Falsas creencias sobre el enojo y qué es mejor hacer para salir de ese mal momento

Hoy te invito a reflexionar sobre algunas creencias equivocadas que todos podemos tener sobre el enojo.
Hay gente que cree que nunca se va a enfermar porque a menudo grita y expresa todo lo que siente. Esta idea es falsa. La realidad es que, cuanto menos gestionamos nuestras emociones (explotando y sacando todo lo que sentimos), mayor es el riesgo que tenemos de enfermarnos.
No es conveniente soltar ni explicar todo. La ira que se expresa de manera explosiva, por lo general, tiende a intensificarse y retroalimentarse. Por esta razón, no es aconsejable para la salud perder el control de forma violenta.
Otra creencia errónea sobre el enojo es aquel que se justifica alegando que el otro lo provocó. Todos hemos dicho: “Lo que pasa es que él o ella me hizo enojar”. Esta idea también es falsa. Nadie nos hace enojar, sino que cada uno elige dar rienda suelta a su ira, o no.
¿Dónde surge el enojo? El enojo siempre se origina en un pensamiento. Entonces, si un pensamiento activa la ira, un pensamiento también es capaz de desactivarla. Es falso que el enojo se va acumulando porque, en ese caso, sería difícil que desaparezca con rapidez.
Cuando no le ponemos límite a nuestra ira y nos enojamos de forma desmedida, colocamos a los demás en un dilema. ¿Por qué? Porque les dejamos solamente dos posibles reacciones: “someterse con resentimiento” (no reaccionar a nuestro enojo, pero enojarse por dentro) o “redoblar la apuesta” (enojarse más que nosotros).
Todos vivimos a diario situaciones injustas que pueden despertar esta emoción en nosotros. Lo ideal no es reprimir el enojo, sino transformarlo en energía para resolver los conflictos.
Una persona sabia, cuando se enoja (todos nos enojamos), no pretende tener la razón (aunque la tenga) y destruir al otro; muy por el contrario, expresa su emoción con asertividad y propone: “¿Cómo podemos resolver esto?”.
¿Cómo gestionás tus enojos? Recordá esto: la ira descontrolada puede llegar a nublar nuestra razón y conducirnos a querer aplastar al otro. Pero la función de todo conflicto en las relaciones interpersonales no es generar división, sino ser de utilidad para acercar a las personas y que puedan llegar a un acuerdo.
Hoy te invito a reflexionar sobre algunas creencias equivocadas que todos podemos tener sobre el enojo.
Hay gente que cree que nunca se va a enfermar porque a menudo grita y expresa todo lo que siente. Esta idea es falsa. La realidad es que, cuanto menos gestionamos nuestras emociones (explotando y sacando todo lo que sentimos), mayor es el riesgo que tenemos de enfermarnos.
No es conveniente soltar ni explicar todo. La ira que se expresa de manera explosiva, por lo general, tiende a intensificarse y retroalimentarse. Por esta razón, no es aconsejable para la salud perder el control de forma violenta.
Otra creencia errónea sobre el enojo es aquel que se justifica alegando que el otro lo provocó. Todos hemos dicho: “Lo que pasa es que él o ella me hizo enojar”. Esta idea también es falsa. Nadie nos hace enojar, sino que cada uno elige dar rienda suelta a su ira, o no.
¿Dónde surge el enojo? El enojo siempre se origina en un pensamiento. Entonces, si un pensamiento activa la ira, un pensamiento también es capaz de desactivarla. Es falso que el enojo se va acumulando porque, en ese caso, sería difícil que desaparezca con rapidez.
Cuando no le ponemos límite a nuestra ira y nos enojamos de forma desmedida, colocamos a los demás en un dilema. ¿Por qué? Porque les dejamos solamente dos posibles reacciones: “someterse con resentimiento” (no reaccionar a nuestro enojo, pero enojarse por dentro) o “redoblar la apuesta” (enojarse más que nosotros).
Todos vivimos a diario situaciones injustas que pueden despertar esta emoción en nosotros. Lo ideal no es reprimir el enojo, sino transformarlo en energía para resolver los conflictos.
Una persona sabia, cuando se enoja (todos nos enojamos), no pretende tener la razón (aunque la tenga) y destruir al otro; muy por el contrario, expresa su emoción con asertividad y propone: “¿Cómo podemos resolver esto?”.
¿Cómo gestionás tus enojos? Recordá esto: la ira descontrolada puede llegar a nublar nuestra razón y conducirnos a querer aplastar al otro. Pero la función de todo conflicto en las relaciones interpersonales no es generar división, sino ser de utilidad para acercar a las personas y que puedan llegar a un acuerdo.
El enojo siempre se origina en un pensamiento; entonces, si un pensamiento activa la ira, un pensamiento también es capaz de desactivarla; descubrí más sobre este sentimiento LA NACION