¿Cuál es tu techo?

Hola, ¿cómo estás? Hoy te quería hablar de tu techo.¿Hasta dónde podés llegar cuando te proponés algo?
Cuando hablamos de personas con discapacidad, ese techo puede ser tan bajo que asfixia. Pero no es bajo por una cuestión de falta de aspiraciones, de deseo de progresar. Es bajo porque muchas veces no consiguen los apoyos, la red, las oportunidades que necesitan.
Es mucho más fácil hablar de esto con ejemplos. Y eso se propuso la periodista Jazmín Lell esta semana, cuando se largó a contar estas dos historias:
Primero, la de Lucrecia y Santiago. Te los presento:
Ellos se conocen desde hace 30 años. Fueron amigos, novios y ahora forman un matrimonio. Con ayuda de su familia, terapia y otros apoyos, llevan una vida independiente: desde hace cinco años que conviven en un departamento de Recoleta.
–¿Qué es lo que más les gusta de vivir en pareja? -les preguntó Jazmín y ellos fueron muy claros:
–Sentirnos independientes, autónomos. Eso sí, no es fácil. Además de amigos y mi familia, también tenemos vecinos que nos ayudan cuando lo necesitamos.
Lucrecia y Santiago fueron a escuelas comunes en las que recibieron apoyos de profesionales como psicopedagogos, fonoaudiólogas y terapistas que permitieron que fueran incluidos. Después de terminar el secundario, fueron la primera camada en recibirse en Cascos Verdes, una organización que capacita a personas con discapacidad en educación ambiental para ayudarlos a conseguir oportunidades laborales.
Algunos de estos apoyos, siguen hasta hoy: según el día, Lucrecia camina hasta el psicólogo y vuelve. O bien se toma un colectivo para ir hasta el fonoaudiólogo. Santiago hace terapia de manera virtual y, dos tardes por semana, van juntos hasta una plaza de la zona a hacer gimnasia.
Mirá lo que dice Santiago: “Se qué no es fácil, pero ojalá otros chicos como yo puedan hacer lo mismo”.
- Si querés leer la historia completa de este matrimonio, entrá en este link.
Ahora pasemos a la segunda historia. Te presento a Tiziano:
A Tiziano, que tiene siete años, le encanta jugar al fútbol. Y lo hace en un club de Tigre.
Pero cuando tenía dos años, el pronóstico de Tizi era muy distinto: los médicos le habían asegurado a su mamá que su hijo “jamás iba a poder caminar”.
Había sido diagnosticado con el síndrome de Prune Belly, una enfermedad congénita que se caracteriza por la ausencia de la pared abdominal y anomalías del tracto urinario. Además, una mala praxis durante una cirugía a sus tres meses de vida había dejado la mitad de su cuerpo paralizada.
Pero Florencia, su mamá, no bajó los brazos y buscó ayuda, otras miradas, alguien en quién apoyarse. Y así llegó a Fernando Méndez, el fundador de una organización que brinda equipamiento a pacientes pediátricos con patologías neuromotoras, como la de Tiziano.
Y así, Tiziano empezó a caminar:
Hasta donde llegó hoy, ya lo sabemos: no para de entrenar fútbol.
Te cuento un poco más de Fernando y me despido por hoy: la organización que creó, Uno x Uno, suma 24 sedes y 400 voluntarios, quienes ya entregaron más de 2000 dispositivos a chicos con distintas patologías. Se trata, en su mayoría, de andadores, sillas posturales y bipedestadores. En general, las familias a las que ayudan viven en hogares muy vulnerables, a veces los adultos de esas familias no saben leer ni escribir, y tienen que viajar varias horas en colectivo para recibir la atención médica que sus hijos necesitan.
- Si querés conocer más sobre esta historia o apoyar el trabajo de Fernando, podés entrar a esta nota.
Cuánto más lejos podemos llegar todos cuando tenemos un red que nos apoye, ¿no?
Es todo por hoy. Espero que tengas un buen fin de semana.
Saludos,
Javier
Hola, ¿cómo estás? Hoy te quería hablar de tu techo.¿Hasta dónde podés llegar cuando te proponés algo?
Cuando hablamos de personas con discapacidad, ese techo puede ser tan bajo que asfixia. Pero no es bajo por una cuestión de falta de aspiraciones, de deseo de progresar. Es bajo porque muchas veces no consiguen los apoyos, la red, las oportunidades que necesitan.
Es mucho más fácil hablar de esto con ejemplos. Y eso se propuso la periodista Jazmín Lell esta semana, cuando se largó a contar estas dos historias:
Primero, la de Lucrecia y Santiago. Te los presento:
Ellos se conocen desde hace 30 años. Fueron amigos, novios y ahora forman un matrimonio. Con ayuda de su familia, terapia y otros apoyos, llevan una vida independiente: desde hace cinco años que conviven en un departamento de Recoleta.
–¿Qué es lo que más les gusta de vivir en pareja? -les preguntó Jazmín y ellos fueron muy claros:
–Sentirnos independientes, autónomos. Eso sí, no es fácil. Además de amigos y mi familia, también tenemos vecinos que nos ayudan cuando lo necesitamos.
Lucrecia y Santiago fueron a escuelas comunes en las que recibieron apoyos de profesionales como psicopedagogos, fonoaudiólogas y terapistas que permitieron que fueran incluidos. Después de terminar el secundario, fueron la primera camada en recibirse en Cascos Verdes, una organización que capacita a personas con discapacidad en educación ambiental para ayudarlos a conseguir oportunidades laborales.
Algunos de estos apoyos, siguen hasta hoy: según el día, Lucrecia camina hasta el psicólogo y vuelve. O bien se toma un colectivo para ir hasta el fonoaudiólogo. Santiago hace terapia de manera virtual y, dos tardes por semana, van juntos hasta una plaza de la zona a hacer gimnasia.
Mirá lo que dice Santiago: “Se qué no es fácil, pero ojalá otros chicos como yo puedan hacer lo mismo”.
- Si querés leer la historia completa de este matrimonio, entrá en este link.
Ahora pasemos a la segunda historia. Te presento a Tiziano:
A Tiziano, que tiene siete años, le encanta jugar al fútbol. Y lo hace en un club de Tigre.
Pero cuando tenía dos años, el pronóstico de Tizi era muy distinto: los médicos le habían asegurado a su mamá que su hijo “jamás iba a poder caminar”.
Había sido diagnosticado con el síndrome de Prune Belly, una enfermedad congénita que se caracteriza por la ausencia de la pared abdominal y anomalías del tracto urinario. Además, una mala praxis durante una cirugía a sus tres meses de vida había dejado la mitad de su cuerpo paralizada.
Pero Florencia, su mamá, no bajó los brazos y buscó ayuda, otras miradas, alguien en quién apoyarse. Y así llegó a Fernando Méndez, el fundador de una organización que brinda equipamiento a pacientes pediátricos con patologías neuromotoras, como la de Tiziano.
Y así, Tiziano empezó a caminar:
Hasta donde llegó hoy, ya lo sabemos: no para de entrenar fútbol.
Te cuento un poco más de Fernando y me despido por hoy: la organización que creó, Uno x Uno, suma 24 sedes y 400 voluntarios, quienes ya entregaron más de 2000 dispositivos a chicos con distintas patologías. Se trata, en su mayoría, de andadores, sillas posturales y bipedestadores. En general, las familias a las que ayudan viven en hogares muy vulnerables, a veces los adultos de esas familias no saben leer ni escribir, y tienen que viajar varias horas en colectivo para recibir la atención médica que sus hijos necesitan.
- Si querés conocer más sobre esta historia o apoyar el trabajo de Fernando, podés entrar a esta nota.
Cuánto más lejos podemos llegar todos cuando tenemos un red que nos apoye, ¿no?
Es todo por hoy. Espero que tengas un buen fin de semana.
Saludos,
Javier
Hola, ¿cómo estás? Hoy te quería hablar de tu techo.¿Hasta dónde podés llegar cuando te proponés algo?Cuando hablamos de personas con discapacidad, ese techo puede ser tan bajo que asfixia. Pero no es bajo por una cuestión de falta de aspiraciones, de deseo de progresar. Es bajo porque muchas veces no consiguen los apoyos, la red, las oportunidades que necesitan.Es mucho más fácil hablar de esto con ejemplos. Y eso se propuso la periodista Jazmín Lell esta semana, cuando se largó a contar estas dos historias:Primero, la de Lucrecia y Santiago. Te los presento:Ellos se conocen desde hace 30 años. Fueron amigos, novios y ahora forman un matrimonio. Con ayuda de su familia, terapia y otros apoyos, llevan una vida independiente: desde hace cinco años que conviven en un departamento de Recoleta.–¿Qué es lo que más les gusta de vivir en pareja? -les preguntó Jazmín y ellos fueron muy claros:–Sentirnos independientes, autónomos. Eso sí, no es fácil. Además de amigos y mi familia, también tenemos vecinos que nos ayudan cuando lo necesitamos.Lucrecia y Santiago fueron a escuelas comunes en las que recibieron apoyos de profesionales como psicopedagogos, fonoaudiólogas y terapistas que permitieron que fueran incluidos. Después de terminar el secundario, fueron la primera camada en recibirse en Cascos Verdes, una organización que capacita a personas con discapacidad en educación ambiental para ayudarlos a conseguir oportunidades laborales.Algunos de estos apoyos, siguen hasta hoy: según el día, Lucrecia camina hasta el psicólogo y vuelve. O bien se toma un colectivo para ir hasta el fonoaudiólogo. Santiago hace terapia de manera virtual y, dos tardes por semana, van juntos hasta una plaza de la zona a hacer gimnasia.Mirá lo que dice Santiago: “Se qué no es fácil, pero ojalá otros chicos como yo puedan hacer lo mismo”.Si querés leer la historia completa de este matrimonio, entrá en este link.Ahora pasemos a la segunda historia. Te presento a Tiziano:A Tiziano, que tiene siete años, le encanta jugar al fútbol. Y lo hace en un club de Tigre.Pero cuando tenía dos años, el pronóstico de Tizi era muy distinto: los médicos le habían asegurado a su mamá que su hijo “jamás iba a poder caminar”.Había sido diagnosticado con el síndrome de Prune Belly, una enfermedad congénita que se caracteriza por la ausencia de la pared abdominal y anomalías del tracto urinario. Además, una mala praxis durante una cirugía a sus tres meses de vida había dejado la mitad de su cuerpo paralizada.Pero Florencia, su mamá, no bajó los brazos y buscó ayuda, otras miradas, alguien en quién apoyarse. Y así llegó a Fernando Méndez, el fundador de una organización que brinda equipamiento a pacientes pediátricos con patologías neuromotoras, como la de Tiziano.Y así, Tiziano empezó a caminar:Hasta donde llegó hoy, ya lo sabemos: no para de entrenar fútbol.Te cuento un poco más de Fernando y me despido por hoy: la organización que creó, Uno x Uno, suma 24 sedes y 400 voluntarios, quienes ya entregaron más de 2000 dispositivos a chicos con distintas patologías. Se trata, en su mayoría, de andadores, sillas posturales y bipedestadores. En general, las familias a las que ayudan viven en hogares muy vulnerables, a veces los adultos de esas familias no saben leer ni escribir, y tienen que viajar varias horas en colectivo para recibir la atención médica que sus hijos necesitan.Si querés conocer más sobre esta historia o apoyar el trabajo de Fernando, podés entrar a esta nota.Cuánto más lejos podemos llegar todos cuando tenemos un red que nos apoye, ¿no?Es todo por hoy. Espero que tengas un buen fin de semana.Saludos,Javier LA NACION