión que parecía feliz: detrás de todo había una energía que no se consumía, sino que se transformaba. Parecía un final feliz para algo más que la ciencia.

A Nolan le interesaba contar una historia relacionada con la quinta dimensión: “Hay dimensiones en las que estamos espacialmente, científica y físicamente conectados de maneras que no podemos entender”. Hay muchas cosas que aún hoy, con el avance científico, escapan a nuestro conocimiento. Adentrarse en el mundo de la ciencia puede ser algo tan cautivador, tan encantador, como la mejor poesía o las mejores películas.

Cooper, el protagonista de Interestelar, busca una solución en distintos planetas. Para representar a uno de los planetas que visita el astronauta, Nolan volvió a los glaciares de Islandia, donde había filmado las secuencias de Batman inicia. Era un desafío: el equipo de producción tenía que llegar en helicópteros para trabajar en zonas donde había ráfagas de 160 km/h y colinas de hielo de hasta 25 metros. Encontraron que la mayor zona de glaciares de Europa era el escenario perfecto para ser uno de los planetas que visitaba Cooper. Allí construyeron un set en tamaño real: el lugar donde sobrevivía el personaje de Matt Damon, otro viajero intergaláctico.

A pocos kilómetros del lugar donde filmaban, descubrieron una zona que parecía un horizonte infinito donde se encontraban solo el agua y el cielo. Era el escenario perfecto para las secuencias en un planeta con olas de más de 1200 metros de altura. Emma Thomson, la productora, reconocía que no era una experiencia fácil para el equipo: “Me sentí fatal porque tenían que estar filmando en el agua helada. Anne Hathaway me contó después del primer día de rodaje que su traje tenía un agujero y podía sentir cómo el agua se filtraba. Pero ni se quejó”.

El primer principio de la termodinámica, como dice Historia de las ideas científicas, era optimista porque “garantizaba la eternidad del universo”. Pero el segundo principio era pesimista: “El constante aumento de la entropía conduciría inexorablemente a la muerte térmica del cosmos”. “La entropía marcaba una flecha del tiempo que señalaba la tumba, un reloj que contaba minuciosamente los segundos hasta disolverse él mismo en un calórico final”. Es decir, el segundo principio nos aseguraba una sola dirección: la muerte y el olvido. No había entonces final feliz para la ciencia ni para la humanidad. No todo se conserva. En Interestelar, Cooper juega una carrera contra el tiempo.

La música de un reloj y una iglesia

“Chris te complica la vida”, confesaba Hans Zimmer, uno de los compositores más reconocidos de la historia del cine. “Me dijo que esta era la historia sobre la relación de un padre con su hijo. Después me enteré que era una hija. Pero ya había compuesto algo sobre lo que significaba tener un hijo, pensando en el mío”. Así comenzó la composición de una de las melodías más recordadas de las últimas décadas. La banda sonora de Interestelar es una de las más populares de Zimmer, algo para nada menor si se tiene en cuenta que el hombre compuso la música de Duna, El caballero de la noche, Gladiador y El rey león.

Para Interestelar, el proceso de composición de la música fue inverso al que suele ser la norma en el cine. En general, la música se compone cuando las imágenes ya fueron filmadas y la película está en el proceso de edición. En esta película la música se compuso antes. Nolan nunca le dijo que era una historia de ciencia ficción ni le dijo cuál era la escala de la producción. Solo lo dio algunas ideas sobre la historia y diálogos que Cooper tenía con su hija. Zimmer pensó en el incesante tic-tac de un reloj y en el hombre intentando encarnar lo metafísico.

Grabaron varios días en una de las iglesias más bonitas de Londres. La música del imponente órgano de la iglesia le daba espíritu de religiosidad a la historia. “El órgano crea estructuras armónicas muy complejas, con muchos colores, y es como una persona que necesita inhalar y exhalar. Los ingenieros que diseñaron la iglesia eran brillantes porque sabían que la acústica tenía que transportarte a otros mundos”, decía Zimmer.

Para crear el “sonido de metrónomo gigante” se usaron instrumentos de madera y viento, además de un coro. “Esta es una película sobre estar solo, estar a la deriva, estar perdido en la naturaleza”, interpretaba el compositor. “Entonces está hecho todo con instrumentos de madera, orgánicos. Es como filmar en negativo en vez de filmar en digital. Como armar sets en vez de filmar frente a una pantalla verde”. Zimmer hablaba el mismo idioma que Nolan.

“No entres dócilmente en esa buena noche…”

La relación de un padre, Cooper, y su hija, Murphy (Mackenzie Foy), en el centro de la trama de Interestelar

“Esta es la película más ambiciosa que hice”, reconocía Nolan. “No quería que el equipo de producción gastara energía pensando cómo van a ser los pantalones en el futuro”, aclaraba el director para evitar que la película cayera en los lugares comunes de la ciencia ficción en el cine. “No quería que se viera muy distinto a lo que tenemos hoy”.

El mayor desafío no era integrar el tercer acto a la historia. Era filmarlo. Cerca del final de Interestelar, Cooper ingresa en un teseracto con el que trasciende los límites del espacio y el tiempo. Aunque parezca irreal, lo que se ve en la película es un set gigante y no un escenario creado por computadora.

Fue el set más difícil de diseñar en toda la película. Tenía que dar la apariencia de lo infinito, como si fuera un cubo con espejos que se reflejan sin cesar. Construyeron paneles a varios metros de altura. Tanto Matthew McCounaughey como los dobles de riesgo estuvieron más de 3 semanas filmando atados con arneses, volando entre lo que eran los estantes de una biblioteca. La biblioteca que compartían Cooper y su hija, Murphy.

Carl Sagan alguna vez sentenció que nuestro planeta es un puntito diminuto envuelto en la gran oscuridad cósmica. En ese vasto panorama envuelto por la oscuridad, “no hay ningún indicio de que la ayuda vaya a llegar de ningún lado para salvarnos a nosotros de nosotros mismos”. En El orden del tiempo, el físico Carlo Rovelli observó que “sufrimos el tiempo”. “Incluso el dolor causando por una ausencia, al final es algo bueno y hasta hermoso, porque se alimenta de aquello que le da sentido a la vida. No es la ausencia la que causa tristeza, es el afecto y el amor”.

Los libros que aparecen en los estantes que comparten Murphy y Cooper los seleccionó Nolan. El tercer acto fue su aporte al guion de la película y, posiblemente, sea una de las escenas más personales que haya filmado el director de Oppenheimer. Entre los libros, figura una selección de poemas de T.S. Ellliot: “Los conceptos del tiempo y el espacio son complejos. A veces es mejor expresarlos a través del arte que de la ciencia. Four Quartets es un poema que nos moviliza a pensar tanto como cualquier texto científico”, explicaba el director.

Una biblioteca infinita

Matthew McConaughey, el elegido para una misión casi imposible

También hay libros de Jane Austin (“Un nombre hermoso para un libro hermoso, o para una productora hermosa”), L.P. Hartley  (El mensajero del amor, sobre las experiencias de un niño que crece conociendo un romance prohibido) y varios autores más. Entre los libros, figura una colección editada en inglés bajo el enigmático y seductor título Labyrinths. Sí: en la biblioteca de Interestelar hay un libro de Borges, que Christopher Nolan pidió especialmente para la película. El autor argentino es el favorito del director de El origen. Porque en la obra de Borges, que pensaba al universo como una biblioteca de hexágonos regulares que se extienden sin límite en todas direcciones, habita una idea muy romántica. Estamos hechos de los libros que amamos.

¿Pero qué es lo que hay, entonces, y que escapa al conocimiento científico? “Ese algo, que no pertenece al mundo de lo sensible, es una idea o forma de lo bello, que hace que las cosas sensibles sean bellas participando de ella”, razonan los autores de Historia de las ideas científicas. Interestelar pone en el universo simbólico del lenguaje un concepto que, tal vez, pueda trascender el espacio-tiempo, que no sentencie al mundo a un lugar hundido en perpetuos océanos de oscuridad.

Alguna vez Nolan dijo que, si tuviera que llevarse un solo libro a una isla desierta, elegiría las obras completas de Borges. En La biblioteca de Babel, el autor argentino escribió: “No es ilógico pensar que el mundo es infinito. Quienes lo juzgan limitado, postulan que en lugares remotos los corredores y escaleras y hexágonos pueden inconcebiblemente cesar, lo cual es absurdo. Quienes la imaginan sin límites, olvidan que los tiene el número posible de libros. Yo me atrevo a insinuar esta solución del antiguo problema: La Biblioteca es ilimitada y periódica. Si un eterno viajero la atravesara en cualquier dirección, comprobaría al cabo de los siglos que los mismos volúmenes se repiten en el mismo desorden”.

Interestelar es un relato sobre el amor entre padres e hijas, sobre los fantasmas, sobre el deseo de expandir los horizontes, sobre el dejar ir cosas para poder avanzar, sobre la fe, sobre la aventura, sobre las naves que parecen relojes, sobre la belleza, la tristeza, la melancolía, sobre el dolor de las ausencias que solo medidas con el tiempo y la distancia prueban que fueron amores reales, y sobre las enseñanzas del mundo de la Física, que iluminan a todas las expresiones artísticas, particularmente al cine.

El mensaje de Interestelar, que se comunica a través de las agujas de un reloj, está en código Morse: … – .- -.–, o sea, STAY. El mensaje que un padre viudo le comunica a su hija a través de una biblioteca. Quizás no todo se pierde: algunas cosas logran trascender el tiempo y el espacio.

 El clásico film protagonizado por Matthew McConaughey cumplió 10 años y volvió a convocar gente a las salas de cine; las razones detrás de su éxito  LA NACION

Mostrar más

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Botón volver arriba
Cerrar