Diez años de La peña de morfi, entre la “presencia” de Rozín que todos sienten y su máxima que sigue vigente: “¿Para qué venimos, bolu…?”

Transcurrieron poco más de tres años desde la muerte de Gerardo Rozín. El 11 de marzo de 2022, el periodista, conductor y productor pasó a formar parte de esa galería de nombres que son recordados por el valor agregado que le aportaron a la televisión a fuerza de ingenio, talento y prepotencia de trabajo.
El último domingo, Telefe estrenó una nueva temporada -la décima- de La peña de morfi, acaso la creación que mejor simboliza el espíritu creativo de Rozín. Un formato de características propias, hoy conducido por Lizy Tagliani y Diego Leuco, impecables en lo suyo, amalgamados desde la diferencia, que se convierte en una valiosa alternativa de muy buena factura artística y producción de envergadura.
“Gerardo Rozín es el alma de todo esto, por eso, una trata de hacer su trabajo con mucho amor y respeto”, sostiene Lizy Tagliani en la charla con LA NACION tras la primera emisión del primer programa del año.
En igual dirección, Diego Leuco sostiene: “Es hermoso que la gente acepte y siga a un programa tan sano, pensado para la familia, que tiene buenas intenciones y valoriza los placeres de la vida, como la música y la comida. Es un ciclo como los de antes, ómnibus, que te acompaña buena parte del día”.
Lizy Tagliani debutó en La Peña el año pasado, mientras que Diego Leuco lo hizo una temporada antes.
“Los pilares fundamentales son la música, el humor y la comida. Traté de no moverme mucho de ese espíritu que él proponía. Gerardo era un melómano y le encantaba la buena mesa, este programa está hecho a su medida”, entiende Iván Drinko, productor general del formato y productor ejecutivo de Corner, la productora fundada por Rozín que está detrás del programa.
En plan nostálgico y, en cierta forma, para no olvidar aquel decálogo ad hoc que siempre le dio estatura al programa, Drinko recuerda algunas máximas enarboladas por Rozín: “Gerardo me decía ´¿para qué venimos, bolud…? Venimos para que la gente se lleve algo, una canción, una frase, una charla, una receta que le recuerde sus orígenes´”.
Si para buena parte del público, el recordado periodista rosarino -creador de formatos como La pregunta animal– es “Rozín”, para sus excompañeros es “Gerardo” a secas.
Desde temprano
“La logística es compleja, pero el equipo es el adecuado y entrenado. Gerardo dejó el legado de la excelencia en la producción y el trabajo. Este programa se produce durante seis días y sale al aire el domingo”, reflexiona el chef Santiago Giorgini, que forma parte del programa desde su primera emisión.
Cada domingo, pasadas las siete de la mañana, se enciende el fuego. Acá no hay hornallas, se cocina todo “a leña”, como en las peñas.
Un rato después, los técnicos del canal comienzan a montar el equipamiento que permitirá la salida al aire de los músicos que llegarán a tocar en el programa. Si el hecho que los artistas ofrezcan su set en vivo ya es relevante en una televisión que le da poca cabida a la música, este año la escenografía cuenta con dos escenarios, lo cual permite el montaje simultáneo de dos bandas. En un lateral, una placa estipula con justeza: “Escenario Gerardo Rozín”.
“La casa de la música”, como se definió al programa, este año cuenta con la producción musical del maestro Lito Vitale.
“Siempre pienso en Gerardo, imagino qué diría sobre cada cosa que sucede en el programa. En determinadas circunstancias, siento que se emocionaría sin disimulo, con su lágrima honesta. A veces, con algunos compañeros históricos nos miramos y, sin decirnos una palabra, sabemos si lo que está pasando le gustaría o no, eso es muy movilizador”, reflexiona Eugenia Quibel, locutora histórica de La peña de morfi y última pareja de Rozín.
También para Diego Leuco, la figura de Gerardo Rozín tiene connotaciones especiales. Al tiempo de haberse mudado a su actual departamento, se enteró que allí había vivido el creador del programa. Dos meses después de haberse instalado en su nuevo hogar, Leuco recibió la propuesta de sumarse a La peña de morfi.
“Gerardo está muy presente, lo pienso permanentemente. Su legado es ´respetemos lo que hacemos y al público´”, sostiene el hijo del periodista de LN+ Alfredo Leuco. El último domingo, un clip especial homenajeó la figura del creador del programa.
Ariel Rodríguez, reconocido periodista deportivo, forma parte del staff del formato desde que nació como Morfi, todos a la mesa y se emitía de lunes a viernes: “Los músicos venían a ser entrevistados y Gerardo les pedía que cantaran”, recuerda Rodríguez, quien agrega: “Le pedí pararme cerca suyo para escucharlo dar las directivas como productor, me parecía un gran aprendizaje para mí, me gustaba mucho verlo trabajar”.
La llegada del periodista al programa fue singular: “Seis meses antes de debutar en tira diaria, me junté a desayunar con Gerardo, a quien no conocía personalmente. Cuando mojé una medialuna en el café con leche, me preguntó si siempre así eso y le respondí que sí, que si lo hacía en mi casa, por qué no lo haría en un bar. Entonces me propuso hacerlo en el programa, que salía a la mañana, y que fuera el que probara las comidas”. Aún hoy, “Pepi”, como le dicen a Ariel Rodríguez, es el “encargado” de probar los manjares que preparan Santiago Giorgini y Felicitas Pizarro.
El estudio, donde tocan las bandas, se ubica a cien metros del espacio gastronómico, donde se enciende el fuego cada domingo. Un ejército de técnicos, productores, maquilladores, peluqueros y asistentes de cada área transitan ese trayecto a paso veloz. En la televisión en vivo no se puede perder tiempo. “Alrededor de cien personas trabajan cada domingo para que La peña… pueda salir al aire”, dice el productor Iván Drinko, quien trabajó con Gerardo Rozín durante veinte años.
A las diez de la mañana llegan al canal Lizy Tagliani y Diego Leuco, quienes ya conocen la rutina del show que comenzará al mediodía. Si durante la mañana todo es preparativos, a las doce se pone en marcha una maquinaria que no se detendrá a lo largo de cuatro horas y que, ante cualquier eventualidad, deberá continuar con su marcha como si nada. Los cocineros son diestros maestros a la hora de “estirar” en caso que algún artista se demore con su prueba de sonido.
¿La receta de La Peña? La presentación de músicos que tocan en vivo (una práctica casi extinguida de las señales abiertas), la preparación de gastronomía abundante, humor, información deportiva, entrevistas a celebridades… El resultado es un combo perfecto, con sabor propio, que el público elige y en pocas semanas cumplirá sus primeras 400 emisiones en el aire.
El ciclo está instalado, a pesar de los vaivenes que sufrió en los últimos años, ya no solo con la partida física de Rozín, sino también con la intempestiva suspensión de Jey Mammon y con el alejamiento de Jésica Cirio (otra figura histórica en el formato), ambos atravesados por cuestiones personales que se reñían con la identidad de este espacio.
En el medio, Georgina Barbarossa, que es talento del canal, ocupó el rol vacante durante varios meses. Con Tagliani y Leuco, el programa recuperó la fórmula de la pareja de conductores a su medida.
¿TV en aprietos?
Una máxima asevera “la televisión abierta se encuentra en crisis”. Un mantra aún más agorero sostiene que “la televisión abierta murió”. Ni tanto ni tan poco. La peña de morfi pareciera empecinarse en revertir la tendencia de ofrecer productos de baja escala, con escasos recursos.
Es cierto que la “torta publicitaria” se reparte en más porciones y que el medio debe compartir las preferencias de las audiencias con modalidades como las plataformas de entretenimiento, el streaming y las redes sociales, pero la masividad y la injerencia en la sociedad que permite la agenda de los canales abiertos aún sigue siendo una vía insoslayable.
Desde ya, las economías acotadas de las señales redundan en una sobreoferta de formatos sostenidos en paneles de opinión (en algunos pocos casos con integrantes con manejo correcto del lenguaje y cierto bagaje cultural). Con todo, existen propuestas que -otra vez Cervantes- parecieran luchar contra los molinos de viento.
“No creo, de ninguna manera, que la televisión abierta esté muerta. Cuando se generan buenos contenidos, la gente responde. Quizás, los presupuestos son más acotados pero, con lo que hay, nosotros tratamos de generar un programa de mucha calidad”, reconoce Iván Drinko.
Lizy Tagliani busca alguna respuesta a la dinámica actual del medio: “No creo que exista tal crisis, sino una amplitud en la forma de comunicar. En mi caso, hago televisión, streaming, radio y teatro, estoy muy agradecida a que me convoquen para ser parte de todas las formas posibles”.
Con un promedio de 5 puntos de rating, y un pico de audiencia de 6 puntos (según los datos de Kantar Ibope Media), La peña de morfi lideró cómodamente durante las cuatro horas exactas que duró el debut de la temporada 2025.
Almorzando con Juana, su competidor directo en eltrece, con la conducción de Juana Viale y producción de StoryLab, promedió 2,1 puntos.
“Tuve una época de mucha adicción al número, pero fui cambiando mi vínculo con eso. Ahora pregunto el rating que hicimos al final del programa y no antes, ya no tengo el minuto a minuto en el teléfono. La vida me demostró que ese número no es lo único que hay para mirar. En programas como este, es necesario estar más atento al contenido que al número. Todos queremos ser los más vistos y escuchados, pero no me gusta que el número me defina, como me pasó durante mucho tiempo; no me arrepiento, pero pude hacer ese cambio”, se sincera Diego Leuco.
Rico y abundante
“Preparamos las recetas clásicas que puede hacer cualquier familia, pero nosotros, para hacerla más espectacular, la dimensionamos al doble, jugamos con el fuego, hacemos un show ciento por ciento televisivo”, declara Santiago Giorgini, el hombre afable que es un pilar fundamental del programa.
Desde el año pasado, Felicitas Pizarro, otra destacada cocinera, forma parte del staff del ciclo. “Es una experiencia increíble, nunca había hecho un programa en vivo, tan extenso, con tanta intensidad. La cocina en vivo tiene mucha adrenalina y, a veces, puede fallar, eso lo hace más espectacular y te convierte en una persona ´más humana´, en casa pueden decir ´no le quedó tan bien´, eso es lo lindo del vivo”.
En plan de anécdotas, Santiago Giorgini recuerda cuando olvidó un ingrediente clave en una de sus recetas. “Una vez, me tocó hacer una tortilla de papas y, como estábamos cortos de tiempo, me apuraban para resolver, así que me puse a preparar la tortilla, pero, en la vorágine, agregué los huevos y la cebolla en el sartén, pero me olvidé de las papas. Cuando me di cuenta, miré a cámara y dije ´me olvidé las papas´. Vinieron los cómicos, me cargaron y, hasta el día de hoy, todos me recuerdan la tortilla sin papas”.
Felicitas Pizarro es nieta de Juan Carlos Saravia, uno de los creadores del histórico grupo folklórico Los Chalchaleros. Estar en La peña de morfi la vincula a ese legado familiar que la atraviesa.
“En mi primer día en La peña… cantaron Los cuatro de Córdoba, que cumplían un aniversario de su fundación. Me resultó paradójico porque, siendo cocinera, terminé trabajando en un programa que difunde y valoriza el folklore. Vienen artistas que conocí de chica, gente que cantó y tocó con Los Chalchaleros. Soledad, por ejemplo, es muy cercana a mi familia. Cuando cuento que soy la nieta de Juan Carlos Saravia, siempre la devolución es muy cálida. No tengo dudas que este es un programa que busca valorizar nuestra cultura”, afirma la prestigiosa chef, quien reconoce que lo que “más le cuesta” es “cantar y bailar con mis compañeros, pero me voy soltando”.
A las cuatro en punto de la tarde, cuando el programa sale del aire, todo el equipo se dispone a degustar los platos generosos preparados por Santiago Giorgini y Felicitas Pizarro. El cocinero reconoce que “ya perdí la cuenta de las recetas preparadas, pero, hasta el 2019, habíamos contabilizado más de 1100″.
Como en botica
Nazareno Móttola es un artista multidisciplinario, uno de los responsables de llevar el humor al programa. “Me llamó Gerardo para hacer un trabajo de humor más físico. Vengo del circo, así que aprendí todo eso”.
Móttola recuerda que Gerardo Rozín siempre le permitía anunciar las funciones del circo donde trabajaba y que, cuando los responsables de esa compañía querían acercarle un regalo, él se negaba sistemáticamente: “Gerardo siempre me decía ´no gasten, que no me traigan nada, lo único que quiero es que le vaya bien´. Cuando, después de hacerme la promo, el circo se llenaba, él se ponía muy contento. Se lo extraña, ha sido muy generoso”.
Además de Nazareno, el humor también está a cargo de Pichu Straneo y Marcelo Ruíz Díaz y, nuevamente, forma parte del staff Barbie Silenzi.
Hasta el próximo domingo
Diego Leuco abandona su camarín y, mientras se despide de sus compañeros, sostiene que “en la conducción nos toca la parte más fácil, pero acá trabajan productores de cocina, de música y de invitados, la logística es compleja, no es un programa fácil de hacer; pero no nos cansamos de repetir aquello que dejó Gerardo como legado, que es el respeto al artista, a la música y al público”.
“La peña… es la combinación de todo lo que se necesita para pasar un buen domingo, es algo que nos atraviesa a todos”, resume Lizy Tagliani antes de reencontrarse con su hijo y su marido.
“No puedo producir sin Gerardo al lado, lo tengo muy presente; con cada cosa que hago, pienso qué me diría o cómo él resolvería determinadas situaciones”, finaliza el productor general Iván Drinko, el último en abandonar el estudio de puertas abiertas que ya se encuentra en penumbras, pero con los ecos de la celebración acontecida.
Transcurrieron poco más de tres años desde la muerte de Gerardo Rozín. El 11 de marzo de 2022, el periodista, conductor y productor pasó a formar parte de esa galería de nombres que son recordados por el valor agregado que le aportaron a la televisión a fuerza de ingenio, talento y prepotencia de trabajo.
El último domingo, Telefe estrenó una nueva temporada -la décima- de La peña de morfi, acaso la creación que mejor simboliza el espíritu creativo de Rozín. Un formato de características propias, hoy conducido por Lizy Tagliani y Diego Leuco, impecables en lo suyo, amalgamados desde la diferencia, que se convierte en una valiosa alternativa de muy buena factura artística y producción de envergadura.
“Gerardo Rozín es el alma de todo esto, por eso, una trata de hacer su trabajo con mucho amor y respeto”, sostiene Lizy Tagliani en la charla con LA NACION tras la primera emisión del primer programa del año.
En igual dirección, Diego Leuco sostiene: “Es hermoso que la gente acepte y siga a un programa tan sano, pensado para la familia, que tiene buenas intenciones y valoriza los placeres de la vida, como la música y la comida. Es un ciclo como los de antes, ómnibus, que te acompaña buena parte del día”.
Lizy Tagliani debutó en La Peña el año pasado, mientras que Diego Leuco lo hizo una temporada antes.
“Los pilares fundamentales son la música, el humor y la comida. Traté de no moverme mucho de ese espíritu que él proponía. Gerardo era un melómano y le encantaba la buena mesa, este programa está hecho a su medida”, entiende Iván Drinko, productor general del formato y productor ejecutivo de Corner, la productora fundada por Rozín que está detrás del programa.
En plan nostálgico y, en cierta forma, para no olvidar aquel decálogo ad hoc que siempre le dio estatura al programa, Drinko recuerda algunas máximas enarboladas por Rozín: “Gerardo me decía ´¿para qué venimos, bolud…? Venimos para que la gente se lleve algo, una canción, una frase, una charla, una receta que le recuerde sus orígenes´”.
Si para buena parte del público, el recordado periodista rosarino -creador de formatos como La pregunta animal– es “Rozín”, para sus excompañeros es “Gerardo” a secas.
Desde temprano
“La logística es compleja, pero el equipo es el adecuado y entrenado. Gerardo dejó el legado de la excelencia en la producción y el trabajo. Este programa se produce durante seis días y sale al aire el domingo”, reflexiona el chef Santiago Giorgini, que forma parte del programa desde su primera emisión.
Cada domingo, pasadas las siete de la mañana, se enciende el fuego. Acá no hay hornallas, se cocina todo “a leña”, como en las peñas.
Un rato después, los técnicos del canal comienzan a montar el equipamiento que permitirá la salida al aire de los músicos que llegarán a tocar en el programa. Si el hecho que los artistas ofrezcan su set en vivo ya es relevante en una televisión que le da poca cabida a la música, este año la escenografía cuenta con dos escenarios, lo cual permite el montaje simultáneo de dos bandas. En un lateral, una placa estipula con justeza: “Escenario Gerardo Rozín”.
“La casa de la música”, como se definió al programa, este año cuenta con la producción musical del maestro Lito Vitale.
“Siempre pienso en Gerardo, imagino qué diría sobre cada cosa que sucede en el programa. En determinadas circunstancias, siento que se emocionaría sin disimulo, con su lágrima honesta. A veces, con algunos compañeros históricos nos miramos y, sin decirnos una palabra, sabemos si lo que está pasando le gustaría o no, eso es muy movilizador”, reflexiona Eugenia Quibel, locutora histórica de La peña de morfi y última pareja de Rozín.
También para Diego Leuco, la figura de Gerardo Rozín tiene connotaciones especiales. Al tiempo de haberse mudado a su actual departamento, se enteró que allí había vivido el creador del programa. Dos meses después de haberse instalado en su nuevo hogar, Leuco recibió la propuesta de sumarse a La peña de morfi.
“Gerardo está muy presente, lo pienso permanentemente. Su legado es ´respetemos lo que hacemos y al público´”, sostiene el hijo del periodista de LN+ Alfredo Leuco. El último domingo, un clip especial homenajeó la figura del creador del programa.
Ariel Rodríguez, reconocido periodista deportivo, forma parte del staff del formato desde que nació como Morfi, todos a la mesa y se emitía de lunes a viernes: “Los músicos venían a ser entrevistados y Gerardo les pedía que cantaran”, recuerda Rodríguez, quien agrega: “Le pedí pararme cerca suyo para escucharlo dar las directivas como productor, me parecía un gran aprendizaje para mí, me gustaba mucho verlo trabajar”.
La llegada del periodista al programa fue singular: “Seis meses antes de debutar en tira diaria, me junté a desayunar con Gerardo, a quien no conocía personalmente. Cuando mojé una medialuna en el café con leche, me preguntó si siempre así eso y le respondí que sí, que si lo hacía en mi casa, por qué no lo haría en un bar. Entonces me propuso hacerlo en el programa, que salía a la mañana, y que fuera el que probara las comidas”. Aún hoy, “Pepi”, como le dicen a Ariel Rodríguez, es el “encargado” de probar los manjares que preparan Santiago Giorgini y Felicitas Pizarro.
El estudio, donde tocan las bandas, se ubica a cien metros del espacio gastronómico, donde se enciende el fuego cada domingo. Un ejército de técnicos, productores, maquilladores, peluqueros y asistentes de cada área transitan ese trayecto a paso veloz. En la televisión en vivo no se puede perder tiempo. “Alrededor de cien personas trabajan cada domingo para que La peña… pueda salir al aire”, dice el productor Iván Drinko, quien trabajó con Gerardo Rozín durante veinte años.
A las diez de la mañana llegan al canal Lizy Tagliani y Diego Leuco, quienes ya conocen la rutina del show que comenzará al mediodía. Si durante la mañana todo es preparativos, a las doce se pone en marcha una maquinaria que no se detendrá a lo largo de cuatro horas y que, ante cualquier eventualidad, deberá continuar con su marcha como si nada. Los cocineros son diestros maestros a la hora de “estirar” en caso que algún artista se demore con su prueba de sonido.
¿La receta de La Peña? La presentación de músicos que tocan en vivo (una práctica casi extinguida de las señales abiertas), la preparación de gastronomía abundante, humor, información deportiva, entrevistas a celebridades… El resultado es un combo perfecto, con sabor propio, que el público elige y en pocas semanas cumplirá sus primeras 400 emisiones en el aire.
El ciclo está instalado, a pesar de los vaivenes que sufrió en los últimos años, ya no solo con la partida física de Rozín, sino también con la intempestiva suspensión de Jey Mammon y con el alejamiento de Jésica Cirio (otra figura histórica en el formato), ambos atravesados por cuestiones personales que se reñían con la identidad de este espacio.
En el medio, Georgina Barbarossa, que es talento del canal, ocupó el rol vacante durante varios meses. Con Tagliani y Leuco, el programa recuperó la fórmula de la pareja de conductores a su medida.
¿TV en aprietos?
Una máxima asevera “la televisión abierta se encuentra en crisis”. Un mantra aún más agorero sostiene que “la televisión abierta murió”. Ni tanto ni tan poco. La peña de morfi pareciera empecinarse en revertir la tendencia de ofrecer productos de baja escala, con escasos recursos.
Es cierto que la “torta publicitaria” se reparte en más porciones y que el medio debe compartir las preferencias de las audiencias con modalidades como las plataformas de entretenimiento, el streaming y las redes sociales, pero la masividad y la injerencia en la sociedad que permite la agenda de los canales abiertos aún sigue siendo una vía insoslayable.
Desde ya, las economías acotadas de las señales redundan en una sobreoferta de formatos sostenidos en paneles de opinión (en algunos pocos casos con integrantes con manejo correcto del lenguaje y cierto bagaje cultural). Con todo, existen propuestas que -otra vez Cervantes- parecieran luchar contra los molinos de viento.
“No creo, de ninguna manera, que la televisión abierta esté muerta. Cuando se generan buenos contenidos, la gente responde. Quizás, los presupuestos son más acotados pero, con lo que hay, nosotros tratamos de generar un programa de mucha calidad”, reconoce Iván Drinko.
Lizy Tagliani busca alguna respuesta a la dinámica actual del medio: “No creo que exista tal crisis, sino una amplitud en la forma de comunicar. En mi caso, hago televisión, streaming, radio y teatro, estoy muy agradecida a que me convoquen para ser parte de todas las formas posibles”.
Con un promedio de 5 puntos de rating, y un pico de audiencia de 6 puntos (según los datos de Kantar Ibope Media), La peña de morfi lideró cómodamente durante las cuatro horas exactas que duró el debut de la temporada 2025.
Almorzando con Juana, su competidor directo en eltrece, con la conducción de Juana Viale y producción de StoryLab, promedió 2,1 puntos.
“Tuve una época de mucha adicción al número, pero fui cambiando mi vínculo con eso. Ahora pregunto el rating que hicimos al final del programa y no antes, ya no tengo el minuto a minuto en el teléfono. La vida me demostró que ese número no es lo único que hay para mirar. En programas como este, es necesario estar más atento al contenido que al número. Todos queremos ser los más vistos y escuchados, pero no me gusta que el número me defina, como me pasó durante mucho tiempo; no me arrepiento, pero pude hacer ese cambio”, se sincera Diego Leuco.
Rico y abundante
“Preparamos las recetas clásicas que puede hacer cualquier familia, pero nosotros, para hacerla más espectacular, la dimensionamos al doble, jugamos con el fuego, hacemos un show ciento por ciento televisivo”, declara Santiago Giorgini, el hombre afable que es un pilar fundamental del programa.
Desde el año pasado, Felicitas Pizarro, otra destacada cocinera, forma parte del staff del ciclo. “Es una experiencia increíble, nunca había hecho un programa en vivo, tan extenso, con tanta intensidad. La cocina en vivo tiene mucha adrenalina y, a veces, puede fallar, eso lo hace más espectacular y te convierte en una persona ´más humana´, en casa pueden decir ´no le quedó tan bien´, eso es lo lindo del vivo”.
En plan de anécdotas, Santiago Giorgini recuerda cuando olvidó un ingrediente clave en una de sus recetas. “Una vez, me tocó hacer una tortilla de papas y, como estábamos cortos de tiempo, me apuraban para resolver, así que me puse a preparar la tortilla, pero, en la vorágine, agregué los huevos y la cebolla en el sartén, pero me olvidé de las papas. Cuando me di cuenta, miré a cámara y dije ´me olvidé las papas´. Vinieron los cómicos, me cargaron y, hasta el día de hoy, todos me recuerdan la tortilla sin papas”.
Felicitas Pizarro es nieta de Juan Carlos Saravia, uno de los creadores del histórico grupo folklórico Los Chalchaleros. Estar en La peña de morfi la vincula a ese legado familiar que la atraviesa.
“En mi primer día en La peña… cantaron Los cuatro de Córdoba, que cumplían un aniversario de su fundación. Me resultó paradójico porque, siendo cocinera, terminé trabajando en un programa que difunde y valoriza el folklore. Vienen artistas que conocí de chica, gente que cantó y tocó con Los Chalchaleros. Soledad, por ejemplo, es muy cercana a mi familia. Cuando cuento que soy la nieta de Juan Carlos Saravia, siempre la devolución es muy cálida. No tengo dudas que este es un programa que busca valorizar nuestra cultura”, afirma la prestigiosa chef, quien reconoce que lo que “más le cuesta” es “cantar y bailar con mis compañeros, pero me voy soltando”.
A las cuatro en punto de la tarde, cuando el programa sale del aire, todo el equipo se dispone a degustar los platos generosos preparados por Santiago Giorgini y Felicitas Pizarro. El cocinero reconoce que “ya perdí la cuenta de las recetas preparadas, pero, hasta el 2019, habíamos contabilizado más de 1100″.
Como en botica
Nazareno Móttola es un artista multidisciplinario, uno de los responsables de llevar el humor al programa. “Me llamó Gerardo para hacer un trabajo de humor más físico. Vengo del circo, así que aprendí todo eso”.
Móttola recuerda que Gerardo Rozín siempre le permitía anunciar las funciones del circo donde trabajaba y que, cuando los responsables de esa compañía querían acercarle un regalo, él se negaba sistemáticamente: “Gerardo siempre me decía ´no gasten, que no me traigan nada, lo único que quiero es que le vaya bien´. Cuando, después de hacerme la promo, el circo se llenaba, él se ponía muy contento. Se lo extraña, ha sido muy generoso”.
Además de Nazareno, el humor también está a cargo de Pichu Straneo y Marcelo Ruíz Díaz y, nuevamente, forma parte del staff Barbie Silenzi.
Hasta el próximo domingo
Diego Leuco abandona su camarín y, mientras se despide de sus compañeros, sostiene que “en la conducción nos toca la parte más fácil, pero acá trabajan productores de cocina, de música y de invitados, la logística es compleja, no es un programa fácil de hacer; pero no nos cansamos de repetir aquello que dejó Gerardo como legado, que es el respeto al artista, a la música y al público”.
“La peña… es la combinación de todo lo que se necesita para pasar un buen domingo, es algo que nos atraviesa a todos”, resume Lizy Tagliani antes de reencontrarse con su hijo y su marido.
“No puedo producir sin Gerardo al lado, lo tengo muy presente; con cada cosa que hago, pienso qué me diría o cómo él resolvería determinadas situaciones”, finaliza el productor general Iván Drinko, el último en abandonar el estudio de puertas abiertas que ya se encuentra en penumbras, pero con los ecos de la celebración acontecida.
Telefe estrenó una nueva temporada de su exitoso ciclo de los domingos que, en pocas semanas, celebrará sus 400 emisiones en el aire LA NACION