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El papa Francisco fue dado de alta tras cinco semanas de internación

ROMA.- El papa Francisco, internado desde el 14 de febrero por una neumonía bilateral, fue dado de alta este domingo y regresó finalmente a Santa Marta, su residencia en el Vaticano donde iniciará una convalecencia de “al menos dos meses”, según le prescribieron sus médicos. Antes de abandonar el hospital Gemelli, donde estuvo 38 días, el Sumo Pontífice-de 88 años- se asomó a un balconcito del segundo piso del policlínico para bendecir a la multitud de unas mil personas, entre ellas, periodistas de todo el mundo. Entonces, en lo que fue su primera aparición pública después de más de cinco semanas atravesadas por cuotas de angustia, incertidumbre, noticias falsas y especulaciones de todo tipo, comenzaron vivas y aplausos para “Francesco”.

El Papa se mostró sentado en su silla de ruedas, con el rostro menos hinchado que cuando ingresó, con ojeras que denotan de una internación dura, quizás más delgado y muy frágil. Aunque se sabía que no iba a hablar producto de las secuelas de semanas de mascarilla y cánulas de oxigenación de altos flujos, en un momento de los menos de dos minutos de aparición le pidió a un colaborador que le acercara un micrófono. “Gracias a todos”, dijo, con voz muy débil, casi difícil de comprender. Además, le agradeció a alguien que le llevó flores amarillas. “Veo una señora con flores amarillas, brava”, añadió, esforzándose. La mujer fue identificada luego por Vatican News y se trata de Carmela Mancuso, de 72 años, a quien el Papa reconoció porque suele seguirlo a todos lados, también en las audiencias generales.

En la muy breve aparición el Papa también levantó el pulgar como para decir que “todo bien”, un gesto que hace habitualmente, evidentemente contento de haber sobrevivido, por ese reencuentro con la gente y la tan soñada alta médica. Saludó y bendijo levantando muy poco las manos de su regazo: podía notarse al final que tenía dificultades para respirar. Fue entonces cuando lo retiraron velozmente en la silla de ruedas, en medio de los aplauosos y gritos de la multitud.

Unos diez minutos más tarde, en su Fiat 500 blanco, abandonó el hospital, esta vez con cánulas nasales de oxigenación puestas -una novedad a la que el mundo deberá acostumbrarse-, sonriente, pero con aspecto cansado y siempre saludando con la mano.

El Papa abandona el hospital en auto (Photo by Tiziana FABI / AFP)

Antes de llegar a su casa de Santa Marta, en el Vaticano, en un clásico de su pontificado Jorge Bergoglio pasó por la Basílica de Santa María la Mayor, donde se encuentra un ícono de la Virgen Salus Populi Romani del que es devoto, al que suele ir a rezarle antes y después de cada viaje internacional. Fiel reflejo de que ya está obedeciéndole a los médicos, en lugar de hacer el esfuerzo de salir del auto y desplazarse hasta allí, el Papa se quedó en el auto. Y le entregó al cardenal lituano Rolandas Makrickas, archipreste de la Basílica, unas flores para poner frente a “su” Virgen. El Papa ya hizo saber que quiere ser enterrado en Santa María la Mayor.

Luego siguió camino hasta Santa Marta, donde llegó minutos antes de las 13 (hora local). Allí, fue recibido por el cardenal italiano Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, de 91 años. Se descuenta que el personal de esta residencia para eclesiásticos del Vaticano donde Francisco vive desde hace 13 años, junto a guardias suizos y algunas monjas que atienden la cocina, le habrán dado una gran bienvenida.

Expectativa

Antes hubo mucha emoción en el Gemelli. A las 11 de la mañana de un día de sol y nubes, fresco, reinaba un clima de enorme expectativa afuera del policlínico. Con los reflectores de todo el mundo apuntados al balconcito del segundo piso, identificable porque habían colocado una tarima blanca, centenares de personas -enfermos en silla de ruedas, familias enteras y periodistas- esperaban con ansiedad la reaparición de Francisco. Después de 38 días de internación, en la que dos veces estuvo en peligro de muerte, esta ocurrió a las 12 (las 8 de la Argentina), después de que el Papa pasara brevemente a saludar y a agradecer a los máximos directivos del Gemelli.

“¡Papa Francesco! ¡Papa Francesco!”, coreaba la gente durante la espera. Algunas monjas, acompañadas por fieles, rezaban el rosario, todos sentados alrededor de la enorme estatua de san Juan Pablo II que hay en la entrada del hospital, que se volvió una especie de altar en donde dejar velas, cartas, posters, globos y buenos augurios al papa Francisco. Incluso llegó para la ocasión el alcalde de Roma, Roberto Gualtieri.

Anoche, cuando vi la noticia del alta, lloré de alegría. Es una alegría enorme que esté mejorando, que pueda salir, y estoy con mucha expectativa por lo que puede haber madurado Francisco en este tiempo tan largo en el hospital”, dijo a La Nación Pedro Cannavó, obispo auxiliar de Buenos Aires, que justo viajó a Roma para hacer algunos trámites en el Vaticano, que se acercó al Gemelli.

“Para los humildes, los retiros espirituales son las peregrinaciones o los hospitales: todo este mes seguramente fue para él un momento de encuentro fuerte con Dios que va a nutrir su papado”, aseguró Cannavó, que fue designado hace 7 meses obispo auxiliar por Francisco, a quien conoce bien porque lo ordenó diácono y obispo.

No fue el único argentino presente. También estaba Liliana Vallina, rosarina que vive en Roma desde hace diez años, enfundada en una bandera albiceleste y con una gorra de Messi. “¿Cómo lo vi al Papa? Lo vi sentado, débil, pero con fuerza, con ganas de salir, evidentemente”, aseguró a LA NACION, muy entusiasmada. “Valió la pena venir hasta acá; esperaba este día desde hace tiempo y ni siquiera me imaginaba que iba a llegar”, agregó, al contar que ya había estado allí, junto a la estatua de san Juan Pablo II, pidiendo por su salud otras veces. “A mí me hace pensar mucho el Papa, me parece que es el único faro de paz en este momento, más allá de las ideologías políticas. Lo que veo es que no importa la religión que tengas, si te interesa lo humano, la única palabra que se preocupa por el ser humano o el planeta es la del Papa, te guste o no”, indicó.

Vine para estar cerca del Santo Padre, para agradecer a los médicos y el staff del hospital por sus atenciones”, contó por su parte a LA NACION Patrick, un estadounidense que trabaja en Roma, como todos los presentes, “enamorado” del papa argentino. “También vine para apoyar al Papa mismo, que ha hecho tanto para inspirarnos. Felicito a los argentinos por haber producido un Pontífice tan enriquecedor en misericordia y esperanza”, agregó.

“En un mundo de odio, sii (con dos i) Francisco”, era una de las tantas pancartas que habían traído las centenares de personas, todas con el celular en la mano, como para llevarse un recuerdo de Francisco.

“Está mejorando”

El papa Francisco fue dado de alta de su internación.

Ayer, al anunciar sorpresivamente en una conferencia de prensa que le daban el alta, los médicos de Francisco dijeron que su estado “está mejorando”, pero que la prescripción que le daban era de dos meses de convalecencia y reposo. “La convalecencia es, por definición, un periodo de recuperación, por lo que es evidente que durante el periodo de convalecencia no podrá mantener sus citas diarias habituales”, advirtió Sergio Alfieri, el cirujano que lo operó dos veces de colon en el Gemelli (en 2021 y 2023). En estos dos meses de convalecencia, destacaron los médicos, de hecho, el Papa no sólo deberá limitar su ritmo de trabajo -que venía teniendo incluso en el hospital-, sino que deberá seguir con la terapia farmacológica con la que logró derrotar la neumonía bilateral porque aún sigue teniendo algunas infecciones pulmonares. Y, sobre todo, deberá continuar con sesiones de fisioterapia respiratoria y motora que, al parecer, lograron importantísimos avances en las últimas dos semanas. La fisioterapia respiratoria es esencial para recuperar el uso de la voz, dañada por varias semanas de asistencia respiratoria a través de cánulas nasales y una mascarilla de oxígeno.

”Cuando se sufre una neumonía bilateral, los pulmones se han dañado y los músculos respiratorios también han tenido problemas”, explicó Alfieri, que aseguró que “la voz tardará tiempo en volver a ser la misma”. Lo mismo había adevertido días atrás el cardenal cordobés Víctor Manuel “Tucho” Fernández, una de las personas más cercanas a Francisco que, en diálogo con periodistas, adelantó que tras esta hospitalización, muy ardua, para el Papa comienza “una nueva etapa”.

ROMA.- El papa Francisco, internado desde el 14 de febrero por una neumonía bilateral, fue dado de alta este domingo y regresó finalmente a Santa Marta, su residencia en el Vaticano donde iniciará una convalecencia de “al menos dos meses”, según le prescribieron sus médicos. Antes de abandonar el hospital Gemelli, donde estuvo 38 días, el Sumo Pontífice-de 88 años- se asomó a un balconcito del segundo piso del policlínico para bendecir a la multitud de unas mil personas, entre ellas, periodistas de todo el mundo. Entonces, en lo que fue su primera aparición pública después de más de cinco semanas atravesadas por cuotas de angustia, incertidumbre, noticias falsas y especulaciones de todo tipo, comenzaron vivas y aplausos para “Francesco”.

El Papa se mostró sentado en su silla de ruedas, con el rostro menos hinchado que cuando ingresó, con ojeras que denotan de una internación dura, quizás más delgado y muy frágil. Aunque se sabía que no iba a hablar producto de las secuelas de semanas de mascarilla y cánulas de oxigenación de altos flujos, en un momento de los menos de dos minutos de aparición le pidió a un colaborador que le acercara un micrófono. “Gracias a todos”, dijo, con voz muy débil, casi difícil de comprender. Además, le agradeció a alguien que le llevó flores amarillas. “Veo una señora con flores amarillas, brava”, añadió, esforzándose. La mujer fue identificada luego por Vatican News y se trata de Carmela Mancuso, de 72 años, a quien el Papa reconoció porque suele seguirlo a todos lados, también en las audiencias generales.

En la muy breve aparición el Papa también levantó el pulgar como para decir que “todo bien”, un gesto que hace habitualmente, evidentemente contento de haber sobrevivido, por ese reencuentro con la gente y la tan soñada alta médica. Saludó y bendijo levantando muy poco las manos de su regazo: podía notarse al final que tenía dificultades para respirar. Fue entonces cuando lo retiraron velozmente en la silla de ruedas, en medio de los aplauosos y gritos de la multitud.

Unos diez minutos más tarde, en su Fiat 500 blanco, abandonó el hospital, esta vez con cánulas nasales de oxigenación puestas -una novedad a la que el mundo deberá acostumbrarse-, sonriente, pero con aspecto cansado y siempre saludando con la mano.

El Papa abandona el hospital en auto (Photo by Tiziana FABI / AFP)

Antes de llegar a su casa de Santa Marta, en el Vaticano, en un clásico de su pontificado Jorge Bergoglio pasó por la Basílica de Santa María la Mayor, donde se encuentra un ícono de la Virgen Salus Populi Romani del que es devoto, al que suele ir a rezarle antes y después de cada viaje internacional. Fiel reflejo de que ya está obedeciéndole a los médicos, en lugar de hacer el esfuerzo de salir del auto y desplazarse hasta allí, el Papa se quedó en el auto. Y le entregó al cardenal lituano Rolandas Makrickas, archipreste de la Basílica, unas flores para poner frente a “su” Virgen. El Papa ya hizo saber que quiere ser enterrado en Santa María la Mayor.

Luego siguió camino hasta Santa Marta, donde llegó minutos antes de las 13 (hora local). Allí, fue recibido por el cardenal italiano Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, de 91 años. Se descuenta que el personal de esta residencia para eclesiásticos del Vaticano donde Francisco vive desde hace 13 años, junto a guardias suizos y algunas monjas que atienden la cocina, le habrán dado una gran bienvenida.

Expectativa

Antes hubo mucha emoción en el Gemelli. A las 11 de la mañana de un día de sol y nubes, fresco, reinaba un clima de enorme expectativa afuera del policlínico. Con los reflectores de todo el mundo apuntados al balconcito del segundo piso, identificable porque habían colocado una tarima blanca, centenares de personas -enfermos en silla de ruedas, familias enteras y periodistas- esperaban con ansiedad la reaparición de Francisco. Después de 38 días de internación, en la que dos veces estuvo en peligro de muerte, esta ocurrió a las 12 (las 8 de la Argentina), después de que el Papa pasara brevemente a saludar y a agradecer a los máximos directivos del Gemelli.

“¡Papa Francesco! ¡Papa Francesco!”, coreaba la gente durante la espera. Algunas monjas, acompañadas por fieles, rezaban el rosario, todos sentados alrededor de la enorme estatua de san Juan Pablo II que hay en la entrada del hospital, que se volvió una especie de altar en donde dejar velas, cartas, posters, globos y buenos augurios al papa Francisco. Incluso llegó para la ocasión el alcalde de Roma, Roberto Gualtieri.

Anoche, cuando vi la noticia del alta, lloré de alegría. Es una alegría enorme que esté mejorando, que pueda salir, y estoy con mucha expectativa por lo que puede haber madurado Francisco en este tiempo tan largo en el hospital”, dijo a La Nación Pedro Cannavó, obispo auxiliar de Buenos Aires, que justo viajó a Roma para hacer algunos trámites en el Vaticano, que se acercó al Gemelli.

“Para los humildes, los retiros espirituales son las peregrinaciones o los hospitales: todo este mes seguramente fue para él un momento de encuentro fuerte con Dios que va a nutrir su papado”, aseguró Cannavó, que fue designado hace 7 meses obispo auxiliar por Francisco, a quien conoce bien porque lo ordenó diácono y obispo.

No fue el único argentino presente. También estaba Liliana Vallina, rosarina que vive en Roma desde hace diez años, enfundada en una bandera albiceleste y con una gorra de Messi. “¿Cómo lo vi al Papa? Lo vi sentado, débil, pero con fuerza, con ganas de salir, evidentemente”, aseguró a LA NACION, muy entusiasmada. “Valió la pena venir hasta acá; esperaba este día desde hace tiempo y ni siquiera me imaginaba que iba a llegar”, agregó, al contar que ya había estado allí, junto a la estatua de san Juan Pablo II, pidiendo por su salud otras veces. “A mí me hace pensar mucho el Papa, me parece que es el único faro de paz en este momento, más allá de las ideologías políticas. Lo que veo es que no importa la religión que tengas, si te interesa lo humano, la única palabra que se preocupa por el ser humano o el planeta es la del Papa, te guste o no”, indicó.

Vine para estar cerca del Santo Padre, para agradecer a los médicos y el staff del hospital por sus atenciones”, contó por su parte a LA NACION Patrick, un estadounidense que trabaja en Roma, como todos los presentes, “enamorado” del papa argentino. “También vine para apoyar al Papa mismo, que ha hecho tanto para inspirarnos. Felicito a los argentinos por haber producido un Pontífice tan enriquecedor en misericordia y esperanza”, agregó.

“En un mundo de odio, sii (con dos i) Francisco”, era una de las tantas pancartas que habían traído las centenares de personas, todas con el celular en la mano, como para llevarse un recuerdo de Francisco.

“Está mejorando”

El papa Francisco fue dado de alta de su internación.

Ayer, al anunciar sorpresivamente en una conferencia de prensa que le daban el alta, los médicos de Francisco dijeron que su estado “está mejorando”, pero que la prescripción que le daban era de dos meses de convalecencia y reposo. “La convalecencia es, por definición, un periodo de recuperación, por lo que es evidente que durante el periodo de convalecencia no podrá mantener sus citas diarias habituales”, advirtió Sergio Alfieri, el cirujano que lo operó dos veces de colon en el Gemelli (en 2021 y 2023). En estos dos meses de convalecencia, destacaron los médicos, de hecho, el Papa no sólo deberá limitar su ritmo de trabajo -que venía teniendo incluso en el hospital-, sino que deberá seguir con la terapia farmacológica con la que logró derrotar la neumonía bilateral porque aún sigue teniendo algunas infecciones pulmonares. Y, sobre todo, deberá continuar con sesiones de fisioterapia respiratoria y motora que, al parecer, lograron importantísimos avances en las últimas dos semanas. La fisioterapia respiratoria es esencial para recuperar el uso de la voz, dañada por varias semanas de asistencia respiratoria a través de cánulas nasales y una mascarilla de oxígeno.

”Cuando se sufre una neumonía bilateral, los pulmones se han dañado y los músculos respiratorios también han tenido problemas”, explicó Alfieri, que aseguró que “la voz tardará tiempo en volver a ser la misma”. Lo mismo había adevertido días atrás el cardenal cordobés Víctor Manuel “Tucho” Fernández, una de las personas más cercanas a Francisco que, en diálogo con periodistas, adelantó que tras esta hospitalización, muy ardua, para el Papa comienza “una nueva etapa”.

 El pontífice apareció en el balcón del hospital para bendecir a la multitud y pudo decir algunas palabras; se lo vio muy frágil y con dificultades para respirar  LA NACION

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